Satanás obra en forma torcida para engañarnos y atraparnos. Sus engaños son variados y numerosos. Su primera mentira después de su expulsión del cielo tenía que ver con la cuestión de si un hombre que hubiera pecado debería realmente morir. Cuando Satanás le dijo a Eva: “No moriréis”, estaba en realidad diciendo que Dios no quería decir eso. Usa tu propio raciocinio. ¿Por qué iba a crear Dios al hombre y después echarse atrás y destruirlo? Satanás ha estado usando este método desde entonces —para conseguir que el hombre ponga su propio razonamiento en lugar de la clara Palabra de Dios.
Vemos esto en muchas áreas. El cristianismo en su gran mayoría usa este método al tratar el tema del bautismo. El bautismo por inmersión es inconveniente, poco práctico, insignificante —y el proceder generalmente aceptado es una sustitución. El requisito del día de reposo es tratado con este razonamiento humano: un día de cada siete, una vacación más bien que un día santo, una celebración más bien que un reconocimiento, un memorial de la resurrección antes que de la creación. En nuestra propia iglesia se aplica el método del razonamiento al plan del diezmo, que es dado por Dios y es un principio básico de fe. Uno empieza a razonar que el diezmo puede ser usado por esto y por aquello, que hay otra forma mejor que el sistema seguido durante un siglo y que nos ha permitido expandir nuestras actividades en un esfuerzo unificado y de alcances mundiales. Notemos esta tajante declaración de la Sra. White:
“Dios quiere que todos sus administradores sigan exactamente las instrucciones dadas. No deben burlar el plan de Dios haciendo algunas obras de caridad, presentando un obsequio o dando alguna ofrenda, en el momento y en la forma como ellos, los agentes humanos, lo ven conveniente. Dios ha dado a conocer su plan, y todos los que colaboren con él lo llevarán a cabo en lugar de atreverse a cumplirlo según su propia conveniencia… Es una mala práctica de los hombres procurar mejorar el plan de Dios e inventar un expediente traduciendo en dinero sus buenos impulsos en esta y aquella oportunidad y presentando el resultado como ofrenda en lugar de los que Dios requiere” (A Fin de Conocerle, pág. 223).
Podríamos seguir y referirnos a la creación, la salvación por la fe o por las obras, los milagros realizados por el Maestro, y veríamos cómo el razonamiento humano ha contaminado esas verdades.
El razonamiento humano, método de Satanás
Un escritor en un reciente número de Christianity Today habla de los años que pasó en un colegio superior religioso. Se trasladó de una institución estatal a una regida por la iglesia porque deseaba estudiar la Biblia y las artes liberales en una atmósfera cristiana. Después de terminar sus estudios regulares los prosiguió en el seminario. Refiere cómo eran rechazados acontecimientos registrados en la Biblia, cómo era diluido el dogma cristiano, y cómo aun verdades esenciales como la crucifixión y la resurrección eran socavadas. Cuando dejó el seminario, él no creía en la Biblia, no creía que la sangre de Jesús limpiaba del pecado, no creía que la iglesia era una institución divina —de hecho, no creía en nada que no pudiera ser sustentado por el razonamiento humano.
“No creas nada que no pueda ser sustentado por el razonamiento humano”. Este es el método de Satanás y el arma número uno de su arsenal.
Vemos un ejemplo clásico de esto en la vida de Caín cuando un espíritu de resentimiento y rebelión lo impulsó a hacer frente a los requisitos de Dios según su propia elección en vez de seguir el plan ordenado por Dios. Vemos mucho de su razonamiento hoy en día, y, por desgracia, parte de esto también se halla en la iglesia.
No diluvio – ¡Diluvio!
Vemos también este razonamiento en el registro de los que edificaban la torre. Gente que antes del diluvio usó su propio razonamiento para probar que nunca podría ocurrir un diluvio usaba la misma clase de razonamiento después del diluvio para probar que habría otro.
El mundo hoy está lleno de gente que construye sus propias teorías, que dice en su corazón: “Dios en realidad no quiere decir esto o aquello”, que hace inútiles los requerimientos de Dios, que depende del razonamiento humano. Estas personas han sido engañadas por Satanás. Los engaños de Satanás siguen muchos caminos.
