¿Cuál es el sitial que ocupaban en la iglesia apostólica?

 Para tener una idea clara del liderazgo que cumplían los ancianos de la iglesia primitiva, necesitamos mirar lo que dice el libro de los Hechos, así como las epístolas del apóstol Pablo, para entender las funciones de copastores que estos cumplían.

 Es notorio cómo Pablo les da a los ancianos el sitial de copastores locales, ya que las funciones de estos serían las de “apacentar la grey del Señor”, cuidando de ella como los que han de dar cuenta.

 Sin duda, los apóstoles procuraron formarlos de tal modo que, cuando ya no estuviesen cerca de ellos, los ancianos cumplieran fielmente su ministerio y el crecimiento de la iglesia no se detuviera.

 Al comparar el ministerio de los ancianos de la iglesia primitiva con el de los ancianos de hoy, es posible que se pueda notar cierta diferencia con el ideal, pues la iglesia muchas veces los ve solamente como el dirigente que debe hacer los anuncios el sábado por la mañana, o el que debe presidir la junta cuando no está el pastor distrital.

 Hay que admitir que la separación entre el clero y los laicos, establecida por la Iglesia Católica Romana, le hizo tan tremendo daño al cristianismo que terminó por entronizar a los primeros como superiores; y a los segundos, como meros oidores.

 Frente a esto, se hará aquí un análisis de la terminología que Lucas y Pablo utilizan para designar a estos líderes, las funciones que estos debían cumplir dentro y fuera de la iglesia, así como la influencia que ejerció el liderazgo de ellos en el crecimiento de la iglesia especialmente del primer siglo.

EL CONCEPTO DE ANCIANO EN EL NUEVO TESTAMENTO

 En el Nuevo Testamento, al anciano se lo designa mediante el término griego presbúteroi. Esta palabra se utilizaba para designar a las personas dignas que gobernaban las ciudades, juzgaban y aconsejaban. Cuando la expresión aparece en el Nuevo Testamento, ya está relacionada con el liderazgo en la iglesia (Hech. 11:29, 30).

 La primera elección de ancianos en la iglesia primitiva se llevó a cabo bajo la conducción de Pablo y Bernabé en las ciudades asiáticas de Listra, Iconio y Antioquia (Hech. 14:23). Pablo le pidió a Tito que hiciera lo mismo en Creta (Tito 1:5). En Mileto, el apóstol se refirió a los ancianos como obispos constituidos por Dios (Hech. 20:17, 18).

 La palabra “obispo”, del término griego epískopos, significa sobreveedor, superintendente, alguien que supervigila. En ese caso, debían actuar como copastores (2 Ped. 5:1, 2), administradores (1 Tim. 3:4, 5), maestros (1 Tim. 3:2; 2 Tim. 2:2), predicadores (1 Tes. 5:17), guardianes de la doctrina (Tito 1:9) y evangelistas (2 Tim. 4:5).

 Pablo usó los dos términos como sinónimos y puso a los ancianos en el mismo nivel de los supervisores, u obispos (Hech. 20:17, 28; Tito 1:1, 7).

 Según P. G. Damstegt y F. Bresse, el término “anciano” se refería al nivel del cargo, mientras que “obispo” tenía que ver con sus deberes y responsabilidades. Puesto que los apóstoles se llamaban “ancianos” a sí mismos (1 Ped. 5:1; 2 Juan 1; 3 Juan 1), parece que había ancianos que atendían a las congregaciones locales y otros que eran itinerantes, pero ambos servían como pastores de las congregaciones.[1] En definitiva, ambos términos se solían usar indistintamente para designar la misma función.[2]

RESPONSABILIDADES ESPECÍFICAS DE LOS ANCIANOS

 Mientras aún vivían los apóstoles, es posible apreciar en el Nuevo Testamento algunas responsabilidades específicas que estos compartían juntamente con los ancianos. Entre ellas, podemos mencionar:

  1. Acompañar a los apóstoles en la toma de decisiones importantes para la naciente iglesia (Hech. 15:2, 4, 6; 16:4).

  2. Enviar dirigentes como representantes a otras iglesias (Hech. 15:22- 29), para comunicar los acuerdos tomados.

  3. Ser guardianes de la iglesia y alimentar al rebaño (Hech. 20:17, 28; 1 Ped.5:2), cumpliendo así las responsabilidades de un verdadero pastor.

