¿Tiene una Base Bíblica esta Enseñanza?

En los últimos años se ha criticado el concepto adventista del juicio investigador. El autor del libro The Truth About Seventh-day Adventism sostiene que no hay base bíblica para tal concepto; y otros aun han declarado que tal enseñanza es “caprichosa” y un “artificio”. Además, algunos afirman que hasta el término “investigador” es una expresión advenediza, que no se encuentra en las Escrituras. Y no faltan quienes digan que los hijos de Dios en ningún caso serán juzgados.

La expresión “investigador” en relación con el juicio

Se ha impugnado el uso de esta expresión alegando que no se encuentra en la Biblia.

Concedemos que no se emplee en las Escrituras; pero, ¿significa eso que no pueda usarse si expresa lo que creemos que es una verdad bíblica? ¿Haríamos el mismo cargo contra la palabra “encarnación” porque no figura en las Escrituras? Podemos decir lo mismo de expresiones como “nacimiento virginal”, la “Trinidad”, el “milenio”. Creemos plenamente en estas doctrinas, pero los términos que empleamos para designarlas no están en la Biblia.

Dos Campos teológicos En La Iglesia Cristiana

En la iglesia cristiana existen dos campos teológicos principales. La creencia en doctrinas como la soberanía de Dios, la seguridad eterna del creyente, si una persona puede perder su aportadas se dicta la sentencia, status de cristiano renacido y perderse, si hay diferencia entre el perdón del pecado y el borramiento del pecado, y otros temas, en gran medida estará determinada por el campo a Que se está adscripto. Si la persona pertenece al grupo calvinista favorecerá un concepto. Si está en el grupo arminiano favorecerá otro concepto. Los adventistas, desde el comienzo, se han adherido mayormente al concepto arminiano, juntos con muchos otros cuerpos cristianos, como los metodistas. John Wesley fue director durante 20 años de la publicación The Armenian Journal.

Tres escuelas de interpretación profética

Otro asunto importante es la interpretación de ciertos pasajes de los libros de Daniel y Apocalipsis. La interpretación se hará según sea la escuela de interpretación profética a que se pertenezca. Hay tres tales escuelas:

1) la preterista, que cree que estas profecías ya se han cumplido, en gran medida;

 2) la futurista, que sostiene que su cumplimiento todavía está en lo futuro;

 3) la historicista, que enseña que se desenvuelven y cumplen progresivamente. Nosotros pertenecemos a este último grupo, y nuestros conceptos están en armonía con esta escuela de interpretación profética.

I. ¿Se Enseña En La Biblia Una Doctrina Como La Del “Juicio Investigador”?

EL TÉRMINO “INVESTIGADOR”

Analicemos ahora la expresión investigador, según se emplea en relación con el juicio. ¿Por qué haríamos excepción de ella? Es verdad que no empleamos a menudo tal expresión al referirnos a la obra de nuestras cortes de justicia terrenas; pero, ¿no hacemos en principio justamente lo que este término indica antes de dictar un fallo? ¿No buscamos una cabal consideración de todos los factores implicados, favorezcan éstos o no al acusado? Se llame este procedimiento una investigación o un examen, no interesa, porque el principio es el mismo. No se dicta ningún fallo antes de realizar este procedimiento.

En nuestros tribunales se procede a la “investigación” del caso. De acuerdo a las pruebas El acusado es condenado o absuelto. Si es condenado, se procede luego a ejecutar la sentencia.

¿No ocurre lo mismo en el juicio del gran día del Señor? Veámoslo:

a) Habrá un juicio (Ecl. 12: 13, 14; Heb. 9: 27).

b) Se juzgará a todos los hombres (Rom. 14:10).

c) Se juzgará a los justos y a los impíos (Ecl. 3: 17).

d) Habrá una “investigación” de lodos los casos, porque los libros de registro se abrirán para permitirla; después de esto, los redimidos serán “tenidos por dignos” (Dan.7:10 Luc 20:35; 21:36; 2 Tes. 1:5).

e) Se pronunciará el veredicto Apoc 22:11,12).  Se “ejecutará” el juicio sobre los impíos (Apoc. 20: 11-15).

g) Se vindicarán todos los casos de los justos (Dan. 12:1; Luc. 10:20; Heb. 12: 23

El significado del segundo advenimiento

En segundo término pensemos en lo que acontece a la segunda:

a) Los justos muertos resucitarán (1 Cor.15:50-54).

b) Los justos vivos serán transportados (1 Tes. 4:16, 17).

c) La resurrección de los justos se llama la “primera” resurrección (Apoc. 20: 5 úp y 6).

