Comprendiendo el significado de la declaración de Jesús en Mateo 24:36

La declaración de Jesús en Mateo 25:36 en que se afirma que él mismo no sabe el día ni la hora de su Segunda Venida ha intrigado a los estudiantes de las Escrituras. Eruditos como R. T. France hablan de la “notable paradoja que es que el Hijo, que tendrá un papel central en aquel día, no sepa cuándo ocurrirá ese evento”.[1] Grant Osborne la clasifica como una “increíble declaración”.[2] Otros teólogos también han intentado entender cuál fue la intención de Cristo en este versículo. ¿Cómo comprender lo que Jesús estaba diciendo, y por qué dijo eso?

Análisis del contexto

 Ese intrigante versículo forma parte del conocido sermón profético en el que Jesús se refirió a la destrucción de Jerusalén y a su Segunda Venida. Los versículos 29 al 31 enfatizan las señales que precederían a la parousia. Con la parábola de la higuera y la exhortación subsecuente (Mat. 24:32, 33), Cristo retornó al tema de la destrucción de Jerusalén, y animó a los discípulos a que estuvieran atentos a las señales de los tiempos, de manera que tomaran conciencia de la proximidad de este gran evento. La generación que no pasaría antes del acontecimiento de todas estas cosas (Mat. 24:34) fue la del primer siglo, que conoció a Jesús y vivió la caída de Jerusalén.[3]

El trecho inicial del versículo 35 retorna al asunto de la Segunda Venida. La parousia (Mat.24:39) y la venida (erchomai) del Señor/Hijo del hombre (Mat. 24:42, 44) son claramente mencionadas.  El versículo 36 es una especie de introducción al texto de los versículos 37 al 51, y enfatiza que la fecha de la Segunda Venida no puede ser conocida.[4] Ese pasaje trata del desconocimiento escatológico y de la necesidad de estar pronto y preparado, pues el día y la hora de la parousia no fueron revelados. A continuación presentamos un esbozo del pasaje:

  • Versículo 36: Afirmación: La ignorancia de los seres humanos, de los ángeles y de Jesús mismo (día y hora).
  • Versículos 37 a 39: Ejemplo: Noé, el diluvio, y la segunda venida de Jesús (días, día)
  • Versículos 40 y 41: Ejemplos: Hombres en el campo y mujeres trabajando en el molino.
  • Versículo 42: Imperativo: Vigilen, por causa de la venida del Señor (día).
  • Versículo 43: Ejemplo: El padre de familia y el ladrón
  • Versículo 44: Imperativo: Estén preparado, s por causa de la venida del Hijo del hombre (hora)
  • Versículos 45 a 51: Ejemplo: El siervo fiel y el infiel (día y hora, ver. 50)

Según el texto, el tema “saber” está presente. De acuerdo con los versículos 32 y 33, los discípulos deberían “saber” (ginōskō) de la proximidad del evento predicho. Sin embargo, en el contexto de nuestro pasaje (Mat. 24:36-51), el énfasis está puesto en “no saber”.[5] Los versículos 36 a 51 claramente indican que, a pesar de que las señales señalaban hacia la proximidad de la segunda venida de Jesús, la fecha del evento no puede ser calculada. Si ni siquiera los ángeles o el propio Señor Jesús pueden definir la fecha, ¿cómo lo podrían hacer los discípulos? En lugar de preocuparse por la fecha exacta de la parousia, ellos deberían estar siempre preparados. Por lo tanto, el énfasis no está en la naturaleza de Jesús, sino en la preparación de la humanidad para el mayor evento de la historia terrestre.

 Mateo 25 continúa la exhortación de Jesús, presentando las parábolas de las diez vírgenes, de los talentos y de las ovejas y los cabritos.[6] En estas, Cristo también indicó que habría una “tardanza”,[7] un intervalo entre su primera y su segunda venida. Además de esto, las dos últimas parábolas alertan sobre que el esperar pasivamente no es suficiente. Aquellos que realmente están aguardando, deben estar activamente comprometidos[8] en algún trabajo para el Maestro, sirviendo a los demás.

Análisis del texto

“Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mat. 24:36, NVI). Los manuscritos griegos contienen diferentes versiones de Mateo 24:36. La diferencia que más se destaca es la omisión de la expresión “ni el Hijo” en el Texto Mayoritario y en algunos otros manuscritos y versiones. Sin embargo, puede ser constatada en documentos más antiguos. Probablemente, en algunos manuscritos, la expresión “ni el Hijo” haya sido omitida debido a cuestiones teológicas; por ejemplo, el concepto de la Trinidad[9]. Sin embargo, independientemente de la interpretación preferida, en ambos casos, “solamente el Padre” conoce la fecha de la segunda venida de Jesús. Si la expresión “ni el Hijo” estaba o no incluida, no determina una diferencia, pues eso queda automáticamente implícito.