  4. Ayudar a los débiles y enfermos, y estar más deseosos de dar que de recibir (Hech. 20:35).

  5. Instruir a los miembros de la iglesia acerca de su estilo de vida (Tito 2:1-10).

  6. Orar por los enfermos ungiéndolos con aceite para que fueran sanados (Sant. 5:14).

 Como se puede apreciar, la labor del anciano en la iglesia apostólica era verdaderamente la de un copastor, y no podía ser inferior, pues estos hacían la obra que Cristo mismo tuvo en su función como pastor. Por ejemplo, en 1 Pedro 2:25, Cristo mismo es llamado Pastor y Obispo, como uno que cuida y guarda a los que están a su cuidado.

LA FORMACIÓN DE LOS ANCIANOS COMO COPASTORES LOCALES

 Al dirigirse a los ancianos de la iglesia de Éfeso, Pablo es muy enfático al decirles: “[…] porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios” y “en todo os he enseñado que trabajando así, se debe ayudar a los necesitados” (Hech. 20:27, 35; énfasis añadido). De este modo, Pablo les recuerda las lecciones y los consejos prácticos que, como pastor y maestro, les había transmitido durante los tres años que se detuvo en Éfeso.

 Si hay algo que debemos destacar más del gran apóstol, es su disposición para discipular, en el sentido de formar a los hombres y las mujeres que liderarían a las iglesias luego de su encarcelamiento y muerte en Roma. Sin embargo, aun desde Roma en su segundo encarcelamiento, Pablo le hizo recordar a su fiel discípulo Timoteo las siguientes instrucciones: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2).

 ¿De dónde tomó el gran apóstol este principio? Sin duda, de su Maestro, el Señor Jesucristo, el más grande discipulador, quien dedicó todo su ministerio a formar a los que liderarían la naciente iglesia cristiana.

 Imaginen lo que sucedería si cada pastor distrital se propusiera seguir este modelo de discipulado, para capacitar a los pastores locales. Entonces, no hablaríamos solo de un pastor distrital, sino de muchos pastores en cada distrito, como colegas y asistentes del pastor distrital, en la gran obra de apacentar la grey de Dios.

 En las palabras del apóstol Pablo a Timoteo está expresado el principio de la multiplicación de líderes: “Lo que has oído de mí […] esto encarga”. La palabra “encargar”, en este texto, proviene del griego paráthu, que significa poner delante, dar, repartir, encomendar, confiar, mostrar, etc.

 El pastor distrital necesita dar todo lo que aprendió en las aulas y en la experiencia para formar a los copastores locales. Cuando le preguntaron al gran predicador Billy Graham qué haría si le dieran a pastorear un distrito misionero, él contestó: “Seleccionaría a doce hombres y les daría todo lo que soy”, siguiendo de este modo el modelo de Jesús, quien procuro reproducirse en cada uno de sus discípulos.

 Alguno podría pensar que eso requiere de tiempo que no se tiene. Esto es muy cierto, ya que los pastores disponen de poco tiempo, y tratan de estirarlo para poder cumplir con sus recargadas agendas.

 Pero, piensen en lo que habría sucedido con Moisés si hubiese persistido en hacer el trabajo él solo. Por supuesto que se hubiese muerto antes de tiempo. Mas, una de las cualidades de Moisés, como buen líder de Israel, fue la de aceptar los buenos consejos, y mucho más cuando estos provenían de un viejo sacerdote como Jetro, su propio suegro.

 La Escritura registra: “Oyó Moisés la voz de su suegro e hizo todo lo que dijo”, pues “así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo” (Éxo. 18:24, 22).

 Desde luego que el alivio de la carga le permitirá al pastor distrital dedicar más tiempo para su comunión personal con Dios, para sí mismo y su familia, y para todo lo que signifique edificar a la iglesia en todo.

