Los postmilenialistas sostienen que la “atadura” y la “liberación” de Satanás son figuradas: representan la limitación del poder de Satanás y un posible estallido de ese poder precisamente antes de la aparición de Cristo. Pero después que se derraman las copas de la ira de Dios, los que persisten en la impiedad son destruidos. Entonces se establecerá el reino eterno. El hecho de que el Evangelio ya ha sido predicado extensamente y aceptado, presta verosimilitud a la opinión de que dicho proceso se continuará acrecentando hasta que todo el mundo sea evangelizado y cristianizado.

            En tanto que Campegius Vitringa creía que la segunda resurrección iba a ser de muertos literales, Whitby la explicaba como un surgimiento de principios anticristianos en la confederación de “Gog y Magog”. Tanto Whitby como Vitringa sostenían que la “Nueva Jerusalén” representa la gloria de la iglesia terrenal durante el milenio. En cambio, Brown y Faber explicaban que era la compañía de los santos después del milenio.

            El postmilenialismo “optimista”, que posteriormente llegó a asociarse con la teoría de la evolución y del progreso humanos, ha condenado durante mucho tiempo la posición “pesimista” del premilenialismo. Antes de la primera guerra mundial, los postmilenialistas declararon que la humanidad había progresado demasiado como para volver a caer en otra guerra más. Pero cuando los campeones de semejante filosofía rosada estaban negando las declaraciones manifiestas de la Palabra, estalló la catástrofe más terrible de todos los tiempos. Los acontecimientos de las décadas recientes, producidos a partir de la primera guerra mundial —incluyendo la segunda guerra mundial y sus consecuencias— han revelado la falacia de dicho razonamiento, y han hecho añicos semejantes pretensiones. Actualmente el postmilenialismo de Whitby está en la bancarrota.

VII. Resurgimiento del Premilenialismo en el Siglo XIX

  1. Resurge el premilenialismo, A comienzos del siglo XIX volvió a resurgir el premilenialismo en el extenso despertar adventista del Viejo Mundo y en el movimiento adventista del Nuevo Mundo. Se ha dicho que trescientos anglicanos y setecientos clérigos no conformistas de Gran Bretaña —juntamente con muchos otros del continente europeo, del norte de África y de la India— declararon que la destrucción venidera del papado y de los turcos, y la primera resurrección literal y traslación de los santos que presencien el segundo advenimiento han de señalar el comienzo del milenio, con una segunda resurrección al final del mismo. Algunos sostuvieron que el juicio precede al advenimiento, y es seguido por la renovación de la tierra al fin del milenio. Luego otro aspecto pasa bruscamente a primer plano: la esperada soberanía que deben ejercer los judíos sobre la tierra en tanto que la iglesia se halla en el cielo o, por lo menos, en un estado glorificado.

            Estos premilenialistas fueron llamados literalistas, en contraste con los postmilenialistas espiritualizadores. Historicistas al comienzo, estos premilenialistas afirmaban que antes del segundo advenimiento, el anticristo reuniría a sus seguidores para lanzar un último y terrible ataque contra el pueblo de Dios e iniciar una espantosa tribulación por la cual debería pasar la iglesia. Entonces, al final de la tribulación iba a aparecer Cristo, los muertos en Cristo resucitarían primero, en una resurrección literal, y juntamente con los santos vivientes serían trasladados y “arrebatados” para encontrar al Señor en el aire. Por último, al final del milenio, Satanás sería liberado y reuniría las naciones para luchar contra los santos. Pero todas ellas quedarían dominadas por el fuego celeste.

  • El arrebatamiento secreto introducido en Gran Bretaña. Cuando Eduardo Irving y otros abrazaron el futurismo, pronto se introdujeron innovaciones radicales en el concepto anterior. La Iglesia Católica Apostólica de Irving, fundada en 1832 (que enseñaba el restablecimiento del apostolado, de la profecía y del don de lenguas), introdujo el concepto del “arrebatamiento secreto”,[1] y un nuevo sacramento: el “sellamiento”. Sostenían que Babilonia era la iglesia corrupta, en sazón ahora para el juicio. La gran tribulación se iba a producir entre la resurrección de los justos y el “arrebatamiento” de los santos, y la ruina de Satanás, hechos que iban a ser seguidos por el reinado milenial de Cristo y de sus santos sobre la tierra.

