¿Quién, en el mundo de hoy, valora los “principios”? No se cree en el génesis según el Génesis bíblico y, menos todavía, se valoran los principios morales, éticos o religiosos como forma de guiar la vida. Sin saber de dónde vienen ni hacia dónde van, las personas buscan, primeramente, saciar sus necesidades básicas, pasando, enseguida, del ateísmo a las miles de filosofías espiritualistas, en un intento desesperado por convencerse a sí mismas de que la vida no se resume solamente en lo que experimentamos aquí.

Aun cuando el ateísmo sea la primera elección de muchos, no debe ser fácil vivir sin fe en un mundo como el nuestro. Aun las personas más fervorosas, que creen en Jesús como la salida y en el cielo como promesa real, no están inmunes a la depresión, la soledad y los desajustes familiares. ¿Qué decir de quien piensa que todo lo que aquí vivimos termina aquí? Tal vez sea por eso que los ateos resolvieron imitar a los cristianos y divulgar su “no evangelio”, intentando atraer más personas al ateísmo.

El año pasado, leí en la revista Veja un artículo titulado: “Los neoateos”. Al ser entrevistado, uno de los científicos declaró no tener la intención de quitarles la fe a las personas, sino alcanzar al grupo de indecisos, los que no creen en la religión, pero que todavía no se declaran ateos. Según este grupo de científicos ateos, la religión le hace mal al mundo pues, de no existir, las torres gemelas todavía estarían en el mismo lugar, no habría guerra en Iraq ni habría ocurrido la Santa Inquisición.

Las cosas no son muy diferentes para los que intentan llenar el vacío espiritual fuera del conocimiento bíblico. Aun cuando las personas necesiten desesperadamente del “inmanente desconocido”, están cansadas de sentirse engañadas. Por eso, en medio de tanta violencia, injusticia, falta de amor y vacío interior, hay gente que muere de hambre espiritual, pero insiste en rechazar el Pan de Vida, tal vez por miedo a que esté “envenenado”.

En medio de ese escenario, no es sorprendente que los predicadores encuentren dificultades para llevar a esta generación incrédula al conocimiento de un Dios creador y de su verdad salvadora. ¿Qué argumentos serían ideales para llegar a la mente y al corazón de tales personas? ¿Qué curso bíblico usar para atraerlas?

Durante un buen tiempo, estuve inquieto. Aun sin saber del movimiento de científicos que se estaba gestando, tenía la certeza de que aquellos que pertenecemos a Está Escrito necesitábamos hacer algo para disputar el público-meta de los neoateos y sacarlos de las manos del enemigo. En la época en que leí el artículo, hacía un año que estábamos trabajando en un estudio bíblico dirigido exactamente al público indeciso que permanece entre el ateísmo, el cristianismo y las filosofías espiritualistas. Leer ese artículo me hizo tener más certeza de que estábamos en el camino correcto.

Gracias a Dios, la serie “Principios” ya está lista y llegará a las manos de la iglesia a fines de 2007, con la misión de atender las ansias espirituales e intelectuales de quienes casi pierden la fe por causa de las filosofías humanas. Es la primera serie de estudios bíblicos dirigida a un público que tiene dificultades para creer en la Biblia.

Sin omitir ninguna de las 28 doctrinas fundamentales de la IASD, la serie fue preparada para atender a un público secularizado, acostumbrado a las aulas académicas, las películas, las novelas e Internet. Su formato especial imita una revista y hace de la serie “Principios” un curso bíblico que aleja los preconceptos. Con un diseño moderno y actual, muy parecido a las revistas más leídas actualmente, se trata de una lectura atrayente y esclarecedora. Otra característica sobresaliente es la franqueza con la que trata el asunto de la mortalidad del alma y su relación con las enseñanzas espiritualistas. Lejos de ser una lectura pesada, aunque profunda, es de fácil comprensión. Es un material excelente para ser utilizado en las aulas, en clases bíblicas y en Grupos pequeños.

La serie, incluso, contiene seis DVD con 23 programas de aproximadamente 25 minutos cada uno, en alta definición de imagen y sonido. Allí se encontrará el Santuario de Israel en tres dimensiones, así como la estatua de Nabucodonosor, reconstrucciones de historias, con actores, y entrevistas importantes. Al final de cada programa, para el llamado, tenemos la mejor música, con canciones inéditas grabadas en vivo, especialmente para esta serie.

Es con gratitud al Señor que ponemos a disposición de la iglesia este valioso material de evangelización.

Sobre el autor: Orador de los programas Está Escrito y La Voz de la Profecía (Rep. del Brasil).