Un ciclo de visiones de Apocalipsis que ha resultado ser uno de los más difíciles de interpretar es Apocalipsis 8 al 11, las siete trompetas. El lenguaje y las imágenes son complejos; y su aplicación a acontecimientos históricos específicos ha resultado en una diversidad de puntos de vista. Esta incertidumbre interpretativa puede ser confusa para los miembros de iglesia y para los que se interesan en encontrar, en esta profecía apocalíptica, una interpretación clara y definitiva. Al tiempo presente, tal interpretación definitiva no es asequible. Quizá la pregunta que deberíamos considerar es: ¿Qué se puede hacer para evitar que esta diversidad de opiniones se transforme en una lucha teológica interna? Permítame sugerir dos cosas. Primera, deberíamos pedirle al Señor que fortalezca nuestra disposición a trabajar juntos con un espíritu de amor cristiano y humildad, a fin de edificar a la iglesia. Segunda, deberíamos ponernos de acuerdo en cómo abordar esta profecía apocalíptica: esta es la cuestión de la hermenéutica apropiada.

PRINCIPIOS BÁSICOS

 No tengo algo particularmente nuevo que ofrecer, pero voy a subrayar la necesidad de permanecer firmemente comprometidos con nuestros innegociables principios hermenéuticos de interpretación apocalíptica. Enumeraré algunos de ellos en el contexto del estudio de las trompetas.

  1. En la interpretación de las trompetas, los teólogos adventistas han empleado casi consecuentemente el método historicista de interpretación profética porque se funda en la Escritura misma. El ángel intérprete proveyó este método a los videntes apocalípticos. Ha demostrado ser un abordaje válido a la profecía apocalíptica, como lo ilustraron mediante su uso Jesús, los apóstoles y los intérpretes a lo largo de la historia cristiana. Aunque en este artículo no voy a proporcionar toda la evidencia necesaria para sostener los elementos más importantes del método historicista de interpretación,[1] sugeriré que los siguientes son indispensables para una interpretación apropiada de las trompetas:

 a. La profecía apocalíptica cubre todo el período histórico que va desde el tiempo del profeta hasta el fin mismo de la historia (Dan. 7). Para ser leales a esta metodología, es necesario aplicarla al ciclo de visiones apocalípticas de las siete trompetas. Cuando examinamos esta profecía desde nuestro momento histórico, debemos tener en cuenta que algunos elementos de la profecía ya se han cumplido en tanto que otros están en proceso de cumplimiento o se cumplirán pronto.

 b. Por ende, el cumplimiento de la profecía apocalíptica sucede dentro del flujo de la historia como un todo. En consecuencia, no puede ni debe ser interpretada siguiendo los lineamientos del preterismo o del futurismo, o aplicando abstracciones conceptuales desconectadas de acontecimientos históricos específicos (idealismo).

 c. La recapitulación es central en las profecías apocalípticas (Dan. 2; 7; 8; 11). Las trompetas recapitulan la historia desde una perspectiva particular y, hasta cierto punto, en forma paralela a otros ciclos proféticos de siete que encontramos en Apocalipsis.[2] Cada ciclo paralelo analiza el período histórico desde ángulos diferentes y aun así suplementarios.

  2. La naturaleza apocalíptica de la visión apunta a un cumplimiento suficientemente específico como para ubicarlo en un evento o proceso histórico. En otras palabras, debería excluirse de la discusión la idea de cumplimientos múltiples de las trompetas.[3] Esto ha sido considerado por nosotros y por el escritor bíblico como una característica fundamental de la profecía apocalíptica (p. ej., Daniel le dice al rey de Babilonia que representa al reino: “Tú eres aquella cabeza de oro” [2:38]; en forma similar, Gabriel identifica a “los reyes de Media y de Persia” y al “rey de Grecia”, representados por el carnero y el macho cabrío, respectivamente [8:20, 21]).

