Dios pide a los ministros que acepten su verdad, y lleven, en su nombre, el más solemne mensaje jamás dado al mundo, de levantar el estandarte de las verdades de la Biblia y ejemplificar sus preceptos en su vida diaria. Tal conducta induciría a creer, a muchos que se han atrincherado detrás del parapeto de la infidelidad. La influencia del carácter verdaderamente cristiano del ministro es como los radiantes rayos de sol que penetran los rincones más remotos de los oscuros lugares a los que se les permite entrar. La luz que emana del ejemplo del ministro verdaderamente cristiano no debe ser vacilante e incierta como la chispa de un meteoro, sino que debe tener la calma y la continua brillantez de las estrellas celestiales.

Consagración

Lo que necesitamos en este tiempo peligroso es un pastorado convertido. Necesitamos hombres que acepten la pobreza de su alma, y quienes diligentemente busquen ser dotados del Espíritu Santo. Una preparación de corazón es necesaria para que Dios nos dé su bendición, pero esta obra del corazón no ha sido realizada. Oh, ¿cuándo despertará el pastorado a las solemnes responsabilidades que le han sido encomendadas, y rogará fervientemente por el poder celestial? Es el Espíritu Santo quien dará agudeza y poder al discurso del ministro, o su predicación estará carente de la justicia de Cristo como lo estuvo la ofrenda de Caín.

Altruismo

No todos los predicadores se han entregado completamente a la obra de Dios, como se les requiere que hagan. Muchos sienten que la suerte del ministro es difícil, porque tienen que estar separados de sus familias. Ellos se olvidan de que antes era mucho más difícil que ahora. En una época, había solo unos pocos amigos de la causa. Se olvidan de aquellos a quienes Dios les impuso la carga de la obra en el pasado. Eran solo unos pocos, entonces, quienes recibieron la verdad como resultado de mucho trabajo. Los siervos escogidos de Dios lloraron y oraron con el fin de tener un claro entendimiento de la verdad, y sufrieron privaciones y mucho sacrificio para poder llevar a otros el mensaje. Paso a paso, ellos siguieron mientras la providencia de Dios abría el camino. Ellos no buscaron su propia conveniencia o se acobardaron ante las dificultades. Por medio de estos hombres, Dios preparó el camino e hizo clara la verdad para que cada mente honesta la pudiera comprender. Todo ha sido facilitado para el ministro que desde entonces ha abrazado la verdad; sin embargo, algunos han fallado en tomar la carga del trabajo. Buscan una mejor suerte, un puesto con menos sacrificios. Esta tierra no es el lugar de descanso para el cristiano; mucho menos para el ministro escogido de Dios. Se olvidan de que Cristo dejó sus riquezas y su gloria en el cielo, y vino a la tierra a morir; y que él nos ha ordenado amarnos los unos a los otros como él nos amó. Se olvidan de aquellos que no fueron dignos de este mundo, que rondaban en pieles de ovejas y cabras, y fueron afligidos y atormentados.

Compasión

¡Qué hermosa reverencia demostró Jesús hacia la vida humana en la misión de su vida! Se presentó ante la gente no como un rey que exigía atención, reverencia y servicio, sino como alguien que deseaba servir, para elevar a la humanidad. Dijo que no había venido para ser servido, sino para servir. Estoy segura de que la gran lección del perdón debe ser aprendida perfectamente por todos nosotros, y debemos practicar las gracias cristianas. Doquiera que Jesús vio a un ser humano, vio en él a alguien que necesitaba simpatía humana. Muchos de nosotros estamos dispuestos a servir a ciertas personas, a quienes honramos, pero a otros, a quienes Cristo nos haría una bendición si no fuera porque somos tan indiferentes, tan faltos de bondad y de altruismo, los pasamos como indignos de nuestra atención. Nosotros no los ayudamos, aunque es nuestro deber hacerlo y sobrellevar su rudeza, mientras buscamos cultivar en ellos los rasgos de carácter opuestos.

Confiabilidad

Los ministros de Jesucristo deben enseñar, tanto a la iglesia como a los individuos, el hecho de que una profesión de fe, incluso entre los adventistas del séptimo día, a menos que provenga de una devoción que parta de lo profundo del corazón, no tiene poder para el bien. La luz religiosa debe brillar desde la iglesia, y especialmente desde los ministros, con rayos claros y continuos. No es para que se prenda en ocasiones especiales y luego se debilite, y titile, como si se fuera a apagar.

Humildad

Su peligro estará en desechar el consejo y en darse un valor más alto del que Dios le otorga. Hay muchos que siempre están listos a adular y alabar al ministro que sabe hablar. El ministro joven está siempre en peligro de ser mimado y aplaudido para su propio daño, mientras que a la misma vez es deficiente en lo fundamental que Dios requiere de todos los que profesan ser sus portavoces. Usted apenas ha entrado en la escuela de Cristo. Su capacitación para el trabajo es un asunto de toda la vida, una lucha mano a mano, diaria y ardua, con los hábitos establecidos, las inclinaciones y las tendencias hereditarias. Exige un esfuerzo constante, presto y vigilante, para velar y controlar el yo; para mantener prominentemente a Jesús, y al yo, escondido.