Roma y el origen de la observancia del domingo

            Una hipótesis comúnmente expuesta y defendida por numerosos eruditos, expresa que el cambio de la observancia del sábado por la del domingo se produjo en Jerusalén, la iglesia madre de la cristiandad. Se sostiene que los mismos apóstoles fueron los responsables del cambio, y que lo hicieron en los albores de la iglesia con el fin de conmemorar la resurrección, y el hecho de que Cristo habría aparecido en el día de la pascua. Pretende que celebraban ese día con la cena del Señor, o comunión.

            Pero cuando examinamos cuidadosamente el Nuevo Testamento y los informes de los primitivos padres de la iglesia, descubrimos que esa pretensión carece totalmente de fundamento. El cambio tuvo que haber ocurrido más tarde. Demos un vistazo a algunas evidencias.[1]

            En el primer concilio ecuménico cristiano que se celebró entre los años 49-50 DC en Jerusalén, Santiago, su presidente, afirmó que los cristianos de origen gentil estaban recibiendo instrucción acerca de Moisés en cada ciudad, “porque es leído cada sábado en las sinagogas” (Hech. 15:21). Evidentemente, los cristianos estaban asistiendo todavía a la sinagoga, y escuchaban la lectura y la exposición de las Escrituras “cada sábado”. Es obvio que el problema de un nuevo día de adoración no se había suscitado aún. El silencio absoluto del concilio sobre este tema indica que en ese momento ese asunto no era motivo de preocupación. Además, aunque este concilio eximió a los gentiles de la circuncisión, Santiago, y otros más tarde, estuvieron en duda acerca de este punto. (Gál. 2:12.) Esto comprueba que los dirigentes de la iglesia primitiva estaban profundamente identificados con las costumbres tradicionales judías.

            Aproximadamente diez años más tarde, Pablo visitó Jerusalén por última vez. Santiago y los ancianos, que al parecer constituían el grupo dirigente de esa iglesia, nuevamente manifestaron su profunda lealtad a las tradiciones religiosas y a las leyes judías. Informaron a Pablo que miles de judíos convertidos eran “todos”… “celosos por la ley” (Hech. 21:20); y también le echaron en cara los informes que habían recibido en el sentido de que él estaba enseñando a los gentiles “que no circunciden a sus hijos ni observen las costumbres” (vers. 21). Pero fueron más allá: Lo presionaron para que participara de un rito de purificación en el templo para demostrar así que andaba “ordenadamente, guardando la ley” (vers. 24). Debido a que vivían en un clima de tan profundo apego a las observancias religiosas judías, es inconcebible que siquiera pensaran en abrogar una costumbre tan antigua y apreciada como era la observancia del sábado, en favor de un nuevo día de adoración.

            Otros eruditos prefieren situar el origen de la observancia del domingo un poco más tarde: El año 70DC.[2] En ese año los cristianos huyeron de Jerusalén a Pella, y el templo fue destruido. Esos eventos pudieron haber animado a los cristianos de Palestina a poner fin a la observancia del sábado. De acuerdo con Eusebio, sin embargo, entre el año 70 y el 135 DC la iglesia de Jerusalén estaba compuesta y gobernada por judíos convertidos que “celosamente insistían en la observancia literal de la ley”.[3] Epifanio añade que los judíos cristianos que huyeron de Jerusalén y llegaron a ser conocidos como la secta de los nazarenos, “cumplen hasta ahora los ritos judíos tales como la circuncisión, el sábado y otros”.[4] Sólo después de la destrucción de Jerusalén las autoridades rabínicas introdujeron (entre los años 80-90 DC) la maldición de los cristianos (Birkath-ha-Min) en su oración cotidiana, con el propósito de impedirles asistir a la sinagoga y participar de sus cultos.

