Al presentar la última amonestación en un país como la India, a menudo comprobamos que los métodos de acercamiento usados en otras zonas no parecen producir los mismos resultados. A veces cuando los evangelistas y otros predicadores ven los magros resultados, se sienten tentados a pensar que el “día de la gracia de Dios” ha pasado para tales países, y hasta se sienten impulsados a “sacudir el polvo” de sus pies.
La orden de nuestro Señor a sus discípulos de ir “por todo el mundo” (Mar. 16:15) nos lleva a creer que personas de toda raza y clima responderían a la enseñanza de su Palabra, así como nos lleva a creer lo mismo el hecho de que la predicación del mensaje del primer ángel debía ir a “toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). Cristo mismo halló una mujer de fe en una cananea cuya hija estaba poseída por un espíritu inmundo (Mar. 7:25-30). La historia de Cornelio es una dramática ilustración de un centurión romano que en forma muy limitada, aunque muy devota, estaba sirviendo a Dios, y estaba, como dijo Pedro, agradando a Dios (Hech. 10:1-35). Cristo dijo del centurión de Capernaum que había solicitado la curación de su siervo, que no había hallado tanta fe ni aun en Israel, y añadió: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abrahán e Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mat. 8:10, 11). Tenemos también una afirmación categórica de que “en… Africa,… en la China, en la India,… Dios tiene en reserva un firmamento de escogidos que brillarán en medio de las tinieblas para demostrar claramente a un mundo apóstata el poder transformador que tiene la obediencia a su ley. Ahora mismo se están revelando en toda nación” (Profetas y Reyes, pág. 140).
LA HORA MÁS GRANDE DE LA IGLESIA
Trabajamos en la estimulante obra del evangelismo público con la convicción de que el “día de la gracia de Dios” no ha pasado, sino más bien, que la iglesia se halla en el umbral de su hora más grande en la India. Algunos que se ocuparon previamente en esta línea de trabajo la han abandonado por otros métodos de alcanzar a la gente. Han renunciado al evangelismo en el mismo momento en que debiera promovérselo y desarrollárselo como nunca antes. Gozamos de libertad, de libertad de culto en este país, y hay aquí hombres y mujeres de todos los caminos de la vida que están hambrientos de la Palabra de Dios.
En tales circunstancias, es preciso que el obrero examine de cerca sus métodos y su forma de acercamiento.
ES NECESARIO UN COMÚN DENOMINADOR
La predicación no debe ser dirigida exclusivamente hacia cierto grupo de personas. Nuestra obra pública debe ser de tal naturaleza que abarque personas de todos los ambientes representados en la comunidad donde se está realizando la predicación. Esto puede ser un desafío para el predicador, pero a la larga creo que el mensaje alcanzará más corazones. Debiera tenerse presente un denominador común al preparar la conferencia.
Creo que el énfasis inicial y continuado debiera ser sobre Jesucristo, su vida y sus enseñanzas, y las razones y los propósitos de su muerte, resurrección, ascensión, ministerio en los atrios celestes, y su regreso. Nunca debemos perder de vista el hecho de que el primer ángel de Apocalipsis 14 tiene tanto el mensaje del Evangelio eterno como el de la hora del juicio. Ese énfasis incluirá necesariamente una presentación de la existencia de Dios, la naturaleza de Dios, el origen del pecado, la caída del hombre y la respuesta amorosa de Dios al dilema del hombre. Al espaciarnos en estos grandes temas fundamentales, muchas personas que tienen la impresión de que los adventistas recalcan la ley y el sábado solamente tendrán una nueva apreciación del mensaje. Otros que nunca han oído la maravillosa historia del plan de salvación mediante Jesús, serán llevados a aceptar a Cristo como su Salvador.
Una vez puesto este fundamento, será entonces posible avanzar a la consideración de la Biblia como las escrituras divinamente inspiradas. A esta altura muchos posiblemente habrán recibido una Biblia como premio por la asistencia. Debiera prestarse una atención muy especial y cuidadosa a la edificación de la fe en la Santa Biblia. Puede ofrecerse ayuda a los individuos que desean leer la Biblia. También podrá darse el caso de arreglar estudios bíblicos con individuos o en grupos. Sin embargo, debiera cuidarse que los estudios bíblicos no avancen en la enseñanza más que las conferencias que se dan en público.
EVITAD OFENDER
Es muy importante que el obrero tenga un buen conocimiento de las diferentes religiones de las personas que viven en la zona, y debe tenerse sumo cuidado en no hablar en forma ofensiva para los que adhieren a esos credos. No debe hacerse ninguna comparación directa, y toda referencia a las religiones o a sus fundadores será hecha con gran respeto y en forma amistosa. Es posible que la presentación del aspecto positivo de las enseñanzas de Cristo tenga un efecto profundo sobre las mentes de los oyentes, y el Espíritu Santo grabe las verdades en forma poderosa sin que el obrero deba sacar la conclusión de manera tan forzada que llegue a ser ofensiva siquiera para uno de sus oyentes.
