Reflexiones a partir de los consejos de Elena de White
El tema referente al estilo de vida ha generado discusiones entre los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a lo largo del tiempo. De acuerdo con Hayden, la discordancia “sobre qué tipo de música es aceptable, el uso de joyas, el estilo de vestuario, lo que se debe comer, qué tipo de recreación se puede practicar […] nos ha dividido en dos campos”.[1]
Sin embargo, cuando analizamos el asunto desde la perspectiva del remanente de Dios, tales discusiones aparecen en un molde diferente de aquel en el cual estamos acostumbrados a verlas. Ese hecho puede ser explicado a la luz de la comprensión con respecto al origen y la misión de ese grupo especial de representantes de Dios en la escatología bíblica.
Vale recordar que, a pesar de todas las disputas sobre quién está en lo correcto y quién en el lado equivocado, esta es la séptima y última iglesia de la profecía apocalíptica, Laodicea, el pueblo descrito por el mismo Señor Jesús como su “remanente final” (Apoc. 3:14-22). De esa manera, es necesario reflexionar sobre algunas cuestiones.
¿Estamos atentos a las tendencias y al impacto del secularismo sobre la Iglesia Adventista del Séptimo Día? ¿Acaso eso habrá contribuido para fragmentar a la iglesia y desviarla de su curso profético?
¿Cuál ha sido nuestra estrategia para tratar esas cuestiones? ¿Podemos delinear de forma clara el punto de equilibrio?
¿Cuáles son los instrumentos que promoverán la unidad, en medio a la diversidad de opiniones y de culturas? ¿Cómo debemos aplicar los consejos de la Revelación profética de Dios?
Frente a la necesidad de unidad en el remanente, es necesario destacar la Regla de Oro del cristianismo: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat. 7:12). Si deseamos preservar nuestra identidad, necesitamos aprender a aplicar este principio.
Elena de White y el remanente
El término “remanente” es empleado de diversas maneras en los escritos de Elena de White. Frente a tal variedad, hay una doble predominancia en su aplicación, que presenta caracteres religiosos y teológicos. El término “remanente” aparece en sus escritos con expresiones sinónimas tales como “fieles”, “fieles hijos de Dios”, “pueblo de Dios”, “los que mantienen su lealtad a Dios”, “un pequeño grupo” y “los santos”. Las formas variadas del término revelan que la autora atribuyó al asunto un destacado valor en sus escritos.
Este grupo “residual” es la herramienta actuante de Dios para resguardar y para proclamar su revelación salvífica al mundo en los últimos días. Elena de White, además, menciona que, aunque será un pueblo frágil, “por su medio se proponía Dios conservar en la tierra un conocimiento de sí mismo y de su ley. Ese remanente había de custodiar el culto verdadero y los santos oráculos”.[2]
Elena de White y el estilo de vida adventista
La contribución de Elena de White al tema del estilo de vida de los adventistas del séptimo día ejerció una fuerte influencia sobre la iglesia y en la sociedad. De acuerdo con Bull y Lockhart, “de todas las alternativas de estilo de vida estadounidense, el adventismo del séptimo día es una de las más hábilmente diferenciadas, sistemáticamente desarrollada e institucionalmente exitosas”.[3]
Nuestros pioneros adoptaron el método de estudiar la Biblia de forma sistemática durante el establecimiento de nuestras doctrinas. Algunas veces, Dios concedía una visión a Elena de White, que contribuía para confirmar el consenso general del grupo y remover las dudas de aquellos que no habían comprendido determinada creencia. De acuerdo con George Knight, el mismo principio no se aplica al “papel desempeñado por Elena de White en el área del estilo de vida”.[4]
Aunque actualmente los adventistas del séptimo día tengan la tendencia a considerar las doctrinas y el estilo de vida en un mismo nivel de importancia, no fue de esa manera en sus inicios. La constitución de los patrones que conforman el estilo de vida se dio de manera gradual. Desde el punto de vista de Knight, tal vez la diferencia girara alrededor del hecho de que la doctrina define la denominación.[5] La doctrina, por lo tanto, fue una cuestión fundamental y recibió mucha atención por parte de los primeros adventistas sabatistas. A su vez, algunos asuntos como, por ejemplo, el estilo de vida, se transformaron en temas secundarios.
Mirado desde esa perspectiva, se puede comprender que cada aspecto que forma el estilo de vida adventista tiene una función no meramente comportamental, sino misional. De esa manera, las cuestiones relativas al estilo de vida deben ser consideradas como medios para predicar la doctrina en el contexto de la salvación.
