Algunos pensamientos del espíritu de profecía destacan bien la importancia de la doctrina de la justificación por la fe para vida y felicidad del creyente:

“Sabíamos que nuestras iglesias se estaban muriendo por falta de enseñanza acerca del tema de la justificación por la fe? en Cristo y de otros asuntos importantes”.[1]

“La justificación por la fe y la justicia de Cristo son los temas que deben presentarse a un mundo que perece”.[2]

Y si éste es el tema que debe presentarse a un “mundo que perece”, ¿no debería presentarse igualmente a nuestras iglesias? Se están muriendo por su falta.

Cierta vez pregunté a unos catecúmenos si el ser humano puede salvarse por la observancia de la ley, y un elevado porcentaje contestó afirmativamente. Esto debe convencernos de que este asunto no está recibiendo la atención debida. No se entienden muy bien los pasos que nos conducen a la salvación. Pero hay gran deseo de saber, mucha expectativa por conocer mejor el camino y cómo llegar al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

Se nos ha dicho que el mensaje de la justificación por la fe es “el mensaje de Dios”, el “mensaje de verdad”, la “verdad como está en Cristo”, el “mensaje que Dios ordenó que se diese al mundo”, el “mensaje que lleva las credenciales del cielo”, y el “mensaje del tercer ángel en líneas precisas y claras”.[3]

Esta es la verdad más sublime que se ha revelado a los hombres, y resulta consolador saber que “un interés prevalecerá, un asunto absorberá a todos los demás: Cristo, justicia nuestra”.[4] Y cuando esta verdad sea comprendida más ampliamente, entonces una nueva vida, una experiencia más profunda permeará a toda la iglesia y la preparará para el derramamiento de la lluvia tardía. Precisamos como nunca antes esta experiencia a fin de terminar con el poder divino la tarea que nos aguarda. W. H. Branson piensa que el “Espíritu Santo vendrá con todo su poder cuando la iglesia de Dios se apropie de la justicia de Cristo por la fe como una experiencia viva y personal”.[5]

Para comprender mejor el tema de la justificación por la fe, conviene tener una breve idea de la historia de su influencia en Ja iglesia.

DATOS HISTÓRICOS

Naturalmente recordamos que los primeros miembros de nuestra iglesia eran personas venidas de varias iglesias evangélicas: metodistas, bautistas, anglicanos, etc., y que no solamente aceptaban esta doctrina y creían en ella, sino que además era una experiencia feliz, viva y personal para ellos. No había, pues, problema relacionado con esta doctrina. Toda su atención se enfocaba en las doctrinas distintivas del movimiento adventista: observancia de la ley, del sábado, la inmortalidad condicional, la venida de Jesús, etc. No tomaban tiempo para analizar lo que ya habían aceptado.

Pero con el correr de los años, centenares y miles de miembros nuevos ingresaron en la iglesia. Muchos de ellos eran hijos de miembros de nuestra denominación, que probablemente nunca habían oído hablar de la justificación por la fe. Esta, como ya vimos, era sobreentendida, y así, a lo largo del tiempo, llegó a ocupar un lugar secundario, a tal punto que casi se la perdió de vista. Entonces vinieron advertencias de parte de la sierva del Señor en lo que atañe al peligro del legalismo, y sus exhortaciones fueron cada vez más frecuentes en el sentido de dar a Cristo una posición más central y de aceptar por la fe la salvación que ofrece. Su preocupación se advierte en la siguiente declaración: “Hay verdades largo tiempo ocultas por efecto del error, que deben revelarse al pueblo. Muchos que profesan creer la verdad del tercer ángel, han perdido de vista la doctrina de la justificación por la fe”.[6]

Al examinar nuestras publicaciones de los primeros años [7], se advierte que la aceptación de esta doctrina era pasiva, y no se le daba ningún relieve. Se perdía de vista entre otros temas de más actualidad para los hermanos, y de más interés.

Lo que se escribió procedía principalmente de la pluma de Jaime White y de su esposa Elena. Así en julio de 1849, Jaime White escribió en The Present Truth que la observancia de Los mandamientos, aunque es importante, “no salvará a nadie”, y que “debemos tener una fe activa y viva en Jesús”. En 1852, comentando acerca de Gálatas 5:4, habla de los que “esperan justificación solamente en Cristo”, “que es la única fuente de justificación”. Dice que “alguno podrá observar la letra de todos los mandamientos y sin embargo, si no es justificado por la fe en Jesús, no tiene derecho al árbol de la vida”.[8]

En 1882, Elena G. de White en una exhortación escrita especialmente para ser leída en congresos, dice que “debemos renunciar a nuestra propia justicia y rogar que la justicia de Cristo nos sea imputada… Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó para que muriera por nuestras ofensas y lo resucitó para que fuésemos justificados. A través de Cristo podemos ofrecer nuestras peticiones al trono de la gracia”.[9] Un año después, ella declara en una sesión de un congreso de la Asociación General reunido en Battle Creek, que “nada, a no ser su justicia, puede habilitarnos para recibir una sencilla bendición del pacto de la gracia. Hemos procurado recibir estas bendiciones durante mucho tiempo, pero no las recibimos porque alimentamos la idea de que podemos hacer algo para hacernos dignos de ellas”.[10]

Estas referencias a la justificación por la fe eran escasas, pero su análisis condujo a Norval F. Pease a afirmar que “Las revistas y los libros de este período revelan pobreza en este tema”[11] y que hasta ese tiempo (1877), los que trataron ese tema lo mencionaron como una importante doctrina teológica, pero no le dieron realmente la importancia que tiene.[12]

UN CAMBIO EN LA ACTITUD DE LA IGLESIA

Sin embargo, en la década de 1880 se produjo un notable cambio positivo en la actitud de un número cada vez mayor de dirigentes y ministros. Aun nuestra revista denominacional Signs of the Times refleja este cambio en sus editoriales. En 1884, J. H. Waggoner publica una serie de artículos sobre la redención, y E. G. Waggoner escribe sobre el tema específico de la justificación por la fe. También en las reuniones, cada vez con más frecuencia se trata este asunto tan importante para la vida evangélica de la iglesia. Las pequeñas luces de antes se transforman rápidamente en grandes luminares que iluminan la mente y llevan la alegría de la salvación a los corazones afligidos, aunque no sin luchas y decepciones.