Por el análisis del contexto, “el día y la hora” se refieren, incuestionablemente, a la segunda venida de Jesús.[10] De acuerdo con el versículo 36, esa fecha permanece desconocida. Día y hora “fijan un tiempo […]: juntos, día y hora identifican el momento”.[11] Los términos día y hora se repiten en los versículos siguientes. También aparecen en “los días” de Noé (vers. 37, 38); “el día” en que Noé entró en el arca (ver. 38); “el día” de la venida del Señor (ver. 42); y “la hora” de la venida del Hijo del hombre (ver. 44). Claramente, los términos utilizados son casi sinónimos, y están vinculados al versículo 50 para describir la segunda venida de Cristo.[12] Aunque no mencione ni el día ni la hora, el versículo 48 incluye el problema de la tardanza. Así, son enfatizadas la preparación de los discípulos y la importancia de la parousia, rechazando cualquier intento de calcular el evento.

 Hay tres grupos que no conocen la fecha: 1) la humanidad, 2) los ángeles y 3) el Hijo;[13] solamente Dios, el Padre, lo conoce. Aunque la mayoría de los intérpretes modernos tomen el texto en forma literal, en el intento de probar las limitaciones de Jesús,[14] algunos teólogos antiguos presentan variadas interpretaciones con relación al hecho de que Cristo desconozca el asunto: “Orígenes cuestionó si Jesús no estaba refiriéndose a la iglesia, de quien él es la cabeza. Filoxeno afirmó que Jesús se hizo uno con el Padre en sabiduría y autoridad solamente después de su ascensión. Ambrosio atribuyó la expresión ‘ni el Hijo’ a una interpolación arriana. Atanasio sugirió que Jesús meramente había simulado desconocer la información. Los Capadocios creían que Jesús no sabía la fecha por él mismo, sino solo por medio del Padre. […] Crisóstomo simplemente negó que Jesús fuera ignorante acerca de cualquier cosa”.[15] Otros sugieren que Cristo, al usar el término “Hijo”, no se estaba refiriendo a él mismo.[16]

Sin embargo, el texto es muy claro, al mostrar a Jesús admitiendo que poseía un conocimiento limitado de la situación; lo que también indica su sumisión al Padre.[17] La secuencia de los tres grupos mencionados que no conocen la fecha, puede indicar una progresión. Jesús es el que está más próximo al Padre,[18] aunque al pronunciar esas palabras, él no supiera la fecha exacta de su segunda venida.

Consideraciones teológicas

 ¿Es posible que el conocimiento limitado de Jesús se contrapusiera con su divinidad y su posición en la Trinidad? No creemos que sea ese el caso.

Mateo y el conocimiento de Jesús

Aunque Jesús no supiese el momento exacto de su venida, conocía muchos otros detalles.[19] Mateo 24 y 25 revelan que, alrededor del año 31 d.C., Cristo sabía de la destrucción de Jerusalén y de su segunda venida. Él sabía que habría un período de tiempo entre la caída de Jerusalén y la consumación final, y entre la primera y la segunda venida. Jesús advirtió sobre las señales en la tierra, en el cielo, y habló de los conflictos religiosos. Por ejemplo, en Mateo 15:19, él mencionó “mucho tiempo”. Además de esto, Cristo sabía de la futura persecución de su pueblo (Mat. 10:18); de su sufrimiento (Mat. 16:21, 17:12, 20:19); de la traición que sufriría (Mat. 26:34); del Juicio final (Mat. 10:15, 11:22, 12:36); de la recompensa (Mat. 19:29; y de su futura glorificación (Mat. 11:27).

Sin embargo, su conocimiento no estaba limitado al futuro. Él conocía al Padre y lo revelaba a quien quisiera (Mat. 11:27). También, podía leer los pensamientos de otras personas (Mat. 9:4). Este conocimiento superaba al de cualquier ser humano y, obviamente, estaba relacionado con su divinidad. De todas maneras, algunos elementos todavía permanecían excluidos de su omnisciencia. Mateo 24:36 “es la más clara expresión de la limitación del conocimiento de Jesús en el Nuevo Testamento”.[20] Sin embargo, debe tomarse en consideración que Jesús conocía a Dios, a la humanidad y el futuro de manera bastante detallada, incluso sin saberlo todo.