            Al mismo tiempo, los Hermanos de Plymouth, siguiendo a J. N. Darby, también enseñaban un arrebatamiento anterior a la tribulación, el cual correspondería a la venida inicial de Cristo en busca de sus santos. Colocaban al anticristo y a su persecución de tres años y medio, después de la venida de Cristo para la primera resurrección en la septuagésima semana, al cabo de la cual se iba a producir una venida visible o “revelación” de Cristo con sus santos para juicio de las naciones que estuvieran con vida. Mientras los seguidores de Irving creían que el “sellamiento” permitiría evitar la gran tribulación, Darby sostenía que ningún cristiano iba a sufrirla. A Darby también se le atribuye la introducción del dispensacionalismo, aunque ya era conocido antes de su época. La enseñanza de estos dos grupos, —los seguidores de Irving y los de Darby Jen forma particular— ha tenido profunda influencia sobre el premilenialismo fundamentalista de la actualidad.

VIII. El Premilenialismo norteamericano en el Siglo XIX

            En los Estados Unidos el nuevo premilenialismo se opuso vigorosamente al post- milenialismo que se había atrincherado vigorosamente y florecía en el Nuevo Mundo en una atmósfera de reforma, utopía y un optimismo generalizado respecto de la perfectibilidad de la humanidad.[2]

  1. El movimiento, adventista premilenial en el Nuevo Mundo. El movimiento adventista del Nuevo Mundo ampliamente difundido en la cuarta y quinta décadas del siglo XIX, y equivalente al despertar del Viejo Mundo, fue conducido por miles de heraldos premilenialistas. Se trataba de un movimiento interdenominacional que sobrepasó al del Viejo Mundo en extensión, intensidad y claridad. Comprendía también al movimiento ’mi- llerita, que contaba probablemente con unos cien mil adeptos. Todos ellos, incluso los literalistas, eran ardientes premilenialistas que sostenían que el período milenial iba a comenzar con el segundo advenimiento personal de Cristo y que estaría comprendido entre dos resurrecciones literales. Algunos enseñaban la restauración de los judíos y otros conceptos derivados de los escritos de los literalistas británicos; por lo menos uno de ellos afirmaba la teoría del arrebatamiento, aunque la de la septuagésima semana fue una introducción posterior. Eran historicistas que consideraban como anticristo al papado (o al mahometismo). El futurismo se desarrolló posteriormente entre los premilenialistas norteamericanos. Los milleritas consideraban a los literalistas como hermanos —y aliados contra el postmilenialismo— en la proclamación de la proximidad del advenimiento, a pesar de las diferencias que había entre ellos respecto de la naturaleza del milenio.

            Los literalistas no estaban de acuerdo con los postmilenialistas en cuanto a la forma en que se iba a establecer el reino milenial y, en gran medida, en cuanto a la naturaleza del reino. Sin embargo, concordaban con ellos en separar al milenio del estado eternal; consideraban que las naciones irregeneradas iban a quedar sobre la tierra, y que aún seguirían operando el nacimiento y la muerte, el pecado y el arrepentimiento. Había una confusión de conceptos respecto de la relación de los santos glorificados con las naciones irregeneradas, y el papel que desempeñarían los judíos, y también respecto de los cumplimientos proféticos que desembocarían en el milenio. Diversos eran los acontecimientos que se esperaban. Algunos de ellos eran: la restauración de los judíos, la purificación de la iglesia, la caída del papado, del islamismo o de los turcos, o algún otro acontecimiento.

