Franksongil Santos, pastor en la región de Almerim, en el Estado de Pará (Brasil) necesitó superarse para atender el llamado de Dios. “Yo trabajaba en la construcción de la Facultad Adventista de la Amazonia”, relata Santos, “en varias funciones: servicios generales, auxiliar de albañil, fontanero, portero y vigía. Cuando abrieron el curso de Teología, sentí un fuerte deseo de convertirme en un pastor; pero al reflexionar sobre mi propia condición sentí miedo, dudé y desistí de la idea”.
Después de un año, Santos le contó sobre su deseo a la secretaria de la institución. Ella lo incentivó a inscribirse para realizar el examen de ingreso. Él pensó: “Si es la voluntad de Dios, voy a pasar el examen de ingreso, voy a vencer los desafíos, y a dedicarme enteramente al Señor”. Y fue eso lo que sucedió. Concluyó la carrera en la Facultad de Teología en el segundo grupo de alumnos de la FAAMA, y su primer distrito pastoral fue Almerim, distante aproximadamente unas ocho horas de Santarém, otra ciudad del Estado de Pará. El distrito tiene cuatro iglesias y seis grupos, distribuidos entre las ciudades de Almerim y Gurupá.
Vencer la geografía
Sus iglesias se encuentran en una región de ríos, y las dificultades geográficas fueron su primer desafío. “Noté que no tenía cómo tomar un ómnibus o usar un auto para llegar a las iglesias. Tuve la idea de comprar una lancha. Dios me bendijo. La Misión y la Unión Norte Brasileña (UNB) participaron con una parte del dinero, y llegué al distrito haciendo una ‘recolección’ para terminar de pagar la lancha”, dice el pastor Santos, sonriendo.
“He vivido grandes experiencias aquí. Llegué a pasar quince días sin volver a mi casa. Pero el trabajo me ha recompensado. Lo que más me alegra es ver a los hermanos recibiéndome con palabras como estas: ‘Pastor, yo sabía que usted vendría, estábamos esperándolo’ ”, comenta.
Sin embargo, como la lancha era antigua, el motor se rompió y ahora está en mantenimiento. Dado que no existe un barco que realice esa línea de transporte en la región, para visitar a las iglesias, el pastor viaja en diferentes barcos hasta donde estos lo dejan, y luego toma una rabeta (canoa con un pequeño motor), para llegar a la iglesia más distante; lo que implica más de 16 horas de viaje.
En dos años de ministerio, ya fueron plantadas dos nuevas iglesias en la región. “Sacamos madera, medimos, cargamos, aserramos… ‘ponemos la mano en la masa’, y a los hermanos les gusta ver que el pastor participa con ellos. Es una alegría plantar iglesias aquí”, dice. Hoy, entiende los planes de Dios. “Vi que Dios trabajó desde el comienzo de mi vida. Hice cosas sin percibir que eran una preparación. Todos los cursos que realicé, el tiempo que trabajé en los yacimientos de piedras preciosas y tuve experiencia con rabetas y su mecánica, la experiencia en construcción en la FAAMA… Todo contribuyó para mi ministerio”, resalta Santos.
Y el resultado de tanta pasión por el ministerio es visible. Después de dos años, su distrito presentó un crecimiento del 38,8% en el número de miembros. “La mayor recompensa termina en las aguas. Es claro que nosotros sentimos la distancia de la familia, pero cuando descendemos a las aguas para bautizar, el cansancio acaba y recibimos fuerzas para continuar el ministerio. En el pasado, los pioneros que pasaron por aquí permanecían meses lejos de su casa. Ese río tiene el sudor, la sangre y las lágrimas de muchas personas que amaron el evangelio”, comenta.
Vencer la pobreza
En algunas localidades, el desempleo es grande. Las personas trabajan en el cultivo de frutas (açaí), y cuando termina la cosecha, se dedican a la extracción de madera. Las casas se levantan a orillas del río, y de la simplicidad surge la oportunidad. “Inauguramos aquí el bautismo a domicilio –explica Santos–. Como todas las casas están localizadas a las márgenes del río, cuando la persona se decide por el bautismo, realizamos la ceremonia bautismal en el río, al frente de su casa, con toda la familia y la iglesia”, concluye.
Para ayudar en la lucha contra la pobreza, él usa el ministerio joven. Una vez por mes, los jóvenes participan de proyectos sociales en beneficio de la comunidad local. Este proyecto ganó el reconocimiento de las autoridades y de la Cámara Municipal de Gurupá, que condecoró al pastor como ciudadano gurupaense. “Puede hasta parecer entusiasmo de principiante, pero yo pido a Dios que me dé salud y motivación para preparar a muchas personas para el encuentro con Jesús. Esa es mi pasión”, finaliza el pastor Santos.
Sobre el autor: Asesora de Comunicación de la Iglesia Adventista para la región Norte del Brasil.