(PRIMERA PARTE)

A. Informaciones precursoras. ¿Existen los platos voladores?

La observación de los discos voladores se remonta, según los datos que poseemos, a mucho tiempo atrás, aunque se presume que las primeras manifestaciones fueron informadas por los pilotos combatientes de la famosa Luftwaffe alemana que, al iniciarse las hostilidades de la segunda guerra mundial, dominaba virtualmente el espacio. También lo hicieron los pilotos de la Real Fuerza Aérea Británica. Ambas fuerzas pusieron en conocimiento de las superioridades respectivas la existencia de ciertos fenómenos luminosos de forma alargada como la de un cigarro o bien circular, que desarrollaban fantásticas velocidades.

Posteriormente, un hombre de negocios de los Estados Unidos. Kenneth Arnold, de digna reputación y fe, fue prácticamente el precursor de esta ola de evidencias cuando el 24 de junio de 1947, en un viaje que realizaba en su avioneta particular desde Chechalis a Yakima, en el estado de Washington, le Sucedió que al pasar justamente sobre el monte Rainier, alcanzó a divisar una serie de grandes discos brillantes, que en su informe identificó, por razón de su forma, como “platos voladores”. De aquí el origen de su nombre.

Poco tiempo después Charles Mandell, veterano de la guerra aérea en el Pacífico, protagonizó un hecho trascendental el 7 de enero de 1948, cuando recibió orden de levantar vuelo desde la base aérea de Godman Field, donde prestaba servicio, con tres cazas tipo F51 Mustang, por cuanto sobre Madisonville se había detenido un disco de grandes proporciones. La persecución que hizo Mandell de este artefacto culminó, según los registros periodísticos, con la caída de su máquina y el cuerpo irreconocible del audaz piloto.[1]

B. Testimonios científicos, militares y varios

“El presidente de la Sociedad Alemana de Astronáutica, uno de los inventores de la famosa V. 2, profesor Hermán Oberth, opina que los platos voladores existen. Señaló que estas apariciones no son recientes, sino que vienen produciéndose en el mundo desde hace siglos, pero puestos ahora en mayor evidencia por el telescopio y el radar”.[2]

Hugo Dominici, astrónomo italiano, supone que los platos voladores proceden de Marte, y el astrofísico John Sadan de Oslo, sostiene que se trata de aeronaves lanzadas desde otros planetas, basado en estudios y experiencias que realiza desde hace mucho tiempo.

El Instituto de Meteoritos de Nueva México, que dirige el Dr. Lincon La Pez, fue categórico en afirmar que ningún fenómeno cósmico o atmosférico es capaz de la menor maniobra o modificación en su trayectoria, contrariamente a lo que ocurre con los platos voladores. El director del observatorio de Escocia asegura haber fotografiado un plato volador y conversado con un tripulante del vehículo espacial, quien le dijo que procedía de Marte, revelándole que usan otros planetas como bases espaciales gigantescas; por otra parte, el famoso astrónomo Clyde Tomaugh, director del observatorio de Nueva México, EE.UU., y descubridor del planeta Pintón, ha expresado su opinión entre otros hombres de ciencia con estas palabras textuales: “He pasado millares de horas observando el cielo y no vi nunca nada más extraordinario e inexplicable que un plato volador que sobrevoló esta zona”.[3]

En Estados Unidos se ha planteado un grave problema alrededor del arcano que parece envolver a estos objetos volantes.

“La US AIR FORCE ha publicado en Washington un informe negando que dichos platillos vienen de otro planeta, después de haber investigado la de 7.000 de ellos”.[4]

Pero el Mayor Donald Keyhoé ha llevado el asunto a insistentes polémicas a favor de la existencia del misterio mas sensacional de nuestro siglo, de tal suerte que tiene al presente escritas varias obras. La Colección Aeronáutica Argentina publicó un trabajo que tituló: Platos voladores del espacio. Las revelaciones que se hacen se han concretado tanto en el campo de la experiencia aeronáutica como en él orden científico, si bien es cierto que sus afirmaciones fueron desmentidas una y otra vez por el Ministerio de Aeronáutica, para evitar la conmoción pública. Cabe recordar que en 1952 se produjo una especie de inquietud colectiva lindante con la histeria, provocada por una serie de apariciones de platos voladores. La Fuerza Aérea Norteamericana hizo una declaración pública atribuyendo las visiones a:

1) Fenómenos ópticos atmosféricos.