 En una entrevista que la Revista Adventista le hiciera al pastor Jonas Arrais acerca de cómo analizaba él la función del anciano de iglesia, el pastor Arrais contestó: “Tenemos actualmente más de 17.000 iglesias y congregaciones organizadas en la División Sudamericana. Contamos con cerca de 3.000 pastores y aproximadamente 50.000 ancianos de iglesia y directores de congregación. Cada sábado, más del 80% de los púlpitos adventistas son ocupados por dirigentes locales. Ellos son mayoría. La Iglesia Adventista de Sudamérica camina en los pies de ellos. Aunque los ancianos ejercen un ministerio más limitado en comparación con el del pastor del distrito, son reconocidos como pastores de las congregaciones locales. Su influencia y participación en la predicación, la evangelización, la visitación, la administración de la iglesia y el apoyo a los fieles son factores determinantes para el bienestar y el crecimiento de la iglesia. El valor del trabajo voluntario que prestan a la iglesia es una gran bendición”.[3]

 Si se compara la cantidad de pastores distritales que tiene la División Sudamericana (3.000) con la cantidad de ancianos (50.000), se estaría hablando de 16 a 17 ancianos por cada pastor distrital; es decir, 16 a 17 copastores que, si fueran adiestrados para secundar la labor del pastor distrital, formarían un ejército de líderes bien capacitados para cumplir la gran misión de apacentar la grey de Dios.

NUESTRO SEÑOR JESÚS COMO ANCIANO Y PASTOR

 En 1 Pedro, Cristo mismo es llamado “epískopos” (obispo, o anciano) y “poimén” (pastor). La declaración del apóstol Pedro “habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas” (2:25) designa a uno que cuida y guarda a los que están a su cuidado. Ambos términos describen la obra del pastor.[4]

 La declaración de Pedro acerca de Cristo como epískopos se refiere a aquel que está dispuesto a darse a sí mismo al punto de sacrificarse por la salvación de las almas. Por eso, los términos epískopos y poimén están estrechamente relacionados.

 No existe duda de que cuando Pedro designa a Cristo como epískopos y poimén está trayendo a la memoria el encargo que Jesús le asignara en ocasión de su diálogo antes de ascender al cielo, cuando le ordenó tres veces: “apacienta mis ovejas” (ver Juan 21:15-17). El término griego que Juan utiliza es “poímaine”, que, según el Comentario bíblico adventista, significa: “cuidar un rebaño”, “ser pastor”.[5]

 Cristo, como Obispo y Pastor, seleccionó primero a doce hombres, a través de los cuales se reprodujo, dedicándoles tres años y medio para adiestrarlos ante la gran responsabilidad que tendrían de apacentar la naciente iglesia de Dios, y no se desalentó aun cuando uno lo traicionó y los otros parecían no entender las lecciones que él quería enseñarles. El gran Maestro Jesús estaba enseñando, a sus futuros pastores, que la obra que deben realizar es reproducirse en los líderes que son seleccionados por la iglesia para cumplir esta difícil misión.

 El libro de los Hechos es un fiel testimonio de que los apóstoles siguieron el ejemplo de Jesús; de allí la poderosa influencia que estos hombres ejercieron en el liderazgo de la iglesia a la muerte de los apóstoles.

ALGUNAS SUGERENCIAS QUE PUEDEN AYUDAR

  a. Tenga organizado el Concejo de Ancianos zonal o distrital y dedique suficiente tiempo para formar a sus ancianos como verdaderos líderes.

  b. Promueva, en coordinación con el secretario ministerial de su Asociación/ Misión algún concilio de capacitación de ancianos, en lo posible con sus esposas.

  c. Visite a la familia del anciano para orar con ellos en fechas especiales como cumpleaños o aniversarios, y vele para que, en primer lugar, los ancianos sean pastores de su propia familia, recordándoles que el que no sabe apacentar su propia casa no podrá apacentar la grey de Dios.

  d. Habiéndolos capacitado en cuanto a sus funciones, invítelos a poner en práctica lo aprendido, ministrando la Santa Cena, dedicando niños, presidiendo juntas, visitando a las familias de la iglesia, predicando, enseñando, bautizando, etc.

  e. Invite por turno a sus ancianos a acompañarlo en algunas visitas pastorales, o en giras misioneras, a fin de enseñarles cómo realizar la obra de apacentar la grey de Dios.

