Cuando la iglesia pierde su preocupación, pierde a Cristo. Nuestro Salvador podría ser llamado con propiedad el Preocupado, porque la preocupación es la tónica de su trato con la humanidad. La cruz, acto culminante de su preocupación, refleja esta cualidad fundamental de su carácter. “El alma que se ha entregado a Cristo es más preciosa a sus ojos que el mundo entero. El Salvador habría pasado por la agonía del Calvario para que uno solo pudiera salvarse en su reino” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 446).
Un pastor debe reflejar su preocupación en su ministerio, porque el verdadero pastorado está centrado en el Preocupado. Cuando logra esto ha dado un paso importante hacia la instauración de la preocupación por los demás en los corazones de sus feligreses. Y esto constituye una contribución necesaria en el mundo despreocupado de hoy. Esta preocupación es el trampolín que lleva hacia el espíritu de reavivamiento anhelado por muchas congregaciones. Cuando las ovejas advierten que hay un pastor que se preocupa, cuando la preocupación trasciende de los mensajes del sábado de mañana, cuando las necesidades humanas son satisfechas con la predicación del Preocupado en toda su plenitud, cuando la preocupación se manifiesta en la mirada, el tono de la voz y las palabras pronunciadas en la puerta a la salida del culto, y lleva al pastor a los hogares necesitados durante la semana entonces se ha establecido un sólido comienzo.
EL ENGRANAJE DE TRANSMISIÓN EN NEUTRO
Cuando los miembros comienzan a experimentar preocupación unos por otros, algo tiene que ocurrir. Ese algo puede ser una acción definida o, como cualquier convicción espiritual, una supresión de este nuevo interés en la condición espiritual de los demás. Algunos, por propia voluntad, comenzarán a visitar a los débiles, los desanimados, los enfermos y los apóstatas. Pero la mayoría de los feligreses no lo hará. La semilla de la acción puede estar ahí, la determinación de hacer algo “la semana que viene” puede existir, pero el vehículo de la preocupación permanecerá estacionario, hermoso en su apariencia, poderoso en su potencial, el motor funcionando suavemente pero con el engranaje de transmisión en neutro. Alguien tendrá que conectar los engranajes. Con frecuencia es la mano del pastor la que suave pero firmemente realiza la conexión. El autor tuvo esa experiencia.
Más del veinte por ciento de nuestra feligresía estaba en un estado definido de regresión espiritual. Esto no incluía a los inválidos o a los que asistían ocasionalmente a la iglesia cuando experimentaban grandes pruebas o aflicciones. La posición del pastor estaba clara: por la gracia de Dios debía cambiar esta condición de la feligresía.
ORANDO POR LOS APÓSTATAS
Siguieron meses de predicación ferviente y escrutadora del alma. Estos mensajes incluían sermones destinados a satisfacer las necesidades humanas, cuyos temas eran la indiferencia, las técnicas satánicas para destruir el alma, la insensatez de una religión sin cruz, el inventario espiritual, la depresión, el desánimo, el lugar debido del yo, el amor de Dios, el equilibrio cristiano, la santificación, la segunda venida, la vida y el ministerio de Cristo, la batalla por la posesión de la mente, las normas cristianas, etc. A lo largo de esos meses y de esos mensajes corría el hilo de la preocupación por las ovejas las que estaban adentro y las que estaban afuera del redil. Analizábamos constantemente, en público y en privado la necesidad de recuperar a los miembros perdidos, de estimular a los desaminados, de reanimar a los inválidos, de ganar para Cristo nuestra ciudad de medio millón de habitantes. Y siempre procuramos impresionar a los hermanos con la idea de que era necesario tener una profunda preocupación cristiana para llegar hasta toda persona posible que podía ser salvada. Ocasionalmente mencionamos discretamente que más de veinte feligreses de nuestra iglesia de 160 deberían ser puestos en disciplina a menos que nos preocupásemos lo suficiente como para ayudarlos. Pueden imaginar las fervientes oraciones que ascendían de nuestros pequeños grupos de oración los miércoles de noche, a medida que aumentaba nuestra preocupación.
UNA ORGANIZACIÓN ADECUADA
Cuando la junta misionera de nuestra iglesia se reunió en diciembre para completar los planes para el año 1965, ya estábamos preparados. Los dirigentes de la iglesia, como tales, habían experimentado inicialmente cierto grado de preocupación, pero ahora ésta se había intensificado y todos sabíamos que esta semilla del cristianismo del Nuevo Testamento maduraría. Pueden estar seguros que el pastor fue a esa reunión con una oración y un plan.
Analizamos extensamente el plan. Necesitábamos una organización adecuada. Sabíamos también que necesitábamos un programa coordinado que comprometiera a los departamentos principales de la iglesia en un trabajo inteligente en lugar de superponerse y entrechocarse mutuamente. La junta misionera, integrada por los dirigentes misioneros, los ancianos, el director de escuela sabática y el director de jóvenes, constituía una comisión directiva ideal.
