Ideas sencillas, pero eficaces, para involucrar a todos los miembros de la iglesia en la misión
El pastor Emmanuel Oliveira Guimarães nació en Formiga, Estado de Minas Gerais (Rep. del Brasil). Trabajó como periodista fotógrafo hasta que, hace 28 años, aceptó el mensaje adventista luego de asistir a reuniones de un Grupo pequeño (en aquella época llamados Proyecto Pionero).
Trabajó como colportor regular y asistente de colportaje por cuatro años. Concluyó sus estudios de Teología en 1987. Actualmente, cursa la Maestría en Teología.
Fue pastor en dos distritos, director de los departamentos de Publicaciones, Evangelismo, Escuela Sabática y Ministerio Personal en varias asociaciones y en la Unión Este Brasileña. Desde 2005, es el director del departamento de MIPES en la Asociación Paulista Central.
Es autor de varios libros en portugués. Está casado con María de Lourdes Brito Guimaraes desde hace 26 años, y tiene tres hijas.
Ministerio: ¿Cómo considera usted el énfasis creciente de la iglesia en la misión? Pareciera que actualmente hay un mayor sentido de urgencia que antes.
Pastor Guimarães: Creo que el sentido de urgencia se debe al cumplimiento profético en varios aspectos, tanto dentro como fuera de la iglesia. También creo que con el proyecto de Evangelismo integrado se inició en Sudamérica un proceso de toma de conciencia de la misión por parte de todos los sectores de la iglesia.
Además, hay una renovación en la mentalidad administrativa mundial en todos los niveles de la iglesia, de modo que el sentido de misión está tomando dimensiones proféticas, gracias al poder del Espíritu Santo.
La pérdida del sentido de urgencia en la misión se debe a lo que los misiólogos llaman “área de confort”, en la que muchos miembros y dirigentes de la iglesia comienzan a vivir y hablar para sí mismos como si fueran clubes cerrados, entrando en un estado de letargo, y olvidando a las personas que los rodean y que agonizan por recibir las buenas nuevas del evangelio.
Ministerio: ¿Por qué la iglesia debe ser misionera?
Pastor Guimarães: Lamentablemente, muchos predicadores usan la “culpa espiritual” para motivar a los miembros de la iglesia: si usted no es misionero, no va a ser salvo. Las personas salen con un peso enorme y no comprenden que la misión tiene que ver con el Señor de la misión, y no meramente con un compromiso eclesiástico.
El Evangelio de Juan contiene la perla de la misiología: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21). Juan muestra la comisión evangélica relacionada con la persona de Jesús. No es solo una organización o un pastor, ni siquiera la iglesia local. Es el propio autor de la predicación el que nos dice: “Yo os envío”.
En Mateo 28:18 y 19, la atención está centrada en la autoridad. En Marcos 16:15 y 16, el énfasis está en el juicio. Lucas 24:46 y 47 presenta la comisión evangélica en el contexto de la profecía. Y, en Hechos 1:8 se da importancia a la universalidad de la evangelización.
Pero ninguno de estos motivos es el mayor para la acción Juan presenta el motivo principal, exponiendo una relación especial del que envía con el que es enviado: “El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí” (Juan 13:20).
La iglesia debe ser misionera porque su misión es una continuación de la obra iniciada por Jesús, con una motivación maravillosa: su sacrificio en la cruz. “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:32). El Señor nos invita hoy a participar en la gloria de su cruz. Cada cristiano debe ser misionero, no por la autoridad, ni el Juicio, ni las profecías, ni la universalidad de la predicación, sino porque Jesús murió en la cruz.
La Cruz tiene un contraste inspirador. Jesús había dicho: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, pero en el Calvario caminó hacia la muerte. Había dicho: “Yo soy la luz del mundo”, pero la tierra se llenó de tinieblas. Había afirmado: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”, pero en la Cruz dijo: “Sed tengo” ¿Comprendemos que todo esto fue por cada uno de nosotros? La iglesia debe ser misionera como respuesta al sacrificio expiatorio de Cristo.
“Tan pronto como viene uno a Cristo, nace en el corazón un vivo deseo de hacer conocer a otros cuán precioso amigo ha encontrado en Jesús; la verdad salvadora y santificadora no puede permanecer encerrada en el corazón” (El camino a Cristo, pp. 77, 78).
Ministerio: Siempre se ha dicho que solamente un porcentaje reducido de miembros participa en las actividades misioneras. ¿Está aumentando esa participación?
