Dios suscitó el movimiento adventista en un momento particular, con un propósito especial en la historia de la Tierra: dar el mensaje profético al mundo y proclamar el pronto regreso de Jesús.

Nací y crecí en los Estados Unidos. Desde que recuerdo, fui ateo. La ciencia era mi dios; mi pasión era la búsqueda de conocimiento. Todo eso cambió un verano en que alguien me entregó El conflicto de los siglos, de Elena de White. Comencé a leer el capítulo titulado “El origen del mal”. Por primera vez, el cristianismo cobró sentido. Antes de que terminara el verano, acepté a Jesucristo como mi Salvador y fui bautizado en la Iglesia Adventista. Antes de leer El conflicto de los siglos y entender las profecías de Daniel y Apocalipsis, la Biblia no me parecía real. Mis amigos cristianos del colegio secundario a menudo me decían: “Jesús cargó tus pecados y murió por ti en la cruz. ¿No quieres aceptarlo como tu Salvador e ir al cielo? De otra manera, ¡irás al infierno!”

Había escuchado acerca de Jesús, el cielo y el infierno, pero era como si mis amigos estuvieran hablando en un idioma extranjero. No tenía sentido. Pero, cuando conocí la verdad tal como es en Jesús, no solo cobró sentido: mi vida nunca volvió a ser la misma. Entendí que Dios suscitó el movimiento adventista en un momento particular, con un propósito especial en la historia de la Tierra: dar el mensaje profético al mundo y proclamar el pronto regreso de Jesús. Estoy contento de ser adventista, espiritual, intelectual, emocional y socialmente.

DISEÑADO PARA DURAR

Desde su pequeño e insignificante comienzo a mediados del siglo XIX, los adventistas han aumentado hasta llegar a ser un movimiento de 18 millones de miembros, en más de 200 países del mundo. Y continuamos creciendo. Estos hechos son sorprendentes, cuando los comparamos con otro producto del movimiento millerita: la Iglesia Cristiana Adventista, que cuenta con solo 125.600 miembros en 35 países.[1]

¿Por qué la Iglesia Adventista alcanzó tanto éxito? No es solo que tenemos una mejor comprensión de la verdad que otros sistemas de fe; una vasta mayoría de nuestras doctrinas son compartidas por otras confesiones cristianas. Los bautistas del séptimo día, por ejemplo, descubrieron la verdad del sábado allá por el año 1600, pero llegan solo a 50.000 miembros, en 22 países.

Para intentar descubrir por qué la Iglesia Adventista ha sido tan exitosa, valdría la pena buscar en el best seller titulado Built to Last: Successful Habits of Visionary Companies [Diseñado para durar: hábitos exitosos de las compañías visionarias], de Jim Collins y Jerry Porras. En esta obra, ellos describen las empresas que fueron “construidas para durar”. Los autores estudiaron 18 compañías, tales como Boeing, Sony y American Express, y las compararon con sus rivales, para intentar descubrir “qué es lo que hace diferentes a estas compañías verdaderamente excepcionales”.[2] Concentrarse en los valores fundamentales, adaptarse al cambio sin abandonar sus fundamentos y establecer “metas grandes, formidables y audaces” son algunas de las cualidades que las han capacitado para perdurar y prosperar.

Si bien no somos una empresa, los adventistas, como pueblo, fuimos diseñados para durar. Fuimos diseñados para perdurar mucho más que cualquier otra compañía que Collins y Porras haya descrito, porque el movimiento adventista fue diseñado por Dios, no por hombres. El movimiento adventista fue diseñado para durar no solo algunas generaciones, sino por la eternidad. ¡Fue diseñado para perdurar hasta el último gran conflicto!

A continuación, desarrollaré algunos de los elementos que nos ayudan a comprender que fuimos diseñados para perdurar.

Fe basada en la Biblia: Estamos fundamentados en la Biblia; lo único que dura para siempre (Isa. 40:8).

Comprensión de las profecías, tal como Daniel lo predijo (Dan. 12:8-10; Apoc. 10).

Información privilegiada: el Gran Conflicto; su comienzo y su fin (Apoc. 11:19; 12).