            En el año 135 DC se produjo un cambio más radical todavía en la Iglesia de Jerusalén. En ese tiempo el emperador Adriano destruyó la ciudad y expulsó no solamente a los judíos sino también a los judíos cristianos. Lo que quedó de la ciudad fue repoblado por extranjeros, y sólo a los gentiles cristianos —no a los judíos cristianos— se les permitió entrar. En esa época, de acuerdo con Epifanio, surgió la “controversia (acerca de la pascua)”[5], aparentemente debido a la propuesta de una nueva fecha para el domingo de pascua, que muchos cristianos no estaban dispuestos a aceptar.

            Estos hechos históricos nos hacen difícil imaginar cómo la Iglesia de Jerusalén pudo haber sido, antes del año 135 DC, la campeona de innovaciones litúrgicas tales como la de la observancia del domingo. De todas las iglesias cristianas, en efecto, ésta era tanto racial como teológicamente la más conservadora y la más leal a las tradiciones religiosas judías.

            Las medidas tomadas por Adriano después del año 135 DC pudieron haber ejercido, sin embargo, profunda influencia sobre la iglesia cristiana. Decretó, por ejemplo, que la práctica de la religión judía —y particularmente la observancia del sábado—, debían ser categóricamente prohibidas.[6] Puede ser que en ese momento los dirigentes de la iglesia introdujeron la observancia del domingo, junto con el domingo de pascua, para tratar de distinguirse de los judíos.

            Para demostrar esta hipótesis necesitamos establecer:

  1. La relación que pudo existir entre el domingo de pascua y el domingo semanal.
  2. Dónde surgió el domingo de pascua.
  3. Las causas del cambio de fecha de la pascua judía, del 14 de Nisán al domingo de pascua, por lo menos entre los cristianos.

            Podríamos citar varias declaraciones patrísticas en las que el domingo semanal y el domingo de pascua aparecen como la misma fiesta, con el fin de conmemorar en momentos diferentes el mismo evento de la resurrección.[7] El papa Inocencio I (402- 417 DC), por ejemplo, afirmó claramente: “Guardamos el domingo debido a la venerable resurrección de nuestro Señor Jesucristo, no solamente en la pascua, sino en cada ciclo semanal (es decir, cada domingo) ”.[8] La unidad que existe entre las dos festividades sugiere la posibilidad de que ambas pudieron haber aparecido al mismo tiempo, en el mismo lugar y por causas similares.

            Con respecto al lugar de origen de la tradición referente al domingo de pascua, Eusebio, en su Historia Eclesiástica, nos proporciona una valiosa compilación de documentos.[9] Presenta al obispo Víctor de Roma (189-199 DC) como campeón de la costumbre de celebrar el domingo de pascua, y su exigencia de que todas las comunidades cristianas lo adoptaran. Polícrates, obispo de Éfeso, representante de las iglesias de Asia, no quiso aceptar esta intimación porque, según dijo, seguía el ejemplo de los apóstoles Felipe y Juan al celebrar la pascua el 14 de Nisán. Por eso el obispo Víctor lo excomulgó. Ireneo, obispo de Lión (ca. 178 DC), intervino como pacificador en la controversia. Instó al obispo Víctor a imitar a sus predecesores, “Aniceto, Pío, Telésforo y Sixto”,[10] quienes, aunque celebraban la pascua en domingo, se habían mantenido en paz con los que la observaban el 14 de Nisán.  El hecho de que Ireneo mencione al obispo Sixto (ca. 116-126 DC) como el primero en no observar la pascua el 14 de Nisán, sugiere que la fiesta se puede haber comenzado a celebrar en Roma, en domingo, aproximadamente en su tiempo. El obispo Sixto dirigió la Iglesia de Roma en el tiempo del emperador Adriano (117-138 DC), quien habría mostrado cierta simpatía hacia el cristianismo. Puesto que Adriano había adoptado una política de represión radical hacia el judaísmo, es fácil suponer por qué el obispo de Roma podría haber estado interesado en sustituir las prácticas consideradas como judías por otras nuevas y diferentes.

