“Quien quiere tener éxito, no debe temer a la crítica. El miedo a la crítica es el beso de la muerte en el romance de la realización”.

El líder cristiano es alguien que, al dejar de lado sus propios intereses, trabaja con un ideal de servicio. “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”, fue la enseñanza de Cristo (Mar. 10:43-45).

“Los hombres a los que el Señor llama para ocupar cargos importantes en su obra deben cultivar un sentimiento de humilde dependencia de él. No deben tratar de abarcar demasiada autoridad; porque Dios no los ha llamado a dominar, sino a hacer planes en cooperación con sus compañeros de labor”.[1]

Ser líder cristiano, de acuerdo con ese modelo, en estos días, es un desafío. En verdad, en todas las épocas el liderazgo cristiano siempre estuvo lleno de desafíos. Y, como si no bastaran los desafíos de la misma naturaleza de su actividad, el líder cristiano todavía tiene que estar preparado para lidiar con la crítica, cuando se presenta destructiva, feroz, mordaz, venenosa y mortífera.

Hace algún tiempo, al leer acerca de este asunto, encontré algo muy interesante que me llamó la atención y que deseo compartir con usted, estimado lector. Lo que transcribo a continuación fue escrito por el pastor Robert H. Pierson, ex presidente de la Asociación General, fallecido ya.

“Si usted es un líder de valor, prepárese para la crítica. No puede agradar a todos siempre. Algunas críticas serán directas, dichas con bondad. Ese tipo de críticas nos ayuda. Frecuentemente, sin embargo, a espaldas de nosotros se harán observaciones desagradables, y posiblemente serán perjudiciales. ‘Nada es más fácil que criticar destructivamente —dice un autor desconocido, que añade lo siguiente—: No se necesita talento, ni abnegación, ni inteligencia, ni carácter para dedicarse al negocio de la murmuración’.

“Jesús, el Hombre-Dios, también fue objeto de severa crítica. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores’ (Mat. 11:19). El testimonio de Cristo acerca de Juan Bautista fue: ‘Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista’ (Mat. 11:11).

“¿Acaso todos los que se relacionaron con Juan el Bautista se refirieron a su vida virtuosa? Claro que no. ‘Demonio tiene’ (Mat. 11:18), decían algunos. Ahora bien, si el perfecto Jesús y el casi perfecto Juan tuvieron que soportar la crítica, usted y yo no podemos escapar de esta situación. Como líderes cristianos debemos saber cómo enfrentar la crítica. ¿Cómo hacerlo?”

NO LA DESCARTE

“A veces la crítica se origina en personas que no nos quieren. ¿Qué hacer entonces? ¡Oír más! Pregúntese con franqueza: “¿Hay algo de verdad en lo que dice esta gente? ¿Me puede enseñar una lección esta desagradable experiencia?’

“Hace años oí este sermón condensado de un predicador desconocido: ‘Usted será sabio si logra que sus críticos sean los guardianes de su espíritu’. Ese consejo me ha ayudado muchas veces, lo que equivale a decir: No se apresure a descartar la crítica”.

NO SE SIENTA MOLESTO

“George Moor dijo cierta vez que ‘el pastor o líder cristiano debería tener la ‘paciencia de un asno, la mansedumbre de un cordero y la piel de un rinoceronte’. El salmista dice lo mismo con un lenguaje más estético: ‘Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo’ (Sal. 119:165). La crítica golpea, ofende, irrita y contribuye a que aparezcan las úlceras. Pero el líder cristiano tiene acceso a una Fuente de fortaleza que calma el dolor, amortigua la ofensa, disipa la ira e impide las úlceras. Esa fuente es Cristo. El amor a él y a su Ley puede conservamos en perfecta paz, incluso bajo la más acerba crítica.

“Jesús es nuestro ejemplo. ‘Si Aquel que lee los corazones pudo soportar al que, como él sabía, iba a entregarlo, ¡con cuánta paciencia deberemos nosotros también soportar a los que yerran!’[2] ‘El hombre más fuerte es aquel que, aunque sensible al maltrato, refrena sin embargo la pasión y perdona a sus enemigos. Esos hombres son verdaderos héroes’[3] Cuando llega la crítica, lo que es inevitable, no se deje perturbar. Sea uno de los héroes de Dios”.

Acéptela con bondad

“Hace unos años, un famoso educador pronunció palabras duras contra un clérigo que era tan célebre como él. Los periodistas, al presentir que ahí había una buena noticia, corrieron hacia el escritorio del pastor. Estaban seguros de que su lengua inteligente presentaría una réplica que estaría a la altura de las circunstancias. Sufrieron una desilusión.

“‘El profesor Blank es un hombre eminente —declaró el clérigo después de oír lo que el erudito había dicho acerca de él—. Respeto su juicio. Tal vez yo debería revisar mis mensajes y mis métodos; si encuentro algún error haré lo mejor posible para corregirlo’. Los reporteros quedaron asombrados. Habían ido a presenciar una batalla. En vez de eso se encontraron con un hombre sereno, de lengua bondadosa para su crítico.

“Esa es la forma como encara la Biblia la crítica. ¿No les dijo acaso el apóstol Pablo a los romanos que obraran con bondad con sus acusadores, ‘pues haciendo esto ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza’? ¿Y no les aconsejó además que vencieran con el bien el mal (Rom. 12:19, 20)?”

Hable bien de quien lo critica

“Aconsejar a un líder que hable bien de quien lo critica, al principio, parece un total contrasentido. Pero eso fue precisamente lo que Jesús enseñó e hizo: ‘Orad por los que os ultrajan y os persiguen’ (Mat. 5:44), dijo el Salvador en el Sermón del Monte.