La Ley y el evangelio, perfectamente combinados en el antitípico Día de la Expiación (Apoc. 14:6-12).

Oportunidad: el adventismo surgió en el momento exacto especificado por la profecía (Apoc. 12:17).

FE BASADA EN LA BIBLIA

“La Palabra de Dios es el fundamento sobre el cual debemos edificar nuestras esperanzas del cielo”.[3]

Ni bien caí en la cuenta de que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, supe que lo más importante era entender este libro. Aunque fue escrito por muchos diferentes autores en un período de más de mil quinientos años, encontré no solo sabiduría divina, sino también el registro de la historia de la Creación escrito en forma directa y con una elegancia sin par. También descubrí que la Iglesia Adventista tiene una misión similar a la de Juan el Bautista, basada en Isaías 40. De manera interesante, el pasaje se centra más en la Segunda Venida que en la Primera.[4] Este pasaje, también, enfatiza la prioridad de las Escrituras por sobre las ideas humanas, que aparecen vinculadas a la hierba: “Sécase la hiera, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isa. 40:8). En la misma línea, Elena de White afirma: “Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o las decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las mayorías; nada de esto, ni en conjunto ni en parte, debe ser considerado como evidencia en favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto, debemos cerciorarnos de si los autoriza un categórico ‘Así dice Jehová’ ”.[5]

COMPRENSIÓN DE LAS PROFECÍAS

Tenemos una comprensión de las profecías que alcanzan hasta el tiempo del fin, tal como Daniel lo predijo. Daniel 12:8 al 10 predice a un pueblo del tiempo del fin que comprendería claramente las cosas que incluso Daniel mismo no comprendió. Apocalipsis 10 describe este tiempo en términos de un libro pequeño que había estado cerrado y sellado, pero que fue abierto. Dios levantó al movimiento adventista en un momento particular, con un propósito especial en la historia de este mundo. No somos solamente otra iglesia, sino que hemos sido suscitados por Dios para advertir a las personas que no reciban la marca de la bestia. Siendo joven, quedé sorprendido de que otras iglesias parecían incapaces de explicar qué es esta marca.

La visión historicista de interpretación de la profecía nos lleva lógicamente al adventismo del séptimo día; lo que puede ser una razón por la cual la mayoría de los protestantes consideran que el Apocalipsis o se cumplió en un pasado distante (preterismo) o todavía está en el futuro (futurismo).

De manera maravillosa, para muchos protestantes, la reunificación con Roma es considerada cada vez con mejores ojos. Tristemente, incluso algunos adventistas parecen haber comenzado a valorar más la unidad con los cristianos que la proclamación del mensaje para este tiempo.

Hace 36 años, muchas de las ideas que leí en El conflicto de los siglos no parecían posibles. Tuve que aceptarlas por fe. ¡Cómo han cambiado las cosas! En ese momento, no pude imaginar cómo los Estados Unidos, descritos en Apocalipsis 13 como una nación con apariencia de cordero, podrían hablar alguna vez como dragón. La separación entre Iglesia y Estado era fuerte y difundida; la religión y la política permanecían políticamente distanciadas. Es más, Big Brother, que vigila cada movimiento de las personas concursantes, podría existir en los regímenes totalitarios, pero nunca podría suceder en los Estados Unidos.

Eso fue hace mucho. Cuán lejos hemos ido en tan poco tiempo. Ahora, bajo la figura de los intereses de la seguridad nacional, los Estados Unidos están preparados para usar cualquier medio, incluso a expensas de sus propios principios e ideales, para espiar a sus ciudadanos. Adicionalmente, tres décadas atrás no podría haber imaginado el grado en que tantos protestantes estarían listos para abandonar sus creencias basadas en la Biblia.

INFORMACIÓN PRIVILEGIADA

Tenemos una fuente creíble de información privilegiada, por medio de nuestra comprensión del Gran Conflicto.