2) Manifestaciones de sugestión.

3) Fantasías con propósitos de notoriedad de parte de los informantes.

Pero el público rechazó de plano tales explicaciones, debido a que por diferentes conductos trascendió el informe reservado del Air Technical Intelligence Center (Centro de Informaciones Técnicas Aéreas) que afirmaba: “La fuerza aérea y su organismo investigador, el Proyecto Libro Azul, concuerdan en que las conclusiones del Mayor Donald Keyhoe, en el sentido de que los platos voladores provienen de otros planetas, son perfectamente factibles. Parte de nuestro personal entiende que puede existir alguna influencia de mentes poderosas, dentro de los fenómenos conocidos por magnetismo y sugestión; otros creen en la existencia de fenómenos naturales desconocidos, al menos para nosotros”.

“Pero si las maniobras controladas, de que informan nuestros observadores competentes son correctas, la única explicación que resta es la interplanetaria. Menzel está equivocado. Su teoría sólo explica parte de los casos observados. Ningún estudioso destacado aceptó sus conclusiones, considerándolas imperfectas y precipitadas”.[5]

(NOTA: Al profesor de Harvard, Menzel, se le apareció un plato volador al volante de su automóvil. Quiso explicar el fenómeno atribuyéndolo al toque de dos capas de distintas temperaturas en la atmósfera, manifestando que el aire caliente que permanece entre dos capas frías rechaza hacia abajo la luz irradiada por cualquier foco luminoso. La capa caliente hace las veces de una pantalla natural, sobre la que se proyectan imágenes que parecen desplazarse a fantásticas velocidades sobre el fondo del cielo. Frecuentemente el aire caliente contiene polvo y éste aumenta el poder de refracción.

Pero el Mayor Keyhoe, sin desmentir la teoría de Menzel, manifestó que los informes del radar prueban que los platos voladores no son simples luces, sino cuerpos positivamente sólidos. Acusó por otra parte a la Fuerza Aérea de ocultar importantes datos probatorios de que los platos voladores constituyen aparatos de reconocimiento enviados por otros planetas, so pretexto de evitar un sentimiento de alarma general. Infinidad de hombres de ciencia y militares apoyaron la teoría del Mayor Keyhoe, incluyendo 40.000 denuncias de observaciones hechas por testigos oculares, muchas de ellas colectivas. Otras se hallaban certificadas ante escribano público y miles, se remontaban nada menos que a 2.000 años de antigüedad, cuando no existía la tecnología moderna.

Además, el Mayor Donald Keyhoe declaró: “¿Estamos trabando contacto con seres de otros mundos? Ello podría constituir la aventura más grande de todos los tiempos; pero cuidémonos del pánico y la violencia de nuestros propios pueblos e impidamos que cualquier error trágico transforme en enemigos mortales a pacíficos visitantes interplanetarios. Estos dramáticos primeros momentos pueden decidir el destino del mundo”.[6]

Frente a las declaraciones precedentes la Fuerza Aérea de los Estados Unidos trazó un nuevo planteamiento, y en cuyo informe se fijaban cuatro posibles teorías sobre el origen de los platos voladores, pero que finalmente quedaron reducidas a una sola.

Las teorías suponían las siguientes posibilidades:

1) Manifestaciones bajo formas luminosas de la trasmutación de la energía nuclear.

2) Armas secretas de espionaje y guerra de las grandes potencias.

3) Fenómenos celestes naturales, producto de la refracción.

4) Aparatos de reconocimiento enviados desde otros planetas.

La primera de las teorías quedó eliminada frente a la declaración del Dr. Harold Urey de la Universidad de Chicago, quien dijo: “Es perfectamente posible la trasmutación de la materia, pero no de la energía”.

La segunda concepción, de que fueran armas secretas, quedó también desplazada, pues los objetos luminosos observados, que de pronto quedan estáticos y que repentinamente se desplazan a 10.000 kms por hora, suben y bajan perpendicularmente o dan giros de 90 a 180 grados, no pueden adjudicarse a armas secretas de Estados Unidos o Rusia, pues sus aparatos jamás han alcanzado semejante capacidad de maniobra.

La tercera posibilidad sólo explica algunas observaciones, pero el radar, como lo manifestó el Mayor Keyhoe, prueba que los platos voladores no son simples luces, sino cuerpos positivamente sólidos.