“Todo crítico se sorprenderá al escuchar estas bondadosas palabras: ‘Practicad el hábito de hablar bien de los demás. Pensad en las buenas cualidades de aquellos a quienes tratáis, y fijaos lo menos posible en sus faltas y errores. Cuando sintáis la tentación de lamentar lo que alguien haya dicho o hecho, alabad algo de su vida y su carácter’, aconsejó Elena de White.[4] Y el apóstol Santiago nos recuerda: ‘No os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados (Sant. 5:9).

“Jesús sabía cuál era el método eficaz para tratar con sus perseguidores. Oraba por ellos (Luc. 23:34). Y nos conseja que hagamos lo mismo (Mal. 5:44). El poder de Dios ha transformado a más de un crítico en un sólido defensor. La próxima vez que lo critiquen, ore por esa gente”.

No se deje detener

“El escritor alemán Goethe dijo cierta vez: ‘Nadie se puede proteger ni defender de la crítica. Debe seguir actuando a pesar de ella, y esta desaparecerá gradualmente’. Buen consejo, ¿no es cierto? Debe seguir actuando a pesar de ella.

“Después que el líder oyó la crítica, después de pesarla cuidadosamente y de considerar su fuente, le resultará claro que esa censura no tiene base; en ese caso, debe seguir actuando. No debe retirarse abatido. Debe seguir haciendo lo mejor posible a pesar de la crítica. Un editorialista de fama nacional escribió: ‘El que desea el éxito no le debe temer a la crítica. El miedo a la crítica es el beso de la muerte en el romance de la realización’.[5]

“No permita que la crítica lo detenga. Los líderes tienen que actuar a despecho de los consejos llenos de espinas que vienen a su encuentro.

Olvídela

“La mejor manera en que un líder puede tratar con la mayor parte de las críticas es ignorarlas. Si se detiene a discutir toda crítica, no tendrá tiempo para nada más.

“Abraham Lincoln dijo en cierta ocasión: ‘Si tratara de leer —y cuánto más contestar— todas las críticas y lodos los ataques dirigidos contra mí, esta oficina estaría cerrada para todos los demás asuntos’. Ese gran presidente norteamericano siguió describiendo cómo enfrentar la crítica. Vale la pena para cualquiera leer con frecuencia sus palabras: ‘Hago lo mejor que sé, lo mejor que puedo. Lo seguiré haciendo hasta el fin. Si el fin me muestra que estaba equivocado, aunque diez ángeles juraran que estaba en lo correcto, no habrá diferencia. Si el fin me muestra que estaba en lo cierto, entonces, lo que ahora se dice de mí no significará nada’ ”.

Entréguese a Dios

“Después de todo, ‘Dios juzgará’ (Rom. 2:16). Naturalmente, como líder cristiano, me debo preocupar por las actitudes de los que me rodean; pero al fin, como dice Pablo, ‘el que me juzga es el Señor’ (1 Cor. 4:4). Nuestra recompensa más codiciada debería ser: ‘Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’ (Mat. 25:21). Cuando honestamente y con oración hemos hecho lo mejor que hemos podido, estamos en condiciones de dejar el resto en manos de Dios.

“Al hablar de Dios como juez, recuerdo que él trata eficazmente con nuestros críticos. Preste atención a estas palabras inspiradas: Todo aquel que haya condenado o desalentado a otros será llevado en su propia experiencia a la senda en que hizo andar a los demás; sentirá lo que sufrieron ellos por la falta de simpatía y ternura que les manifestó’.[6]

“He visto hombres, y usted también, que no han respetado a sus hermanos. Los han criticado duramente. Entonces Dios intervino, y se los puso en el mismo cruel camino en que hicieron andar a los demás. Aprendieron demasiado tarde lo que significa restregar sal en las heridas abiertas”.

Líbrese de la trampa

‘“Vi a mi hermano —escribió Bolton Hall— a través del microscopio de la crítica, y dije: ¡Qué feo es mi hermano! Lo vi a través del telescopio del desprecio y dije: ¡Qué pequeño es mi hermano! Después lo miré con el espejo de la verdad y dije: ¡Qué parecido a mí es mi hermano!’

“Mientras tratamos de enfrentar con éxito a la crítica, no caigamos en las mismas trampas del diablo al criticar a los que nos rodean. ‘No murmuréis los unos de los otros’, dice el apóstol Santiago. ‘Los que trabajan fervorosamente no tienen tiempo para ocuparse en las faltas ajenas. No podemos vivir de las faltas o errores de los demás’.[7]

“Los líderes cristianos ‘no pueden debilitar más su propia influencia que cuando tratan de debilitar a los demás’.[8] El líder sólo es fuerte cuando puede aceptar la crítica con sabiduría y cuando, por medio de la gracia de Dios, ejerce dominio sobre sí mismo y resiste la tentación de criticar”.

Que el Espíritu Santo de Dios nos haga sabios para que tengamos la capacidad de poner en manos del Señor todas las declaraciones injustas lanzadas contra nosotros y contra la iglesia por medio de la crítica maligna. Después de todo, ‘Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones’ (Sal. 46:1)”.

Sobre el autor: Anciano de la iglesia de la Libertad, en Boa Vista, Roraima, Rep. Del Brasil.


Referencias

[1] Elena G. de White, Joyas de los testimonios, t. 3, p. 418.

[2] El ministerio de curación, p. 394.

[3] Conducción del niño, p. 148.

[4] El ministerio de curación, p. 392.

[5]  Dear Abbey, Citizen (El ciudadano) (11 de septiembre de 1964).

[6] Elena G. de White, El discurso maestro de Jesucristo, p. 115.

[7] El ministerio de curación, p. 392.

[8] Carta 16, 1886.