COMO IMPEDIR QUE LOS MIEMBROS DUERMAN EL SÁBADO DE TARDE
A continuación, damos los puntos principales del plan que adoptamos. Cada semana se efectuaría un programa de visitación intensivo. Las noches ya estaban tan llenas de actividades de la iglesia, que pensamos que el sábado de tarde era el momento más propicio para la acción. Adoptamos el plan de que todos los que desearan participar en este programa, trajeran un plato o dos de comida a la iglesia para el almuerzo. Comeríamos todos juntos y esta camaradería nos uniría mas estrechamente y nos fortalecería para llevar a cabo la tarea de fortalecer a otros. Nos proporcionaría un mayor número de miembros para realizar las visitas, porque muchos feligreses con muy buenas atenciones, jamás logran llevarlas más allá de la cama donde duermen el sábado de tarde.
Después de almorzar juntos nos reuniríamos en la iglesia, cantaríamos uno o dos himnos, y oraríamos por las personas necesitadas y las situaciones delicadas. Luego analizaríamos los problemas que se presentasen en nuestro trabajo de cada semana. Esto nos insumiría una media hora, después de lo cual distribuiríamos los nombres de las personas que deberían ser visitadas.
Preparamos un gran plano de la ciudad. Lo dividimos en grandes distritos geográficos y éstos en unidades menores e indicamos la ubicación de cada familia mediante un alfiler numerado. Esto permitiría a los visitadores ubicar rápidamente las familias que debían visitar.
Utilizamos un archivo para tarjetas de 6 x 10 centímetros con el fin de llevar un registro de las personas visitadas. Dispusimos las tarjetas en orden alfabético. En la esquina superior derecha colocamos una señal codificada, como ser IV-2-(3). Esto se refería, respectivamente: al número del distrito, a la unidad dentro de ese distrito y al alfiler numerado que correspondía a la familia en particular dentro de la unidad. En una cara de la tarjeta aparecían los nombres de todos los miembros de la familia, y en la otra había anotaciones de interés particular para el equipo visitador, tales como: “Miembros que no asisten”, “Confinados por enfermedad”, “Ausentes de la escuela sabática” e “Interesados en la verdad”.
En la división titulada “Miembros que no asisten”, colocábamos los nombres de los feligreses puestos bajo disciplina eclesiástica y de los que habían faltado durante varias semanas consecutivas. En la sección de los “confinados por enfermedad” anotábamos a los inválidos, enfermos y ancianos que no asistían a los cultos o que lo hacían sólo esporádicamente. En la sección “Ausentes de la escuela sabática” anotábamos a cualquier miembro que faltara a la escuela sabática durante dos sábados seguidos —es decir, recibirían una visita el segundo sábado que faltaran, en la tarde. En la sección “Interesados en la verdad” colocábamos los nombres de los que no eran miembros de la iglesia pero que manifestaban simpatía por ella.
¡ESCRIBA UNA NOTA!
Colocamos cada sábado en un lugar determinado un montón de tarjetas de 6 x 10 centímetros, en blanco. Los visitadores debían utilizarlas para escribir ellos mismos una nota cuandoquiera que no encontrasen a nadie en la casa visitada. Pensamos que esto era mucho mejor que dejar una tarjeta impresa, impersonal. Este procedimiento sencillo resultó de una ayuda incalculable. Casi todos los pastores han descubierto que a veces ha sido una bendición no encontrar a la persona buscada, porque al dejarles una nota escrita por ellos prepararon el camino para una ulterior confrontación personal. Nosotros utilizamos el mismo recurso en nuestro programa de visitación.
Luego pusimos nombre a nuestro programa. Queríamos algo que estimulara a los hermanos y al mismo tiempo describiera nuestro objetivo. Creemos que Dios nos inspiró para encontrarlo: “Operación Rescate”.
DIOS—ALMA—HERMANO
Los tres meses últimos han revelado la verdad de esta declaración: “Busqué a mi Dios, y a mi Dios no pude ver; busqué mi alma, y mi alma me eludió: busqué a mi hermano, y encontré a los tres”. Las palabras no bastan para describir el resultado de la Operación Rescate. En equipos de dos o tres personas, hemos visitado de dos a cuatro hogares cada sábado de tarde desde el comienzo de la operación. La asistencia de los miembros de los equipos de la Operación Rescate ha permanecido constante. Algunas familias que por algún motivo han faltado un sábado, han vuelto el sábado siguiente, y siempre ha habido alguien que las ha reemplazado. Reina un espíritu de colaboración espiritual que reconforta. De los más de veinte miembros que estaban sometidos a la disciplina eclesiástica, la tercera parte se reintegró a la iglesia como resultado directo de nuestros esfuerzos especiales. Nuestros miembros confinados están recibiendo buena atención. Los numerosos miembros que han participado en la Operación Rescate poseen ahora una mejor comprensión de las necesidades espirituales de la iglesia. Además, han visto de cerca los milagros que se han realizado mediante la preocupación personal por la gente. Ahora estamos ampliando nuestra acción para ocuparnos de los interesados en la verdad. Como resultado ya hay una persona que asiste regularmente a la iglesia. A fin de año esperamos haber realizado mil visitas personales por medio de la Operación Rescate. Y cuando la comisión disciplinaria se reúna para considerar los nombres de los que deben ser disciplinados, el corazón del pastor se regocijará cuando piense en ciertas personas que no están en la lista porque alguien se preocupó.
Sobre el autor: Pastor asociado, Memfis, Tennessee