Un análisis de críticas recientes al adventismo

Recientemente, la Iglesia Adventista del Séptimo Día sufrió un fuerte ataque por parte de un pastor evangélico en una red social de gran alcance. Esta crítica provocó una intensa repercusión en los medios sociales, generando polémica y diferencias de opinión al sacar a la luz una visión errónea del adventismo: la acusación de que “la Iglesia Adventista es una secta” y no una iglesia cristiana. Pero, después de todo, ¿qué es una secta y qué implicaciones tiene este concepto?

Etimológicamente, la palabra “secta” procede del griego hairesis, que significa: partido, facción, dogma o herejía. La Biblia menciona las siguientes sectas o partidos: fariseos, saduceos, nazarenos y cristianos (Hech. 5:17; 15:5; 24:5; 26:5; 28:22).[1] Existen otras conceptualizaciones más populares del término: “Se refiere a un grupo de personas que comparten un conjunto de creencias religiosas o filosóficas que difieren de las de los grupos hegemónicos. En la práctica, una secta es una creencia o religión que ocupa una posición subordinada en una sociedad. Debido a su connotación peyorativa, el término se utiliza cada vez menos”.[2] “Es un grupo religioso que niega uno o más de los fundamentos de la verdad bíblica. […] Es un grupo que se dice ser cristiano y sin embargo niega una verdad esencial del cristianismo bíblico”.[3]

Considerando los conceptos presentados, es pertinente compararlos con los principios, creencias y organización adventistas, y luego preguntarnos: ¿existe coherencia entre los significados del término y lo que la iglesia realmente cree y defiende? La respuesta se esbozará aquí, con vistas a algunos aspectos relevantes: 1) comprender cuándo y cómo esta acusación ha sido asociada al adventismo a lo largo de la historia; 2) identificar las incoherencias que hacen de esta designación una correlación incoherente y falsa; y 3) destacar las características institucionales, teológicas y espirituales de la Iglesia Adventista que refutan la acusación en cuestión.

Aspectos históricos

Las acusaciones contra los adventistas del séptimo día no son nada nuevo; más bien, son recurrentes. En los años cincuenta, se publicó una serie de libros sobre diversas sectas, uno de los cuales estaba titulado The Truth About Seventh-Day Adventism [La verdad sobre los adventistas del séptimo día].[4] El contexto de este libro es una historia que merece ser recordada aquí.

El pastor adventista Tobias Edgar Unruh, presidente de la Asociación de Pensilvania Oriental, escuchó una serie de sermones sobre el tema de la justificación por la fe, predicados por el pastor presbiteriano Donald G. Barnhouse, editor de la revista evangélica Eternity. Unruh envió una carta a Branhouse elogiándolo por la serie de sermones y agradeciéndole por haberlos hecho públicos. Sin embargo, Barnhouse se sorprendió y cuestionó este aprecio de los adventistas, ya que los consideraba legalistas.[5] El pastor Unruh envió entonces a Barnhouse una copia del libro El camino a Cristo, escrito por Elena de White. Sin embargo, en 1954, Barnhouse publicó una crítica mordaz del libro obsequiado. Ante la actitud grosera del pastor presbiteriano, Unruh expresó su descontento y dijo que ya no había motivo para que siguieran en contacto.[6]

En 1954, Barnhouse encargó al joven erudito evangélico Walter Martin que escribiera un libro sobre la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Por aquel entonces, Martin era editor asociado de la revista Eternity y ya había publicado un libro titulado Jehovah of the Watchtower [El Jehová de la Atalaya] en 1953, seguido de The Kingdom Of the Cults [El reino de las sectas]. Su interés por conocer más acerca de los adventistas lo llevó a iniciar contactos con pastores adventistas y, posteriormente, a celebrar más de quince reuniones con dirigentes de la Asociación General, a los que hizo unas cuarenta preguntas sobre sus doctrinas.[7] Los principales protagonistas adventistas de estas reuniones fueron los pastores Roy Allan Anderson, Walter Edwin Read y LeRoy Edwin Froom. Por la parte evangélica estaban el pastor Barnhouse y el editor Walter Martin.