Al leer El conflicto de los siglos, descubrí que el mal es un intruso en el universo de Dios, si bien no fue una sorpresa para Dios. Es más, la posibilidad del pecado fue el riesgo que Dios tomó con la finalidad de que existiera verdadera libertad. Percibí que Dios no fuerza a nadie a ser salvo; ¡pero que tampoco esperará para siempre! Las profecías de la Biblia fueron selladas solo hasta “el tiempo del fin”, y muestran dónde estamos ubicados en la historia de la Tierra. La profecía de Daniel 9 realzó en mí la confiabilidad de la Biblia, con su descripción precisa de los eventos históricos cientos de años antes y con su cumplimiento en el momento justo. Me impactó especialmente la profecía de los 2.300 días/años, que señala la purificación del Santuario celestial en 1844.

Apocalipsis 11:19 señala hacia este tiempo: “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo” (Apoc. 11:19). ¡Hablando de información privilegiada! Tenemos conocimiento desde el interior del Santuario del Templo celestial y desde el Arca misma. Este versículo marca el punto de inflexión en el libro de Apocalipsis.[6] Señala el comienzo de la obra dramática de Dios cerca del cierre de la historia de esta Tierra. Introduce el gran conflicto entre Cristo y Satanás, y el impacto devastador de los ataques del diablo; y el verdadero pueblo de Dios se ve forzado a esconderse mientras una forma apóstata de cristianismo sostiene los reinos del poder. Repentinamente caí en la cuenta de que las atrocidades de la historia cristiana no podían ser atribuidas a Dios, y que al final del período de 1.260 años, en 1798, un pueblo remanente sería suscitado por él, como un claro contraste con las iglesias caídas de Babilonia.

LA LEY Y EL EVANGELIO

Proclamamos el mensaje del evangelio para el tiempo del fin, que combina perfectamente la Ley y el evangelio, la justicia y la misericordia.

El mensaje del primer ángel, encontrado en Apocalipsis 14:6 y 7, proclama el “evangelio eterno” en términos de “la hora de su juicio”. Este no es un nuevo evangelio, porque es llamado “eterno”. Pero, al igual que el “nuevo” Pacto sobre el que el evangelio está basado, existe un elemento nuevo: este nuevo elemento es la urgencia. Urgencia porque, tal y como lo afirma el ángel de Apocalipsis 10:6, “el tiempo no sería más”. El fin está cerca.

Esta declaración, conectada con el anuncio celestial del capítulo 14, proclama que el Juicio de Dios ha llegado. Muchos cristianos piensan que el Día del Juicio es el día en que Jesús vendrá; y, por supuesto, esa fue la comprensión de los adventistas milleritas también. Hasta que descubrieron la clave que develó el misterio de Daniel 8:14. Gracias a una comprensión de la obra de Cristo en el Santuario celestial como nuestro Sumo sacerdote, se dieron cuenta de un hecho importante: dado que Jesús dijo que, cuando venga, galardonará a los que estén con él, “para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apoc. 22:12), el Juicio debe preceder a su segunda venida.

Es más, los adventistas comprendieron que este Juicio celestial está simbolizado por la “purificación del Santuario”, en el ministerio del Santuario terrenal el Día de la Expiación. Ese era el día del calendario religioso en que cada israelita debía participar. Era impensable ignorar ese día, porque eso significaba ser “cortado” de Israel, excluido del pueblo de Dios. Ese día, también, era el único día del año que era observado como el sábado semanal. Había sábados ceremoniales, en los que no se trabajaba; como un día feriado. Sin embargo, el Día de la Expiación era el único que debía ser observado como el sábado del séptimo día: reposo total. No se hacía trabajo alguno. No es coincidencia que, en el Día antitípico de la Expiación que se está desarrollando ahora, el sábado del séptimo día cobre mayor importancia que nunca.

Quizá sea sorprendente para algunos que, aun cuando el evangelio del tiempo del fin está conectado con el Juicio, ¡el evangelio continúa siendo buenas nuevas! Es buenas nuevas porque Jesús está regresando pronto. Es buenas nuevas porque está viniendo para hacer justicia, para corregir todo lo errado y para recompensar a su pueblo fiel. Es buenas nuevas porque el pecado y los pecadores ya no existirán más; no más sufrimiento, tentación ni dolor. Incluso el tiempo de angustia es buenas nuevas. ¿Por qué? Porque se nos dice que, como resultado del Juicio, nuestros pecados habrán sido “llevados al país del olvido” y no seremos más capaces de traerlos a la memoria.[7] ¿Qué mejores buenas nuevas podría haber?