  • Los milleritas introducen un nuevo concepto acerca del milenio. En medio de esta maraña de expectativas mileniales contradictorias, Guillermo Miller y sus seguidores abrieron una senda nítida que conducía hacia un concepto nuevo y diferente. “No habrá ningún milenio temporal”, afirmaban. Con esta declaración querían indicar que el reino milenial no se refería al tiempo en el cual aún estarían presentes la muerte, la degeneración y el pecado, sino que correspondía a la primera parte del estado eterno. Sostenían que cuando Cristo vuelva, finalizará el período de gracia concedido al hombre, que todos los pecadores serán destruidos por el resplandor irresistible del segundo advenimiento y que todos los redimidos serán resucitados y/o transformados por la eternidad. Enseñaban que la tierra será renovada por fuego, y que sobre ella comenzará el reino de la eternidad, el cual, al cabo de mil años de existencia se verá interferido por las medidas finales que se tomarán con “los otros muertos”. Esto significa que los pecadores serán resucitados y, conducidos por Satanás —que ‘ habrá sido desatado—, intentarán tomar la Ciudad Santa que habrá descendido del cielo a la tierra; entonces se producirá el juicio final y se ejecutará sentencia sobre los impíos.

            De esta manera las milleritas negaban, por una parte, la espiritualización postmilenialista del milenio en una utopía humana y, por la otra, el literalismo premilenialista que exigía cumplimientos —detallados y posteriores al segundo advenimiento— de las profecías del reinado terrenal de Israel sobre naciones temporales.

  • Un milenio no temporal y no judío distingue al millerismo. El concepto millerita de que durante el milenio viven únicamente los santos inmortalizados —incluso los judíos y gentiles redimidos sin distinción alguna— eliminó de un solo golpe tanto el aspecto temporal como el judío del reino milenial. Esta idea, y no la fijación de fechas, era la diferencia básica que ponía a los milleritas en una posición alejada de sus contemporáneos, tanto premilenialistas como postmilenialistas.

            En ambos grupos había opositores de Miller que fijaban aproximadamente la misma fecha que él para el comienzo del milenio, o para el segundo advenimiento, o bien para ambos acontecimientos, pero que combatían la idea millerita de que el milenio iba a ser el comienzo del estado eterno y no la edad dorada de la iglesia, o el reinado de los judíos (por ejemplo, George Bush, post-milenialista, y Richard Shimeall, premilenialista). Lamentablemente hoy sólo se recuerda el desengaño de los milleritas, debido a que sus esperanzas eran más específicas, más espectaculares y fueron divulgadas ampliamente. También debiera recordarse que los demás estuvieron igualmente equivocados y que sus fechas también pasaron sin que se produjeran los acontecimientos gloriosos que esperaban.


Referencias:

[1] Uno de los Hermanos de Plymouth, el Dr. S. P. Tregelles The Hope ot Christ’s Second Coming, 1864, págs. 34-37), se refiere al origen de esta “teoría de la venida secreta de Cristo” diciendo:

“No he tenido conocimiento de que existiera ninguna enseñanza definida acerca de un arrebatamiento secreto de la iglesia, en una venida también secreta, hasta que se la dio a conocer como una ‘aserción’ en la iglesia del Sr. Irving, desde donde se la ha recibido luego como si fuera la voz del Espíritu. Pero si alguien afirmó o no tal cosa alguna vez, ello se debe a esa supuesta revelación que la doctrina moderna y la moderna fraseología originaron tocante a ella. Pero no proviene de la Santa Escritura, sino de aquello que pretendía, falsamente, ser el Espíritu de Dios”.

[2] Completamente apartadas del gran movimiento adventista de Miller y sus seguidores, y bastante anteriores a él, existían en los Estados Unidos cierto número de pequeñas organizaciones excéntricas, milenialistas o utopistas que practicaban la vida en comunidad. Algunas introdujeron un milenialismo extraño, político, teosófico o dispensacional, aunque afirmaban que el reino de los santos se establecería juntamente con Cristo en la tierra durante los mil años. Estos grupos combinaron en diversos grados sus extravagancias con el premilenialismo o el postmilenialismo, pero juntamente con sus rarezas concedían importancia a los ideales conocidos de la iglesia pura y del reinado milenial de los santos con Cristo en la tierra.