Un estudioso adventista declara su posición ante la noticia de la clonación de bebés.

El anuncio de la primera clonación humana lo hizo el 26 diciembre del año pasado la bioquímica francesa Brigitte Boisselier, presidente de Clonaid, una empresa que surgió en 1997 patrocinada por el grupo religioso de los raelianos. Se anunciaron otras clonaciones a comienzos del año. Este hecho ha despertado una polémica acerca de cuáles son los límites éticos de la ciencia en su búsqueda de la longevidad. Al considerar también los aspectos positivos de la clonación, cuando se la usa con fines terapéuticos, los profesionales adventistas en general y los de los Estados Unidos en particular, están debatiendo sobre cuál debe ser la posición de la iglesia al respecto; la cuestión es si hay casos de clonación permitidos, o si todo el proceso es éticamente condenable.

Gerald Winslow, director de la facultad de Religión y profesor de Ética en la Universidad de Loma Linda, cree que intentar clonar un ser humano actualmente es, por lo menos, irresponsable, y puede ser muy peligroso. “No sabemos cuáles pueden ser los riesgos para un bebé nacido de esta manera”, afirma. La inseguridad crea dilemas morales que los cristianos debemos enfrentar, dice Winslow. Según sostiene, es necesario estudiar si el clon humano podría sufrir alguna degeneración repentina, o si la sociedad lo trataría con dignidad y le asignaría algún valor.

Límites éticos

“Nos enfrentamos a interrogantes que tienen que ver con la misma esencia de la humanidad”, declara Winslow. El principal cuestionamiento de muchos cristianos es dónde están los límites. “Evidentemente, no disponemos de una declaración bíblica que nos dé la respuesta -dice-. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es descubrir entre líneas los principios bíblicos que nos puedan orientar al respecto” Añade que este dilema les da una excelente oportunidad a los cristianos para que piensen acerca de asuntos básicos relacionadas con la vida. “Tenemos instrucción en la Biblia y la conducción del Espíritu Santo, y necesitamos mantenernos despiertos”.

En 1998, una declaración inicial de la Iglesia Adventista redactada por Winslow y Anthony Zuccarelli, siendo este último profesor de Microbiología de la Facultad de Medicina de Loma Linda, ya condenaba la producción de seres humanos por medio de la clonación, como algo “moralmente inaceptable”. A pesar de eso, se consideró aceptable el uso de material clonado con fines terapéuticos, para prevenir enfermedades o reparar los daños causados por ellas (vea más adelante la diferencia que existe entre la clonación humana y su uso con fines terapéuticos).

“Es una responsabilidad cristiana prevenir el sufrimiento y preservar la calidad de la vida humana (Hech. 10:38; Luc. 9:2) -afirmaba la declaración adventista-. Si es posible prevenir enfermedades genéticas por medio del uso de células clonadas, esa tecnología se puede usar para prevenir un sufrimiento evitable”.

Una motivación mística

La posición de los estudiosos adventistas inclinados a aceptar la clonación medicinal, mientras el embrión no ha sido insertado en el útero, cuenta con el respaldo de la opinión de buena parte de la comunidad científica. Lygia da Veiga Pereira, experta en genética de la Universidad de Sao Paulo (USP), considera válida la experiencia de clonar embriones con fines terapéuticos: “Es una alternativa óptima para evitar el rechazo en los trasplantes -dice-, pero no se justifica para la reproducción”.

Aunque en los Estados Unidos se quiere prohibir hasta las investigaciones con fines terapéuticos, países como Francia y Alemania las aceptan; pero la clonación reproductiva, por lo menos por ahora, enfrenta un vehemente rechazo. Los estudios se llevan a cabo en forma independiente, y en contra de la voluntad de las autoridades científicas y del gobierno.

Clonaid, la empresa que anunció el nacimiento de dos clones sin comprobarlo, trabaja en el más absoluto sigilo; con todo, puesto que se destaca en los medios de comunicación y ya que es un tema científico, tiene como fin último transmitir un mensaje místico que se basa en las enseñanzas de un ex periodista, Claude Vorillon, que ahora se presenta como profeta: asegura que ha recibido la visita de extraterrestres que lo instruyeron en el sentido de difundir el tema de la clonación como medio de alcanzar la vida eterna.

A pesar de que la empresa presentó su posible “conquista” en forma aparatosa y sin demostración alguna, este hecho ilustra el sueño humano de dominar los secretos de la vida. Estos asuntos exigen de los cristianos una mayor dosis de reflexión y estudio de las orientaciones divinas al respecto.

Sobre el autor: De la redacción del Servicio Adventista de Noticias.