“Está haciendo creer al mundo que la Biblia no es inspirada, ni mejor que un libro de cuentos, mientras ofrece algo que la ha de reemplazar, a saber, las manifestaciones espiritualistas” (Primeros Escritos, pág. 91).
Cuando un destacado dirigente de la Iglesia Episcopal niega el nacimiento virginal, cuando un conocido dirigente de la Iglesia Bautista dice que los primeros capítulos del Génesis no son esenciales para la fe cristiana, cuando otros explican el poder milagroso de Cristo en términos humanos, y así por el estilo, la Palabra inspirada de Dios es reducida al nivel de un libro de cuentos.
“Se me mostró que por los golpes y el mesmerismo, estos magos modernos explicarían aún todos los milagros hechos por nuestro Señor Jesucristo, y que muchos creerían que todas las obras poderosas que hizo el Hijo de Dios cuando estuvo en la tierra, fueron hechas por este mismo poder” (Id., pág. 59).
Y en otro lugar se nos dice:
“Las Sagradas Escrituras declaran que en cierta ocasión, cuando los ángeles de Dios vinieron para presentarse ante el Señor, Satanás vino también con ellos… para mirar por sus propios y malévolos planes contra los, justos. Con el mismo objeto está presente allí donde los hombres se reúnen para adorar a Dios. Aunque invisible, trabaja con gran diligencia, tratando de gobernar las mentes de los fieles” (El Conflicto de los Siglos, pág. 572).
Él y sus ayudantes hacen consistir su obra “en desnaturalizar los móviles de toda acción buena y noble” (Id., pág. 573). ¡Cuán fácil y frecuentemente caemos en sus trampas!
El presenta “herejías preparadas para adaptarse a todos los gustos y capacidades de aquellos a quienes quiere arruinar… La teoría según la cual nada importa lo que los hombres creen, es uno de los engaños que más éxito da a Satanás” (Id., pág. 574).
“Una de las seducciones magistrales de Satanás consiste en mantener a los espíritus de los hombres investigando y haciendo conjeturas sobre las cosas que Dios no ha dado a conocer y que no quiere que entendamos” (Id., pág. 577).
Y podríamos seguir más y más. A veces esas cosas se introducen subrepticiamente en la iglesia y se presentan en formas tales como cuestionando el movimiento, la organización, los dirigentes, el espíritu de profecía, la comisión de la iglesia y las normas de la iglesia.
Los mismos escogidos
Inmediatamente antes del tiempo del fin, Satanás hará un esfuerzo decidido para engañar a todos. Él ya ha engañado a muchos, pero está preocupado por este grupo de cristianos fundamentalistas a los cuales el profeta Juan llama el remanente —los que aguardan el retorno de Cristo y que hacen planes para morar con él.
Hasta ese tiempo Satanás sólo ha tenido éxito en parte, y ahora lanza una ofensiva tan decidida que Cristo mismo dice que engañaría “si fuere posible, aun a los escogidos” (Mat. 24:24).
En estas palabras está implicado que estas señales serán casi, pero no del todo, convincentes para “los escogidos”. Este grupo ha seguido el consejo de Juan y ha ungido sus ojos con colirio y por lo tanto puede distinguir entre lo verdadero y lo falso.
“La forma de la oración en el griego implica que es en realidad imposible para Satanás engañar a los que aman y sirven a Dios con sinceridad… Un amor genuino por la verdad y la diligencia en obedecer las instrucciones que Dios ha dado para estos últimos días demostrará ser la única protección contra los engaños del enemigo, los espíritus seductores y las doctrinas de demonios” (SDA Bible Commentary, Mat. 24:24).
Debemos estar alerta continuamente, bien fundados en la verdad y plenamente instruidos en las Escrituras. “Satanás no pudo encontrar nada en el Hijo de Dios que le permitiese ganar la victoria. Cristo guardó los mandamientos de su Padre y no hubo en él ningún pecado del que Satanás pudiese sacar ventaja. Esta es la condición en que deben encontrarse los que han de poder subsistir en el tiempo de angustia” (El Conflicto de los Siglos, pág. 681).
Sobre el autor: Secretario Tesorero de la Unión del Pacifico, EE. UU.