 Mateo y la divinidad de Jesús

Si bien Juan es el Evangelio que más enfatiza la divinidad de Jesús, Mateo también hace referencias al tema. Cristo es el Señor/Yahweh (Mat. 3:3, Isa. 40:3). El Hijo del hombre es capaz de perdonar pecados, una atribución reservada solamente a Dios (Mat. 9:6). También envía profetas: una tarea divina (Mat. 22:34-36).[21] Jesús es el Hijo de David y su Señor (Mat. 22:45). Toda autoridad le fue concedida a Cristo; es decir, él es omnipotente (Mat. 28:18). Además de esto, Jesús también es miembro de la Deidad (Mat. 29:19). De esta manera, en Mateo, Cristo es tanto Dios como alguien que posee conocimiento que, de cierta manera, es limitado. Así, al discutir esa limitación, no debemos negar su divinidad. No podemos dejar de lado una verdad en favor de la otra. La Biblia presenta muchas paradojas,[22] y aquí encontramos una más de ellas. Ambas afirmaciones son verdaderas y deben ser mantenidas como tal.

Mateo y la humanidad de Jesús

 A pesar de ser miembro de la Deidad, Jesús difiere del Padre y del Espíritu Santo en que es completamente humano y completamente divino. Él mantuvo las dos naturalezas después de su encarnación. Obviamente, su condición humana es actualmente la de una naturaleza glorificada por la resurrección. Mateo dejó en claro que Jesús es un ser humano real, aunque haya sido concebido por el Espíritu Santo. Esa revelación es comprobada en el primer capítulo de su libro, que menciona el nacimiento de Cristo. Dado que Jesús era completamente humano, pasó hambre, como cualquiera de nosotros (Mat. 4:2); necesitó saciar su sed (Mat. 27:48); descansar (Mat. 8:20); dormir (Mat. 8:24); y encontrar algún tipo de abrigo (Mat. 13:36). Cristo también fue tentado por el enemigo (Mat. 4:1-11). Como alguien sociable, se relacionó con las personas (Mat. 9:10, 11), sintió compasión por su pueblo (Mat.9:36, 20:34); oró a Dios (Mat. 14:23); y lo alabó (Mat. 26:30). También se sintió chasqueado (Mat. 17:17); profundamente triste, a punto de morir (Mat. 26:38); emocionalmente desamparado por sus discípulos (Mat. 26:42, 45); y exhausto y abandonado por Dios (Mat. 17:23, 27:50). Como ser humano que está sujeto a las necesidades físicas, emocionales y mentales, y partícipe de las debilidades de la humanidad, Jesús se había, temporalmente, vaciado de ciertas prerrogativas divinas (Fil. 2:6-8, Mat. 20:23),[23] transformándose en un subordinado al Padre, quien lo envió (Mat. 10:40, 15:24).

 Mateo y las limitaciones de Jesús

Como dijimos, la naturaleza humana de Cristo era limitada en algunos aspectos.[24] Nuestro texto de análisis, Mateo 24:36, sugiere que la omnisciencia de Jesús era limitada. Si leemos el resto del Evangelio, notamos que su omnipresencia también fue limitada, aunque sea reafirmada al final del libro; es decir, en el relato de su resurrección (Mat. 28:20). El mismo parece ser el caso de su omnipotencia (Mat. 26:53). Osborne escribió: “Jesús es Dios-hombre y, como tal, es tanto plenamente Dios como plenamente hombre. Esto involucra limitaciones durante el tiempo en que él estuvo en su estado encarnado. Mientras andaba por la Tierra, no era omnipresente, y había restringido su omnipotencia y su omnisciencia”.[25] Robert Mounce, al comentar sobre Mateo 24:36, destacó: “Así como la omnipotencia del Hijo no se manifestó en el acto de la tentación (Mat. 4:1-11), su omnisciencia fue velada en un área específica”.[26] Comentaristas explican que el desconocimiento de parte de Jesús, durante su encarnación, debería ser visto como algo positivo, es decir, como evidencia de la autenticidad de su humanidad.[27]

Conclusión

Mateo 24:36 es un pasaje intrigante, que menciona el desconocimiento por parte de Jesús de la fecha de su propia segunda venida a esta Tierra. Cristo realiza esta declaración durante su encarnación como ser humano y, por lo tanto, debe ser comprendida desde ese punto de vista. El Evangelio de Mateo hace alusión tanto a la divinidad como a la humanidad de Jesús, incluso durante el período en que él vivió en esta Tierra. Mateo nos muestra que, debido a la encarnación, Cristo se permitió algunas limitaciones en ciertas áreas y atributos, que fueron removidas después de su resurrección (Mat. 28:18, 19). Por lo tanto, este pasaje no puede ser usado ni para negar su divinidad ni para excluirlo de la Deidad.