 3. Las trompetas no son los juicios escatológicos finales de Dios sobre los pecadores impenitentes, sino juicios que suceden dentro del flujo de la historia. Por lo tanto, deberíamos distinguir claramente entre el propósito de las trompetas y el de las siete plagas (Apoc.16). Las plagas ocurren en un momento histórico específico que conducirá rápidamente a la parousía.

 4. La mención de períodos de tiempo dentro de las trompetas debería ser estudiada cuidadosamente para determinar si se trata de períodos de tiempo profético o de alguna otra cosa. Si la referencia es a períodos de tiempo profético, deberíamos tratar de encontrar el cumplimiento histórico aplicándoles el principio de día por año.

 5. Deberíamos estudiar cuidadosamente los antecedentes bíblicos del lenguaje y las imágenes que se usan para describir cada trompeta antes de tratar de identificar su cumplimiento histórico. Este elemento metodológico se basa en el principio hermenéutico de que la Escritura se interpreta a sí misma. Su aplicación excluye el uso de nuestra imaginación para determinar el significado e identificar el cumplimiento.

 Emplear estos principios no nos garantiza unanimidad de interpretación pero establece algunos importantes parámetros para la interpretación de las trompetas. Aunque las diferencias de opinión no pueden ser completamente excluidas, como intérpretes adventistas deberíamos sostener los principios expuestos más arriba. Por ejemplo, puede ser que diferentes intérpretes atribuyan el lenguaje y las imágenes usados en la descripción de una particular trompeta a diferentes acontecimientos históricos. Esto es tolerable en tanto se tenga en vista un cumplimiento histórico particular y el texto bíblico haya sido analizado cuidadosamente a fin de justificar esa posibilidad específica. Esto sugiere que, con respecto a una completa y definitiva interpretación de las trompetas, nuestro recorrido todavía no ha alcanzado su destino propuesto.

DIVERSIDAD DE PUNTOS DE VISTA

El siguiente diagrama ilustra de qué manera la aplicación a las trompetas de los precedentes principios de interpretación por consagrados adventistas puede resultar en una diversidad de puntos de vista respecto del preciso cumplimiento histórico de la profecía. Este diagrama no es exhaustivo sino ilustrativo.[4]

INTERPRETACIONES SOBRE LAS TROMPETAS

 El diagrama revela varios puntos importantes. Primero, resulta claro que el punto de vista tradicional entre los adventistas, representado por Urías Smith, no es fuertemente apoyado por muchos intérpretes. Sin embargo, el hecho de que un erudito (Alberto Treiyer) haya proporcionado recientemente una valiosa exposición y defensa de las trompetas acompañando el sentido indicado por Smith sugiere que esta interpretación no debería descartarse fácilmente.

 Segundo, ninguno de los otros intérpretes sigue a Smith en su interpretación de las primeras cuatro trompetas. De hecho, si esta muestra de expositores es de algún valor, uno puede fácilmente concluir que un nuevo consenso parece emerger en la interpretación de las primeras cuatro trompetas, que difiere radicalmente de los criterios de Smith.

 Tercero, hay significativas diferencias interpretativas con respecto a las trompetas quinta y sexta. Dos intérpretes se unen a la opinión de Urías Smith en su interpretación de la quinta trompeta (Thiele y Maxwell) y tres sobre la sexta trompeta (Thiele, Maxwell y Shea). Pero encontramos entre ellos variaciones en algunos detalles. Esto sugiere que la interpretación de Smith no ha pasado totalmente al descanso.

