Principios del Antiguo Testamento para orientar la conducta de la iglesia en relación con los homosexuales (parte 2)

    Esta segunda parte de nuestro estudio busca identificar en el Antiguo Testamento principios relevantes para la relación entre la comunidad de fe y las personas comprometidas en alguna actividad homosexual consentida, conforme es practicada por los integrantes de los llamados movimientos LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero).

Prohibiciones de la práctica homosexual

    El libro de Levítico presenta las siguientes leyes respecto de la actividad homosexual:

    “No te echarás con varón como con mujer; es abominación” (Lev. 18:22).

    “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre” (Lev. 20:13).

    Levítico 18:22 comporta una prohibición categórica e irrefutable dirigida al varón israelita, con respecto a una acción que él (sujeto) no debería realizar con otro hombre (como objeto directo). Inmediatamente después de esa prohibición aparece una expresión de evaluación que el Señor realiza en cuanto a este acto: “Es abominación”.[1]

    Levítico 20:13 expresa la misma idea en una formulación casuística, especificando que dos hombres que (voluntariamente) toman parte en este tipo de actividad, es decir, transformándose en pareja sexual, cometen abominación. Y agrega la penalidad capital bajo la jurisprudencia teocrática judía.[2]

    Así como en la legislación respecto de otros delitos sexuales graves, los capítulos 18 y 20 de Levítico no ofrecen excepciones, desechando factores culturales o circunstancias atenuantes, como una relación amorosa y exclusiva. Simplemente, se nos prohíbe involucrarnos en un acto homosexual, independientemente de las intenciones evocadas.

Obviamente, la penalidad mortal aplicada bajo la teocracia israelita, que ya no existe, no puede ser impuesta en un Estado secular. Sin embargo, esa penalidad indicaba la actitud de Dios para con el acto; que no estaba enteramente excluido de la comunidad de su pueblo. Además de esto, aquellos que transgredieran deliberadamente cualquiera de las leyes presentadas en Levítico capítulo 18 son adicionalmente condenados al castigo divinamente impuesto, es decir, ser “eliminados” (ver. 29); algo que el propio Dios puede ejecutar en cualquier tiempo y en cualquier lugar.[3]

    En Levítico 18:22 y 20:13, el elemento definidor del acto homosexual es descrito de esta manera, literalmente: “Echarse [verbo de la raíz skb][4] un macho con otro, como si fuese una mujer”. El verbo para echar, acostarse [de la raíz skb], describe la actividad sexual como un proceso conjunto, como las modernas expresiones: “Ir a la cama con…”; “Hacer el amor con…”; y “Tener sexo con…” De esa manera, Levítico rechaza el proceso o parte de él. El hecho de que la práctica sexual connotada por el verbo hebreo normalmente incluiría penetración y eyaculación masculina no limita su significado a esos elementos; consecuentemente, no se justifica.[5] Para especificar la idea de penetración en sí misma, el lenguaje hebreo usa expresiones diferentes: el verbo ntn + o substantivo sekobet + la preposición b, que significa literalmente “Colocar el pene (de alguien) en…” (Lev. 18:20, 23; 20:15, Núm. 5:20).[6]

    En Números 31:17, 18 y 35, y Jueces 21:11 y12, el “acostarse, echarse con hombre” es aquello que una mujer experimenta cuando ella tiene relaciones sexuales con un hombre.[7] A la luz de eso, el “acostarse, echarse con una mujer”, en Levítico 18:22 y en 20:13, describe lo que un hombre experimenta cuando tiene sexo con una mujer. El punto principal es que el hombre no debe tener con otro hombre el mismo tipo de experiencia que tendría con una mujer.

    La expresión utilizada en los capítulos 18 y 20 de Levítico es todavía más clara en Génesis 49:4, pasaje en el que Jacob abordó a Rubén, su hijo primogénito, y le preguntó en relación con el incesto consumado con Bila: “Por qué subiste al lecho [plural de miskab] de tu padre”. El verdadero problema no fue el lugar del acto, la cama, el lugar de “acostarse, echarse” que pertenecía a Jacob, sino el hecho de que Rubén usurpó una prerrogativa con referencia a Bila, acostándose con ella, privilegio exclusivo de Jacob. Esa prerrogativa es expresada por el [probablemente abstracto] plural de miskab, cuyo significado corresponde al de la misma palabra de Levítico 18:22 y de 20:13, donde “acostarse, echarse con una mujer” es una experiencia legítima para un hombre, con la mujer correcta; pero, jamás lo será si se acuesta, se echa, con otro hombre.[8]

¿Prohibición universal?