Inclinación a apartarse del judaísmo

            Aunque el momento exacto del origen del domingo de pascua puede ser tema de discusión, los eruditos parecen coincidir, en general, en que Roma fue su lugar de nacimiento. Algunos lo califican incluso de “pascua romana”.[11] Esto se deduce no sólo del papel que desempeñó la Iglesia de Roma al imponer la nueva costumbre, sino también por declaraciones que aparecen en fuentes históricas posteriores. En dos documentos vinculados, la carta conciliar del Concilio de Nicea (325 DC) y una carta personal de Constantino dirigida a todos los obispos, se presenta a la Iglesia de Roma como ejemplo en cuanto al asunto del domingo de pascua. Esto indudablemente se debió a la posición histórica de esta iglesia y al papel que tuvo al impulsar su observancia.[12]

            Nos preguntamos: ¿Por qué razón abandonó Roma la pascua judía del 14 de Nisán y adoptó el domingo de pascua en su lugar? Las mismas influencias pueden haber inducido a la iglesia a repudiar el sábado e introducir la observancia del domingo, ya que éste era considerado por muchos cristianos como una prolongación de la pascua. (Los italianos aún se refieren al domingo como pasquetta, esto es, “pascuita”.) Muchos eruditos aceptan que la costumbre romana de celebrar la pascua en domingo en vez de hacerlo el 14 de Nisán se debió, según J. Jeremías, “a cierta inclinación a apartarse del judaísmo”.[13] J. B. Lightfoot sostiene, por ejemplo, que Roma y Alejandría adoptaron el domingo pascual para evitar “aun la apariencia de judaísmo”.[14] M. Righetti, en forma similar, señala que después “de haber eliminado la judaizante tradición del 14 de Nisán”, Roma y Alejandría repudiaron hasta la cronología judaica, y adoptaron su propio sistema cronológico. Añade que “tal sometimiento a los judíos debe de haber parecido humillante”.[15] La carta conciliar Nicena y la carta personal de Constantino tal vez ejemplifican mejor las notables motivaciones antijudías que contribuyeron a repudiar la pascua del 14 de Nisán. El emperador, que deseaba instituir una religión libre de toda influencia judía, escribió:

            “Por lo tanto, no debemos tener nada en común con los judíos, porque el Salvador nos ha mostrado otro camino… al adoptar unánimemente esta costumbre (esto es el domingo de pascua) deseamos, amadísimos hermanos, separarnos de la detestable compañía de los judíos”.[16]

            El concilio de Nicea representa la culminación de una controversia iniciada dos siglos antes por personas que se caracterizaban por sus fuertes sentimientos antisemitas y su sensibilidad a la influencia de Roma. Debido a la íntima relación que existe entre el domingo de pascua y el domingo semanal, parecería razonable suponer que las mismas motivaciones antijudías que condujeron al abandono de la pascua judía y a la institución del domingo de pascua, originaron al mismo tiempo la sustitución de la observancia del sábado por la del domingo.

Un concepto negativo del sábado

            Varios factores que se hallaban presentes, particularmente en la ciudad de Roma, apoyan esta conclusión. Vamos a mencionar solamente algunos en este artículo para remitir al lector a otros trabajos que proporcionan más información al respecto. [17]

            Aunque en Occidente no hubo uniformidad en cuanto a la observancia del sábado, la Iglesia de Roma adoptó una posición particular acerca de la observancia del domingo e instó a todas las comunidades cristianas occidentales y orientales a abandonar la observancia del sábado. Justino Mártir, que escribió desde Roma a mediados del siglo II, formuló la más devastadora condenación del sábado. Despojó a este día de todo su significado teológico, reduciéndolo a una marca que Dios habría impuesto solamente a los judíos “a fin de señalarlos para el castigo que tan bien merecen por sus infidelidades”.[18]

            Este concepto negativo del sábado se refleja en la institución, bien al principio, del ayuno sabático por parte de la Iglesia de Roma, a pesar de la oposición de las iglesias orientales y de varias de las occidentales. Ese ayuno estaba destinado no solamente a expresar tristeza por la muerte de Cristo, sino también, como lo declaró enfáticamente el papa Silvestre (314-335 DC), para manifestar “desprecio por los judíos (exsecratúme Judaeorum)” y por su “festividad (destructiones ciborum)” del sábado.[19]

