Nota del editor: El apóstol Pablo escribió varias cartas a jóvenes pastores en el ministerio. Aun los pastores maduros necesitan hoy en día palabras de ánimo. Este artículo contiene extractos de las cartas de Pablo que podría haber escrito para ti, un siervo y amigo de Dios.

QUERIDO PASTOR:

 Últimamente he estado pensando mucho en ti y estoy orando por ti. Te escribo para darte ánimo y desearte bendiciones en Cristo a fin de que vivas una vida victoriosa y fructífera para él.

 Te confirmó. Siempre doy gracias a Dios por ti, por su gracia que te ha dado en Cristo Jesús. Por él, tú has sido enriquecido en todo sentido: en toda tu habla y tu conocimiento.[1] Hemos sabido de tu fe en Cristo Jesús y del amor que tienes por todos los santos. Me deleito en ver cuán metódico eres y cuán firme es tu fe en Cristo. Por la fe, permanecemos firmes.

 Tengo gran confianza en ti. En realidad, me he gloriado respecto de ti, pero no me has avergonzado. Estoy contento, porque puedo tener confianza en ti.

 Recuerda siempre lo que Dios puede hacer. Dios escogió lo necio del mundo para avergonzar a los sabios. Escogió lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte.  Dios es capaz de hacer que toda la gracia abunde en ti, de manera que en todas las cosas y en todo tiempo tú abundes en toda buena obra.

 Dios es capaz de hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pidas o imagines, de acuerdo con su poder que actúa en ti. El que comenzó en ti una buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

 Permite que el Espíritu Santo desempeñe un importante papel en tu vida. Nohas recibido un espíritu de esclavitud paraestar otra vez en temor, sino que has recibidoel Espíritu de adopción. Y, por él,clamamos: ¡Abba, Padre! Permite que elEspíritu te ayude en tu debilidad.

 Recuerda que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en ti, el cual has recibido de Dios. Siendo que vives por el Espíritu, mantente acorde con el Espíritu.

 Piensa acerca de tu posición en Cristo. Tú eres el campo de Dios, el edificio deDios. No te perteneces a ti mismo; fuistecomprado por precio. Eres una carta deCristo, escrita no con tinta sino con elEspíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra,sino en tablas de carne del corazón.Dios te ha creado con este propósito y teha dado el Espíritu como un depósito, engarantía de lo que ha de venir. Por lo tanto,ten confianza siempre.

 Recuerda que eres una nueva criatura en Cristo. Porque eres hechura de Dios, creado en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduvieses en ellas. Así que, eres embajador de Cristo, como si Dios rogase por medio de ti.

 Procura los dones y el fruto del Espíritu. Sigue el camino del amor y desea fervientementelos dones espirituales. Procura losdones que edifican a la iglesia. No descuidesel don que hay en ti, que te fue dado cuando el cuerpo de ministros impuso susmanos sobre ti. Y no olvides el fruto delEspíritu, que es amor, gozo, paz, paciencia,benignidad, bondad, fe, mansedumbre ytemplanza.

 No te avergüences del evangelio. El evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Tu mensaje y tu predicación no deben ser con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del poder del Espíritu, para que tu fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios.

  Experimenta el poder de la oración. En todas mis plegarias, siempre oro con gozo por tu compañerismo en el evangelio. Y esta es mi oración: que tu amor abunde más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que puedas discernir lo mejor, a fin de que seas puro e irreprensible para el día de Cristo.

 Además, oro para que, conforme a las riquezas de su gloria, te fortalezca con poder en el hombre interior por su Espíritu, para que habite Cristo por la fe en tu corazón. Pido que Dios te llene con el conocimiento de su voluntad mediante toda sabiduría e inteligencia espiritual, siendo fortalecido con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad.

 Lleva una vida irreprensible. No te conformes al modelo de este mundo, sino transfórmate por medio de la renovación de tu entendimiento. Entonces podrás comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Guarda todo tu ser, espíritu, alma y cuerpo, irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

 Recuerda que, en una carrera, todos los atletas corren, pero uno solo se lleva el premio. Corre de tal manera como para obtener el galardón. Así que, si comes o bebes o haces otra cosa, hazlo todo para la gloria de Dios.

 Permanece firme. Que nada te mueva. Entrégate siempre plenamente a la obra del Señor, porque sabes que tu labor en el Señor no es en vano. Así como abundas en todo, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud y en tu amor para con nosotros, procura abundar también en la gracia de dar.

 Fuiste enseñado, en cuanto a la pasada manera de vivir, para despojarte del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y para renovarte en el espíritu de tu mente, y vestirte del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Sé un imitador de Dios. Condúcete de una manera digna del evangelio de Cristo.

 Pon tu corazón en las cosas de arriba. Contempla a Cristo sentado a la diestra de Dios. Vístete de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia. Sé alerta y agradecido, para que puedas permanecer firme en toda la voluntad de Dios, maduro y plenamente seguro. Está siempre gozoso, ora sin cesar, da gracias en todas las circunstancias, porque esta es la voluntad de Dios para ti en Cristo Jesús. No apagues el Espíritu. Sé diligente en todas estas cosas; entrégate enteramente a ellas, de modo que todos puedan ver tu progreso.

 Sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. Vístete de toda la armadura de Dios, para que puedas estar firme contra las asechanzas del diablo, para que cuando venga el día del maligno puedas resistir en pie.

 Vive una vida victoriosa. El pecado no se enseñoreará de ti, porque ya no estás bajo la ley sin bajo la gracia. Ahora que has sido libertado del pecado y hecho siervo de Dios, eres más que vencedor por medio de aquel que te amó. Porque estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

 ¡Gracias sean dadas a Dios! Él nos da la victoria completa por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Afectuosamente,

tu amigo,

Pablo

Sobre el autor: Magíster en Divinidad, es un editor, consejero y escritor independiente que reside en Hermitage, Tennessee, Estados Unidos.


Referencias

[1] Los versículos a los cuales el autor alude a lo largo de este artículo son o transcripciones directas o paráfrasis que, en la traducción, son tomadas de la versión Reina-Valera de 1960.