Los “otros muertos” (los impíos) no son resucitados hasta el final del período de mil años (Apoc. 20:5). Veamos ahora las implicaciones de las declaraciones anteriores. Los impíos muertos no son resucitados a la segunda venida de nuestro Señor, sino que los justos muertos resucitan, y no sólo esto, sino que se levantan para la inmortalidad y para estar para siempre con su Señor.

Siendo esto así, los casos de todos, tanto justos como impíos, tienen que haber sido decididos antes del segundo advenimiento. Recordemos que lo que sucede a la segunda venida de nuestro Señor se hace “en un abrir de ojo” (1 Cor. 15:52). Por lo tanto, los casos de todos se habrán decidido antes de ese evento. Que esto es así, se ve por lo que sigue:

a) Antes del juicio, los justos son “tenidos por dignos” antes de la segunda venida (Luc.20:35; 21:36; 2 Tes. 1:5).

Notemos que los justos son:

Dignos de recibir ese mundo (Luc. 20:35)

Dignos de recibir esa resurrección (Luc. 20:35)

Dignos de escapar a todas estas cosas (Luc. 21:36)

Dignos de presentarse frente al Hijo del hombre (Luc. 21:36)

Dignos del reino de Dios (2 Tes. 1:5)

b) Antes de la segunda venida, un mensaje especial de preparación recorre todo el mundo; entre otras cosas, este mensaje dice que ha llegado la hora del juicio final de Dios.

Pablo, en sus días, podía anunciar el juicio como a venir (Hech. 24:25; pero cerca del tiempo de la segunda venida podría decirse con seguridad que la hora del juicio es venida (literalmente vino). El hecho de que este mensaje tenga (pie proclamarse a todo el mundo antes del regreso de Cristo en gloria, se desprende, cree imperados en Apocalipsis 14.

El mensaje de la hora del juicio se da en versículo 6 y siguientes; el carácter de la gente Que lo acepta está en el versículo 12, y la segunda venida para la que se han preparado se presenta en el versículo 14. Por esto parecería claro que el mensaje se da al mundo durante esta fase del juicio para preparar a un pueblo que permanezca en el gran día de Dios.

c) Creemos que las profecías de la Palabra de Dios predicen un aspecto del juicio antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo. Leemos en Daniel 7:9, 10: “Estuve mirando hasta que fueron puestas sillas: y un Anciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia: su silla llama de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros se abrieron”. Notemos dos expresiones de este pasaje. Se dice que fueron “puestas sillas”, porque el “Juez” y la corte se sentaron. Luego leemos: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí en las nubes del cielo como un hijo del hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad, e hiciéronle llegar delante de él” (vers. 13).

 Esta escena presentada al profeta es una parte de una visión más amplia que trata con las cuatro bestias de Daniel 7:3. Estas fueron interpretadas por el ángel como cuatro reinos, o dominios, consecutivos, que habrían de gobernar el mundo hasta que el Dios del cielo establezca un reino poblado exclusivamente por sus santos. “Estas grandes bestias, las cuales son cuatro, cuatro reyes son, que se levantarán en la tierra. Después tomarán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los siglos” (vers. 17, 18).

Puesto que esta visión de las cuatro potencias mundiales es paralela a la visión de Daniel 2, donde el primer reino es identificado con Babilonia, esta visión de Daniel 7 debe abarcar desde el tiempo del profeta hasta la segunda venida de Cristo, cuando se establecerá el reino eterno de justicia. Es importante destacar esto, porque el juicio descripto en los vers. 9-14 ocurre antes de la segunda venida de Cristo. Algunas de sus decisiones concernientes a la bestia se ejecutan mientras los negocios del inundo todavía se están desarrollando, y el desplazamiento del poder de la bestia bajo el control del cuerno pequeño es una obra progresiva que prosigue “hasta el fin” (vers. 26).

