El camino para superar modernos desafíos es evangelizar las grandes ciudades

Después de peregrinar durante cuarenta años por el desierto, los israelitas finalmente llegaron a los límites de la Tierra Prometida. Sin embargo, delante de ellos estaba lo que parecía ser un obstáculo insalvable: la fortificada ciudad de Jericó. El desafío parecía insuperable, pero Dios había prometido a Josué: “Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra” (Jos. 6:2).

Aparentemente, la tarea era inmensa. Una ciudad amurallada, habitada por personas que parecían gigantes, inmovilizaba a los aprehensivos israelitas. El informe negativo, presentado por los espías enviados por Moisés cuarenta años antes, todavía parecía incólume en el camino de Israel. Y, después de cuarenta años, los gigantes habían generado más gigantes. La ciudad de Jericó parecía impenetrable. ¿Cómo podría el pueblo de Dios tomar aquella inmensa ciudad?

A semejanza de los israelitas, el actual pueblo de Dios está ante los límites de la Tierra Prometida celestial, con la misión de hacer discípulos a todos las naciones. Pero así como sucedió con el antiguo pueblo de Dios, hay desafíos insuperables ante nosotros.

Las estadísticas actualizadas nos informan que el mayor porcentaje de población vive en las grandes ciudades. El 74% de la población de los países desarrollados y el 44% de los países en desarrollo vive en áreas urbanas. La expectativa es que, para el año 2050, el 70% de la población sea urbana, y que el mayor crecimiento urbano ocurra en los países en desarrollo.[1] Así, la iglesia debe focalizar su atención en las grandes urbes, teniendo en vista el cumplimiento de la Gran Comisión. Pero, el desafío parece inmenso; y el número de habitantes, muy elevado. ¿Cuáles son los “muros y los gigantes” que enfrentamos en nuestros esfuerzos por alcanzar a los habitantes de las grandes ciudades con la predicación del evangelio?

Muros y gigantes

En muchos países, la sociedad ha experimentado significativos avances en lo referente a la igualdad racial. Pero, el abismo entre ricos y pobres todavía continúa siendo grande. Las investigaciones indican que los ricos viven cerca, mientras los pobres continúan agrupados en grandes segmentos periféricos de las áreas metropolitanas de las mayores naciones.[2] Hay más segregación hoy en las escuelas públicas que en la década de 1960.[3] La desigualdad salarial ha alcanzado niveles cada vez más altos en todo el mundo. El 1% de la población controla el 40% de la riqueza; mientras que la mitad de la población comparte solo el 1,1% de la riqueza del mundo.[4] En todo el mundo, las ciudades están exhibiendo esa disparidad.

Actualmente, las ciudades son las áreas más cosmopolitas del mundo, con mayor diversidad entre sus habitantes en los aspectos racial, cultural, religioso y económico. Se ve con claridad que algunas ciudades están divididas en varios territorios, que están cultural, racial o religiosamente cerrados. Algunos tienen un gran número de trabajadores sin experiencia y desempleados, con un sistema educativo pobre y mucha falta de instrucción. Otros, son altamente sofisticados, con habitantes bien educados, profesionales especializados y acostumbrados a disfrutar de las buenas cosas de la vida material.

Los recientes cambios gubernamentales producidos por la “primavera árabe”, expusieron muchas de esas disparidades. Las redes sociales y los medios de comunicación han conectado a las grandes ciudades del mundo con información instantánea y accesos a muchos puntos de vista, ideologías y filosofías opuestas al cristianismo. Las villas y los poblados habitados por muchos cristianos han experimentado cambios étnicos, culturales, religiosos y económicos. ¿Cómo enfrentar esos diversos y crecientes desafíos?

En occidente, el cristianismo ya no disfruta del mismo encanto que una vez tuvo. Durante muchas décadas, conforme describió un autor, “la media de las personas tenía valores que eran marginalmente judeocristianos; jamás había encontrado un budista o musulmán, ni cuestionaba si la verdad existía o podía ser conocida”.[5] En el siglo XXI, eso ya no se corresponde con la realidad. El conocimiento bíblico más elemental, prácticamente, no existe. Hace algunos años, dos admiradores de fútbol contemplaron un cartel con la inscripción: “Juan 3:16” impresa en colores. Desconociendo totalmente el anuncio como texto bíblico, pensaron que se trataba de la propaganda de un nuevo restaurante.

La creencia en Dios y la comprensión de él son conceptualizadas por medio de muchas lentes religiosas y filosóficas, aparte del cristianismo. Rápidamente, el mundo occidental se está convirtiendo en “‘poscristiano’, y los principios del pensamiento posmoderno, que una vez fueron adornos, han impregnado nuestra cultura y se han convertido en normales”.[6]

Como en el caso de Israel, también tenemos algunos gigantes creados por nosotros mismos. Mientras que nuestra iglesia crece rápidamente en otras partes del mundo, en Occidente se está atrofiando. De los más de 17 millones de adventistas en el mundo, solo el 8% está en los Estados Unidos;[7] y todavía menos en otras partes del mundo occidental.