En aquella ocasión, las preguntas de los evangélicos se dividieron en varias áreas, pero los principales puntos doctrinales de argumentación para acusar a los adventistas de secta fueron:

1. La expiación de Cristo no se completó en la Cruz.

2. La salvación es el resultado de la combinación de la gracia y las obras de la ley.

3. El Señor Jesús era un ser creado y no eterno.

4. En la encarnación, Cristo participó de la naturaleza humana caída y pecadora.[8]

El resultado de esas reuniones fue la producción del libro Seventh-Day Adventists Answer Questions On Doctrine [Los adventistas del séptimo día responden preguntas sobre doctrina] en 1957, que se convirtió en el clásico más polémico dentro y fuera del adventismo.[9] Además, aquellas reuniones generaron cuatro tipos de reacciones: 1) evangélicos a favor del adventismo; 2) evangélicos en contra; 3) adventistas a favor del libro Questions On Doctrine; y 4) adventistas en contra.[10] Entre los evangélicos a favor del adventismo estaban Donald G. Barnhouse y su grupo, que en 1956 publicaron la siguiente opinión en la revista Eternity en el artículo “Are the Seventh-Day Adventists Christians?” [¿Son cristianos los adventistas del séptimo día?]: “Quisiera decir que nos deleitamos en hacer justicia a un muy calumniado grupo de creyentes sinceros, y en nuestras mentes y corazones los sacamos del grupo de los que son completamente heréticos […] reconociéndolos como hermanos redimidos y miembros del cuerpo de Cristo”.[11]

Críticas actuales

Así como hubo muchas reacciones desfavorables a esta obra y al adventismo en los días que siguieron a la publicación de Questions on Doctrine, las críticas a la Iglesia Adventista del Séptimo Día continúan en la actualidad. Predicadores como Nataniel Rinaldi, André Valadão, Rodrigo Mocellin, Augustus Nicodemos y otros representan a algunos de los que atacan a la confesión religiosa con la afirmación de que es una secta. Los argumentos actuales giran en torno a los siguientes temas:

1. La Cruz no fue suficiente.

2. Hacer de Satanás un corredentor.

3. El don profético de Elena de White.

4. Solo los adventistas se salvarán.

5. El sueño del alma.

Hay que considerar que la mayoría de estos argumentos acusatorios son defendidos por personas que poco o nada conocen de las creencias, principios y organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, reproduciendo, sin el menor sentido de honestidad académica y hermenéutica, tales críticas, a las que ya se han dado varias respuestas.[12]

Vale la pena señalar, sin embargo, que ser llamado secta no disminuye la estima adventista ni socava su identidad, ya que incluso la iglesia cristiana fue llamada secta por los críticos en sus primeros días.

La secta cristiana

Prestemos atención a este texto escrito por el apóstol Pablo: “pero esto confieso: que, según el Camino que ellos llaman secta, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todo lo que está escrito en la ley y en los profetas. Tengo la misma esperanza en Dios que ellos, que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos; por eso procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hech. 24:14-16).

Pablo fue encarcelado en Cesarea Marítima, acusado falsamente por los judíos de ser un disidente y enemigo de la nación. Al ser interrogado por el gobernador Félix, el apóstol dejó en claro que servía a Dios en lo que otros llamaban una secta. Sin embargo, parece que la preocupación de Pablo no era la popularidad de su fe o su aceptación social, sino que estuviera en consonancia con las normas de la revelación bíblica según la Ley y los profetas, es decir, según el Antiguo Testamento.

La autenticidad de un movimiento religioso debe definirse por el estándar de la Palabra revelada, no por conceptos denominacionales que a menudo carecen de la plena aprobación de las Escrituras. Los críticos de los adventistas deben comprender que la identidad confesional de este movimiento no depende del aplauso o de la aquiescencia de ninguna organización religiosa, porque tal actitud corre el riesgo de invalidar el principio bíblico, sustituyéndolo por la aprobación y el aplauso de los seres humanos.

