“Daniel cumplió su misión de dar su testimonio, el cual fue sellado hasta el tiempo del fin, cuando el mensaje del primer ángel debía ser proclamado a nuestro mundo. Estos asuntos son de infinita importancia en estos últimos días”
El Espíritu de Dios ha iluminado toda página de la Sagrada Escritura, pero hay personas sobre las cuales ésta hace poca impresión, porque es imperfectamente comprendida. Cuando viene el zarandeo, por la introducción de falsas teorías, estos lectores superficiales, que no están anclados en ningún lugar, son como la arena movediza. Se deslizan hacia cualquier posición para acomodar el contenido de sus sentimientos de amargura… Los libros de Daniel y Apocalipsis deben ser estudiados, así como las otras profecías del Antiguo y del Nuevo Testamentos. Haya luz, sí, luz en vuestras moradas. Necesitamos orar por esto. El Espíritu Santo, brillando sobre las páginas sagradas, abrirá nuestro entendimiento para que podamos saber cuál es la verdad.
Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra. Podemos tener menos que decir en algunos respectos, con relación al poder romano y al papado; pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles han escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo ha dispuesto las cosas, en la forma de dar las profecías y en los acontecimientos descriptos, para enseñar que el agente humano ha de ser mantenido fuera de la vista, oculto en Cristo, y que el Señor Dios del cielo y su ley han de ser exaltados. Leed el libro de Daniel. Evocad, punto por punto, la historia de los reinos allí representados. Contemplad a estadistas, consejos, ejércitos poderosos, y ved cómo obró Dios para abatir el orgullo de los hombres y arrojar la gloria humana en el polvo…
La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días. Las visiones que él tuvo junto a las riberas del Ulai y del Hidekel, los grandes ríos de Sinar, están hoy en proceso de cumplimiento, y todos los acontecimientos predichos pronto ocurrirán.
Considerad las circunstancias de la nación judía cuando fueron dadas las profecías de Daniel.
Dediquemos más tiempo al estudio de la Biblia. No entendemos la Palabra como deberíamos. El libro del Apocalipsis se inicia con una orden a entender la instrucción que contiene. “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía -declara Dios-, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Cuando como pueblo comprendamos lo que significa este libro para nosotros, se verá entre nosotros un gran reaviva miento. No entendemos plenamente las lecciones que enseña, a pesar del mandato que nos fue dado de escudriñarlo y estudiarlo.
En lo pasado algunos maestros declararon que Daniel y Apocalipsis son libros sellados, y el pueblo se ha apartado de ellos. La propia mano de Dios ha descorrido el velo de estas porciones de su Palabra, cuyo aparente misterio ha impedido que muchos lo levantaran. El mismo nombre Apocalipsis contradice la declaración de que es un libro sellado. “Revelación” significa que algo de importancia es revelado. Las verdades de este libro se dirigen a los que viven en estos últimos días. Nos encontramos en el lugar santo de las cosas sagradas, con el velo quitado. No hemos de estar afuera. Hemos de entrar, no en forma descuidada, con pensamientos irreverentes, no con pasos impetuosos, sino con reverencia y piadoso temor. Nos acercamos al tiempo en que las profecías del libro del Apocalipsis han de cumplirse…
Tenemos los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesucristo, que es el espíritu de profecía. Gemas inapreciables han de hallarse en la Palabra de Dios. Los que investigan esa Palabra deben mantener su mente clara. Nunca deben complacer el apetito pervertido al comer o beber.
Si lo hacen, el cerebro estará confundido; serán incapaces de soportar el esfuerzo que exige cavar profundamente para encontrar el significado de aquellas cosas que se relacionan con las escenas finales de la historia de la tierra.
Cuando los libros de Daniel y Apocalipsis sean mejor entendidos, los creyentes tendrán una experiencia religiosa completamente distinta. Recibirán tales vislumbres de los portales abiertos del cielo que se les grabará en la mente y el corazón, el carácter que todos deben desarrollar a fin de comprender la bendición que será la recompensa de los de corazón puro.