Queda en pie la última teoría, que acrecienta su validez frente a las declaraciones del Gral. MacArthur, quien ajeno a todo propósito de notoriedad y teniendo acceso, dada su elevada posición militar, a informes confidenciales destinados a quedar reservados al círculo de las altas esferas gobernantes de Estados Unidos, manifestó: “Nos hallamos bajo la constante observación de criaturas provenientes de otros mundos. Estados Unidos y la Unión Soviética deben unirse antes de que sea demasiado tarde para hacer frente a una posible invasión de nuestro planeta”.[7]

Incluiremos en este ensayo otros valiosos testimonios, algunos de los cuales tienen su origen en América del Sur.

Brasil.-En este país se realizó una conferencia de prensa en el Instituto de San Salvador, Bahía (Brasil). La mesa que la presidió estaba integrada por el Gral. Joao de Almeira Freitas, comandante de la región. Por el Almirante Octavio da Silveira Carneiro, comandante del segundo Distrito Naval, por el Coronel aviador Alfonso Celso Parreiras Horta, comandante de la Base Aérea del Salvador y otros.

El Ing. Joao Martins, presentó sus observaciones y estudios sobre el asunto de los discos voladores. Dijo que desde hacía diez años estaba en curso un plan sistemático, prácticamente militar, de reconocimiento de nuestra tierra, de nuestros medios de transporte, y de defensa, de los puntos estratégicos para un posible descenso de carácter definitivo y permanente. Una cosa quedó patente: agresivos o no, los discos voladores deben ser encarados con seriedad y objetividad.

Diez días después de la disertación precedente, un objeto luminoso fue visto desde el cuartel general del Salvador durante cerca de dos horas, siendo observado por oficiales, suboficiales y soldados.[8]

Argentina.—La Comisión Observadora de Objetos Voladores no Identificados (CODOVNI), mediante un comunicado de prensa expresa: “Esta comisión, único organismo que estudia en el país el problema de los platos voladores con criterio estrictamente científico y basado sobre hechos concretos… (luego) de detenidos estudios… sobre los serios testimonios existentes en el mundo entero, fue llevada a opinar que los platos son REALES y proceden, casi seguramente del espacio. Pero el estado actual de las investigaciones serias, no permite ir más allá, dando pruebas concretas sobre procedencia, tripulantes e intenciones”.[9]

Y en una mesa redonda organizada por la Juventud del Ateneo Cultural Ibero Americano, y en la que se dispusieron comentarios sobre los discos voladores, hallándose presentes el ingeniero Secundino Rey y Carlos Chichel de IDEA, el Sr. Pablo Michalocoski, de la Comisión de Estudios y Difusión de Astronáutica y Objetos voladores declaró: “Podemos asegurar que no son terrestres, porque si Estados Unidos y Rusia los hubiesen poseído, no habrían gastado enormes sumas en la COHETERIA”.

CONCEPCIONES TEOLÓGICAS

Fuentes Católicas.—En Bonn celebróse una reunión de sociólogos católicos, de la que se hizo eco la prensa de Alemania Occidental.

Analizando el problema de los platos voladores, la impresión unánime fue que el asunto trasciende de los observatorios astronómicos y meteorológicos, para penetrar en el campo de la Metafísica.

El padre F. Dessaurer, residente en Munich, considerado una verdadera autoridad como exégeta y filósofo bíblico, manifestó: “Los seres desconocidos de otros planetas deben ser considerados como personas desde el punto de vista filosófico, y como criaturas de Dios, desde el punto de vista teológico”.[10]

El escritor Daniel Rops, en el seminario parisiense Carrefour presentó un ensayo relacionado con los platos voladores, que dada sus conjeturas, revolucionó el mundo de la teología, pues tituló su ensayo: “¿Y si los platos voladores fueran ángeles?”

Este célebre escritor católico, y según un despacho de la Agencia ANSA fechado en París, hace una seria reflexión sobre el asunto, manifestando que las Sagradas Escrituras no niegan la existencia de otros seres distintos al hombre, de otros habitantes del Universo, provistos de inteligencia, por ejemplo, los ángeles.

Señaló Rops, que la presencia de los platos voladores es tratada con suma seriedad dentro de la orden religiosa de los jesuítas, a la que pertenece un amigo suyo, a tal punto que hay entre sus componentes quienes conjeturan que al no ser ángeles dichas manifestaciones, se trataría posiblemente de criaturas perfectas sin mancha de pecado, que existirían antes de Adán.

