Revelación, palabra, Dios

Una de las mayores tragedias de la historia humana se centra en que pocas personas comprenden a Dios. Ciertamente, los individuos a menudo tergiversan a Dios y toman su nombre en vano. Los desastres naturales con frecuencia son rotulados “actos de Dios”. Las desgracias le son atribuidas. Tomar el nombre de Dios en vano se vuelve rutinario en la conversación de todos los días. La gente habla irrespetuosamente de Dios a cada momento.

 Hay muchos que comprenden mal a Dios en las iglesias cristianas, en la predicación cristiana y en la manera de interpretar la Escritura. Dios ¿realmente elige solamente a los escogidos para salvarlos y a los demás los arroja fuera? ¿Permite Dios que algunos nazcan perdidos y permanezcan perdidos? ¿Concede Dios gracia irresistible a los escogidos, pero abandona al resto?

 Este artículo trata de explorar por qué Dios es mal comprendido, y su punto de partida se centra en la cosmovisión bíblica que afirma que la incomprensión respecto de Dios comienza cuando Satanás cuestiona el carácter de Dios y lidera una rebelión en el cielo contra él y todo lo que él representa (Apoc.12:7-10). Este conflicto cósmico permanece como el fundamento del ataque de Satanás contra el carácter y los motivos de Dios. Desde que Satanás engañó a Adán y a Eva, ha continuado batallando contra Dios en la Tierra. Pondremos el foco en los datos bíblicos que documentan lo que sucede detrás del escenario de la historia humana a fin de obtener una correcta comprensión de Dios y de los caminos engañosos de Satanás.

EL CONFLICTO CÓSMICO

 La cosmovisión basada en el conflicto universal entre Dios y Satanás sigue siendo central en la teología adventista.[1] Isaías 14 y Ezequiel 28 proporcionan una breve reseña de este conflicto y de cómo Satanás prosigue con su propósito de difamar a Dios. La mayoría de los eruditos interpretan que Isaías 14 y Ezequiel 28 se refieren a los reyes locales de Babilonia y Tiro, respectivamente. No perciben que, encastradas en estos capítulos, hay vislumbres del conflicto cósmico. Tales eruditos incluyen a Martín Lutero[2] y Juan Calvino[3] en sus comentarios sobre Isaías 14. John Oswalt señala que “los grandes expositores de la Reforma fueron unánimes en argumentar en contra” de que estos capítulos se refieran a Satanás.[4]

 Sin embargo, diversos pensadores prominentes en la historia de la iglesia han captado el significado más profundo de estos capítulos. Entre esos líderes, están Orígenes (185-254), Pedro Lombardo (1100-1160), Tomás de Aquino (1225-1274) y Juan Wyclif (c. 1328-1384). Algunos teólogos, como Jerónimo (340-420) y Agustín (354-430), vieron en Isaías 14 una visión mundial más amplia. La mayoría de los padres de la iglesia, desde Agustín hasta Gregorio el Grande (c. 590-604), creyeron que Isaías 14 se refiere a Satanás.[5]

 Algunos eruditos contemporáneos también comprenden el significado más profundo de Isaías 14 y Ezequiel 28. Por ejemplo, Gregory Boyd y William Dembski creen que Isaías 14 y Ezequiel 28 se refieren a Satanás.[6] Boyd correctamente cree que “la guerra cósmica constituye una de las hebras centrales que entretejen todo el tapiz de la narración bíblica”.[7]

 Isaías 14 y Ezequiel 28 incluyen datos que van más allá de la aplicación local. Por ejemplo, el rey local de Babilonia nunca estuvo en el cielo (Isa. 14:12), ni el rey local de Tiro residió en el Edén o apareció como un querubín protector junto al Trono celestial (Eze. 28:13, 14). En ambos pasajes, los reyes fueron arrojados fuera del cielo por causa de su orgullo (Isa. 14:12, 15; Eze. 28:16, 17). Del rey de Tiro se dice que había sido perfecto hasta que se halló en él maldad (Eze. 28:15), lo que no puede decirse de ser humano alguno desde la caída (Rom. 5:16-18).