La actitud de Pablo muestra que debemos tener el compromiso de basarnos en la revelación divina y no en la aceptación popular o mayoritaria para definir la verdad religiosa. ¿Quién dice que la mayoría siempre tiene razón? Si así fuera, Jesús habría sido considerado un tremendo hereje, porque a menudo contradecía a los círculos que le rodeaban.[13]

Los adventistas y la verdad bíblica

La mayoría de las personas que critican a la Iglesia Adventista del Séptimo Día no conocen su historia ni sus creencias. La IASD tiene un profundo compromiso con la verdad bíblica y su énfasis es restauracionista.[14] Con más de 20 millones de miembros en todo el mundo, cuenta con sólidas instituciones educativas, editoriales y de salud. Se destaca su contribución social a través de la Agencia para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) y, a escala local, de la Acción Solidaria Adventista (ASA). Además, la iglesia mantiene un fuerte programa misionero, ya que cree en el principio de la verdad presente, entendiendo su misión como la predicación del evangelio eterno en el contexto del triple mensaje angélico de Apocalipsis 14:6 al 12.[15]

El adventismo también se guía por el siguiente principio bíblico: “Pero si padecen por obrar el bien, son dichosos. No teman sus amenazas, ni se turben, sino santifiquen a Cristo, el Señor, en su corazón, y estén siempre preparados para responder con mansedumbre y respeto al que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes” (1 Ped. 3:14, 15). El compromiso de los adventistas con la verdad se basa en Cristo y en su Palabra. Cuando le preguntaron qué es la verdad, Jesús afirmó que había venido al mundo para dar testimonio de la verdad y añadió que todo el que es de la verdad oye su voz (Juan 18:37).

Las Escrituras presentan cinco pilares de verdad absoluta y única:

1. Dios (Juan 17:3; Jer. 10:10)

2. Jesús (Juan 14:6; 1 Juan 5:20)

3. El Espíritu Santo (Juan 15:26; 1 Juan 5:6)

4. Ley (Sal. 119:142)

5. Iglesia (1 Tim. 3:15)

Jesús dio testimonio de la verdad que oyó del Padre (Juan 15:15), y el Espíritu Santo, llamado el Espíritu de la verdad (16:13), daría testimonio de lo que oyó del Padre y del Hijo, guiando a la iglesia hacia la verdad (15:26; 16:13-15). La iglesia que Jesús fundó (Mat. 16:18), que es “columna y baluarte de la verdad” (1 Tim. 3:15), debe dar testimonio de lo que ha oído de las enseñanzas de Jesús (Mat. 28:18-20).

Coherencia

Ante este panorama de la verdad, tenemos que darnos cuenta de que la iglesia de Dios necesita ser coherente. Debe presentar y vivir la verdad según los principios de la Biblia, y no según conceptos filosóficos o tradiciones humanas. Después de todo, Jesús dijo que el verdadero discipulado se caracteriza por creer y permanecer en su palabra, que conduce al conocimiento de la verdad y a la libertad (Juan 8:31, 32).

Desde este punto de vista, surge la necesidad de plantear una pregunta: ¿Está todo el cuerpo de la doctrina evangélica fundamentado en las Escrituras? ¡La respuesta es no! De hecho, ¡hay tantas divergencias en las declaraciones de fe de las denominaciones cristianas evangélicas que da miedo![16] Sin embargo, ninguna de estas denominaciones acusa a la otra de ser una secta, aunque algunas de sus declaraciones de fe dependen más de malabarismos hermenéuticos que de la coherencia bíblica.

A continuación, se exponen algunas de las enseñanzas defendidas por la mayoría de los cristianos, y es pertinente preguntarse: ¿Están realmente basadas en las Sagradas Escrituras?

• ¿Es bíblica la inmortalidad del alma luego de la muerte, tal como creen y predican algunos evangélicos?

• ¿Es bíblico el castigo eterno? ¿Es coherente con el carácter justo y amoroso de Dios?

• ¿Es bíblico el domingo como día de observancia?

• ¿Tiene el rapto secreto una base bíblica?

• ¿Es bíblico el dispensacionalismo pretribulacionista? La popularidad de este concepto dista mucho de hacerlo aceptable desde el punto de vista de una interpretación coherente basada en el principio de la sola Scriptura.

Evaluación y conclusiones

Para concluir, es necesario volver a dos conceptos filosóficos y teológicos que definen a un grupo religioso como secta, citados al principio de este artículo: “Se refiere a un grupo de personas que comparten un conjunto de creencias religiosas o filosóficas que difieren de las de los grupos hegemónicos”. “La definición específica de una secta cristiana, es un grupo religioso que niega uno o más de los fundamentos de la verdad bíblica”.