Patrones comportamentales
Al analizarse la función y el valor de los patrones comportamentales en la formación del estilo de vida, puede identificarse la existencia de, por lo menos, tres niveles: absoluto, temporal y cultural.
Patrones absolutos: Son reglas que se aplican en todos los tiempos, a todas las personas y en todas las circunstancias. Por ejemplo: los Diez Mandamientos son exigencias comportamentales absolutas. La codicia es siempre algo equivocado. El robo no es permitido. Adorar falsos dioses es idolatría. Esas reglas se aplican tanto en África como en Europa o en cualquier otro punto del mundo. Las personas educadas necesitan respetarlas tanto como los iletrados.
Los escritos de Elena de White están en conformidad con el grado absoluto. Por medio de ellos, entendemos la justificación por la fe, el sacrificio de Cristo aceptado por Dios, en nivel absoluto, a nuestro favor. La santificación, por otro lado, es un proceso de aprendizaje del vivir por los absolutos, que dura toda la vida. Mientras mantengamos la mirada fija en Jesús, él nos dará poder para superar constantemente los obstáculos y guardar todos los patrones absolutos.
Patrones temporales: Son obligaciones para el pueblo de Dios en todo lugar, pero no para todos los tiempos. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, ningún hombre podría ser considerado judío, integrante del pueblo de Dios, si no era circuncidado. Todos los judíos, sin importar dónde vivieran, celebraban la Pascua. Hoy, sin embargo, ni la circuncisión ni la observancia de la Pascua son exigencias para los cristianos, pueblo de Dios en la actualidad.
Elena de White contextualizó cuestiones de esa naturaleza en su tiempo; incluían el bautismo por inmersión, el rito de la humildad y la ceremonia de la comunión. El bautismo es el medio oficial de entrada en la iglesia. El rito de lavamiento de los pies entre los hermanos, el uso de pan sin fermento y la utilización del jugo de uva son universales en el adventismo. Estos permanecerán hasta la segunda venida de Cristo. Sin embargo, ninguno de ellos era obligatorio antes de que Cristo cumpliera su ministerio en la Tierra.
Un ejemplo interesante que se destacó durante las primeras décadas del adventismo fue el de la nomenclatura de los días de la semana. Al comentar respecto de este asunto, Wheeler destaca que los adventistas, así como otros grupos conservadores, se oponían a cualquier elemento que pensaran que tuviera origen o connotación pagana. De esa manera, hasta evitaban llamar a los días de la semana por sus nombres, porque derivaban de los nombres de diversos dioses paganos. Por muchos años, la Review and Herald utilizó como nomenclatura oficial meramente la expresión primer día, segundo día, etc. Actualmente, este asunto no provoca una gran preocupación. Pocos ven este punto como una amenaza para el cristianismo, o para el adventismo.[6]
Patrones culturales: Representan prácticas que pueden ser locales o universales. A veces, involucran patrones temporales. Por ejemplo, cierto pastor, un sábado de mucho calor predicó, sin el saco de su traje. Sin embargo, cuando terminó le dijeron que, en aquel lugar, era inadmisible que alguien predicara sin usar el saco y la corbata.
Los patrones culturales, generalmente, legislan respecto de cuestiones como vestimenta y otras semejantes. En el pasado, en una asamblea de la Asociación General de la Iglesia Adventista, fue prohibido el uso de cierto tipo de barbas y bigotes. Sin embargo, en la cultura actual, esos patrones no transmiten el mensaje negativo que transmitían en la cultura en que se los prohibió.
Otra situación que podríamos mencionar es con relación al uso del anillo de casamiento en los Estados Unidos. Sacárselo de la mano era condición preliminar para el bautismo en nuestra confesión religiosa. El hecho de que la remoción de la alianza no sea de consenso global en nuestra iglesia es también significativo para entender el tema de las normas y el estilo de vida en el adventismo.
Elena de White tropezó con esa experiencia cuando su hijo William se casó con May Lacey, una australiana. May y William intercambiaron alianzas en la ceremonia de casamiento, por causa del fuerte simbolismo que tenía para la familia de la novia. En esa ocasión, Elena de White apoyó la decisión de la nuera. Años después, cuando el matrimonio se mudó a Estados Unidos, May dejó de usar la alianza, por estar viviendo en una comunidad en la que el asunto era visto de una manera diferente.