Pastor Guimarães: La información disponible acerca de este tema proviene de actividades específicas, tales como el número de miembros
que dan estudios bíblicos. Estos datos no reflejan fielmente toda la realidad. Una evaluación completa debería abarcar el desarrollo de los dones espirituales. Lina iglesia llena no siempre es sinónimo de crecimiento. El crecimiento real se manifiesta en la calidad de vida cristiana de cada miembro: en su hogar, en su relación con Dios y en la testificación.
La participación misionera ha aumentado donde hay programas claros de entrenamiento y desarrollo de dones, combinados con una visión clara del propósito de la iglesia.
Ministerio: ¿Por qué no participan todos?
Pastor Guimarães: Yo realicé un estudio al respecto, que detectó básicamente tres grupos:
Entre el 15% y el 20% de los miembros están involucrados en alguna forma de misión, independientemente de las condiciones espirituales de la iglesia o sus dirigentes. Estos miembros trabajan muy felices para Dios.
Entre un 50% y un 70% están en un estado intermedio: participan dependiendo del programa y de quién lo dirige. Pero siempre por períodos cíclicos breves. No trabajan consistentemente. Necesitan una motivación constante. De ahí ha surgido la necesidad de crear programas y más programas, que no logran resolver el meollo del problema.
Entre un 15% y un 20% nunca participan. Están en una crisis espiritual. Es una clase de miembros que podríamos llamar “consumidores”. Asisten a la iglesia semana tras semana, pero regresan a su casa sin una decisión de participar en la misión. La mayoría no se involucra porque no tiene sus necesidades atendidas en varias áreas. Por ejemplo, a veces en las reuniones de oración, no se concede suficiente tiempo para que los miembros realmente abran su corazón y presenten sus necesidades. O, en la Escuela Sabática, el coordinador de la clase no estimula la participación de los miembros, que se vuelven meros oyentes pasivos. Muchos no encuentran dónde abrir su corazón y recibir apoyo. Al no tener la atención necesaria de sus necesidades individuales, algunos se vuelven críticos profesionales, no se comprometen ni comprenden el concepto bíblico del sacerdocio de todos los creyentes (1 Ped. 2:9).
Nuestro desafío consiste en buscar solución para estos problemas y lograr una visión misionera que logre la participación de toda la iglesia en la predicación del evangelio.
Ministerio: ¿Es este un cuadro aislado o refleja una realidad generalizada? ¿Qué se puede hacer para cambiar esta situación?
Pastor Guimarães: Creo que es un cuadro muy cercano a la realidad. En algunas regiones menos secularizadas, una de cada cuatro personas que escucha el mensaje adventista lo acepta. Pero, en otras regiones más difíciles solo 1 de cada 14 personas que escuchan el mensaje se bautiza. En la DSA se requieren 11,1 miembros de iglesia para ganar a 1 persona para Cristo (según datos de 2004).
Este cuadro puede cambiar por la gracia de Dios, con un fuerte apoyo a los Grupos pequeños para entrenamiento y desarrollo de los dones espirituales. Es necesario reconsiderar los múltiples programas paralelos y aplicar métodos más simples de predicación, según la orientación divina:
“Debe idearse y ponerse en práctica, entre las iglesias, los métodos más sencillos de trabajar. Si los miembros aceptan unánimemente tales planes y con perseverancia los llevan a cabo, segarán una rica recompensa; porque su experiencia se irá enriqueciendo, su capacidad aumentará y por sus esfuerzos salvarán almas” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 66).
Ministerio: ¿Qué debería hacer el pastor para tener más misioneros activos en su iglesia?
Pastor Guimarães: Esuna cuestión de obediencia al llamado que el Señor Jesús realiza a cada uno. La misión no es una opción, sino una respuesta de obediencia por amor. Pero algunos aspectos pueden ayudar para que más miembros participen en la misión:
Desarrollar programas adecuados a la realidad local.
Atender a los miembros mediante grupos de apoyo (Grupos Pequeños), especialmente desarrollando los dones, y apoyando el compañerismo y el servicio.
El pastor debe trabajar básicamente en el entrenamiento espiritual y técnico, con una función esencialmente estratégica. “Los pastores no deben hacer la obra que pertenece a la iglesia, cansándose ellos mismos e impidiendo que otros desempeñen su deber. Deben enseñar a los miembros a trabajar en la iglesia y en la comunidad” (Servicio cristiano, p. 88).
“La mejor medicina que podéis dar a una iglesia no es predicar o sermonear, sino planear trabajo para sus miembros. Si se lo pone al trabajo, el desalentado pronto olvidará su desaliento, el débil se hará fuerte, el ignorante inteligente, y todos estarán preparados para presentar la verdad como es en Jesús” (El evangelismo, p. 261).