  f. Delegue a sus ancianos mayores, así como autoridad en el cumplimiento de la misión, manifestando plena confianza en que harán lo mejor para servir al Señor.

  g. Reconozca públicamente la labor que sus ancianos cumplen como obreros de sostén propio, e incentívelos permanentemente para que cumplan su misión.

  h. En ocasiones especiales, invítelos a bautizar juntamente con usted (habiendo hecho las coordinaciones con la Misión o Asociación), lo mismo que a visitar o ministrar los ritos de la iglesia.

  i. Desafíe a sus ancianos a formar a otros ancianos, para que no se rompa la cadena del discipulado, que dice: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2; énfasis añadido). Esto es vital para los ancianos que ya tienen experiencia.

  j. Recuerde que, como pastor distrital, usted está de paso y que quienes quedarán finalmente al cuidado de la grey son sus ancianos locales. Por lo tanto, prepárelos de tal modo que, cuando usted tenga que partir, ellos puedan seguir cumpliendo cabalmente con la obra que Dios les encomendó.

 Es lamentable que algunos ancianos se excusen de no cumplir con estas responsabilidades porque sencillamente nunca fueron entrenados en cómo hacerlo; de allí que tengan que apoyarse mayormente en el pastor distrital. Y más cuando algunos miembros de iglesia creen que si la Santa Cena, o la dedicación de los niños, o aun el rito mismo del bautismo no son presididos por el pastor entonces estos no tienen el mismo valor.

 Lo anterior no es una exageración, puesto que ese es el sentir de muchos miembros de iglesia que han llegado a pensar que el anciano únicamente sirve para hacer los anuncios o para convocar a una junta de iglesia. Nada más lejos de la realidad cuando contemplamos a los ancianos de la iglesia primitiva, ministrando como verdaderos pastores de la grey.

CONCLUSIÓN

 El pastor distrital inteligente valora a los copastores de sostén propio que tiene en cada una de sus iglesias, orando por ellos y por sus familias, dedicando tiempo, como lo hizo Jesús, para reproducirse en cada uno de ellos, dando todo de sí para que estos fieles ministros cumplan en forma cabal la misión que Dios les ha encomendado como pastores, primeramente de sus propias familias u hogares, y luego de la grey.

 El pastor distrital de hoy tiene la difícil misión de restaurar el liderazgo que tuvieron los ancianos en la iglesia primitiva como obispos y copastores de la grey, puesto que es imposible que un solo pastor distrital pueda ministrar a dos mil o tres mil miembros de iglesia, como tienen hoy muchos distritos misioneros. Por lo que es mejor pensar en tres o cuatro pastores locales en cada iglesia más un pastor distrital secundado por todo un equipo de copastores.

 Lo anterior solo es posible en la medida en que cada pastor distrital haga lo que Jesús y sus discípulos hicieron dando lo mejor de sí para formar y discipular a los que liderarían a la iglesia cuando ellos ya no estuvieran presentes. La obra de Dios hoy en día así lo requiere.

Sobre el autor: Mágister en Teología, es profesor de la Facultad de Teología, UPeU, Rep. del Perú.


Referencias

[1] P. G. Damsteegt y Floyd Bresee, “El anciano desde el punto de vista bíblico”, en Revista del Anciano (Enero-

Marzo de 2001), pp. 7, 8.

[2] Los primeros documentos de la era posapostólica todavía consideran idénticas ambas funciones (ver Hech.

20:17, 28; Fil. 1:1; 1 Tim. 3; 5:17-19; Tito 1:5-7; 1 Ped. 5:1).

[3] Entrevista al pastor Jonas Arrais, “El liderazgo es indispensable”, en Revista Adventista (Mayo de 2004), pp. 12, 13.

[4] Gerhard Kittel, Theological Dictionary of the New Testament (Michigan: Grand Rapid, Erdmans Publishing

Company, 1976), t. 2, pp. 608-621.

[5] Francis D. Nichol, Comentario bíblico Adventista del séptimo día (Boise: Publicaciones Interamericanas, 1985), t. 6, p. 388.