La palabra “nombres” sugiere la visión de gente que busca anhelante la salvación, y que debemos alcanzar. ¿Por qué descuidamos las oportunidades que se nos presentan cuando nos pasan un nombre?
“¡Si no obtengo una respuesta pronto, voy a escribir al pastor de alguna otra iglesia!”
La señora A estaba desconcertada y desilusionada, y con justa razón. Como miembro de mi congregación, había escrito al pastor de una iglesia adventista de un estado próximo, solicitándole que visitara a su nieta, cuyo esposo trabajaba en una base militar cercana a esa iglesia. No hubo respuesta. Con el tiempo, la nieta y su esposo fueron transferidos a una base de otro estado. Envió otra carta al pastor más cercano, a la dirección que figuraba en la Guía de iglesias adventistas. Nuevamente no hubo respuesta.
La señora B, quien había sido recientemente bautizada en mi iglesia, tiene una hermana en un estado del oeste, con quien compartió prontamente su nueva fe por medio de cartas, folletos y llamados telefónicos. La hermana de la señora B deseaba que la visitara un pastor. Escribí varias veces y finalmente, desesperado, llamé a la asociación local para que me diera el domicilio del pastor y su número telefónico. Finalmente él hizo la visita, un tanto de mala gana al parecer. Una visita; nada más. No hubo una invitación para estudiar la Biblia, no hubo intento de amistarse ni invitación a la iglesia. La hermana de la señora B. ahora está asistiendo a una iglesia de otra fe.
Casos como éstos, desafortunadamente, son demasiado comunes. Demuestran una grave falta de interés por parte de algunos obreros en el seguimiento de nombres.
¡Nombres! La palabra misma suscita en mí la visión de gente que busca anhelante la salvación, gente que debo alcanzar.
¿Por qué algunos ministros son tan descuidados con los nombres? Pienso en tres razones, por lo menos:
1. Prioridades equivocadas. Como ministros, nuestra responsabilidad primaria debe ser la gente. Debemos aprender a mantener un equilibrio entre la cantidad de tiempo que empleamos para estudiar, predicar, visitar miembros de iglesia, dar estudios bíblicos, aconsejar, trabajar en la oficina y realizar otros deberes. Pero si no estamos muchas horas por semana en los hogares de la gente, algo está funestamente errado con respecto a nuestras prioridades. Y si no podemos encontrar un modo de cambiar el desequilibrio, no nos corresponde estar en el ministerio pastoral. A los que ponen un fuerte énfasis en la predicación (como yo) puedo decir que el fuego para la predicación no nos llega por la lectura de libros junto al fuego, sino por estar en la línea de fuego.
2. Falta de organización. Los nombres escritos en pedazos desiguales de papel esparcidos por doquier, pobremente organizados y clasificados (o, peor aún, confiados a la memoria), nunca producirán los bautismos que aspiramos. El ministro que no ha aprendido a organizar los nombres para la visitación, tiene limitaciones serias. Un poco de tiempo gastado en la formación de un archivo de interesados bien vale el esfuerzo. La falta de organización llega a ser, para el ministro, un verdadero pecado al descuidar o perder de vista a los candidatos para el Reino.
Mi propio sistema de organización puede no necesariamente funcionar para usted, pero lo menciono aquí a modo de ejemplo. Este sistema considera los nombres en sí mismos, la localización geográfica y el día destinado a la visitación.
Todos los nombres, de cualquier fuente, son escritos en fichas de 10 x 15 cm. Personalmente, coloco los nombres de los interesados inactivos en un fichero o gaveta, alfabéticamente por el apellido, divididos por ciudad o sección postal. Uso estos nombres únicamente para enviar materiales por correo y para visitarlos durante las primeras dos semanas de una serie de conferencias de evangelización, para determinar si hubo algún cambio en el interesado. De paso, en los sobres aparecen las palabras “solicitamos corregir la dirección” bajo el remitente, lo que nos permite poner continuamente al día nuestros archivos.
Los nombres de los interesados semiactivos van a otra sección del archivo, que usamos para enviar el boletín mensual de la iglesia, que compartimos con los miembros y con los interesados activos y semiactivos. El boletín tiene el objetivo de hacer que esas personas se sientan parte de lo que sucede en el distrito. Estos nombres semiactivos reciben visitas ocasionales.
Los nombres de los interesados activos y de 1os que están recibiendo estudios bíblicos, están organizados geográficamente y también por el día de la semana en que visito esa área. Dedico cuatro tardes completas por semana a este trabajo y lo refuerzo con visitas en otros días según sea necesario. Las listas de los miembros de iglesia también están dividas geográficamente, de modo que las visitas a ellos pueden ser intercaladas entre las demás visitas a esa área.
Este registro puede parecer penoso a algunos, por esto el mejor momento para hacer las anotaciones en las fichas es en el auto, inmediatamente después de la visita. ¡Naturalmente usted deberá hacer estas anotaciones fuera de la vista de la persona que acabó de visitar!
3. Dificultad en el aprendizaje de los nombres, el antiguo adagio: “Nunca olvido un rostro, pero no puedo recordar nombres” es demasiado cierto para muchos. A veces este problema puede hacer que pasemos por alto algunos nombres en la visitación. No obstante, más que levantar nuestras manos en señal de desesperación, hagamos algo para resolverlo.
Sería bueno que todos los pastores pudieran tomar el curso de Dale Carnegie para aprender sus excelentes técnicas de memorización de nombres. Pero aun sin tal entrenamiento, un poco de tiempo extra para trabajar contra esta debilidad, haría maravillas por nosotros. Cuando usted se encuentra con una persona, obtenga una impresión vivida y clara del rostro de la misma y de su nombre. Repita luego el nombre de esa persona mental y verbalmente. Rara vez molesta pedirle a alguien que repita su nombre, dado que mucha gente gusta oírlo repetidamente. Podemos también aprender ciertos juegos de asociación o usar diversos ardides mnemotécnicos. Se puede encontrar información más completa en el opúsculo “Cómo recordar nombres”, publicado por Dale Carnegie y Asociados, Inc., 1475 Franklin Ave., Garden City, NY 11530, Estados Unidos de Norteamérica. Nuestra mente es capaz de recordar más detalles de lo que creemos. Generalmente no recordamos los nombres simplemente porque no nos hemos aplicado a la tarea.
¿Qué hay detrás de un nombre? Detrás de cada uno de ellos se esconde un alma para el eterno Reino de Dios. Esa visita que vino el sábado, la familia nueva que acaba de mudarse a la ciudad, esa persona que está en el hospital, el apóstata, el interesado de la Voz de la Esperanza, todos merecen nuestra más cuidadosa y preferente atención.
Cuando un colega me pide que atienda un nombre y dejo pasar el asunto, se ha producido una seria infracción de la ética ministerial. Pero es aún más serio el hecho de que he fallado a la sagrada responsabilidad colocada por Dios sobre mí.
Que el Señor perdone nuestra extraña negligencia y nos impresione nuevamente con el privilegio de trabajar con los nombres.
Sobre el autor: James R. Hoffer es pastor del distrito de Marshall-Bellevue de la Asociación de Michigan, Estados Unidos.