 El hecho de que Lucifer (Satanás) fuera un querubín cubridor junto al Trono de Dios indica la posición privilegiada que Dios le otorgó. Conociendo su futura caída, evidentemente Dios le dio toda la oportunidad de ser agradecido y que su rebelión quedara expuesta como irrazonable. El hecho de que fuera creado perfecto, y aun así se haya vuelto orgulloso, indica que Dios no creó el mal. Lucifer hizo esta elección. Cayó por causa de un concepto distorsionado acerca de Dios, un producto de su propia imaginación. Llegó a ser la fuente de todas las distorsiones respecto de Dios. Cristo lo llamó “padre de mentira” (Juan 8:44).[8]

 En Isaías 14, Satanás dice: “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (vers. 13, 14). Satanás claramente quería usurpar el lugar de Dios. La palabra diablo, en griego (diabolos), significa “acusar, traer acusaciones con intención hostil”; y la palabra Satán, en griego (Satanás), significa “adversario”, o “calumniador”. La “multitud de tus contrataciones” de Ezequiel 28:16 es rekullah, la palabra hebrea que, en este contexto, probablemente significa “calumnia” (chismear acerca de Dios).[9] Esto revela abiertamente el designio de Satanás para distorsionar la verdad acerca de Dios. El orgullo lo llevó a tener una opinión tan elevada de sí mismo que rebajó su opinión de Dios.

LA ESTRATEGIA DE SATANÁS

 La Escritura dice que Satanás arrastró ángeles para su bando (Apoc. 12:4; Jud. 6). Lo hizo distorsionando la verdad acerca de Dios. ¿Cómo lo sabemos, y cómo lo hizo? ¿Cómo pudo Satanás socavar la percepción de la bondad de Dios cuando los ángeles no habían conocido otra cosa que su bondad? ¿Insinuó Satanás que Dios los estaba limitando en su pleno potencial? ¿Fue esta su vía de ataque?

 Para contestar estas preguntas, tenemos que ver de qué manera Satanás tentó posteriormente a Eva en el Edén. Sabemos, por la Escritura, que Satanás estuvo “en Edén, en el huerto de Dios” (Eze. 28:13); que era “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (Apoc. 12:9). Sabemos que Satanás usó a una serpiente como su médium para tentar a Eva.

 Observemos cómo se aproximó Satanás en el Edén. La serpiente le preguntó a Eva: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Gén. 3:1; énfasis añadido). Esta es una pregunta para sorprender. “¿Quiere decir que no podéis comer ningún fruto en absoluto?” Satanás insinuaba: “¿Por qué él lo creó para vosotros, si no podéis comerlo?” Satanás sabía que esto provocaría una respuesta. Funcionó. Eva respondió: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (vers. 2, 3).

 Sí, Dios dijo: Si comieres del fruto prohibido, “ciertamente morirás” (Gén. 2:17). Satanás contradijo las palabras de Dios, diciendo: “No moriréis” (Gén. 3:4). Satanás debió de haber dicho esto de una forma tal que Eva no percibió que estaba poniendo a Dios en duda. Porque sabemos que Eva no cuestionó a la serpiente. Por el contrario, se vio enfrentada con pretensiones opuestas y se puso a cavilar acerca de este dilema. Su Creador, Cristo (Col. 1:15, 16; Heb. 1:1,2), le había dado vida, un esposo, un huerto con exuberantes árboles frutales, flores y mucho más, con la libertad de conversar con él. Satanás nada le había dado, excepto una pretensión contraria a su Creador. ¿Por qué Eva desconfió de aquel que le dio todo y confió en uno que nada le había dado?

 La serpiente dijo: “Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios” (Gén. 3:5). ¡Temeraria idea! Eva fue vulnerable a la carnada: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió” (vers. 6). ¿Cómo sabía que por comer el fruto alcanzaría sabiduría? Bueno, ella vio que la serpiente habló. Si el fruto le había dado sabiduría a una serpiente como para que hablara en lenguaje humano, entonces ella, como ser humano, podría llegar a ser como Dios.

 “Ver es creer” entrampó a Eva. Pensó que tenía evidencia empírica de que la serpiente era más confiable que Dios. El talud resbaladizo de Eva comenzó cuando dudó de las palabras de Dios; y dudar de las palabras de Dios la llevó a la desobediencia. Debería haber creído en las palabras de Dios, porque la fe en Dios nos capacita para vencer los engaños de Satanás. Conseguir que ángeles se rebelaran en un cielo perfecto y que seres humanos se rebelasen en un mundo perfecto requería una labor de distorsión de la verdad acerca de Dios. Satanás tuvo éxito en el cielo y en la Tierra. Su acometida en ambos escenarios consistió en destruir la confianza en Dios y, siendo que funcionó tan bien en el cielo, usó la misma vía de acceso en la Tierra.