    El significado de las leyes bíblicas sobre la actividad homosexual es claro. Pero ¿cuál es el grupo, o cuáles son los grupos, a los que son aplicables? La legislación en los capítulos 18 y 20 del libro de Levítico primariamente es dirigida a los israelitas, pero también se aplica a los extranjeros que vivían entre ellos (Lev. 18:2, 26; 20:2). De acuerdo con la estructura de la narrativa de Levítico, el Señor dio aquellas leyes antes de que ellos entraran en la Tierra Prometida, y no presentó restricciones en relación con su aplicabilidad en aquella tierra.[9]

    En Levítico 18:3, los israelitas no debían comportarse como los egipcios ni como los habitantes de Canaán; indicando que Dios reprobaba el modo en que aquellos pueblos transgredían sus principios de moralidad. La desaprobación divina de las prácticas de los gentiles se hace explícita en los versículos 24, 25, 27 y 28, en los cuales el Señor amenazó con vomitar a los habitantes de la tierra (de acuerdo con Lev. 20:22, 23), porque ellos se desviaron practicando abominaciones prohibidas al inicio del capítulo, entre las que estaba incluida la actividad homosexual (Lev. 18:22). Siendo así, Dios responsabilizaba a judíos y a gentiles, en la medida en que comprendieran los principios básicos de la moral sexual de acuerdo con la ley natural (Rom. 1:18-32; 1 Cor. 5:1).[10]

¿Ceremonial o moral; temporal o permanente?

    El hecho de que Levítico 18 se refiera a las actividades sexuales ilícitas y pervertidas (raíz tm ́), a aquellos que se involucran con ellas, y también a su tierra (ver. 20, 23-25, 27,28, 30) no significa que las prohibiciones sean leyes ceremoniales que regulan rituales de impureza.[11]

    Un ritual/ceremonial de impureza es reconocido por los siguientes elementos:

    Dicha impureza es generada por una sustancia o una condición física, que explica la razón por la que en muchos casos puede ser transferida por el contacto físico.

    Incurrir en impureza no se constituye en pecado, es decir, la transgresión de un mandato divino (ejemplo: Lev. 12:6-8; comparar con el capítulo 4), a menos que exista una prohibición específica (Lev. 11:43, 44; Núm. 6:6, 7).

   Su propósito es evitar la profanación de la esfera sagrada, centralizada en el Santuario (Lev. 7:20, 21; 15:31; Núm. 5:1-4).

    Hay solución ritual prevista, como abluciones y sacrificios (Lev. 14; 15).

    Las transgresiones en Levítico 18 pertenecen a otra categoría: impureza moral que resulta de una seria acción pecaminosa. No contaminan a otra persona por el contacto físico; en lugar de esto, contaminan tanto al pecador como a la tierra, y no pueden ser removidas por medios rituales.[12] Esas profanaciones morales son generadas por ofensas sexuales (Lev. 18); idolatría (18:21, de acuerdo con el versículo 24); asesinato (Núm.35:31-34); que hieren principios divinos (Éxo.20:3-6, 13, 14). Son prohibidas tanto para los israelitas como para los extranjeros que habitaban entre ellos (Lev. 18:2, 26; Núm. 35:15).

    El contexto de las leyes contra la práctica homosexual en Levítico capítulos 18 y 20 refuerza la idea de que su aplicación es permanente. Las leyes de Levítico 18 hablan respecto de incesto (vers. 16, 7), bigamia incestuosa (vers. 18), relaciones sexuales durante la menstruación (vers. 19), adulterio (vers. 20), entrega de los hijos al dios Moloc (vers. 23), actividad homosexual (vers. 22) y bestialismo (vers. 23). Levítico 20 trata del culto a Moloc (vers. 1-5); el ocultismo (vers. 6, 25), maldecir al padre y a la madre (vers.9); adulterio (vers. 10); incesto (vers. 11, 12,14, 17, 19-21), actividad homosexual (vers.13); bestialismo (vers. 15, 16), relación sexual durante la menstruación (vers. 18) y carnes limpias e inmundas (vers. 25).