Tras una serie de sermones, sin duda felices, sobre este tema, la Sra. de White hace el siguiente comentario: “El Señor en su gran misericordia envió un mensaje muy precioso a su pueblo por intermedio de los hermanos Waggoner y Jones… Este mensaje presentaba la justificación por la fe en el Señor, invitaba al pueblo a recibir la justicia de Cristo que se manifiesta por la obediencia a todos los mandamientos de Dios. Muchos habían perdido de vista a Jesús, y era necesario que sus ojos fuesen dirigidos a su persona divina, sus méritos y su amor inmutable por la familia humana… Esta creencia es la vida de la iglesia… Este es el testimonio que debe darse a todo el mundo… Los que creen no tienen sólo una simple creencia nominal, una teoría de la verdad, una religión legalista, sino que su creencia tiene un propósito y ellos se apropian de los mayores y más preciosos dones de Dios”.[13]

Pronto otras voces se unen a ésta hasta alcanzar su culminación en intensidad en la sesión del congreso de la Asociación General realizado en 1888 en Minneapolis. Ahora había un clima propicio al estudio y la discusión generalizados de esta gran verdad. En los años subsiguientes muchos revisaron su posición y se percataron del peligro que corría la iglesia al transitar por las sendas del legalismo. El resultado fue un gran y maravilloso reavivamiento. Pero no faltaron las luchas y la oposición. Había quienes sostenían que debían predicarse los temas específicos del mensaje adventista. Nuevamente la mensajera del Señor hizo resonar una advertencia en los siguientes términos: “Hay quienes desprecian a los hombres y los mensajes que han traído. Han sido acusados de fanáticos, extremistas y entusiastas.

Permitidme deciros: A menos que humilléis rápidamente vuestro corazón delante de Dios y confeséis vuestros pecados que son muchos, comprenderéis demasiado tarde que estabais luchando contra Dios”.[14]

No consideraremos aquí en detalle lo que se analizó en esa importante reunión de Minneapolis, pero diremos que fue suficientemente importante para cambiar el curso de la iglesia. En resumen, notemos que:

a) Se analizó amplia y libremente la doctrina de la justificación por la fe, lo cual trajo enormes beneficios.

b) Hubo una vigorosa oposición basada en el argumento de que la iglesia siempre creyó en la doctrina de la justificación por la fe.

c) Hubo quienes consideraban peligroso poner demasiado énfasis en este tema, porque se corría el riesgo de perjudicar nuestras doctrinas características.

d) Había también quienes temían que se produjese un regreso al espíritu de las iglesias protestantes de donde habían salido.

Gracias a Dios que la simiente sembrada entonces brotó y produjo frutos. La doctrina de la justificación por la fe ha recibido a partir de entonces el lugar que le corresponde. Elena G. de White y los pastores Jones y Waggoner comenzaron a viajar extensamente y los resultados de sus sermones fueron muy positivos. Veamos algunos testimonios.

TESTIMONIOS

“Un progreso decidido en espiritualidad, piedad, caridad y actividad, ha sido el resultado de las reuniones especiales de la iglesia de Battle Creek”.[15]

“Hubo muchos, aun entre los ministros, que ahora comprendían la verdad como está en Cristo; tenían una luz que nunca antes habían visto. Veían ahora al Salvador como uno que perdona los pecados y a la verdad como santificadora del alma”.[16]

“Tuvimos abundante luz en estas reuniones y debemos andar en ella… No debemos seguir predicando sermones sin Cristo ni vivir vidas sin él”.[17]

“Cuando la doctrina de la justificación por la fe fue presentada en Roma, fue para muchos como agua para el viajero sediento”.[18]

Veamos un testimonio más, del presidente de la Asociación General, referido a las reuniones de Kalamazoo: “El pastor E. G. Waggoner presentó el tema de la justificación por la fe con mucha claridad, y para alegría de muchos, las verdades del tercer ángel aparecieron todavía más preciosas y repletas de poder”.

Sin duda, esta doctrina “trae las credenciales del cielo”.

Sobre el autor: Pastor de la Asociación Paranaense, Brasil


Referencias

[1] Citado por Taylor G. Bunch, en Review and Herald, 28-5-1954.

[2] SDA Bible Commentary, tomo 6, pág. 964.

[3] Citado por Taylor G. Bunch, en Review and Herald, 28-5-1954.

[4] Our Firm Foundation, pág. 578.

[5] Opus cit., pág. 606.

[6] Selected Messages, tomo 1, pág. 366.

[7] Pease, Nerval F., By Faith Alone.

[8] Opus cit., pág. 108.

[9] Testimonies, tomo 5, pág. 217.

[10] By Faith Alone, pág. 118.

[11] Opus cit., pág.

[12] Opus cit., pág. 111.

[13] Testimonies to Ministers and Gospel Workers, págs. 91-98.

[14] Opus cit., pág.

[15] By Faith Alone, pág. 148.

[16] Opus cit., pág. 148.

[17] Opus cit., pág. 148.

[18] Opus cit., pág. 149.