LO QUE ENFRENTAN LOS CRISTIANOS HOY

 Parece lógico suponer que Satanás ha usado la misma estrategia con todos los seres humanos desde entonces. Los que nos oyen predicar son tan vulnerables como Eva si ponen el foco en “ver es creer” antes que en “creer la Palabra de Dios es ver” a través de las imposturas de Satanás. En otras palabras, dudar hoy de la Palabra escrita de Dios no es diferente de dudar de la palabra hablada de Dios en el Edén. Porque las primeras palabras de Satanás en la Tierra cuestionaron las palabras de Dios. Él ha hecho esto desde entonces. Y aún provoca que los cristianos desconfíen de Dios.

 Por ejemplo, Génesis 1 nos informa que Dios creó el mundo y todo lo que hay en él en seis días. El autor de Hebreos confirma el registro de la creación: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Heb.11:3). Con la Biblia siendo tan clara, ¿cómo es que la mayoría de los cristianos acepta la evolución, sugiriendo algunos que Dios la usó como un método para crear nuevas formas de vida?

 La respuesta es evidente. La evolución, ya sea teísta o de otra forma, sigue siendo una obra maestra de los engaños del enemigo. ¿Por qué? Porque la evolución teísta dice que Dios eligió miles de millones de años para producir seres humanos, en un proceso evolutivo de muerte, mutación y desarrollo, cuando pudo haberlo hecho instantáneamente. ¿Qué clase de Dios es este? ¿Es realmente un Dios de amor?

 Si la supervivencia del más apto fue el medio elegido por Dios para crear seres humanos, como lo sugieren algunos evolucionistas teístas, ¿por qué se opone Dios a que los seres humanos ganen su propia salvación? Si los seres humanos aparecieron por casualidad, como resultado de un accidente evolutivo, ¿hay algún propósito en la vida humana? Si la creación de los seres humanos no fue un acto personal del amor de Dios, el resultado es trágico: el naturalismo reemplaza al supernaturalismo; un impostor reemplaza al Creador. Tales consecuencias son compatibles con Satanás, porque él quiere reemplazar a Dios, aun cuando no puede crear una brizna de césped.

 Además, la evolución pretende tener evidencia empírica de su autenticidad. Esta supuesta evidencia pone en duda el registro bíblico de la creación y las palabras de Dios, así como lo hizo Satanás en el Edén. El oficio de Satanás es distorsionar la Palabra de Dios, induciendo a una tergiversación del carácter de Dios y engañando a incontables cristianos.

LO QUE DIOS REVELA DE SÍ MISMO

 La única manera en que veamos más allá de las muchas distorsiones de Satanás acerca de Dios consiste en permitir que lo que Dios reveló de sí mismo en la Escritura llene nuestra mente y corazón con el amor de Dios. Esto sucede cuando estudiamos concienzudamente su Palabra con oración y cuando esa Palabra es predicada con todo el poder del Espíritu. Algunos teólogos creen que el amor de Dios es un atributo junto con sus otros atributos. Esto no es así. Por naturaleza, Dios es amor, y todos los demás atributos son calificados por su amor.[10]

 Es necesario que este Dios de amor sea continuamente presentado delante de la congregación. Pero ¿cómo puede hacerse esto cuando las personas atacan la Escritura constantemente? Aun en los seminarios, los profesores cuestionan la Palabra de Dios, haciendo eco a lo que Satanás hizo en el Edén. Muchos ya no consideran que la Escritura sea revelación de sí mismo dada por Dios. En cambio, la revelación es considerada como algo que ocurrió entre Dios y los escritores bíblicos. Se estima que la Escritura está llena de respuestas humanas a la revelación en lugar de ser lo que Dios reveló de sí mismo. Estos puntos de vista hacen de la Biblia un libro humano, no un libro divino-humano. Cuando tal naturalismo reemplaza al supernaturalismo como la fuente de las Escrituras, ciertamente se nos priva del arma más potente para combatir los ardides y los engaños de Satanás.