El conocimiento de las costumbres y los dichos de la gente entre la cual se están celebrando las reuniones, será de gran ayuda al presentar las enseñanzas de Cristo y la Santa Biblia. El conocimiento del idioma, con sus expresiones idiomáticas, también ganará el interés de los oyentes (no quiere esto decir que las conferencias haya que darlas siempre en la lengua vernácula, sino que el uso ocasional de una construcción idiomática ayudará para aclarar algún punto). Asimismo, úsese un lenguaje tal que todos puedan comprenderlo. Las verdades profundas, tales que produzcan impacto entre las personas ilustradas, deben ser expresadas en un lenguaje tan simple que las personas iletradas puedan comprenderlo.
Cuando en el auditorio hay personas que no tienen conocimiento bíblico previo, será útil que el evangelista se tome el tiempo para ayudar a sus oyentes a tener una amplia comprensión básica general de los personajes y la historia de la Biblia. En muchos casos los que profesan tener fe en la Santa Biblia no están bien informados de sucesos registrados en las Escrituras, o de los propósitos de Dios al tratar con su pueblo. Este plan también fortalecerá a aquellos que acaban de poner su fe en la Biblia, o que tienen interés en aprender las enseñanzas de la Palabra de Dios.
Puede desarrollarse este programa de tal forma que dé a los oyentes el conocimiento que facilitará más tarde la presentación de las doctrinas bíblicas. Aun mientras esté haciendo eso, el orador puede recalcar ciertos puntos importantes que le serán de gran ayuda en la consideración de las doctrinas bíblicas. Es posible que la presentación prematura de las doctrinas a personas que tienen poca o ninguna familiaridad con la Santa Biblia no reciba una buena acogida, mientras que esas mismas doctrinas hallarán una pronta aceptación en las mentes en las cuales se haya cultivado el amor y la fe por la Santa Biblia.
IMPORTANCIA DE LA VIDA PERSONAL
Digamos una palabra en cuanto a la importancia de la vida del mismo obrero. “El que enseña la Palabra debe vivir en concienzuda y frecuente comunión con Dios por la oración y el estudio de su Palabra; porque ésta es la fuente de la fortaleza. La comunión con Dios impartirá a los esfuerzos del ministro un poder mayor que la influencia de su predicación. No debe privarse de ese poder” (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 291, 292). “La paz celestial manifestada en el rostro de Pablo ganó a muchas personas para el Evangelio. Pablo llevaba consigo el ambiente del cielo. Todos cuantos le trataban sentían la influencia de su unión con Cristo. Daba mayor valía a su predicación la circunstancia de que sus obras estaban de acuerdo con sus palabras. En esto consiste el poder de la verdad. La impremeditada e inconsciente influencia de una vida santa, es el más convincente sermón que puede predicarse en favor del cristianismo. Puede ser que los argumentos, por irrebatibles que sean, no provoquen más que oposición; pero un ejemplo piadoso entraña fuerza irresistible” (Id., pág. 407). Leemos acerca de los discípulos que “su entendimiento de la verdad y su poder para afrontar la oposición estaba en proporción con su conformidad a la voluntad de Dios. Jesucristo, sabiduría y poder de Dios, era el tema de todo discurso… A medida que proclamaban un Salvador todopoderoso, resucitado, sus palabras conmovían los corazones y hombres y mujeres eran ganados para el Evangelio. Multitudes que habían vilipendiado el nombre del Salvador y despreciado su poder, ahora se confesaban discípulos del Crucificado” (Id., pág. 475).
Para resumir, asegurémonos de planificar nuestro programa de evangelismo de tal forma que incluyamos a la gente de todos los credos y de todos los caminos de la vida. Estemos ciertos de presentar las “verdades fundamentales” del Evangelio y de guiar a hombres y mujeres a aceptar a Cristo su Salvador. Presentemos el mensaje en lenguaje sencillo, adaptando en todo lo posible nuestros sermones a la experiencia del auditorio. Comprendamos que al dedicar tiempo para dar a nuestros oyentes un amplio conocimiento básico de la Biblia, estamos poniendo el fundamento que hará más fácil la presentación de las doctrinas. Y reconociendo nuestro maravilloso privilegio, así como la enorme responsabilidad que descansa sobre nosotros, busquemos una nueva consagración a nuestro Señor Jesucristo —una nueva experiencia en la vida santa, para que nuestra predicación esté respaldada por nuestra vida.
“Lo que la iglesia necesita en estos días de peligro es un ejército de obreros que, como Pablo, se hayan educado para ser útiles, tengan una experiencia profunda en las cosas de Dios y estén llenos de fervor y celo. Se necesitan hombres santificados y abnegados; hombres que no esquiven las pruebas y la responsabilidad; hombres valientes y veraces; hombres en cuyos corazones Cristo constituya la ‘esperanza de gloria’, y quienes, con los labios tocados por el fuego santo, prediquen la Palabra” (Id., pág. 404).
Sobre el autor: Director de Actividades Laicas y Radio y TV de la Unión Noroccidental de la India