Principios del decálogo

    Los principios de algunos de los Diez Mandamientos aparecen en los capítulos 18 y 20 de Levítico. El culto a Moloc y la práctica ocultista transgreden el primero (y también, probablemente, el segundo) Mandamiento (Éxo. 20:3-6). Maldecir al padre o a la madre se opone al quinto Mandamiento (vers. 12); el adulterio es transgresión del séptimo Mandamiento (vers. 14). De esa manera, por lo menos algunas de las leyes en esos capítulos del libro de Levítico expresan o aplican principios permanentes.[13]

    Sin embargo, solamente eso no prueba que todas las demás leyes en esos capítulos sean permanentes. Compara Levítico 19, que reitera algunos de los Diez Mandamientos (vers. 3, 4, 11, 12, 30), pero también contiene algunas leyes rituales que no pueden permanecer aplicables, debido a su dependencia del Santuario terrestre (vers. 5-8, 20-22), que fuera destruido en el año 70 d.C. A pesar de esto, Levítico capítulos 18 y 20 no contienen ninguna ley ceremonial requerida en el Santuario.[14]

    Las leyes concernientes a la sexualidad en Levítico 18 establecen límites que salvaguardan la pureza moral de la persona (vers. 4, 5, 24-30), de manera que van más allá de la prohibición del adulterio (Éxo.20:14). También están fundamentadas en el principio de sexualidad expresado en Génesis 2:24: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Levítico 20 agrega especialmente la motivación del beneficio de la santidad que se obtiene del Señor, correspondiente a su carácter (vers. 7, 8, 26). Todas las leyes en este capítulo hablan respecto de la santidad personal en relación con Dios. Por lo tanto, sus principios son morales y permanentes, aunque Levítico 20 agregue algunas penalidades civiles, por ahorcamiento, bajo la teocracia (vers.2, 9-16, 27).[15]

    Las leyes bíblicas contra el incesto, la bigamia y el bestialismo, en Levítico, son claramente morales en su naturaleza. Sin embargo, los cristianos no comprenden generalmente que las leyes contra las relaciones sexuales deliberadas durante la menstruación (Lev. 18:19; 20:18) también son morales.[16] Esto explica por qué esa orientación aparece en Ezequiel 18:6 entre una lista de virtudes morales.[17] El hecho de que las prohibiciones contra el sexo durante la menstruación constituyan un requerimiento moral remueve la fuerza del argumento que alega que los cristianos no las observan porque son ceremoniales; por lo tanto, las leyes contra la actividad homosexual en los versículos posteriores ya no serían válidas. El hecho es que los cristianos deben evitar el sexo durante la menstruación. La transgresión de este requerimiento por medio de la omisión ignorante e inconsistente no justifica la transgresión de la prohibición de la actividad homosexual.[18]

Reflejos en el nuevo testamento

    Hemos visto que las leyes contra la actividad homosexual en Levítico 18:22 y 20:13 aparecen en contextos que consisten exclusivamente en leyes morales que dirigen al pueblo de Dios en una vida pura y santa, indicando que esas normas son permanentes. El Nuevo Testamento afirma esa continua aplicabilidad de la santidad de las leyes de Levítico. El concilio de Jerusalén, relatado en Hechos 15, estableció requerimientos de estilo de vida para los cristianos gentiles. La orientación fue “que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (Hech. 15:29, de acuerdo con el vers. 20). La lista en este versículo resume los grupos de prohibiciones presentadas en los capítulos 17 y 18 de Levítico,[19] que eran aplicables a los gentiles que vivían entre los israelitas (Lev. 17:8, 10, 12, 13, 15; 18:26).

    En Hechos 15:20 y 29, la palabra griega porneia, para “relaciones sexuales ilícitas”, en general abarca el conjunto de prácticas sexuales prohibidas en Levítico 18.[20] Por lo tanto, la prohibición de la actividad homosexual continúa a través de la Era Cristiana hasta el tiempo presente.