 Consideremos también la enseñanza bíblica de la salvación. Actualmente, la mayoría de los cristianos cree en la gracia y rebaja la importancia de la Ley. Argumentan que somos salvos por gracia y que no necesitamos la Ley. Pero ese es un argumento engañoso. La Biblia dice que el pecado es infracción de la ley (1 Juan 3:4). Si se suprime la Ley, no habrá definición del pecado y, por ende, no habrá necesidad de salvación, ni necesidad de gracia. El amor de Dios se manifiesta en su Ley tanto como en su gracia. La Ley, como Dios la propuso, antes que restringir a las personas, las protege. Satanás se opone a la Ley de Dios porque se opone al gobierno de Dios, que se basa en su Ley.

CONCLUSIÓN

 De este modo, Satanás intenta en toda forma posible tergiversar a Dios y apartar de él a su pueblo. Esa es la vía que astutamente maquinó para librar la guerra en el conflicto cósmico. Como pastores y predicadores, nuestra responsabilidad incluye testificar con el poder del Espíritu Santo, mostrando quién es Dios y cómo es, dentro del contexto del gran conflicto. Nuestra predicación debería proclamar al Dios creador, el Dador de la Palabra y el Dios que de tal manera amó al mundo que dio a su Hijo unigénito, Jesús, para que sea nuestro Salvador. Nuestra predicación continúa siendo una oportunidad sagrada para contrarrestar las tergiversaciones que Satanás urde con respecto a Dios. Las más profundas necesidades de tu congregación en los cultos de iglesia son satisfechas mediante la predicación basada en la Biblia, centrada en Cristo y enfocada en el Calvario. Permite que Dios se revele a sí mismo por medio de tus palabras. Esto describe nuestro sagrado llamamiento. Únicamente la revelación de Dios puede vencer las distorsiones acerca de Dios. Cada sermón necesita manifestar el asombroso amor de Dios (Éxo. 34:6; Jer. 9:23, 24; 1 Juan 4:8-16).

Sobre el autor: Investigador y profesor de Teología Sistemática en la Universidad Adventista del Sur, Collegedale, Tennessee, Estados Unidos.


Referencias

[1] Creencia Fundamental nº8, en el Manual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (Silver Spring, MD: Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, 2005). Véase Norman R. Gulley, Systematic

Theology: Prolegomena [Teología sistemática: Prolegómeno] (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2003), t. 1, pp. 387-453.

[2] Luther’s Works [Obras de Lutero] (St. Louis, MO: Concordia), t. 16, pp. 140, 141.

[3] Calvin’s Commentaries [Comentarios de Calvino] (Grand Rapids, MI: Baker, 1989), ts. 7/1, pp. 442-444.

[4] John N. Oswalt, The New International Commentary on the OT: The Book of Isaiah: Chapters 1-39 [El nuevo comentario internacional del AT: el libro de Isaías: capítulos 1-39] (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986), p. 320.

[5] Para fuentes sobre estas personas, véase José M. Bertoluci, “The Son of the Morning and the Guardian

Church in the Context of the Controversy between Good and Evil” [“El hijo de la mañana y la iglesia guardiana en el contexto del conflicto entre el bien y el mal”] (tesis doctoral, Andrews University, 1985), pp. 4-8.

[6] Gregory A. Boyd, God at War: The Bible and Spiritual Conflict [Dios en guerra: la Biblia y el conflicto

espiritual] (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1997), pp. 157-162; William A. Dembski, The End of Christianity:

Finding a Good God in an Evil World [El desenlace del cristianismo: hallar a un Dios bueno en un mundo malo] (Nashville, TN: B & H Publishing Co., 2009), pp. 134, 135.

[7] Boyd, pp. 24, 25, cita en 25.

[8] Todos los pasajes de las Escrituras citados en este artículo, a menos que se indique otra cosa, son de la versión Reina-Valera 1960.

[9] Véase Richard M. Davidson, “Cosmic Metanarrative for the Coming Millennium” [“Metanarrativa cósmica

para el milenio venidero”], Journal of the Adventist Theological Society [Revista de la Sociedad Teológica Adventista] 11 (2000), n° 1, t. 2, p. 108.

[10] Véase Gulley, Systematic Theology: God [Teología sistemática: Dios] (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2011), n° 2, capítulos 1 y 2.