Ayuda a tu iglesia a promover una revolución del bien donde ella está establecida

La población mundial está siendo testigo de una revolución global. El 14 de enero de 2011, un levantamiento en Túnez llevó al presidente, Ben Alí a huir del país, después de un gobierno de 23 años. Esa chispa encendió una llama en todo Oriente Medio y en el norte de África, que pasó a la historia como la “Primavera árabe”.

Consecuentemente, grandes manifestaciones derrocaron regímenes de larga duración en Egipto y en Libia. Surgieron protestas también en otras partes de Oriente Medio en contra de la injusticia, el autoritarismo y el aumento del precio de los alimentos y los combustibles. Acciones semejantes ocurrieron en otras partes del mundo, como las Repúblicas de Bolivia y Chile, por diferentes motivos.

 En Estados Unidos, el movimiento Occupy pidió que acamparan manifestantes en las principales ciudades del país, para exigir grandes cambios políticos y económicos. Esas manifestaciones globales llevaron a las personas a preguntarse: ¿Qué es lo que está equivocado? Por primera vez en la historia, existe un deseo de profundas transformaciones en la condición del mundo. ¿Por qué? Bueno, de acuerdo con el movimiento World Revolution:

  • La mitad de la población mundial vive con menos de dos dólares por día. 
  • 800 millones de personas sufren de desnutrición.
  • Cerca de 200 millones de niños están desnutridos.
  • 24 mil personas mueren diariamente por hambre. En un año, son 8,7 millones de seres humanos que fallecen por este motivo.  
  • Más de 1.000 millones de personas no tiene acceso a agua potable.  
  • El 33% de la población mundial vive en países de regímenes autoritarios o que no son democráticos.  
  • Un tercio de la fuerza de trabajo del mundo está actualmente desempleada o subempleada.  
  • La mitad de los bosques, que originalmente cubrían el 46% de la superficie terrestre, fue destruida.
  • 27 millones de personas en el mundo son esclavizadas.
  • Entre el 10% y el 20% de todas las especies entrarán en extinción en los próximos 20 a 50 años.
  • El 60% de los arrecifes de coral del mundo, que contienen hasta un cuarto de todas las especies marinas, puede ser destruido en los próximos 20 a 40 años.
  • En 1998, el patrimonio de las 200 personas más ricas del mundo fue mayor que la renta anual total del 42% de la población mundial. Las familias Gates, Walton y la del sultán de Brunei tienen una riqueza acumulada de US$ 135.000 millones; eso equivale al rendimiento anual de 600 millones de personas que viven en los países más pobres del planeta.[1]

 Estas estadísticas, ¿te resultaron tan asombrosas como a mí cuando las leí? Somos parte de una comunidad global que está en crisis. Las personas están sufriendo de maneras impensadas e indescriptibles. Es hora de un gran despertar a nivel mundial.

 Lo que el mundo necesita en la actualidad no es una revolución llena de rabia, violencia ni de un levantamiento, con el objetivo de derrocar a un gobierno determinado, sino la experiencia de una revolución repleta de compasión, amor y servicio. De hecho, el mundo necesita una gran SERVOLUCIÓN.

 ¿Qué es la servolución?

Se trata de la combinación de las palabras “servicio” y “revolución”, que cuando es puesta en práctica, traen resultados positivos para la iglesia, para el mundo y para el Reino de Dios. De acuerdo con Dino Rizzo, servolución es “1) el cambio completo y radical de vida de una persona, causada por simples actos de bondad, para la gloria de Dios. 2) El Reino de Dios en la Tierra como en el cielo. (3) Una revolución en la iglesia, por medio del servicio”.[2]

La servolución no puede ser descrita como un programa o un evento. Se trata, al contrario, de una cultura del Reino nacida en la iglesia de Dios. Una cultura de sacrificio y servicio que ¡puede transformar el mundo! La servolución no es solo un llamado a la acción: es un llamado a la existencia. Es un retrato de la iglesia de Dios, que finalmente se levanta para cumplir la orden de Jesús: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mar. 12:31).[3]

 Este movimiento cumple las palabras de Jesús en Mateo 25:40, cuando dijo: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”. Atiende un importante concepto de los escritos de Elena de White: “Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: ´Seguidme ´ ”.[4] “Si nos humilláramos delante de Dios, si fuéramos bondadosos, corteses, compasivos y piadosos, habría cien conversiones a la verdad donde ahora hay una sola”.[5]

 En síntesis, el objetivo de la servolución extrema es demostrar el amor de Jesús, no solamente predicarlo. Decir a las personas la verdad sin amarlas, difícilmente les dará ánimo para que acepten esa verdad. El hecho es que las palabras son importantes, pero nuestras acciones son fundamentales. Observa los cinco pasos en el desarrollo de una estrategia de servolución.