Deberíamos notar que en el capítulo siete de Daniel tenemos una descripción general del conflicto entre los santos del Altísimo y el cuerno pequeño, el papado. Este conflicto se pelea fieramente a través de los años hasta el tiempo cuando uno “como un hijo de hombre que venía, y llegó hasta el Anciano de grande edad”, hasta el Padre (vers. 13), momento en que comienza el juicio en el cielo. Este juicio concluye con la condenación del cuerno pequeño y un veredicto favorable a los santos (vers. 21, 22). El papado ha reclamado para sí el poder de decidir los casos, el poder de perdonar los pecados y decidir quién pertenece a la iglesia de Dios. Daniel declara en este capítulo que hay una sola corte que posee esta facultad, la que se reúne en el santuario celestial poco después de la profecía de los 1260 años (vers. 25, 26). Sólo Dios conoce los corazones humanos. El solo tiene los registros de las vidas de los hombres. Y Juan declara: “El Padre… todo el juicio dió al Hijo” (Juan 5:22). ¿Quién más podría establecer una distinción entre lo verdadero y lo falso? ¿Quién otro tiene ese derecho? Así, antes de que Cristo regrese, la corte celestial se pronunciará en favor de los santos y en contra de los enemigos de Dios. Este juicio, cuando se complete, producirá como resultado la recompensa del pueblo de Dios; “y vino el tiempo, y los santos poseyeron el reino” (Dan. 7:22).

Como se hizo notar más arriba, uno de los actos ejecutados en el juicio ha de darle al “Hijo del hombre” “señorío, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron” (vers. 13, 14). Esto ocurre antes del segundo advenimiento de Cristo, porque cuando él regrese, lo hará como “Rey de reyes y Señor de señores” (Apoc. 19:11-16). Concordamos con T. Robinson en que el juicio que aquí se predice precede a la segunda venida de Cristo:

“Tenemos ante nosotros un pasaje de abrumadora grandeza y sublimidad; la descripción de una escena de pavorosa solemnidad… El pasaje muestra el trono del juicio de Dios, con miríadas de ángeles asistentes, y el pronunciamiento de condenación para una gran parte de la humanidad. Este juicio no es en realidad, como el de Apocalipsis 20, el juicio general.

Como ya se ha observado, éste no es el juicio general que ocurre a la terminación del reino terrenal de Cristo, o, como se dice comúnmente, en el fin del mundo. Parece más bien que se trata de un juicio invisible llevado a cabo detrás del velo y manifestado por sus efectos y la ejecución de su sentencia. Ahora puede estar efectuándose” (“Daniel”, The Preacher’s Homiletic Commentary, págs. 136, 139).

Thomas Scott, en su comentario, también hace notar que: “El cumplimiento de esta profecía precederá a la introducción del milenio; el juicio final seguirá a la consumación de todas las cosas aquí en la tierra”. Citamos a estos comentaristas para mostrar que ciertos eruditos se han referido a un juicio como previo a la segunda venida.

En esta profecía, Daniel se refiere particularmente a un grupo, simbolizado por el “cuerno pequeño”, que acudió para ser examinado, para recibir la sentencia y la condenación. No apunta a anotar a todos cuyos casos han de considerarse: menciona solamente el “cuerno pequeño” que ha perseguido al pueblo de Dios.

El hecho de que “los libros se abrieron” parecería implicar el juicio de otros. Esto podría ser así, y el autor citado más arriba menciona esto: “Cualquiera pueda ser el caso respecto del juicio que hemos estado considerando, y cualquiera sea la parte que puede tener o no tener, es seguro que todos tendremos que comparecer ante el trono del juicio de Cristo para recibir según lo que hayamos hecho en esta vida, sea esto bueno o malo. Cada hombre debe entonces dar cuenta de sí mismo a Dios, porque Dios traerá a juicio todas estas cosas.

¿Estoy perdonado y aceptado ahora bajo la garantía del Señor justicia nuestra? Un lugar ganado en la Nueva Jerusalén o en la gehenna de fuego depende de esta pregunta” (Id., pág. 140).

“Así se presentó a, la visión del profeta el día grande y solemne en que los caracteres y vidas de los hombres habrán de ser revistados ante el Juez de toda la tierra, y en que a todos los hombres se les dará ‘conforme a sus obras’ ” (El Conflicto, pág. 533, ed. PP).

“La obra del juicio investigador y el acto de borrar los pecados deben realizarse antes del segundo advenimiento del Señor. En vista de que los muertos han de ser juzgados según las cosas escritas en los libros, es imposible que los pecados de los hombres sean borrados antes del fin del juicio en que sus vidas han de ser examinadas” (Id. pág. 539).

“Cuando el juicio investigador haya concluido, Cristo vendrá con su recompensa para dar a cada cual según sus obras” (Ibid.).

Otra prueba hacia la que debe dirigirse nuestra atención está en Apocalipsis 11:18: “Y se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos, para que sean juzgados, y para que des el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeñitos y a los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra”. Algunos podrán preguntarse cuándo se aplica este pasaje. Sin embargo, hay una cláusula que puede darnos la clave, y es ésta: “Para que des el galardón a tus siervos … y a los santos”. Este acto de nuestro Señor al derramar estos dones especiales sobre sus hijos se sitúa en su segundo advenimiento: “He aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuere su obra” (Apoc. 22:12). “He aquí viene tu Salvador; he aquí su recompensa con él, y delante de él su obra” (Isa. 62:11).