 Cuarto, el desarrollo más importante en la interpretación de las trompetas quinta y sexta ve en ellas el surgimiento del secularismo y del ateísmo en el mundo occidental, y la actuación de la Babilonia del tiempo del fin (Paulien, LaRondelle y Stefanovic).[5] Por ser esta una divergencia mayúscula del enfoque tradicional es necesario hacer algunos comentarios al respecto. La cuestión es verificar si esta interpretación es compatible con el criterio historicista. En mi opinión, parece ser compatible (advierto que no estoy diciendo que esta es o que no es la correcta interpretación de estas trompetas). La principal razón que sustenta mi opinión es que no se trata de un abordaje preterista o futurista, ni idealista de estas trompetas. El aparente problema es que este enfoque identifica los poderes descritos en las trompetas con movimientos filosóficos y espirituales, y no con naciones o imperios específicos. Pero aquí debemos ser cautos. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento, Israel no es un simple poder geopolítico. Por la venida del Mesías judío, la fe de Israel ha sido universalizada, y ahora el Israel de fe del Antiguo Testamento incorpora gente de toda lengua, tribu y pueblo. Hay varios otros ejemplos en el mismo libro de Apocalipsis, pero probablemente el mejor sea Babilonia. Ya no es una ciudad en Mesopotamia sino un símbolo de global apostasía y rebelión contra Dios. Esta interpretación que se mueve de un área geográfica limitada a un fenómeno universal es también apoyada por Elena de White en el contexto de las profecías apocalípticas. Ella toma la referencia apocalíptica a Egipto para representar el espíritu de la Revolución Francesa, que ahora ha alcanzado dimensiones globales en la forma del ateísmo.[6] Por lo tanto, esta nueva interpretación de las trompetas quinta y sexta no socava el historicismo. Identifica una forma de pensamiento global que se originó en una nación particular y considera que es el cumplimiento histórico de las trompetas quinta y sexta. Este nuevo enfoque permanece dentro de los límites del historicismo. Probablemente el desafío más significativo que enfrenta este punto de vista sea proporcionar una interpretación válida de los elementos de tiempo mencionados en las dos trompetas. Por otra parte, los que siguen a Urías Smith o están muy cerca de sus opiniones no solamente tienen que coincidir sobre las fechas específicas para el cumplimiento de los períodos proféticos, sino también necesitan encontrar una mejor explicación para la mención del sello de Dios en la sexta trompeta (Apoc.9:4).

 Quinto, otro elemento que tiende a complicar el análisis de los períodos proféticos y ha influido en algunos expositores es que Elena de White parece apoyar la interpretación del predicador millerita Josías Litch. Esto es lo que ella dice:

 “En 1840, otro notable cumplimiento de la profecía despertó interés general. Dos años antes, Josías Litch, uno de los principales ministros que predicaban el segundo advenimiento, publicó una explicación del capítulo noveno del Apocalipsis, que predecía la caída del Imperio Otomano. Según sus cálculos, esa potencia sería derribada ‘en el año 1840 d.C., durante el mes de agosto’; y pocos días antes de su cumplimiento, escribió: ‘Admitiendo que el primer período de 150 años se haya cumplido exactamente antes de que Deacozes subiera al trono con permiso de los turcos, y que los 391 años y 15 días comenzaran al terminar el primer período, terminarán el 11 de agosto de 1840, día en que puede anticiparse que el poder otomano en Constantinopla será quebrantado. Y esto es lo que creo que va a confirmarse’ (Josías Litch, en Signs of the Times, and Expositor of Prophecy, 1° de agosto de 1840).

  “En la fecha misma que había sido especificada, Turquía aceptó, por medio de sus embajadores, la protección de las potencias aliadas de Europa, y se puso así bajo la tutela de las naciones cristianas. El acontecimiento cumplió exactamente la predicción […]. Cuando esto se llegó a saber, multitudes se convencieron de que los principios de interpretación profética adoptados por Miller y sus compañeros eran correctos, con lo que recibió un impulso maravilloso el movimiento adventista. Hombres de saber y de posición social se adhirieron a Miller para divulgar sus ideas, y de 1840 a 1844 la obra se extendió rápidamente”.[7]