A partir de la lista de doctrinas presentada anteriormente, es evidente que gran parte de lo que se denomina evangelio en muchas denominaciones cristianas consiste en añadidos a las enseñanzas de Jesús o negaciones (o exclusiones) de lo que realmente enseñó. Uno de los pilares de la verdad es la Ley de Dios (Sal. 119:142). Sin embargo, existe una guerra por negar la esencia de esta verdad. Muchos utilizan el frívolo argumento de que las enseñanzas del Antiguo Testamento ya no son necesarias hoy en día. Curiosamente, los que niegan la relevancia del Antiguo Testamento en cuestiones doctrinales a menudo recurren a sus textos cuando enseñan sobre el diezmo en sus congregaciones. Podemos llamar a esto la “hermenéutica de conveniencia”.

Sería prudente que quienes critican a los Adventistas del Séptimo Día, tachándolos de secta, comprendieran que “dichoso el que no se condena a sí mismo con lo que aprueba” (Rom. 14:22). Si el principio de la sola Scriptura es realmente el principio rector de estos críticos, que lo vivan y lo enseñen sin ser selectivos ni mutilando la verdad, como hizo Marción en los primeros tiempos de la Iglesia Cristiana. Y si alguien quiere saber lo que creen los adventistas, que lea su literatura para entender que son capaces de explicar mediante las Escrituras la razón de su fe a cualquiera que quiera conocerla.[17]

Sobre el autor: Pastor en Aracaju, Sergipe


Referencias

[1] Don F. Neufeld, ed., Diccionario bíblico adventista del séptimo día (Florida: ACES, 1995), p. 1065.

[2] Edison Veiga, “Seita ou Religião: O que Escondem as Terminologias por Trás da fé”, BBC News Brasil, disponible en: <link.cpb.com.br/67b6d9>, consultado el 4/3/2024.

[3] “¿Cuál es la definición de una secta?”, Got Questions, disponible en: https://www.gotquestions.org/Espanol/definicion-secta.html, consultado el 4/3/2024.

[4] Walter Martin y Donald G. Barnhouse, The Truth About Seventh-Day Adventism (Whitefish: Literary Licensing, 2013).

[5] George R. Knight, ed., Los adventistas del séptimo día responden preguntas sobre doctrina, Clásicos del adventismo 2 (Miami: APIA, 2008), p. xv.

[6] Knight, Preguntas sobre doctrina, p. xvi.

[7] Edgardo D. Iuorno, Preguntas Explosivas: Trasfondo, Formulaciones Doctrinales y Consecuencias de la Publicación del libro Questions on Doctrine (Paraná: Descubra Ediciones, 2020).

[8] Para una exposición teológica, ver Frank B. Holbrook, The Atoning Priesthood of Jesus Christ (Berrien Springs: Adventist Theological Society Publications, 1996) y Raoul Dederen, “Cristo: Su persona y obra”, en Tratado de teología adventista del séptimo día, ed. por Raoul Dederen (Florida: ACES, 2009), pp. 182-232.

[9] Knight, Preguntas sobre doctrina, p. xvi.

[10] Juhyeok Nam, “Reactions to the Seventh-Day Adventist Evangelical Conferences and Questions On Doctrine 1955-1971” (Tesis de doctorado, Andrews University, 2005).

[11] Donald G. Barnhouse, “Are the Seventh-Day Adventists Christians? Another Look At Seventh-Day Adventism”, Eternity (1956), p. 45.

[12] Ver Francis D. Nichol, Answer to Objections: An Examination of the Major Objections Raised Against the Teachings of Seventh-day Adventists (Washington D.C.: Review and Herald, 1952).

[13] Otto Borchert, O Jesus Histórico (São Paulo: Vida Nova, 1985), pp. 20-70.

[14] Alberto R. Timm, “História do Desenvolvimento das Doutrinas Adventistas: Textos desenvolvidos para a disciplina de desenvolvimento das doutrinas adventistas no Seminário Latino-Americano de Teologia: Argentina, Brasil e Peru (material no publicado, 2009), pp. 1-5.

[15] Ver Alberto R. Timm, El Santuario y el Mensaje de los Tres Ángeles: Factores Integradores en el Desarrollo de las Doctrinas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Lima: Editorial Imprenta Unión, 2004).

[16] John H. Leith, Creeds Of The Churches: A Reader in Christian Doctrine from the Bible to the Present (Louisville, KY: John Knox Press, 1982).

[17] Ver Asociación Ministerial de la Asociación General de los adventistas del séptimo día, Creencias de los adventistas del séptimo día: Una exposición bíblica de las doctrinas fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Florida: ACES, 2018).