            Una iglesia cuyos miembros ayunaran estrictamente en sábado, naturalmente era incapaz de celebrar la cena del Señor, ya que participar de sus emblemas significaba violar el ayuno. Por eso mismo, como lo informan varios padres [20], el sábado llegó a ser en Roma no solamente un día de ayuno sino también un día en el cual no se permitían asambleas religiosas. Por lo tanto, parece que la Iglesia de Roma tomó medidas concretas para obligar per un lado a los cristianos a rechazar la observancia del sábado, y por el otro para fomentar exclusivamente la observancia del domingo.

            Podemos preguntarnos: ¿Por qué la Iglesia de Roma inició y promovió la adopción de nuevas festividades litúrgicas tales como el domingo de pascua, el domingo semanal y más tarde la fecha del 25 de diciembre para la celebración del nacimiento de Cristo? Aquí vamos a mencionar solamente algunos de los factores más significativos.

            La Iglesia de Roma, a diferencia de la mayoría de las iglesias orientales, estaba compuesta mayormente por conversos de origen gentil. (Rom. 11:13.) El resultado fue que, en Roma, como lo afirma Leonard Goppelt, “se produjo un abismo entre la iglesia y la sinagoga, lo que no sucedió en las iglesias orientales”. [21] En la capital muy pronto los cristianos se distinguieron nítidamente de los judíos. Se dice que éstos instigaron a Nerón a echar la culpa del incendio de Roma a los cristianos. Varios sucesores de Nerón tomaron medidas represivas contra los judíos, que se sintieron especialmente en Roma. Tito, por ejemplo, habría deseado casarse con Berenice, la hermana de Herodes el Joven; pero debido a la creciente hostilidad del pueblo hacia los judíos, se vio obligado a pedirle que abandonara la ciudad.[22] Esto indudablemente estimuló a la Iglesia de Roma a hacer todo lo posible para diferenciarse del judaísmo.

            También en Roma los diferentes cultos al sol alcanzaron su mayor difusión. Posiblemente recibieron patrocinio oficial porque se los relacionó con el culto al emperador. La veneración manifestada por los paganos hacia el día del sol y su celebración del Natalis Solis Invicti (nacimiento del sol invencible) el 25 de diciembre, aparentemente indujo a los cristianos a adoptar y “cristianizar” estas festividades. Al parecer éstos reinterpretaron el simbolismo de estas fiestas a la luz del mensaje cristiano. Justino Mártir, por ejemplo, al dar al emperador ciertos detalles acerca del culto cristiano, repite dos veces que los creyentes celebraban sus asambleas “en el día del sol”, pero que lo hacían principalmente porque Dios había creado la luz en ese día.[23]

            La mayor parte de estas cosas ocurrieron precisamente en la ciudad de Roma. Podemos agregar que el obispo de esa ciudad era el único con suficiente prestigio como para influir sobre el resto de la cristiandad a fin de que adoptara esta nueva liturgia, tan diferente como lo es guardar el domingo semanal o el domingo de pascua anual.

            Estas pocas consideraciones de ninguna manera constituyen un análisis exhaustivo de los factores que contribuyeron al origen de la observancia del domingo. Para disponer de un cuadro completo debieran tenerse en cuenta diversos otros factores tales como las motivaciones de los cristianos, los cultos al sol, el calendario solar del jubileo, la situación social y política de aquellos tiempos y las tensiones entre la iglesia y la sinagoga. Hemos mencionado sólo algunas de las evidencias más importantes que dan pie a creer que la observancia del domingo no se originó en la comunidad cristiana primitiva de Jerusalén, sino más bien en la Iglesia de Roma, posiblemente un siglo después de Cristo. Su base no es bíblica, sino histórica.

Sobre el autor: Es profesor adjunto de Religión de la Universidad Adventista Andrews, ubicada en Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos.