 El contexto indica que ella está describiendo la experiencia de Guillermo Miller y sus seguidores en los primeros años de la década de 1840. Siendo que en esa época ella era una millerita, muy probablemente aceptó la interpretación de Litch de la profecía. En la cita, su énfasis principal es que el cumplimiento de la predicción de Litch le dio más ímpetu a la interpretación profética de los 2.300 días propuesta por Guillermo Miller. Se ha sugerido que lo que al parecer tenemos aquí es una evocación de la experiencia de los milleritas, incluyendo la de ella, sin proporcionar necesariamente una interpretación definitiva del período profético. Si este es el caso o no lo es continuará siendo materia de debate.[8] Pero el hecho de que ella nunca más mencionó 1840 como un año cuando se cumplió una profecía bíblica debería hacernos cautos en la manera que usemos esta única declaración. Es interesante que, al observar el diagrama, resulta claro que, aparte de Urías Smith, solo un escritor más concluye el período en 1840 (Thiele). Treiyer se siente atraído por 1840 pero parece sentirse más cómodo con 1844. En otras palabras, la mayoría de ellos no permiten que un solo comentario de Elena de White resuelva la cuestión. Ellos más bien reexaminan el tema con una mirada fresca al texto bíblico y escudriñando las fuentes históricas. En este caso particular, este parece ser un buen procedimiento.

CONCLUSIÓN

 Todos los puntos de vista resumidos en este artículo son compatibles con el método historicista de interpretación profética. En tanto esta metodología específica no sea socavada, la iglesia debería dar lugar a una diversidad de interpretaciones.[9] Reconocer esto debería automáticamente descartar interpretaciones dogmáticas y discusiones acaloradas que podrían fácilmente sacrificar la humildad y el amor cristianos. Cada interpretación que se sugiera necesita ser considerada en función de la validez del análisis del texto bíblico y su pretendido cumplimiento histórico.

Sobre el autor: Recientemente jubilado, fue director del Instituto de Investigación Bíblica, Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.


Referencias

[1] Por ejemplo, véase William Johnsson, “Biblical Apocalyptic”, en Handbook of Seventh-day Adventist

Theology [Tratado de teología adventista del Séptimo día], Raoul Dederen, ed. (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), pp. 784-814.

[2] Sobre el tema de la recapitulación y las trompetas, véase Ekkehardt Mueller, “Recapitulation in Revelation

4-11”, Journal of the Adventist Theological Society 9, n°1 (1998), pp. 260-277.

[3] Véase Jon Paulien, “Seals and Trumpets: Some Current Discussions”, en Symposium on Revelation– Book 1 [Simposio sobre Apocalipsis—Libro 1], Frank B. Holbrook, ed. (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 1992), pp. 183-198.

[4] La información para este diagrama fue obtenida de las siguientes fuentes: Hans LaRondelle, How to Understand the End-Time Prophecies of the Bible: The Biblical/Contextual Approach (Sarasota, FL: First Impressions, 1997); C. Mervyn Maxwell, God Cares [Dios cuida], 2 ts. (Boise, ID: Pacific Press, 1985); Roy C.

Naden, The Lamb Among the Beasts (Hagerstown, MD: Review and Herald, 1996); Jon Paulien, “Interpreting the Seven Trumpets”, monografía inédita preparada para la Comisión sobre Daniel y Apocalipsis de la Asociación General, 1986; William Shea, “Revelation’s Trumpets”, monografía inédita, 1998; Uriah Smith, The Prophecies of Daniel and Revelation (Nashville, TN: Southern Publishing Association, 1944); Ranko Stefanovic, The Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2002); Edwin R. Thiele, Outline Studies in Revelation (Angwin, CA: Compendio de clase, Pacific Union College); Alberto Treiyer, The Seals and the Trumpets: Biblical and Historical Studies (edición propia, 2005). Pido disculpas a los autores si, de manera involuntaria, interpreté erróneamente sus puntos de vista.

