El papel y la naturaleza del ministerio están determinados por nuestra comprensión de la naturaleza y la misión de la iglesia. La iglesia es una comunidad de creyentes enviada al mundo para representar a Cristo, y que adora, testifica, ora, proclama, enseña, ama, sirve, disciplina y confiesa. Las funciones del ministerio se relacionan con estas características de la iglesia.
El ministerio de la iglesia es la responsabilidad de cada miembro del cuerpo de Cristo. Para capacitar a su cuerpo para el cumplimiento de su misión, Cristo le ha dado dirigentes específicos, entre los cuales hay pastores cuya comisión es formar y guiar a todos los miembros en el cumplimiento de su ministerio. Los pastores son llamados a cumplir su ministerio de ganar almas y pastorear el rebaño de Cristo, y capacitar y animar a otros miembros del cuerpo de Cristo a cumplir su ministerio y ejercitar los dones espirituales que se les ha impartido.
Al pensar en la preparación de pastores consagrados y competentes para la Iglesia Adventista del Séptimo Día durante la década del 80, se observa que hay ciertas aptitudes, capacidades y talentos que son esenciales a fin de asegurar el desarrollo de una iglesia fuerte, efectiva y espiritualmente dinámica, equipada para el cumplimiento de su misión. Este artículo fue preparado por la Comisión Asesora de Entrenamiento Ministerial de la División Norteamericana.
Espiritualidad para el ministerio
Las cualidades esenciales de un pastor son: la necesidad espiritual de una profunda consagración a Cristo, una relación personal con él, el sentimiento del llamado al ministerio proveniente del Espíritu Santo y la continua nutrición de la vida espiritual en una disciplina personal de estudio de la Biblia, oración y devoción.
Cualidades personales
Entre las cualidades personales necesarias para un efectivo ministerio pastoral figuran: una profunda consagración personal a la ganancia de almas, una disposición a servir sin miras al reconocimiento o poder sobre la gente, un alto sentido de integridad personal, responsabilidad financiera, normas morales elevadas de conducta social y cristiana, y un ejemplo cristiano consistente.
Otras cualidades personales importantes incluyen: estabilidad emocional, apertura a la gente y a las ideas nuevas, disposición a aprender, un sólido sentido de responsabilidad, y una profunda lealtad a Cristo, su iglesia y su mensaje.
Relaciones interpersonales
El pastor trata continuamente con la gente, y por lo tanto debiera ser sensible a las personas y sus necesidades, adepto a escucharlas y hábil para hacerlas sentirse aceptadas. El pastor debiera estar en condiciones de identificarse y relacionarse con la gente, cualquiera pudiera ser su trasfondo social, cultural o étnico. El pastor debiera estar en condiciones de crear un cálido sentido de comunidad dentro de un grupo o congregación y ser un hábil dirigente de grupos, especialmente de grupos voluntarios.
El pastor debe ser capaz de sostener una cálida hermandad con sus compañeros en el ministerio y una cooperación profesional y armónica con ministros de otras denominaciones. La habilidad de interrelacionarse con miembros de la amplia sociedad, para cumplir la misión de la iglesia, es fundamental.
La vida de hogar del pastor y las relaciones familiares deben ser un ejemplo de amor y disciplina cristianas, mutuo respeto y apertura en comunicación interpersonal.
Capacidades en el ministerio
El pastor adventista debiera estar bien equipado con determinadas habilidades para el ministerio. Entre ellas figuran su competencia en cuanto a comunicación verbal y escrita, especialmente en la predicación y la enseñanza sólidamente bíblicas; habilidad para . guiar la comunidad de la fe en adoración; capacidad en evangelización pública y personal; capacidad para entrenar, supervisar y capacitar a otros; liderazgo, visitación, ministerio a los jóvenes, asesoramiento y organización.
Los pastores que desean extender su ministerio hacia aspectos especializados, tales como evangelización de tiempo completo, ministerio de jóvenes, capellanía, enseñanza, administración, asesoramiento, educación en el terreno de la salud, ministerios departamentales, etc., debieran aprovechar toda posibilidad de entrenamiento y experiencia posterior en estos campos.
Logros cognoscitivos
El ministro adventista de los años 80 debiera estar teológicamente bien informado, con una especial comprensión de las enseñanzas adventistas y de los escritos de Elena G. de White. El pastor debiera estar equipado con: la capacidad necesaria para interpretar las Escrituras y preparar sermones; un conocimiento funcional de la historia de la iglesia; una comprensión de la dinámica de la interacción humana, métodos de administración eclesiástica, teoría de liderazgo y reglamentación de la Iglesia Adventista; apreciación de las expresiones estéticas de la iglesia cristiana en la literatura, la música, el arte y la arquitectura. El conocimiento especializado que forma el manantial integrado de conocimiento del cual los ministros extraen en el desarrollo de sus múltiples tareas, debiera estar basado en un amplio conocimiento general de los acontecimientos, logros e ideas sobre los cuales se basan los esquemas de pensamiento y acción contemporáneos.
Capacidades prácticas
El ministro debiera tener una actitud positiva hacia la labor manual y hacia quienes están ocupados en ella. Es una positiva ventaja si los que están ocupados en el ministerio poseen algunas capacidades prácticas, pero esto no debiera usurpar la función primaria del ministerio del Evangelio.
Sumario
El pastor adventista para los años 80 debiera estar consagrado a Cristo y al mensaje de las Escrituras -tal como lo enseña la Iglesia Adventista del Séptimo Día-, los miembros del cuerpo de Cristo y la gente del mundo que lo rodea. Debe ser tanto un participante con la gente como un líder de la gente. El énfasis del ministerio adventista en la presente década debiera ser la ganancia de almas, la disciplina de los creyentes y el equipamiento de la gente de Dios para la utilización de sus dones espirituales. Es la responsabilidad de la iglesia preparar pastores en armonía con este perfil a fin de que el cuerpo de Cristo pueda avanzar hacia el clímax de la conclusión de su divina misión.