El escritor Gastón Lenormand ha expresado: “La posibilidad de que los discos voladores estén tripulados por individuos angélicos, según la audaz concepción de Rops, o de seres exentos de pecado, según la opinión del pastor protestante, no sólo interesa al mundo cristiano, sino al musulmán, al budista, y a los Lamas del Tibet. Se sabe asimismo que el observatorio Espectroscópico del Vaticano viene reuniendo antecedentes relacionados con el gran misterio del siglo XX. Este Instituto se especializa en aerolitos y existen en los dominios pontificales otros organismos técnicos que hasta este momento no han dado a conocer su informe definitivo, que los creyentes aguardan con justificada expectativa, ya que no se atreven a creer sin reservas que los extraños aeronautas sean criaturas de Dios.

“Esta posibilidad ha sido analizada desde el punto de vista teológico… por verdaderas personalidades con rango eclesiástico, que no la rechazan de plano, inclinándose la mayoría de ellos a sostener la teoría de que tales visitantes son de otros planetas”.[11]

FUENTES PROTESTANTES

Hace varios años, un pastor protestante pronunció un sermón sensacional. Señaló la soberbia “sui generis” del hombre, y dijo que la presencia de los discos voladores está demostrando que él más elevado genio de la raza humana, ha quedado reducido a la mínima expresión, frente a lo que se percibe como la “revelación de una técnica superior a la nuestra”.

Manifestó el conferenciante: “No debemos adjudicarnos la exclusividad de Dios, porque todo parece indicar que el Supremo Hacedor, en la inmensidad inconmensurable del cosmos, cuenta en su haber con un número inconmensurable de otras criaturas, que han aprovechado mejor que nosotros su capacidad mental. En ese sentido, como los presuntos tripulantes de estas fantásticas naves voladoras son seres superiores y protegidos por la voluntad divina, nada debiéramos temer, sino más bien debiéramos facilitar su comunicación con la tierra”.[12]

TESTIMONIOS VARIOS

Entre los testimonios varios que conviene destacar se halla lo publicado por un autor europeo quien señaló que el 23 de abril de 1954, en cierto lugar de Normandía, un labriego apellidado Monty, además de presenciar la evolución de un plato volador, tuvo la oportunidad de hablar con uno de sus tripulantes. Según lo manifestado por Monty a un reportero, ya repuesto de la impresión que le produjo la presencia del vehículo espacial, un hombrecillo de poco más de un metro de estatura, vistiendo un mameluco de tela brillante y casquete protector en la cabeza, entabló con él una animada conversación. Aunque el idioma con que se expresaran fue pasado por alto en la narración, el labriego recibió de parte del visitante, al ser inquirido su origen, la siguiente respuesta: “Somos enviados del cielo”.

A este relato agrégase lo ocurrido a un vendedor de cosméticos llamado Charley Dupuy, quien mantuvo, según lo expresado por una revista francesa, un diálogo con uno de los hombrecillos que parecen visitar a los terráqueos. Refiere el expositor, que tuvo la oportunidad de conversar con uno de los conductores de un plato volador, blanco de tez, y cuyos cabellos no pudo contemplar por hallarse cubiertos por un casco protector. Manifestó el comerciante que sostuvo un coloquio con el tripulante en perfecto francés, siendo interrogado acerca de la topografía del lugar. Casi en seguida, y de un salto, el visitante ascendió a la cabina de comando, y tras cerrar la portezuela, el disco volador se remontó dejando tras sí una brillante estela de luz.[13]

Sobre el autor: Pastor de la Asociación Bonaerense, Argentina


Referencias

[1] La Razón, Buenos Aires, 2-6-58.

[2] Id., 10-5-59.

[3] Id., 9-8-59.

[4] Id., 8-2-62.

[5] El Mundo, Buenos Aires, 4-10-61.

[6] Id., 4-10-61.

[7] Id., 4-10-61 y La Razón, 5-9-62.

[8] O Cruzeiro, Brasil, 1-4-58.

[9] La Razón, Buenos Aires, 28-5-59.

[10] G. Le Normand, Yo Estuve en un Plato Volador, pág. 58; 1955.

[11] Id., pág. 57.

[12] Ibid.

[13] Id., pág. 87.