[5] Jacques Doukhan también sostiene esta interpretación particular. Véase Secrets of Revelation: The

Apocalypse Through Hebrew Eyes (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2002), pp. 84-91. Él ve en las primeras cuatro trompetas la historia de la iglesia desde los tiempos posapostólicos hasta la gran apostasía, en paralelo, hasta cierto punto, con los sellos.

[6] Ella escribió: “La ‘gran ciudad’ en cuyas calles son asesinados los testigos y donde yacen sus cuerpos muertos ‘se llama simbólicamente Egipto’. De todas las naciones mencionadas en la historia de la Biblia, fue

Egipto la que con más osadía negó la existencia del Dios vivo y se opuso a sus mandamientos. Ningún monarca resistió con tanto descaro la autoridad del Cielo como el rey de Egipto. Cuando se presentó Moisés ante él para comunicarle el mensaje del Señor, el faraón contest con arrogancia: ‘¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová ni tampoco dejaré ir a Israel’ (Éxo. 5:2). Esto es ateísmo; y la nación representada por Egipto iba a oponerse de un modo parecido a la voluntad del Dios vivo, y a dar pruebas del mismo espíritu de incredulidad y desconfianza. La ‘gran ciudad’ es también comparada ‘simbólicamente’ con Sodoma. La corrupción de Sodoma al quebrantar la ley de Dios fue puesta de manifiesto especialmente en la vida disoluta. Y este pecado iba a ser también rasgo característico de la nación que cumpliría lo que estaba predicho en este pasaje” (El gran conflicto [Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1981], p. 312). En otro lugar, después de describir la corrupción moral del mundo, ella pregunta: “¿Qué ha de impedir que el mundo se convierta en una segunda Sodoma?”

(La educación [Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1974], p. 224). Enseguida, agrega:

“Al mismo tiempo, la anarquía trata de hacer desaparecer toda ley, no solo divina sino también humana.

La centralización de la riqueza y el poder; las vastas combinaciones hechas para el enriquecimiento de unos

pocos a expensas de la mayoría; la unión de las clases más pobres para organizar la defensa de sus intereses y derechos; el espíritu de inquietud, desorden y derramamiento de sangre; la propagación mundial de las mismas enseñanzas que produjeron la Revolución Francesa, tienden a envolver al mundo entero en una lucha similar a la que convulsionó a Francia” (ibíd., énfasis añadido). Ella parece considerar que tal mentalidad es la que predomina actualmente en todo el mundo: “El ateísmo y el descreimiento prevalecen en todos los países. Los blasfemos descarados avanzan en la Tierra, la habitación edificada por Dios mismo, y niegan la existencia del Creador, y desafían al Dios del cielo a que los fulmine en el acto si su actitud es errónea. ¡Observad cómo se forman en todas partes sociedades de incrédulos a fin de inventar medios para diseminar su diabólico veneno!” (Review and Herald, 4 de mayo de 1886). Resulta claro que para Elena de White los nombres de las ciudades representan ahora movimientos mundiales que se iniciaron en Francia durante la Revolución Francesa. Esta forma de considerar el cumplimiento profético apocalíptico todavía encuadra dentro de lo que denominamos el método historicista de interpretación profética.

[7] Elena de White, El gran conflicto, pp. 382, 383.

[8] Véase Robert W. Olson, 101 Questions on the Sanctuary and Ellen G. White [101 preguntas sobre el

Santuario y Elena G. de White] (Washington, DC: Ellen G. White Estate, 1981), pregunta 52.

[9] Esto es ilustrado por la forma en que el Comentario bíblico adventista del séptimo día aborda el tema de

las siete trompetas. En tanto confirma el punto de vista tradicional representado por Smith, admite otras posibilidades y evita el dogmatismo (véase F. D. Nichol, ed., Comentario bíblico adventista del séptimo día [Boise, ID: Publicaciones Interamericanas, 1990], t. 7, pp. 803-811).