Cuando la crisis final llegue a su fin, Juan vio a un pueblo: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12). Eso es lo que el mensaje del tercer ángel hace. El mensaje del tercer ángel continúa siendo un mensaje de buenas nuevas, un mensaje de esperanza, un mensaje de fe con el fin de preparar a un pueblo para el regreso del Señor.

OPORTUNIDAD

El adventismo es oportuno: surgió en el tiempo predicho.

El adventismo es un movimiento profético; más especialmente, de tiempo profético. Fue gracias a la comprensión de la profecía de los 2.300 días/años que vinimos a la existencia. Pero, también surgimos en el momento predicho por la profecía bíblica. El remanente del tiempo del fin debía surgir después del período de 1.260 días/años de apostasía cristiana predicha en Daniel 7:25, que terminó en 1798.[8] Como si quisiera asegurarse de que no lo malinterpretáramos, este período es mencionado dos veces en Apocalipsis 12 en el espacio de nueve versículos (vers. 6, 14). Luego, surge el remanente del tiempo del fin (Apoc. 12:17). La visión de Juan en el Lugar Santísimo del Santuario celestial, con el Arca en su interior, subraya la centralidad de la Ley para el tiempo del fin, tal y como lo hace el hecho de que el remanente es identificado como “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apoc. 12:17).

Que el tiempo había llegado paraque surgiera el remanente fue confirmado por Dios por medio de señales en los cielos (Mat. 24:29; Apoc. 6:12, 13). Aparentemente a propósito, estas señales fueron visibles en la misma parte del mundo en que Dios estaba llamando a la existencia a un pueblo especial para cumplir una tarea especial.

CONCLUSIÓN

Como adventistas, nuestro movimiento profético fue diseñado para durar. Somos:

a) Un pueblo basado en la Biblia (Isa. 40:8).

b) Un pueblo con una comprensión de las profecías del tiempo del fin, cuyo sello sería quitado en el tiempo del fin, tal cual Daniel lo predijo (Dan. 12:8-10; Apoc. 10).

c) Un movimiento que tiene información privilegiada acerca del Gran Conflicto entre Cristo y Satanás; cómo comenzó y cómo terminará (Apoc. 11:19; 12).

d) Un pueblo que proclama una combinación de la Ley y el evangelio (Apoc. 14:6-12).

e) Un pueblo oportuno: el adventismo surgió en el tiempo especificado por la profecía, justo después de los períodos de 1.260 y de 2.300 años (Apoc. 12:17).

Dios hizo surgir a la Iglesia Adventista del Séptimo día con una razón. Las profecías de Daniel y Apocalipsis conforman una cautivante imagen de un Dios que está en el control de la historia, y él ha levantado un remanente para terminar su obra sobre la Tierra.

Que Dios nos dé gracia y humildad para aceptar y cumplir esta tarea, que es humanamente imposible.

Sobre el autor: Doctor en Teología, es director asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General.


Referencias

[1] “Advent Christian Church”, Wikipedia, accedido el 20 de abril de 2014, en.wikipedia.org/wiki/Advent_Christian_Church

[2] Jim Collins y Jerry I. Porras, Built to Last: Successful Habits of Visionary Companies (New York: Harper, 1994).

[3] Elena de White, En los lugares celestiales, p. 108.

[4] Ver especialmente Isaías 40:3 al 5, 9 y 10. De allí el mensaje de Juan de purificación, y la sorpresa del pueblo cuando Jesús no satisfizo sus expectativas mesiánicas (Mat. 3:7-12; 11:2, 3).

[5] Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 581.Énfasis añadido.

[6]  Ver Kenneth A. Strand, “ ‘Victorious-Introduction’ Scenes”, Symposium on Revelation: Introductory and Exegetical Studies, Daniel and Revelation Committee Series 6, ed. Frank B. Holbrook (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), pp. 57, 58.

[7] 7 Elena de White, Recibiréis poder, p. 345.

[8] Con respecto a las fechas de comienzo y fin de esta y otras profecías de tiempo, ver Heinz Schaidinger, Historical Confirmation of Prophetic Periods, Biblical Research Institute Release 7 (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2010).