    (Continúa en la próxima edición.)

Sobre el autor: Profesor en el seminario teológico de la Universidad Andrews, Estados Unidos.


Referencias

[1] La palabra hebrea to’ebah, traducida como “abominación” en esos pasajes, puede referirse a una gran variedad de males que son abominables para el Señor. Sobre ese término hebreo y su variación semántica, ver H. D. Preuss, en Theological Dictionary of the Old Testament, ed. G. Johannes Botterweck, Helmer Ringgren y Heinz-Josef Fabry (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2006), t. 15, pp. 591-604. Preuss resume: “Dentro del Antiguo Testamento, to’ebah se refiere a alguna cosa en el dominio humano que es éticamente incompatible, sea como idea o como acción. Además de todo esto, es irreconciliable con Yahweh, contrario a su carácter, un tabú ético y cúltico” (p. 602). En Levítico 18, donde la misma palabra en plural (to’ebar) caracteriza todas las ofensas prohibidas anteriormente en el capítulo (vers. 26, 27, 29, 30), el único caso clasificado como abominación (to’ebah) es la actividad homosexual (vers. 22). Solamente ese tipo de actividad es llamada “abominación” en Levítico 20 (vers. 13).

[2] Aquellos que la ejecutan son culpables, porque los integrantes de la pareja sexual llevan su propia culpa de sangre; es decir, la responsabilidad por su propia muerte.

[3] De acuerdo con Donald Wold, en “The Meaning of the Biblical Penalty Kareth” (Tesis de doctorado, Universidad de California y Berkeley, 1978), pp. 251-255; Jacob Milgrom, “Leviticus 1-16: A New Translation with Introduction and Commentary”, Anchor Bible, t. 3 (New York: Doubleday, 1991), pp. 457-460; Baruch Schwartz, “The Bearing of Sin in the Priestly Literature”, en Pomegranates and Golden Bells: Studies in Biblical, Jewish, and Near Eastern Ritual, Law, and Literature in Honor of Jacob Milgrom, ed. David P. Wright, David N. Freedman y Avi Hurvitz (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1995), p. 13.

[4] Aquí, el término hebreo ’et es aparentemente el objeto directo marcador, pero alternadamente, podría ser comprendido como la preposición “con”, en cuyo caso la traducción sería “acostarse, echarse con una mujer”.

[5] De acuerdo con Richard M. Davidson, Flame of Yahweh: Sexuality in the Old Testament (Peabody, MA: Hendrickson, 2007), pp. 149, 150.

[6] Ver Harry Orlinsky, “The Hebrew root SKB”, Journal of Biblical Literature 63 (1944), p. 40.

[7] “Echarse, acostarse” traduce literalmente el singular de miskab, como “cama”, o lugar de acostarse, echarse.

[8] Contra la interpretación de Jacob Milgrom, que considera el plural de miskab como un lenguaje para meramente uniones heterosexuales ilícitas, limitando de esa manera las prohibiciones de Levítico 18:22 y 20:13 a actividades homosexuales incestuosas, ver: “Leviticus 17-22: A New Translation with Introduction and Commentary”, Anchor Bible, t. 3A (New York: Doubleday, 2000), pp. 1.569, 1.786; citando a David Stewart; ver Roy Gane, “Leviticus, Numbers”, NIV Application Commentary (Grand Rapids MI: Zondervan, 2004), pp. 326-328. En Levítico 18, el versículo 22 está separado de las leyes sobre el incesto (vers. 6-18). Si el versículo 22 estuviera implícitamente limitado al incesto, alguien podría argumentar lo mismo en relación con las leyes concernientes al sexo durante la menstruación (vers. 19), el adulterio (vers. 20) y el culto a Moloc (vers. 21). Esto no tendría sentido, porque el sexo incestuoso durante la menstruación y el adulterio incestuoso están reglamentados por las leyes sobre el incesto, y todo adulterio y el culto a Moloc son categóricamente prohibidos en los Diez Mandamientos (Éxo. 20:3-6, 14).

[9] Compara 14:34; 19:23; 23:20; 25:2, en cuanto a las leyes que comienzan a funcionar cuando los israelitas se instalan en Canaán.