El pastor debería fomentar los Grupos pequeños y múltiples ministerios, para utilizar todos los dones y para apoyar la atención y el entrenamiento de los miembros.
Ministerio: ¿Cómo puede el pastor ayudar a los creyentes a descubrir sus dones espirituales?
Pastor Guimarães: El ideal es que, en un ambiente de compañerismo, entrenamiento y fuerte vida espiritual, cada persona tenga la oportunidad de descubrir sus dones y aplicarlos en la testificación. Actualmente, en la Iglesia Adventista, uno de los mayores factores que ayuda a descubrir y desarrollar dones está constituido por los Grupos pequeños.
Ministerio: Tomando en cuenta las condiciones culturales y el estilo de vida de esta época posmoderna, ¿qué métodos considera usted que son los más eficaces para la evangelización?
Pastor Guimarães: El concepto de liderazgo y de administración de personas del siglo XX era de “masas”. Las personas dejaron de hacer sus trajes con los sastres y pasaron a comprar lo que era fabricado en serie. La masificación llevó a que las personas también pasaran a ser meros números.
Si queremos tener éxito en el siglo XXI, necesitamos utilizar métodos que atiendan a cada persona no como “uno más de la multitud”, sino de una manera particular, especial, hablándole al corazón.
Los métodos más eficaces de evangelización del siglo XXI son los que atienden a las personas en sus necesidades más profundas y que las alcanza con un tratamiento como Jesús lo hacía en su ministerio. Quisiera destacar los Grupos pequeños (como grupos de apoyo), la oración intercesora y el testimonio personal.
Ministerio: ¿Significa eso que podemos descartar todos los demás métodos?
Pastor Guimarães: Por el contrario, si alcanzamos a las personas de manera personal, eso será la base para todos los otros métodos. Por ejemplo, una persona alcanzada por un programa de televisión necesitará el contacto personal de un Grupo pequeño para concluir su proceso de integración en la iglesia. Una iglesia con una buena estructura de relaciones personales (mediante Grupos pequeños) será una base excelente para las series de evangelización pública.
Pero debe haber flexibilidad. Elena de White escribió que “no debe haber reglas fijas. Nuestra obra es progresiva; por lo tanto, hay que dejar lugar para que los métodos sean mejorados” (El evangelismo, p. 81). “No olvidemos que deben emplearse métodos diferentes para salvar a personas que son distintas” (Ibíd., p. 82).
Ministerio: ¿Cuáles son los grandes beneficios de los Grupos Pequeños? ¿Cómo deberían organizarse y funcionar?
Pastor Guimarães: Los Grupos pequeños tienen la gran virtud de ser pequeñas iglesias relaciónales, como la comunidad de santos del Nuevo Testamento. Ayudan al crecimiento de la relación con Dios y de unos con los otros, el estudio de la Biblia, la atención de las necesidades individuales, y especialmente el descubrimiento y la aplicación de los dones espirituales, además de disminuir las apostasías.
Se los debería organizar como algo que es mucho más que apenas un método de evangelización. Es un apoyo para la atención pastoral de los miembros y la ganancia de almas.
Deben organizarse a partir de un entrenamiento claro y paso tras paso. Sin esto, se vuelven inestables y cíclicos. Deben funcionar en forma sistemática y regular.
Ministerio: ¿Qué está faltando para que los Grupos pequeños sean una realidad funcional en todas las regiones, pues parece que en algunas regiones no son tan fuertes?
Pastor Guimarães: Donde los Grupos pequeños fueron lanzados solo como un método de trabajo, los resultados tuvieron altibajos marcados. Donde fueron lanzados como una estructura de atención pastoral, y los pastores, los coordinadores y los líderes se reunían periódicamente para recibir apoyo espiritual y técnico, los Grupos pequeños crecieron mucho.
Lo que está faltando es que sean encarados como una estructura de atención pastoral y desarrollo de los miembros, como sucedía en el Nuevo Testamento. Es muy importante que los administradores y los pastores entiendan que los Grupos pequeños son una estructura y un estilo de vida que preparará a la iglesia para los últimos días.
“Si hay un gran número de hermanos en la iglesia, organícense en grupos pequeños, para trabajar no solamente por los miembros de la iglesia, sino también por los no creyentes” (El evangelismo, p. 89).
Ministerio: Entiendo que usted es uno de los mentores del proyecto de oración intercesora. ¿Cómo nació la idea, y cómo debe funcionar?