El Señor bendecirá a todos los que con humildad y mansedumbre traten de comprender lo que se revela en el Apocalipsis. Este libro presenta en forma tan vivida escenas de inmortalidad y está tan lleno de gloria que todos los que lo lean y escudriñen con fervor recibirán la bendición prometida a aquellos que “oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”.
Resultados del estudio verdadero
Una cosa se comprenderá con certeza por el estudio del Apocalipsis: que la relación entre Dios y su pueblo es estrecha e inequívoca.
Se advierte una maravillosa conexión entre el universo del cielo y este mundo. Lo que fue revelado a Daniel fue complementado más tarde por la revelación que se le hizo a Juan en la isla de Patmos. Estos dos libros deben ser estudiados cuidadosamente. Dos veces Daniel preguntó: ¿Cuándo será el fin del tiempo?
“Y yo oí, pero no comprendí. Dije pues: Señor mío, ¿cuál será el resultado de estas cosas? Más él respondió: Anda, Daniel; que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados y emblanquecidos y acrisolados; pero los malos seguirán haciendo maldades; y no entenderá ninguno de los malhechores; más los sabios entenderán. Y desde el tiempo en que fuere quitado el holocausto continuo, es a saber, para poner allí la abominación desoladora, habrá mil doscientos y noventa días. ¡Bienaventurado aquel que espere, y alcance a mil trescientos y cinco días! Tú empero anda por tu camino hasta que llegue el fin: entretanto descansarás, y te levantarás al goce de tu herencia al fin de los días”.
Fue el León de la tribu de Judá quien quitó el sello del libro y le dio a Juan la revelación de lo que sucedería en estos últimos días.
Daniel cumplió su misión de dar su testimonio, el cual fue sellado hasta el tiempo del fin, cuando el mensaje del primer ángel debía ser proclamado a nuestro mundo. Estos asuntos son de infinita importancia en estos últimos días; pero aunque “muchos serán limpios, y emblanquecidos, y purificados”, “los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá”. ¡Cuán cierto es esto! El pecado es la transgresión de la ley de Dios, y los que no acepten la luz con respecto a la ley de Dios no comprenderán la proclamación de los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Al libro de Daniel se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan, lo cual nos permite avanzar hasta las últimas escenas de la historia de este mundo.
¿Tendrán en cuenta nuestros hermanos que estamos viviendo en medio de los peligros de los últimos días? Leed el Apocalipsis en relación con Daniel. Enseñad estas cosas.
Fuerzas invencibles esperan
Los que comen la carne y beben la sangre del Hijo de Dios sacarán de los libros de Daniel y el Apocalipsis la verdad inspirada por el Espíritu Santo. Pondrán en marcha fuerzas que no puedan ser reprimidas. Los labios de los niños se abrirán para proclamar los misterios que han estado ocultos de la mente.
Nos hallamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. Muchas de las profecías están por cumplirse en rápida sucesión.
Todo elemento de poder está por ser puesto en acción. La historia pasada se repetirá; viejos conflictos resurgirán a una nueva vida, y el peligro asediará a los hijos de Dios por doquier. La violencia está tomando posesión de la familia humana. Está saturando todas las cosas que hay sobre la tierra…
Estudiad el Apocalipsis en relación con Daniel, porque la historia se repetirá… Nosotros, con todas nuestras ventajas religiosas, debiéramos saber hoy mucho más de lo que sabemos.
Los ángeles anhelan mirar las verdades que son reveladas a aquellos que, con corazón contrito, investigan la Palabra de Dios y oran para obtener mayores longitudes y anchuras y profundidades y alturas del conocimiento que sólo el Señor puede dar.
