Nunca la visitación fue tan importante como ahora. Ya sea virtual o personalmente, donde las circunstancias y los protocolos lo permiten, la pandemia de la COVID-19 ha demostrado, una vez más, la necesidad de la visitación y el acompañamiento pastoral a cada familia de la iglesia.

 En general, la preparación recibida en los seminarios o facultades de Teología se centra más en cómo hacer exégesis, predicar y administrar la iglesia, áreas cruciales en la tarea ministerial. Sin embargo, no debemos subestimar la visitación pastoral. Los siguientes beneficios resaltan la importancia de la visitación:

 Crecimiento espiritual. Todo pastor se dará cuenta enseguida de que sin una experiencia espiritual profunda con Dios la visitación se convertirá fácilmente en meros encuentros sociales. La preparación espiritual previa a la visitación es crucial. En ese contexto, las interacciones entre el pastor y sus miembros fomentan el deseo de mayor espiritualidad por parte de todos los involucrados.

 Relaciones. Las visitas pastorales fortalecen las relaciones entre el pastor y sus miembros. No solamente permiten al pastor conocer mejor a las ovejas de su grey y las necesidades de cada uno, sino también ayudan a la hermandad a conocer mejor a su pastor. Además, los líderes y los miembros estarán más motivados a visitarse y fortalecerse entre ellos si ven el ejemplo de visitación de su propio pastor. La visitación fomenta la unidad, y es clave para establecer una congregación cálida y receptiva.

 Predicación. La visitación pastoral provee un panorama más amplio de la vida de los miembros de iglesia, lo que permite al ministro predicar con relevancia particularmente enfocada, según las necesidades, los intereses y los interrogantes que los miembros manifiestan en la visitación.

 Nutrición y fortalecimiento. Las palabras de despedida de Jesús a Pedro lo instaron a apacentar y nutrir a sus corderos y ovejas (Juan 21:15-19). Lograr el crecimiento y la maduración espirituales a través del pastoreo es crucial. Eso incluye orientación espiritual y emocional, a fin de fortalecer la fe y la confianza en Dios, lo que resulta en una mayor disposición para hacer su voluntad.

 Mayordomía. No hay mejor motivación para la fidelidad a Dios que el hecho de que el pastor brinde a un miembro cuidado pastoral de calidad. En ese sentido, las visitas pastorales son clave para comunicar la relevancia de la mayordomía. Un miembro que percibe el cuidado y la preocupación de su pastor a través de la visitación estará más dispuesto a ser fiel a Dios en el uso de su tiempo, dones y talentos, como también su dinero y sus recursos. Sentirá también mayor deseo y responsabilidad de asistir a la iglesia, y de ser fiel a Dios en la devolución de sus diezmos y ofrendas.

 Crecimiento personal. Visitar permite al pastor descubrir sus propios defectos y necesidades. Muchos no comprenden plenamente las debilidades y las necesidades de su propio ser, o eligen esconderlas e ignorarlas. Otros se sienten inseguros de su identidad, vocación y habilidades. Necesitan redescubrirse preguntándose: “¿Quién soy y qué significa ser pastor?” La visitación pastoral puede ser de gran ayuda para responder esa pregunta. Además, al intentar ayudar a los hermanos a superar sus inseguridades, defectos y necesidades, el pastor podrá identificar las propias inseguridades y, con la ayuda de Dios, superarlas también.

 La visitación pastoral, por lo tanto, no es un fenómeno periférico o incidental. Es una parte esencial del ministerio en los pasos del Señor que nos visitó primero a nosotros. La visitación proveerá fuerza en una época en que el mundo está a punto de desmoronarse, y seguridad en un momento en el que no sabemos lo que podría traer el día siguiente.

Sobre el autor:  Editor asociado de la revista Ministerio, edición de la ACES.