En muchos lugares de Occidente, especialmente en los Estados Unidos, estamos volviéndonos culturalmente diferentes de las poblaciones en las cuales estamos establecidos. En esas regiones, la iglesia se está haciendo inmigrante: el número de miembros extranjeros crece más que el número de nativos.[8] Esa situación crea un abismo entre los miembros de la iglesia y los habitantes de muchas grandes ciudades, haciendo que la iglesia sea irrelevante para los ciudadanos nativos.

Las “Trompetas”

¿Qué debemos hacer con la intención de derribar los muros de separación cultural, social y económica, mientras enfrentamos los gigantes filosóficos, educativos y religiosos incompatibles con el cristianismo? ¿Con qué “trompetas” podemos hacer sonar el toque de la victoria? Las siguientes sugerencias pueden ayudar:

Amar como lo hizo Jesucristo. Nuestro fundamento es Jesucristo. Debemos creer que él es capaz de atraer a las personas (Juan 12:32). Eso significa creer que Jesús es capaz de derribar todos los muros y gigantes que enfrentamos en las grandes ciudades. El ingrediente indispensable, manifestado por Jesús a la humanidad, es su amor. Juan 3:16 continúa siendo el corazón del llamado divino a todos los seres humanos y el mayor poder universal. Howard Belben escribió: “El amor de Jesús por hombres y mujeres es muy diferente del amor según la comprensión de ellos. Lo más sorprendente de todo es el amor, demostrado por Jesús en la cruz, por aquellos que lo mataron. Jamás hubo algo como ese amor […] Él realmente amó a las personas, aun a aquellas que lo odiaron y lo mataron”.[9] Reflejar a Cristo es mostrar genuino amor cristiano por todas las personas. Esto ciertamente ayudará a derribar las barreras que nos separan de ellas.

Contextualización: A fin de salvarnos, Jesús tuvo que convertirse en uno de nosotros (Fil. 2:7; Juan 1:14). Tomó sobre sí la carne humana y experimentó la vida como nosotros la experimentamos. Se identificó con las personas que vino a salvar, y comprendió sus preocupaciones. De acuerdo con Elena de White, “solo el método de Cristo permitirá éxito en alcanzar al pueblo. El Salvador trataba con los hombres como alguien que deseaba su bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: ‘Seguidme’ ”.[10] Belben escribió: “Jesús tenía una misión centrada en las personas solitarias y desesperadas, y así debe ser su iglesia”.[11]

Muy frecuentemente, los cristianos intentan forzar a los no cristianos a adherir a su modelo de religión, pero ellos mismos permanecen en su propia área de comodidad. Pero, somos llamados a dejar esa área y alcanzar a las personas donde se encuentran. El apóstol Pablo comprendió que alcanzar incrédulos exigía que él se hiciera “de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Cor. 9:22). Eso implica pensar de forma diferente sobre la manera en que presentamos el evangelio. Gibbs escribió: “A medida que las iglesias occidentales crecientemente se comprometen […] en la composición de sus sociedades, ellas están reconociendo la necesidad de obtener nuevos discernimientos y aprender nuevas habilidades”.[12] El evangelio debe ser contextualizado, a fin de alcanzar a todas las personas donde se encuentren. El método de Cristo funcionará siempre que se ponga en práctica.

Compromiso social: La pobreza, el analfabetismo, la discriminación y la violencia son problemas crecientes en muchas áreas urbanas. Los cristianos deben comprometerse en las cuestiones enfrentadas diariamente por los habitantes de las grandes ciudades. Durante el primer siglo del cristianismo, una de las actividades más importantes que ayudó al crecimiento del cristianismo fue el compromiso de las iglesias con los problemas sociales de la población romana. De acuerdo con Derrel Watkins, “los misioneros cristianos […] demostraban el amor de Cristo por medio de la preocupación por las necesidades de toda persona con quien entraban en contacto. Esa compasión por la humanidad sufriente los llevó a diseminar rápidamente el evangelio en todo el mundo conocido, durante los primeros tres siglos”.[13]

Los cristianos deben involucrarse en los asuntos sociales de las grandes ciudades. Debemos ser más activos en el trata- miento de las cuestiones como la pobreza, la miseria y la injusticia, que oprimen a muchas personas. Ray Bakke comenta que no necesitamos de nuevas tecnologías para alcanzar a las grandes ciudades para Cristo. Solo necesitamos redescubrir la visión, la energía y la compasión de él.[14]

En 1966, respondiendo a una serie de sermones sobre la pasión de Dios por nuestras ciudades, un grupo de estudiantes de la Universidad Andrews fue inspirado a ministrar en la localidad de Benton Harbor, Michigan. Los alumnos iban de puerta en puerta y oraban diariamente por los moradores, durante toda la semana. Con el pasar de las semanas, ellos percibieron la necesidad de un ministerio para los niños. De esa idea, nació el “Ministerio de la calle Benton Harbor”, un programa evangelizador semanal dirigido a los niños. El ministerio sirvió como fundamento para una campaña de evangelización ocho años más tarde, a fines de 2004.