 Servir es ser desprendido

 La servolución puede ser definida como uno de los mayores principios del cristianismo. El fundamento de la fe cristiana es la gracia inmerecida e incondicional de Dios para cada ser humano que haya vivido en este mundo. Jesús dijo: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros” (Juan 13:34). ¿Cómo nos amó? El versículo más conocido de la Biblia responde a esta pregunta: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

 Sin embargo, observa que cuando Cristo pronunció estas palabras por primera vez, durante la famosa conversación nocturna con Nicodemo, lo sorprendió. El de la ley esperaba una reacción diferente y quedó pasmado con la respuesta de Jesús. En primer lugar, Cristo afirmó que Dios tiene un hijo. Este era un desafío para el monoteísmo radical que ocupaba el centro de la creencia judía. En segundo lugar, Jesús declaró que la misión redentora de Dios no estaba fundamentada en “porque Dios amó a la sinagoga”, sino “porque Dios amó al mundo”. Para fariseos como Nicodemo, el Reino de Dios era visto como una recompensa destinada al pueblo elegido, no como un regalo para todo el mundo. Actualmente, este pensamiento etnocéntrico muchas veces está presente en una visión miope y equivocada del amor divino. Finalmente, Jesús dijo que Dios amó tanto, que dio a su Hijo unigénito. El Señor dio a su hijo para rescatar a todo el mundo, sin restricciones de ninguna clase.

De hecho, Jesús nunca dejó una ciudad en la misma condición en que se encontraba cuando llegó. También es verdad que Cristo nunca quiso que las personas que él servía se sintieran como deudoras por alguno de los favores que habían recibido de su mano. Efesios 5:1 y 2 dice: “Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios”. Por lo tanto, si estamos determinados a ser como Jesús, quien bendijo y curó a las personas voluntariamente, entonces tenemos que tratarlas de la misma manera. En realidad, a veces necesitamos servir a los demás sin que sepan quiénes somos. No debemos servir a las personas en nuestras comunidades esperando que se conviertan en miembros de la Iglesia Adventista. Como adventistas, debemos servir a las personas, sin restricciones, porque es eso lo que Jesús haría.

Servir es ser generoso

Jesús fue un revolucionario. ¿O podríamos decir servolucionario? Mateo 20:28 dice: “Como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.

Cuando se paga el rescate por alguien, generalmente se trata de un precio muy alto. Nota el acuerdo que Dios nos ofrece: nosotros recibimos a Cristo, el perdón y una vida agradable ahora, y a cambio, en el futuro, él nos recibe en su Reino. Obviamente, ¡tenemos la mejor parte en ese contrato! Sin embargo, Dios lo ve de otra manera. En su increíble amor, dio a su Hijo unigénito para que muriera en una cruz por cada uno de nosotros. Ese es un acto de generosidad extravagante, ¿no te parece?

El término generosidad extravagante describe exactamente lo que hemos recibido de parte de Dios. Él es el ejemplo perfecto de extrema donación. Cada relato de la vida de Jesús lo describe viviendo de una forma intensamente generosa, dispuesto a donar sus talentos, recursos, tiempo, compasión y, claro, su servicio. Por lo tanto, nuestro cristianismo también debe demostrar la misma disposición al servicio. No queremos ser conocidos por nuestra generosidad mediana. Queremos ser una iglesia que sirva con extrema generosidad.

La iglesia necesita servir al mundo con el mismo tipo de amor incondicional que Dios nos demostró. Necesitamos arriesgarnos a actuar de una manera absurdamente amorosa, porque cuando vamos más allá de lo que los otros esperan de nosotros para expresar el amor divino, los resultados son multiplicados de maneras increíbles para el Reino de Dios. Servir es expandir el Reino Esto nos lleva a otro concepto importante, que todavía no es completamente comprendido por muchos cristianos. La cuestión no es sobre el crecimiento de la iglesia, sino sobre la expansión del Reino de Dios. Servimos a los demás en nuestra comunidad para expandir el Reino de Dios en la Tierra. ¿Cómo? Bueno, lo percibamos o no, el Señor nos legó una atribución en su Reino.