Referencias

[1] Para estudiar más a fondo este asunto, véase la monografía de Samuele Bacchiocchi, Un esame dei testi biblici e patristici dei primi quattro secoli alio scopo d’accertare il tempo e le cause del sorgere della domenica come giorno del Signare (Disertación no publicada presentada ante la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 1974, págs. 12-88, 288-310. El quinto capítulo de la disertación ha sido publicado en Inglés con el imprimátur católico romano, bajo el título de Anti-Judaism and the Origin of Sunday, Imprenta Romana Pontificia, Roma, 1975). Esta monografía es distribuida por la Imprenta de la Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan 49104, Estados Unidos.

[2] Esta es la posición tomada por Francia A. Regan, Dies Dominica and Dies Solis. The Beginning of the Lord’s Day in Christian Antiquity (Disertación no publicada presentada a la Universidad Católica de Estados Unidos, Washington, D. C., 1961, pág. 18).

[3] Eusebio, Historia Eclesiástica 3.27.3; cf. 4.5.2-11; el asunto se menciona en Anti-Judaism, págs. 28, 29.

[4] Epifanio, Adversus Haereses 29, 7, PG 41, 402; cf. Carta de Jerónimo a Agustín en PL 22, 924.

[5] Epifanio, Panagion Haireseon, 70, 10, PG 42, 355.

[6] Las fuentes rabínicas se refieren repetida y extensivamente al decreto de Adriano y a la dureza de sus métodos. Para referencia y discusión véase Anti-Judaism, págs. 41, 42.

[7] Para referencia véase Id., pág. 84.

[8] Inocencio I, Epístola 26, 7, PL 20, 255

[9] Para estudiar el desarrollo de la controversia acerca de la pascua, véase Euseblo, Historia Ecclesiastica 5.23.25.

[10] Id., 5.24.13.

[11] Véase, por ejemplo, C. S. Mosna, Storia delta domenica delle origini fino agli inizi del secolo V, disertación publicada, Imprenta de la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, 1969, págs. 117-119.  

[12] El decreto conciliar del Concilio de Nlcea (325 DC) fue descubierto y editado por J. B. Pitra, Juris Ecclesiastici Graecorum historia et monumento, Roma, 1864, 1: 435, 436, citado por Ortiz De Urbina en Nicée et Constante .nople, Histoire des Concites Oecuméniques, 12 tomos (Ediciones de l’Orante, París, 1963), 1:259; cf. Sócrates, Historia Ecclesiastica 1.9; la carta de Constantino aparece mencionada por Eusebio, en Vita Constantini 3: 18, 19; por Sócrates, en Historia Ecclesiastica 1:9; y por Teodoreto, en Historia Ecclesiastica 1.10; cf. C. J. Hefele, A History of the Christian Councils, T. y T. Clark, Edimburgo, 1894, pág. 322.

[13] J. Jeremías, “Tasca”, en Theological Dictionary of the New Testament, ed., Gerhard Kittel, Wm. B. Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids, 1966, tomo V, págs. 903, fn. 64.

[14] J. B. Lightfoot, The Apostolic Fathers, 4 tomos, MacMillan y Cía., Londres, 1885, tomo 2, págs. 1, 88.

[15] Mario Righetti, Storia Litugica, 3 tomos, Ed trice Ancora, Milán, 1955, tomo 2, pág. 246.

[16] Hefele, History of the Councils, pág. 322.

[17] Los factores que sugieren a Roma como el lugar de nacimiento de la observancia del domingo son analizados en Anti-Judaism, págs. 55-88.

[18] Regan, Dies Dominica, pág. 26; cf. Justino, Dialogue With Trypho 16. 1 y 21. 1.

[19] S. R. E. Humbert, Adversus Graecorum Calumnias 6, PL 143, 936.

[20] Véanse las referencias a Inocencio I, Sócrates y Sozomeno en Anti-Judaism, pág. 76.

[21] Leonard Goppelt, Les Origines de l’Eglise, Payot, París, 1961, pág. 203.

[22] Suetonio, Tito 7. 1. 2.

[23] Justino Mártir, First Apology 67.