En cualquier serie de conferencias evangélicas, generalmente los niños provocan algunos problemas:

1. Ocupan los asientos frontales.

2. El mensaje escapa a su capacidad de comprensión.

3. Debido a que no comprenden el contenido de la predicación, se inquietan y molesta a los que están cerca.

4. El barullo y los movimientos distraen a los que tratan de escuchar.

¿Por qué no emplear la técnica evangélica utilizada por Jesús, según se desprende de Mateo 19:14: “Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos”?

Jesús amaba a los niños, y apreciaba su sinceridad y devoción. Frecuentemente los empleó para ilustrar oportunas verdades espirituales.

Cuando Jesús dijo: “No les impidáis”, nos está diciendo que les demos la debida consideración en el hogar, en la escuela, en la iglesia —y en las reuniones de evangelismo, porque algunas veces su influencia es decisiva en el trato con los adultos.

Hace poco tuve la señalada oportunidad de llevan a cabo una serie de conferencias en la ciudad de Vitoria, capital del estado de Espíritu Santo (Brasil). El lugar de las reuniones estaba en un suburbio donde habitaban unas 10.000 personas. Empleamos los métodos acostumbrados de propaganda, poniendo énfasis especial en las invitaciones hechas de casa en casa.

Los miembros de la iglesia soportaron la mayor parte de la tarea de preparación para estas reuniones. Ante todo, se dedicó un mes para confesar los pecados y realizar una reconsagración. Luego los hermanos se organizaron en grupos y salieron a distribuir publicaciones, los ujieres recibieron instrucciones, y el coro local pasó mucho tiempo en ensayos. Se hizo comprender a la iglesia que el éxito o el fracaso de las reuniones estaba en sus manos. Se organizaron grupos de oración y durante todas las trece semanas que duró la serie, cada media hora durante todo el día había alguna persona que oraba, en el turno que se le había señalado, pidiendo las bendiciones de Dios. El blanco establecido fue ganar a cincuenta almas.

Con esta poderosa retaguardia, como evangelista, pude hacer frente sin temor a las reuniones y llevar a cabo el plan que habíamos establecido: utilizar a los niños para romper el prejuicio de esa localidad.

La primera noche acudió una multitud de gente. Anunciamos que en la siguiente reunión habría un servicio especial dedicado a los niños. Pedimos a los padres que trajeran sus hijos una hora antes para dejarlos a nuestro cuidado. Nos llenamos de gozo al día siguiente al ver que el salón estaba rebosante de niños.

Se les relataron cortas historias bíblicas, alternadas con cantos que aprendieron rápidamente y apreciaron. A cada uno se le dio una tarjeta en colores con un versículo.

La asistencia a cada reunión sucesiva mejoró, y los niños aprendieron los cantos y los repitieron en el hogar. Los padres que no asistían se interesaron, y pronto fue necesario comenzar un tercer servicio para beneficio de los padres que habían comenzado a asistir tardíamente.

Se tuvo especial cuidado al planear los temas para los adultos, de manera que se despertaba el interés en cada reunión, y la gente acudía a la conferencia siguiente para satisfacerlo, y aprender más.

Al cabo de trece semanas de reuniones, con tres servicios cada noche durante tres noches semanales, el salón seguía lleno, y muchos tenían que permanecer de pie en los pasillos o en las ventanas, por falta de lugar.

Ya hemos celebrado dos bautismos, y 41 personas han sido bautizadas. En las invitaciones que se hicieron después de los bautismos, 91 personas manifestaron su deseo de ser bautizadas en el servicio siguiente. Hemos hecho planes para realizar bautismos cada tres o cuatro semanas después de terminar la serie, para darles tiempo a los instructores bíblicos para preparar a los candidatos, junto con otras trescientas personas que han ¿pedido ser visitadas.

Este barrio fue conmovido por el resultado de estas reuniones. Hemos recibido pedidos de repetir algunos temas. Las autoridades civiles nos han pedido que construyamos una escuela de iglesia en esa zona; la ciudad donará el terreno, porque dicen que desean que el mismo interés manifestado por los niños continúe en la escuela primaria.

El jefe de policía y los ediles nos manifestaron su gratitud por la paz y el orden que ahora existe en ese distrito desde cuando comenzaron las reuniones. Algunos miembros desordenados y bebedores de la comunidad fueron invitados por las autoridades a asistir a las reuniones y a cambiar su manera de vivir. Y estas personas de inmediato supieron a qué reuniones debían asistir, porque sus hijos habían estado cantando los himnos y contando los relatos aprendidos. Por la gracia de Dios, muchos de ellos se convirtieron.

Sería poco el espacio del cual disponemos para relatar todas las emociones que experimentamos en nuestro evangelismo infantil. Sin embargo es necesario añadir que algunas iglesias protestantes sintieron la necesidad de contrarrestar el efecto de nuestras reuniones. Llamaron a tres destacados predicadores del país, pero se vieron en la necesidad de cancelar las reuniones poco después de una semana de comenzadas, a causa de la poca asistencia con que contaban y la falta de interés. Luego colocaron algunos de sus ancianos y diáconos a la entrada del salón, con el objeto de impedir la entrada a sus miembros. Pero varios de ellos se interesaron en el programa —especialmente en el programa infantil. Uno de esos ancianos fue invitado cordialmente a entrar y sentarse; continuó asistiendo y hoy es, junto con su familia, un feliz miembro de nuestra iglesia.

Como resultado de esta serie de evangelismo infantil, en un barrio donde no había predicación adventista hace cinco meses, el salón que se empleó en las conferencias hoy es una iglesia dedicada, los miembros se han organizado en iglesia, tenemos una activa escuela sabática con más de 200 adultos, además de las divisiones infantiles, y se ha destruido el prejuicio en toda la zona. Creo que con la bendición del Señor, nuestras oraciones han sido contestadas, y se bautizarán más de cien personas.

 Alabamos a Dios y a su Hijo Jesucristo, quien nos mostró el camino cuando dijo: “Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos”.

Sobre el autor: Secretario-tesorero de la Asociación de Espíritu Santo, Brasil