Pastor Guimarães: El plan de la oración intercesora es un plan de Dios. En todo el mundo las personas lo utilizan y reciben bendiciones extraordinarias. En mi trabajo, simplemente sistematicé una manera simple de conquistar a las personas por medio de este proyecto. La idea de buscar personas mediante la oración intercesora surgió cuando leí lo que el espíritu de profecía dice respecto de los últimos días: “Se advertía un espíritu de oración como lo hubo antes del gran día de Pentecostés” (El ministerio de la bondad, p. 109).
Por medio del estudio de la palabra oikos, del Nuevo Testamento (que significa “casa” no solamente en el sentido del edificio sino también de una red de relaciones), motivamos a los miembros para que cada uno busque captar, en su oikos, a familiares, amigos y vecinos no adventistas, para orar y trabajar por ellos. Es muy simple: oramos y Dios hace la obra por nosotros, preparando los corazones para que cuando lleguemos a sus hogares o los invitemos a nuestras reuniones de Grupos pequeños sus corazones ya estén siendo tocados por Dios para escuchar el evangelio. Es impresionante cómo esto es real.
Sistematizamos siete pasos simples: Primer paso: después de comprender el poder de la oración intercesora, cada miembro decide adoptar este plan en su vida, y elige a cinco personas especiales para orar y trabajar por su conversión.
Segundo paso: llenar la ficha de registro con el nombre y la dirección completa de cada persona elegida para orar y trabajar por ella.
Tercer paso: en cada culto de la iglesia se leerá una ficha, y toda la iglesia orará intercediendo específicamente por la conversión de esas cinco personas. Es importante orar también por el miembro que llenó la ficha. La iglesia también tendrá un grupo especial de oración intercesora por teléfono. Estos son miembros que llaman por teléfono a las personas para informarles que todos están orando por ellas e, inmediatamente, realizan una oración por teléfono con estas personas. El departamento de Ministerio Personal de la iglesia también enviará cartas a todos los que están anotados en el proyecto.
Cuarto paso: lo más importante es que además de que todos estén orando, cada miembro debe invitar semanalmente a estas cinco personas a las reuniones de los Grupos pequeños. Allí se desarrollará el compañerismo y el crecimiento espiritual. Parejas misioneras darán estudios bíblicos a estas cinco personas.
Quinto paso: inscribir a las cinco personas en la clase bíblica de la iglesia e integrarlos en los programas regulares de la iglesia.
Sexto paso: llevarlos a aceptar a Jesucristo como Salvador y Señor, y a la decisión de bautismo.
Séptimo paso: explicar todo el plan de la oración intercesora al nuevo converso, y animarlo a elegir cinco personas y repetir el ciclo.
Ministerio: ¿Hay experiencias que comprueben la eficacia de este método?
Pastor Guimarães: Sí, experiencias maravillosas. Las iglesias que adoptaron este método desarrollaron un mayor espíritu misionero y se multiplicó rápidamente el número de interesados. Este proyecto involucra a cada miembro individualmente. Este método también ha sido muy eficaz en la preparación de interesados para las series de evangelización pública de cosecha.
De un número de incidentes, un caso en particular me impresionó. Hace treinta años, la señora Julia Franca escuchó el mensaje adventista, pero nunca lo aceptó. Su hija realizó muchos intentos, hasta que colocó a su madre en el proyecto de oración intercesora. En poco tiempo, ella tomó la decisión de entregarse a Cristo, y tuve el privilegio de bautizarla. Es la madre de mi esposa. También bauticé a un pastor evangélico que, luego de 23 años en su denominación, también fue colocado en el proyecto de oración intercesora; en pocos meses, también fue tocado de manera maravillosa y hoy es un adventista del séptimo día.
Ministerio: Para terminar, ¿qué mensaje desea transmitir a los pastores?
Pastor Guimarães: Necesitamos volver a vivir la expectativa del regreso de Jesús, así como nuestros pioneros. Levantémonos cada mañana dispuestos a proclamar el último mensaje de gracia.
“Todos los discursos que damos han de revelar claramente que estamos esperando, trabajando y orando por la venida del Hijo de Dios. Su venida es nuestra esperanza. Esta esperanza ha de estar vinculada con todas nuestras palabras y obras, con todas nuestras asociaciones y relaciones. La segunda venida del Hijo del Hombre ha de ser el tema maravilloso que se mantenga ante la gente” (¡Maranatha: El Señor viene!, p. 13).
Sobre el autor: Zinaldo A. Santos es director de la edición en portugués de Ministerio Adventista y Emmanuel Oliveira Guimarães es director del departamento de Escuela Sabática y Ministerio Personal de la Asociación Paulista Central, Rep. del Brasil.