Los habitantes de Gadara deseaban que Cristo los dejara. Los de Capernaum lo recibieron, y entre ellos él efectuó maravillosos milagros. Cristo tiene todo el poder en el cielo y en la Tierra. Él es el gran Médico a quien debemos acudir cuando sufrimos alguna enfermedad física o espiritual. Mostró que poseía absoluto dominio sobre los vientos y las olas, y sobre los poseídos por demonios. Le han sido dadas las llaves de la muerte y del infierno [sepulcro]. Le fueron sujetados los principados y las potestades, aun estando en su humillación…

 ¿Por qué no ejerceremos mayor fe en el Médico divino? Como trabajó para el paralítico, así actuará hoy en favor de los que lo buscan para su curación. Tenemos gran necesidad de más fe. Estoy alarmada cuando veo la falta de fe entre los nuestros. Necesitamos ir directamente a la presencia de Cristo, creyendo que curará nuestras dolencias físicas y espirituales.

 Somos demasiado faltos de fe. ¡Oh, cómo desearía poder inducir a nuestros hermanos a tener fe en Dios! No deben creer que con el fin de ejercer fe deben ser acicateados hasta llegar a un alto grado de excitación. Todo lo que tienen que hacer es creer en la Palabra de Dios, así como creen en lo que dicen uno al otro. Él lo ha dicho, y cumplirá su Palabra. Dependa usted tranquilamente de las promesas de Dios, porque él quiere decir precisamente lo que dice.

 Diga: Él me ha hablado en su Palabra, y cumplirá cada promesa que ha hecho. No se vuelvan impacientes. Confíen. La Palabra de Dios es fiel. Procedan como si pudieran confiar en vuestro Padre celestial […].

 Se designa a hombres para que proclamen la verdad en nuevos lugares. Ellos deben tener fondos para su sostén. Y deben tener recursos a los cuales acudir para ayudar a los pobres y necesitados que hallarán en su trabajo. La benevolencia que muestren hacia los pobres influirá en sus esfuerzos para proclamar la verdad. Su disposición para ayudar a los necesitados les gana la gratitud de los que ayudan y la aprobación del Cielo.

 Esos fieles obreros deberían tener la simpatía de la iglesia. El Señor oirá las oraciones en favor de ellos. Y la iglesia no debería dejar de mostrar un interés práctico en su obra.

 Nadie vive para sí. A cada uno se le asigna un puesto de deber en la obra de Dios. La unión de todos fortalece la obra de cada uno. A medida que crezcan la fe, el amor y la unidad de la iglesia, se magnificará su círculo de influencia, y siempre han de alcanzar los límites máximos de esa influencia, extendiendo constantemente los triunfos de la Cruz.

 Dios nos exhorta a que rompamos las cintas de nuestro estricto servicio interno. El mensaje del evangelio ha de ser llevado a las ciudades y fuera de las ciudades. Hemos de exhortar a todos para que se alisten en torno de la bandera de la Cruz. Cuando esta obra se haga en la debida forma, cuando trabajemos con celo divino para añadir conversos a la verdad, el mundo verá el poder que acompaña al mensaje de la verdad. La unidad de los creyentes da testimonio del poder de la verdad que es capaz de poner en perfecta armonía a hombres de diferentes caracteres, unificando sus intereses.

 Las oraciones y las ofrendas de los creyentes se combinan con esfuerzos fervientes y, y entonces son ciertamente un espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Los hombres se convierten de nuevo. La mano que una vez se aferraba a la recompensa de un sueldo mayor se ha convertido en la mano ayudadora de Dios. Los creyentes están unidos por un solo interés: el deseo de crear centros de verdad donde Dios sea exaltado. Cristo los une con santos vínculos de unión y amor, vínculos que tienen un poder irresistible. […]

 Dios exhorta a los que están medio despiertos para que se levanten y se ocupen con fervor en su obra, orando a Dios en procura de fortaleza para el servicio. Se necesitan obreros. No es necesario seguir reglas de precisión exacta. Reciba usted al Espíritu Santo, y sus esfuerzos tendrán éxito. La presencia de Cristo es lo que da poder. Cesen toda disensión y lucha. Prevalezcan el amor y la unidad. Actúen todos bajo la dirección del Espíritu Santo. Si los hijos de Dios se entregan plenamente a él, les restaurará el poder que han perdido por la división. Dios nos ayude a todos a comprender que la desunión es debilidad y que la unión es fortaleza

Extraído de Mensajes selectos, t. 1, pp. 100-102.