[10] De acuerdo con James R. White y Jeffrey D. Niell, The Same Sex Controversy: Defending and Clarifying the Bible’s Message About Homosexuality (Mineápolis, MN: Bethany House, 2002), p. 66.

[11] Roy E. Gane, “Same-sex love in the ‘Body of Christ?’ ”, en Christianity and Homosexuality, ed. David Ferguson, Fritz Guy y David Larson (Roseville, CA: Adventist Forum, 2008), parte 4, 66, 67, en respuesta a John R. Jones, “In Christ There is Neither… Toward the Unity of the Body of Christ”, Christianity and Homosexuality, parte 4s, 5.

[12] Jacob Milgrom, Leviticus 17-22; Jonathan Klawans, Impurity and Sin in Ancient Judaism (Oxford: Oxford University Press, 2000), pp. 21-31; Jay Sklar, Sin Impurity, Sacrifice, Atonement: The Priestly Conceptions (Sheffield Phoenix Press, 2005), pp. 139-153. Es verdad que una emisión de semen generaba un ritual de impureza física menor (Lev. 15:16-18), pero esto era esperado de la cuestión moral en relación con la prohibición de incurrir en impureza en una determinada situación.

[13] Dios, originalmente dio los Diez Mandamientos a los israelitas (Éxo. 19; 20; de acuerdo con Deut. 5). Sin embargo, en conformidad con el Nuevo Testamento, tienen aplicación continua para los cristianos, sean estos judíos o gentiles, o vivan dentro o fuera de la tierra de Israel (Rom. 7:7, 12; 13:9; Sant. 2:11; de acuerdo con Mat. 19:18, 19).

[14] Incluso las distinciones básicas entre carnes “limpias” (propias para comer) e “inmundas” (impropias para comer), de las que Levítico 20 provee un recordatorio (vers. 25; de acuerdo con Lev. 11:1-23,29, 30, 40-45), no son ceremoniales, porque un animal impuro no puede ser hecho puro por recursos rituales, y no hay solución ritual para una persona

que transgrede una orden categórica contra comer la carne de un animal impuro (comparar los vers.24-28, 31-40). El propósito de estas distinciones es mantener la pureza de la persona, independientemente del Santuario, en armonía con su santidad personal en relación con Dios (Lev. 11:43-45, de acuerdo con Daniel 1:8, lejos del Templo destruido; Roy E. Gane, Leviticus, Numbers, pp. 206-209, 215).

[15] Ver Roy Gane, Leviticus, Numbers, pp. 307, 308.

[16] De la misma manera, generalmente no comprenden que también se trata de un requerimiento moral (basado en el respeto por la vida, el principio que aparece detrás de Éxo. 20:13, cuando dice: “No matarás”), incluso para los cristianos gentiles, abstenerse de comer la carne de un animal cuya sangre no haya sido drenada en el momento del abatimiento (Hech. 15:20, 21; de acuerdo con Gén.9:4; Lev. 17:10-12).

[17] Es verdad que en Levítico 15:24 hay una solución ritual para el hombre que practica sexo con una mujer durante el período de la menstruación, pero se refiere a un caso accidental, inadvertido, o a la preocupación por la naturaleza del ritual de impureza física independientemente de cualquier penalidad (Jacob Milgrom, Leviticus 1-16, pp. 940, 941).

[18] Roy E. Gane, Leviticus, Numbers, pp. 324-326, respondiéndole a William J. Webb, Slaves, Women & Homosexuals: Exploring the Hermeneutics of Cultural Analysis (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2001), pp. 168-170.

[19]Levítico 17:3 al 9 habla de ofrendas de las que el ofertante comía, carnes sacrificadas a los demonios; Levítico 17:10 al 14 habla de comer sangre; el capítulo 18 habla de la inmoralidad sexual en general.

[20] Por ejemplo, en el Nuevo Testamento, porneia incluye incesto (1 Cor. 5:1). El Nuevo Testamento está de acuerdo con los capítulos 18 y 20 del libro de Levítico, condenando explícitamente el incesto (1 Cor. 5:1) y la actividad homosexual masculina (Rom. 1:17; 1 Cor. 6:9; 1 Tim. 1:10).