 Sin embargo, esa observación no parece ser el punto central del argumento. El foco central de Mateo 24:36 al 51 es la fecha no revelada de la segunda venida de Jesús y nuestra relación con ella. Si esa fecha no era del conocimiento de Cristo mientras estuvo en esta Tierra, entonces nosotros tampoco debemos intentar calcularla.[28] Al contrario, debemos vivir en un estado de constante preparación, esperando con alegría y ansiedad la segunda venida del Señor.

Sobre el autor: Director asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General.


Referencias

[1] R. T. France, “Matthew”, The New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 2007), p. 939.

[2] Grant R. Osborne, “Matthew”, Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2010), p. 903.

[3] Richard M. Davidson, “What Did Jesus Mean by ‘This Generation’?”, Interpreting Scripture: Bible Questions and Answers, (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2010), t. 2, pp. 289-292 versus Daniel Patte,. The Gospel According to Matthew: A Structural Commentary on Matthew’s Faith (Filadélfia, PA: Fortress Press, 1987), p. 341.

[4] John Nolland, “The Gospel of Matthew: A Commentary on the Greek Text”, The New International Greek Testament Commentary (Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 2005), p. 990.

[5] Versículo 36: oida; versículo 39: ginōskō; versículo 42: oida; versículo 43: ginōskō; versículo 50: ginōskō.

[6] David Hill, “The Gospel of Matthew”, The New Century Bible Commentary (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Pub. Co., 1990), pp. 326, 327.

[7] R. T. France, “Matthew”, Tyndale New Testament Commentaries [TNTC], (Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 1990), p. 351.

[8]  Ibíd., p. 352.

[9] Alexander Sand, “Das Evangelium nach Matthäus”, Regensburger Neues Testament (Leipzig: St. BennoVerlag, 1986), p. 498; France, p. 347; David L. Turner, “Matthew”, Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Baker Academic, 2008), p. 589.

[10] Nolland, p. 991.

[11] Ibíd., p. 990.

[12] Ver Mateo 25:13, donde estos dos términos aparecen nuevamente y son inclusivos.

[13] Algunos sugieren “Hijo de Dios”: France, p. 940; mientras que otros proponen “Hijo del hombre”, ver. 44, Donald A. Hagner “Matthew 14-28”, Word Biblical Commentary 33B (Dallas, TX: Word Books, Publisher, 1995), p. 716.

[14] Hill, pp. 323, 324; Turner, p. 589; A. W. Meyer, “Critical and Exegetical Handbook to the Gospel of Matthew”, Meyer’s Commentary on the New Testament, v. 1 (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1983), p. 427.

[15] W. D. Davies, y Dale C. Allison, “A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to S. Matthew XIX-XXVIII”, The International Critical Commentary on the Holy Scriptures of the Old and New Testaments, (Edinburgh: T. & T. Clark, 1997), t. 3, p. 379.

[16] Hill, p. 324.

[17] Davies y Allison, p. 378.

[18] France, p. 940.

[19] Osborne, p. 903.

[20] France, p. 347.

[21] Thomas R. Schreiner, New Testament Theology: Magnifying God in Christ (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008), p. 193.

[22] Esto es: un Dios en tres personas.

[23] “Kenosis”, France, p. 940; Stanley J.Grenz, Theology for the Community of God (Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 2000), p. 277.

[24] Gerald O’Collins, Christology: A Biblical, Historical, and Systematic Study of Jesus (Oxford: Oxford University Press, 1995), p. 121; Thomas C. Oden, “The Word of Life”, Systematic Theology (Peabody, MA: Prince Press, 1998), t. 2, p. 89.

[25] Osborne, Grant R. Op. Cit., pp. 903, 904.

[26] Mounce, Robert H. “Matthew”, New International Biblical Commentary (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1991), p. 229.

[27] Turner, p. 589; Mounce, p. 229; Augustine Stock, The Method and Message of Matthew (Collegeville: The Liturgical Press, 1994), p. 374.

[28] Ver Elena de White, El evangelismo, p. 221.