Actualmente el 60% de la población del mundo vive en ciudades. En el Brasil la preponderancia de la urbanización es todavía más acentuada. En ocasión del censo de 1991 el 75,6% de la población del Brasil era urbana.

El proceso de urbanización del Brasil comenzó de manera significativa en la década iniciada en 1950. Pero en la década siguiente se produjo una inversión curiosa. Comenzamos la década del 60 con un 55 % de la población residente en zonas rurales, y terminamos la misma década con un 55 % de los habitantes instalados en zonas urbanas.

De acuerdo con John Eberhard, de la Academia de Ciencias de Washington, en los Estados Unidos, entre 1876 y 1883, se produjeron ocho importantes inventos que cambiaron el aspecto de las ciudades: 1) Las estructuras de acero, que contribuyeron a romper los límites impuestos por los ladrillos, las piedras y la madera, y facilitaron el aumento de la densidad de la población. 2) Los ascensores y las escaleras rodantes, que produjeron nuevas condiciones de acceso y movilidad. 3) La energía eléctrica, que permitió organizar el trabajo por turnos y en espacios que carecían de luz natural. 4) El aire acondicionado y la calefacción central. 5) La potabilización del agua. 6) La invención del teléfono, que desencadenó la revolución en el área de las comunicaciones. 7) La invención del automóvil. 8) Finalmente, el tren subterráneo, que vino a completar el perfil de las grandes aglomeraciones humanas de la actualidad.

El aumento de las oportunidades de trabajo en las ciudades, el mayor acceso a la educación y la salud, y la posibilidad de una vida mejor fueron las motivaciones sociales del éxodo rural. En los últimos tiempos se ha verificado que las grandes capitales están creciendo a un ritmo más lento que las ciudades adyacentes o algunos sectores esparcidos por el interior. Pero eso no deja de ser urbanización.

La situación se caracteriza por el individualismo, el pragmatismo, el consumismo y el relativismo. Eso anula, para buena parte de los que vienen de afuera, las ventajas o los atractivos de Las ciudades, generando una preocupante exclusión social y económica. La violencia, las drogas, la contaminación y las epidemias son algunos de los problemas que más caracterizan a las ciudades de la actualidad. Y como casi el 80% de los habitantes vive en las ciudades, no me caben dudas de que ése es nuestro gran campo misionero.

Creo que antes de que llegue la hora de que abandonemos las ciudades es necesario alcanzar con el evangelio a la gente que vive en los centros urbanos. Y para conseguirlo no podemos dejar de considerar las limitaciones impuestas y las posibilidades proporcionadas por la urbanización. John Scott definió el “liderazgo” en términos de ministerio urbano como si fuera “un santo descontento con las cosas por la manera como están”, insatisfacción que nos lleva a desarrollar visiones alternativas en función de las ciudades.

Dificultades y alternativas

Lo que paso a comentar son algunos problemas que parecen comunes hoy, para cuya solución tal vez sea necesario revisar algunos métodos, ya que son anteriores a la urbanización actual.

Muchos se quejan de la falta de visitas pastorales. Pero cuando el pastor intenta visitarlos, nota que la llamada “población económicamente activa”, más los jóvenes y los niños de edad escolar, no se encuentran en la casa durante la semana, aunque el horario del pastor se prolongue hasta cerca de la media noche. Quedan el viernes por la noche, el sábado por la tarde y el domingo. Pero durante los fines de semana las visitas pastorales también enfrentan la competencia de las reuniones de comisiones, los ensayos, las actividades sociales de las familias, como son ir a la playa, los paseos y los deportes. Cuando la economía era rural la gente interrumpía sus quehaceres con la llegada del pastor, y se reunían a su alrededor a cualquier hora. Yo fui pastor de varias iglesias rurales, y ésa fue mi experiencia. Ahora, dentro del contexto de la urbanización, las visitas pastorales se tienen que llevar a cabo con más creatividad y diversificación.

¿Cuáles son las alternativas realistas para la visitación pastoral en una sociedad urbanizada? Creo que este asunto merece un estudio profundo, yque es posible hacerlo. A continuación presentamos algunas sugerencias. 1) El uso más frecuente del teléfono y del correo electrónico es una forma de obviar las dificultades que hay para visitar. Como se trata de medios sumamente prácticos, pues también pueden alcanzar a la gente en el trabajo mismo o fuera de hora, además de ser bastante baratos se puede aumentar la frecuencia de los contactos para compensar la falta de relación personal. 2) Otra posibilidad es organizar la asistencia pastoral antes y después de los cultos, en la iglesia. El pastor podría llegar a la sala pastoral unas dos horas antes y atender también después del culto a la gente que ha concertado una cita con la secretaria de la iglesia, por ejemplo. 3) La atención pastoral también se puede prestar en otros días y lugares conocidos y accesibles, para atender no sólo a los que asisten a los cultos, sino a cualquier persona, sea o no miembro de la iglesia, que desee hablar con el pastor (o con un consejero o voluntario laico). 4) Esos consultorios pastorales deberían estar ubicados en puntos estratégicos de la ciudad, de fácil acceso para la gente, o junto a la librería adventista o al negocio que vende productos naturales o a centros de promoción social (cursos, agencias de empleo, etc.).

¿Por qué es difícil la asistencia a los cultos nocturnos? Mucha gente trabaja hasta tarde, o estudia, o debe levantarse muy temprano al día siguiente o tiene miedo de salir de noche por causa de la violencia urbana. Otros trabajan lejos de donde viven, les resulta difícil llegar a casa y además tener que salir para ir a la iglesia o gastar más dinero en transporte. Esos, y otros motivos, como la adicción a la televisión, también afectan a las series más largas de reuniones de evangelización pública. Es prácticamente imposible asegurarse el mismo público con reuniones diarias o en el curso de la semana. Lo que se consigue es atraer en un lugar o en otro a “representantes de las familias”, a menos que se trate de reuniones de fin de semana. Estos son algunos de los problemas que la gente enfrenta actualmente en las ciudades.

¿Existen alternativas para el culto nocturno? 1) Algunas soluciones para este problema pueden ser los cultos diurnos en diferentes horarios en la iglesia o reuniones pequeñas celebradas en los hogares para atender a grupos más definidos, como la gente que trabaja en turnos determinados o que pasa por la iglesia después del trabajo o antes de él, o que va a la playa. 2) Pueden ser muy productivas y prácticas las conferencias transmitidas por radio, vía satélite, para pequeños grupos, con predicación, música y estudios bíblicos, complementados con discusiones, profundización y aplicación de las ideas expuestas. Con transmisiones en diferentes horarios a lo largo del día, los grupos pequeños pueden disponer de varias opciones. 3) Algunos de esos grupos pequeños se pueden reunir en salas alquiladas en diferentes puntos de la ciudad, abiertas todo el día, o en escuelas, hospitales y empresas. 4) En esos lugares, también en recintos de las fuerzas armadas, se pueden encontrar las oportunidades más importantes para establecer contacto con grupos de personas, para aconsejar, y el plan de establecer capellanías en esos lugares puede ser la clave para alcanzar los corazones de los habitantes de los centros urbanos. Hoy muchos empresarios no tienen la menor duda de que sus obreros y empleados producen más “si se llevan bien con la vida”, por lo que están más que dispuestos a aceptar el ofrecimiento de un consejo espiritual regular y sistemático en la empresa.

Lograr el desarrollo de la espiritualidad urbana es un arte, una especie de estilo de vida, que relaciona lo que conocemos con respecto a Dios con lo que entendemos de las complejidades del mundo urbano.

Sobre el autor: Director de Media Digital, de la Casa Publicadora Brasileira.