Conclusión
Al aproximarnos al final de la historia humana, Dios concede a su pueblo orientaciones claras en relación con el valor y la importancia del estilo de vida. De acuerdo con lo que Elena de White afirma, es el propósito divino llevarnos de regreso, “paso a paso, a su designio original”.[7]
Sin embargo, el remanente continuará debatiendo el tema del estilo de vida durante su caminata. La tendencia es que la discusión sobre esa cuestión se hará más acalorada a medida que el fin se aproxima. Sin embargo, un corazón compasivo y misericordioso servirá como imán para atraer a las personas a los pies de Cristo, tanto a los de afuera de la iglesia como a los que están adentro. Así ocurrirá la verdadera transformación que el Señor desea realizar en cada uno de nosotros.
Cuando el tema del estilo de vida sea objeto de meros debates, en que las opiniones personales pasan a definir los patrones sin el aporte de la revelación profética, surgen divisiones entre el pueblo de Dios. Como consecuencia, perdemos nuestro centro de atención en la misión de la iglesia.
Al analizar el modo de promover el estilo de vida sin tener a Cristo como centro, Hayden afirma que eso “no resultará en nada más que en el aumento de la población de fariseos en la iglesia”.[8] Cuando presentamos el asunto sin ser cristocéntricos, contribuimos a la formación de cristianos que piensan y actúan de forma polarizada y desequilibrada. Elena de White destaca que “Cristo no obliga a los hombres, los atrae. La única fuerza que emplea es el amor”.[9] Al abordar el riesgo del extremismo, la autora afirma, además, que “debemos emprender cada reforma con celo, sin embargo deberíamos evitar dar la impresión de que somos vacilantes y esclavos del fanatismo”.[10]
La única seguridad para el remanente es conducirnos en la vida según los patrones establecidos por Dios en su Revelación, jamás por el modelo secular. En este momento escatológico, es necesario que el pueblo fiel sea guiado y gobernado por principios sagrados, en lugar de seguir las tendencias, las ideas y las opiniones humanas. Al destacar la influencia del mundo sobre el remanente, Elena de White declara: “La conformidad con el mundo es un pecado que está debilitando la espiritualidad de nuestro pueblo y que está impidiendo gravemente su utilidad. Es inútil proclamar el mensaje de amonestación al mundo mientras nosotros lo negamos en nuestras transacciones de la vida diaria”.[11]
Vislumbrando el destino del pueblo de Dios, al pasar por los últimos momentos de la historia de este mundo, la autora afirma: “Estamos viviendo en un tiempo solemne, en medio de las escenas finales de la historia de esta Tierra, y los hijos de Dios no están despiertos. Deben levantarse y hacer mayores progresos en la reforma de sus hábitos de vivir, comer, vestir, trabajar y descansar. En todas estas cosas deben glorificar a Dios y estar preparados para dar batalla a nuestro gran enemigo, y gozar las preciosas victorias que Dios tiene en reserva para los que ejercen la temperancia en todas las cosas mientras luchan por una corona incorruptible”.[12]
Sobre el autor: director del Centro de Investigaciones Elena G. de White de Unasp, campus Ingeniero Coelho.
Referencias
[1] Hayden, R. K., Life Styles of the Remnant – A Refreshing Look at the Principles of Christian Living (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2001), p. 25.
[2] White, Elena de, Profetas y reyes (Buenos Aires: ACES, ), p. 500.
[3] Bull, M. y K. Lockhart, Seeking a Sanctuary – Seventh-day Adventism and the American Dream (Bloomington, IN: Indiana University Press, 1989), p. ix y 14.
[4] Knight, George R. Uma Igreja Mundial – Breve História dos Adventistas do Sétimo Dia (Tatuí, SP: CPB, 2000), p. 80.
[5] Ibíd.
[6] Wheeler, G. “The Historical Basis of Adventist Standards”, en Ministry, octubre de 1989, p. 9. [7] White, Eventos finales (Tatuí, SP: CPB, 1995), p. 71.
[8] Hayden, ibíd., p. 30.
[9] White, El discurso maestro de Jesucristo (Buenos Aires: ACES, 2009), p. 108.
[10] __________, Testimonios para la Iglesia (Florida, EE.UU.: APIA, 2008), t. 1, p. 487.
[11] __________, El evangelismo (Buenos Aires: ACES, 2015) p. 201.
[12] __________, Joyas de los testimonios (Buenos Aires: ACES, 2015), t. 3, p. 114.