Concediendo que esto sea así, y que con la venida del Señor se den recompensas, entonces “el tiempo de los muertos, para que sean juzgados” debe, por supuesto, preceder a su regreso del cielo.

Así, a la luz de estas consideraciones, creemos que hay una amplia evidencia de que el aspecto “investigador” del juicio ocurre durante el tiempo que justamente antecede a la venida de Cristo en poder y gran gloria.

II. ¿Es un concepto bíblico el de que los hijos de dios también serán juzgados?

Esta pregunta puede contestarse afirmativamente refiriéndonos a los siguientes pasajes bíblicos:

“Al justo y al impío juzgará Dios” (Ecl. 3:17).

“Todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo”; (Rom. 14:10).

En primer término, el pasaje del Antiguo Testamento declara que tanto los casos de los justos como de los impíos serán considerados, y esto indudablemente significa que lo serán por el tribunal celestial. En segundo lugar, se hace una referencia específica a los miembros de iglesia, porque la carta de Pablo se dirige a las iglesias de Roma y Corinto. Pero, indudablemente, sus palabras incluyen a otros, aquellos que no eran creyentes en Cristo. Esto se ve en su empleo de la palabra “todos”, que en griego ocupa un lugar de énfasis. También se ve en el efecto de tal juicio, porque lo que se da a todos los hombres es por lo que han hecho de “bueno” y de “malo” (2 Cor. 5:10).

Algunos estudiosos han dicho que los santos aparecen ante el trono del juicio de Cristo para recibir su recompensa, y con esto significan recompensas por el servicio; pero el lenguaje de estos textos significa que están ahí para la determinación del carácter antes que para la concesión de recompensas.

Es cierto, por supuesto, que los hijos de Dios recibirán recompensas. Esas recompensas se describen como: Una “corona de vida” (Sant. 1:12).

“Una corona de gloria” (1 Ped. 5:4).

“Una corona de justicia” (2 Tim. 4:8).

“Una corona… incorruptible” (1 Cor. 9:25).

Pero como ya hemos visto, estas recompensas serán concedidas en el tiempo de la segunda venida del Salvador:

“He aquí, yo vengo presto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según fuere su obra” (Apoc. 22:12).

Lo repetimos, los pasajes de Romanos y Corintios no se refieren a esto. Notemos que el apóstol dice: “Cada uno de nosotros dará a Dios razón de sí” (Rom. 14:12), “para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, ora sea bueno o malo” (2 Cor. 5:10).

Insistimos, esto no es la determinación de una recompensa, sino la determinación del carácter.

El comentario que hace Mateo Henry conviene al caso: “Cristo será el juez, y tiene la autoridad y la capacidad para decidir el estado eterno de los hombres de acuerdo con sus obras, y ante él compareceremos como personas para ser juzgados, y para rendir cuentas (Comentario sobre Romanos 14:10).

Juan Calvino también hace un interesante comentario acerca de este punto:

“Un día habrá que rendir cuentas ante el trono del juicio de Cristo; la persona que considere seriamente esto necesariamente debe sobrecogerse de temor, y sacudir toda negligencia.

El declara por lo tanto, que descarga su responsabilidad fielmente y con pura conciencia (2Tim. 1:3). El anda en el temor del Señor (Hech. 9:31), pensando en la cuenta que tendrá que dar de sí” (Comentario sobre 2 Corintios 5:10).

Todo esto está plenamente en armonía con lo que hemos hecho notar anteriormente, que “al justo y al impío juzgará Dios” (Ecl. 3: 17).

No pasamos por alto el hecho que el Salvador destacó en Juan 5:24: “Quien oye mi palabra, y cree a aquel que me envió, tiene vida eterna, y no entra en condenación, sino que ha pasado ya de muerte a vida” (VM).

Los que han rechazado la luz y no poseen vida eterna están bajo “condenación” (Sant. 5:12), y la condenación es que “la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas” (Juan 3:19). Los cristianos que andan en la luz no caen bajo la condenación; viven en la seguridad de que Dios los acepta a través de Cristo Jesús nuestro Señor, como lo expresó admirablemente el apóstol Pablo:

“Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, más conforme al espíritu” (Rom.8:1).

Sobre el autor: Director de la revista Israelite