Al acercarnos al fin de la historia de este mundo, las profecías que se relacionan con los últimos días exigen especialmente nuestro estudio. El último libro del Nuevo Testamento está lleno de verdades que necesitamos entender. Satanás ha cegado las mentes de muchos de manera que aceptan con gozo cualquier excusa para no hacer del libro del Apocalipsis su tema de estudio. Pero Cristo, por medio de su siervo Juan, ha declarado aquí lo que será en los últimos días; y él dice: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”.
Los libros de Daniel y Apocalipsis debieran ser publicados en un solo volumen. Podrían añadirse unas pocas explicaciones en ciertas partes, pero no estoy segura de que serían necesarias.
Esta es la sugerencia que le hice al pastor Haskell y que dio como resultado el libro que él publicó. Pero ese libro no alcanza a cubrir la necesidad. Mi idea era que los dos libros se encuadernaran juntos, el Apocalipsis después de Daniel, como un libro que da más luz sobre los temas tratados en Daniel. El objeto es colocar estos libros juntos, mostrando que ambos se refieren a los mismos temas.
Ha de proclamarse un mensaje que despierte a las iglesias. Ha de hacerse todo esfuerzo para dar la luz, no sólo a nuestro pueblo, sino al mundo. Se me ha instruido en el sentido de que las profecías de Daniel y el Apocalipsis deben imprimirse en libros pequeños, con las explicaciones necesarias, y deben enviarse al mundo entero. Nuestros mismos hermanos necesitan que se les presente la luz con más claridad.
La visión que Cristo le presenta a Juan, en la cual aparecen los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, ha de ser definidamente proclamada a toda nación, pueblo y lengua. Las iglesias, representadas por Babilonia, aparecen como caídas de su estado espiritual, para convertirse en un poder perseguidor contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. A Juan le fue presentado este poder perseguidor como una bestia que tenía cuernos semejantes a los de un cordero, pero que hablaba como dragón… A medida que nos acerquemos al fin del tiempo, habrá una demostración cada vez mayor del poder pagano; deidades paganas manifestarán su notable poder, y se exhibirán a sí mismas ante las ciudades del mundo; y esta delineación ha comenzado a cumplirse. Mediante una diversidad de imágenes el Señor Jesús le presentó a Juan el carácter malvado y la influencia seductora de los que se han destacado en su persecución del pueblo de Dios. Todos necesitan sabiduría para investigar cuidadosamente el misterio de iniquidad que figura en forma tan destacada en las postrimerías de la historia de esta tierra… En el tiempo mismo en que vivimos, el Señor ha llamado a su pueblo y le ha dado un mensaje para presentar. Lo ha llamado a exponer la maldad del hombre de pecado, que ha hecho de la ley del domingo un poder distintivo, que ha pensado en cambiar los tiempos y la ley, y ha oprimido al pueblo de Dios que se mantiene firme para honrarlo y guardar el único verdadero día de reposo, el sábado de la creación, como santo para el Señor.
Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y en nuestro trabajo hemos de amonestar a la gente acerca del peligro en que está. No se dejen sin tratar las solemnes escenas que la profecía ha revelado. Si nuestros hermanos estuvieran despiertos aunque fuera a medias, si se dieran cuenta de la cercanía de los sucesos descriptos en el Apocalipsis, se realizaría una reforma en nuestras iglesias, y muchos más creerían el mensaje. No tenemos tiempo que perder: Dios nos pide que velemos por las almas como quienes han de dar cuenta. Presentad nuevos principios, y acumulad la clara verdad. Ella será como espada de doble filo. Pero no os manifestéis demasiado dispuestos a asumir una actitud polémica. Hay ocasiones en que hemos de quedar quietos para ver la salvación de Dios. Dejad que hablen Daniel y el Apocalipsis, y digan cual es la verdad. Pero sea cual fuere el aspecto del tema que se presente, ensalzad a Jesús como el centro de toda esperanza, “la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (Testimonios para ministros, pág. 112-118).