Al orar todos los días, estamos comprometidos en ese proceso. Observa las poderosas palabras enseñadas por Cristo en la oración del Padrenuestro: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mat. 6:9, 10).

Servir es preocuparse por las personas

 Debemos orar, y pedir a Dios que vivamos los valores del Reino en nuestra vida diaria. De acuerdo con la manera en que seguimos nuestra rutina, necesitamos buscar oportunidades de hacer lo que Jesús haría, si estuviera entre nosotros físicamente. ¿Estamos orando el Padrenuestro todos los días? Si estamos concentrados en edificar el Reino de Dios, él verá por medio de esa actitud el crecimiento de su iglesia.

 El Evangelio de Lucas registra la principal razón por la que Jesús vino a servir. “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10). Cristo vivió en la Tierra buscando oportunidades para encontrar a las personas perdidas y llevarlas al Padre celestial. Todos los días demostraba, por medio de acciones, su amor por las personas. Jesús tenía la capacidad de estar en medio de la multitud y, de todos modos, atender a las necesidades de una única persona que estuviera desesperada en busca de curación.

Dios ve a las personas en las ciudades, en las casas o en las calles, y las valora como seres preciosos sin los que no podría vivir. Para el Señor, ¡las personas importan más que cualquier otra cosa! Si son importantes para él, entonces deben ser importantes para nosotros, también.

 Servir es el camino de la bendición

Probablemente, la imagen más nítida de la servolución que encontramos en la Biblia sea la actitud de Jesús registrada en Juan 13. En los días de Cristo, las personas usaban sandalias, al viajar por los caminos polvorientos de Palestina. La costumbre era lavar los pies de los huéspedes cuando legaban a su destino. Sin embargo, quienes generalmente realizaban esta tarea eran los siervos de la casa, nunca el dueño.

Juan describe que Jesús se levantó de la mesa, se quitó su manto, tomó una toalla de siervo y predicó un sermón en acción, sirviendo a sus discípulos y lavándoles los pies sucios. Entonces, dijo: “¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica” (Juan 13:17). Servir a los demás trae, como consecuencia, bendiciones y felicidad, de acuerdo con las palabras de Jesús.

Sin embargo, esa no es la primera vez que la Biblia declara una verdad tan poderosa. Génesis describe cómo Dios bendijo a Abraham: “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!” (Gén. 12:2, 3). ¡Dios no nos bendice solo por bendecirnos! Al contrario, nos bendice para que podamos servir como canales de bendiciones.

El papel de la iglesia es simplemente ese: servir como bendición al mundo. Cada vez que hacemos eso, ocurren cosas sorprendentes. ¿Es posible imaginar cuán diferente sería el mundo, si cada uno de nosotros, que afirmamos conocer a Cristo, realizáramos un acto de bondad en favor de alguien cada día? Los resultados serían sorprendentes, y el planeta sería un lugar mejor. Podríamos superar todo el mal con el bien, si asumiéramos el compromiso de servir a los demás como Jesús lo hizo. De hecho, lo opuesto también es verdad: la condición única necesaria para que el mal triunfe en el mundo, es que los hombres de bien no hagan nada.

 Nos resta responder a las siguientes preguntas: ¿Perpetuaremos los problemas del mundo actual? ¿Seremos indiferentes a ellos o daremos disculpas? ¿Estamos preparados para comprometernos en una servolución extrema? ¡El Señor cuenta con cada uno de nosotros! ¡El mundo necesita que nosotros nos levantemos para ser la iglesia de Dios en la Tierra! ¡Es hora de hacer que la servolución comience!

Sobre el autor: Pastor de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Aldergrove, Canadá.


Referencias

[1]  “Overview of Global Issues”, World Revolution, <worldrevolution.org>, octubre de 2016; “The State of the World: Human Rights”, World Revolution, <worldrevolution.org>, octubre de 2016.

[2]  Dino Rizzi, Servolution: Starting a church revolution through serving (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2009), p. 18.

[3] Salvo indicación contraria, todos los pasajes fueron extraídos de la Nueva Versión Internacional.

[4] Elena de White, El ministerio de curación, p. 102.

[5] Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 152.