Como resultado del consistente compromiso social con la comunidad, 41 personas fueron bautizadas y se inició una nueva iglesia. Es como dice el adagio: “A las personas no les importa cuánto conoces hasta que saben cuánto les importas”.

Uso de la tecnología: La tecnología transformó nuestro mundo en una aldea global. La información, veloz, se hizo instantánea entre lugares distantes del mundo. Facebook es un instrumento mundial de comunicación, que todos los días hace que las personas establezcan y cultiven amistades. Hay 6 mil millones de líneas de teléfonos celulares hoy en el mundo, y 5 mil millones pertenecen a países en desarrollo. Solo en el último año, los usuarios móviles bajaron más de 30 mil millones de aplicaciones.[15] Las redes sociales alcanzan el 82% de la población online del globo, y representan 1.200 millones de personas en todo el mundo. En octubre de 2011, las redes sociales fueron clasificadas como la categoría más popular de participación mundial, responsable por el 19% de todo el tiempo de navegación online.[16]

Los cristianos deben usar esos importantes medios globales de comunicación, para alcanzar a las personas en las grandes ciudades de todo el mundo. Todas las iglesias y las organizaciones cristianas deben tener blogs, Facebook, podcasts, y demás instrumentos posibles de comunicación virtual para alcanzar a las personas. La nueva generación creció usando los medios sociales de comunicación, y debemos permanecer activos en el uso de esos medios para alcanzar a la próxima generación.

En la Comunidad Nueva Vida, donde pastoreo a jóvenes, percibimos que cuando animamos a nuestros adoradores a contactar a sus amigos durante nuestros cultos, ellos inmediatamente lo hacen, y sus amigos concurren a la iglesia. También, los incentivamos a twitear partes de las canciones o del sermón. Actualmente tenemos, en promedio, entre 70 y 80 tweets cada sábado; y hemos visto seguidores que se reúnen con nosotros al sábado siguiente. En caso de que crea que esta clase de ministerio puede funcionar en su iglesia, intente usarlo.

Tiempo de actuar

Antes del exilio babilónico hacia Israel, Dios instruyó a Jeremías a que hablara a los cautivos hebreos: “Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jer. 29:7). Así, como seguidores de Dios, debemos creer que no es por casualidad, sino por un propósito especial, el hecho de que vivamos en un tiempo en el que la población de las grandes ciudades está aumentando. Las grandes zonas urbanas tienen los mayores recursos, y cuentan con potencial y oportunidades ilimitados, si es que estamos dispuestos a asumir el desafío.

Como cristianos, la mayor arma que tenemos para enfrentar el aparentemente insuperable desafío de las grandes ciudades es nuestra fe. Fe en la Comisión, en el poder y en las promesas de Dios. Lo que él hizo por medio de doce hombres limitados, sin educación formal sofisticada, al comienzo de la era cristiana, puede hacerlo con nosotros hoy. Jesús no discrimina personas. Su promesa es: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará” (Juan 14:12). ¿Qué estamos esperando? ¡Podemos conquistar Jericó!

Sobre el autor: Capellán asociado de la Universidad Andrews, Michigan, Estados Unidos.


Referencias

[1]  Population Reference Bureau, “Human Population: Urbanization”, www.prb.org 2009.

[2]  Business Insider, “Maps of Extreme Income Segregation in US Cities”, agosto de 2012.

[3] The Atlantic, “Schools are More Segregated Today than During the Late 1960s”, 11/06/2012.

[4] Eduardo Porter, The New York Times, 06/12/2006, www.nytimes.com/2006/12/06/business//worldbusiness/06/wealth.html.

[5]  Tim Morey, Emboding our Faith: Becoming a Living, Sharing, Practing Church (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2009), p. 23.

[6] Ibíd.

[7] Monte Salin, Adventist Congregations Today: New Evidence for Equipping Healthy Churches (Center for Creative Ministry, 2003), p. 71.

[8] Paul Richardson y Monte Salin, Demographyc Survey Seventh-Day Adventist Church in North America, 2007-2008, www.creativeministry.org, 2008.

[9] Howard Belben, The Mission of Jesus (NavPress, 1985), pp. 15, 16.

[10]  Elena de White, Servicio cristiano, p. 149.

[11]  Howard Belben, The Mission of Jesus, p. 19.

[12] Eddie Gibbs, Church Morph: How Megatrends are Reshaping Christian Communities (Grand Rapids, MI: Baker Publishing Group, 2009), p. 133.

[13]  Derrel Watkins, Christian Social Ministry: An Introduction (Nashville, TN: Broadman & Holman Publishers, 1994), p. 8.

[14] Ray Bakke con Jim Hart, The Urban Christian: Effective Ministry in Today’s Urban World (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1987), p. 83.

[15] Alex Fitzpatrick, “75% of the World has Accessto Cell Phones”, Mashable US&World, 18/07/2012.

[16] 6 www.comscoredatamine.com/2012/01/people-spent-6-7-billion-hours-on-social-network-in-october/