“El hombre que se entrega de lleno a su menester, si es un genio se convertirá en un hombre prodigioso; si no lo es, la tenaz aplicación al trabajo lo elevará por encima de la medianía”.
“¡Bienaventurado aquel que ha encontrado su trabajo! ¡Que no pida más felicidad!”, afirmó T. Carlyle, el famoso historiador y pensador inglés del siglo XIX. Esta otra afirmación también es muy significativa: “Donde no hay trabajo no hay placer”.[1] La búsqueda de la alegría es común a todos los seres humanos, y cuánto se dilapida para conseguirla. Partiendo de la premisa de que los lectores de este artículo ya tienen su trabajo, lo fundamental es que encontremos real placer en él. Mediante algunas sugerencias prácticas nos proponemos ayudarlo a disfrutar de él en una medida que jamás soñó.
El trabajo, un mandato divino para todos
Los guardadores del sábado tenemos la tendencia a poner el énfasis en la parte correspondiente al reposo establecido en el cuarto mandamiento. En razón de esto, muchas veces pasamos por alto que el trabajo precede al descanso y que la actividad debe abarcar seis de los siete días del ciclo semanal. El Creador, que diseñó el maravilloso organismo humano, prescribió para su óptimo funcionamiento períodos de actividad alternados con descanso. El trabajo productivo, además de ser una fuente de alegría, es esencial para mantener la salud.
El trabajo del ministerio, un privilegio que Dios nos concede
La tarea de mayor trascendencia que se le haya podido encomendar al hombre es la de difundir el Evangelio a fin de que los pecadores puedan conocer y aceptar al Salvador. Por lo mismo, participar en la proclamación de las buenas nuevas es motivo de mucha satisfacción para nosotros, los obreros… ¡Cuán privilegiados somos por este trabajo que los ángeles quisieran realizar…!
Organicemos el tiempo para el trabajo productivo
El rey sabio afirmó: “Todo tiene su tiempo”, y aun cuando es obvio, cabe destacar lo importante que es asignarle un tiempo a todos y a cada uno de los asuntos que son de la competencia del ministro. Salomón fue un maestro en esto ya que por las evidencias que hay, disciplinó su propio tiempo aun hasta para reír y llorar.
De ninguna manera pretendemos forzar la interpretación del texto si afirmamos que el monarca tuvo un doble acierto en su vida; primero, en la petición de que Dios le diera sabiduría, y segundo, al usar ese don para distribuir sabiamente sus actividades en las 24 horas de los 365 días del año. Sin duda ésa fue una de las principales fórmulas que dieron a su reinado la grandeza que tuvo.
Entonces, ya sea en su distrito, institución o campo, si desea que Dios lo ayude a hacerlo prosperar bajo su dirección, organícese tanto como sus capacidades lo permitan y luego asigne el tiempo que sea necesario para realizar bien y oportunamente todas las tareas que emprenda. Si a esto le añade una buena dosis de entusiasmo, saldrá adelante en cualquier empresa que se proponga llevar a cabo.
Sugerencias para organizar el trabajo de un día
Para poner en práctica lo que habitualmente hacen los hombres que tienen éxito, distribuya las horas del día en la forma que más se ajuste a los requerimientos de un ministro. A continuación le proporcionamos la siguiente sugerencia:
1. Levantarse, ejercicios físicos y preparación personal para el encuentro con Dios 6:00
2. Devoción personal 6:30
3. Culto familiar 7:15
4. Investigación profesional, estudio de asuntos generales, preparación de sermones y temas 8:00
5. Correspondencia, informes, relación con el campo 9:30
6. Asuntos de administración de iglesia (presupuestos, aspectos legales, etc.) 10:00
7. Estudios bíblicos y visitas pastorales 10:30
8. Almuerzo 13:00
9. Descanso 13:30
10. Estudios bíblicos y visitas pastorales 14:00
11. Cena y culto familiar 18:30
12. Reuniones en la iglesia o estudios y visitas 19:30
13. Tiempo para la esposa 21:30
14. Descanso 22.00
En una asamblea de obreros un pastor, piloto de avionetas, me consultó respecto al grado de rigidez que debíamos asignarle a este tipo de distribución del tiempo. La respuesta que di en aquella oportunidad la resumo en los siguientes términos: “Un programa para el pastor -incluyendo el plan diario- es como las alas de un avión. Estas son tan rígidas que permiten que el aparato se eleve y vuele, y tan flexibles que cuando se produce una turbulencia, ceden lo suficiente como para que éste no se desintegre y pueda continuar en vuelo”.
Reconozco que este programa requiere mucho de nosotros, pero nuestra aplicación de un plan que contemple la atención de los quehaceres esenciales del pastor, nos ayudará a que jamás estemos entre los que “ni arden ni brillan, y sin embargo están contentos”.[2] Que el entusiasmo que ponemos en el trabajo nos mantenga encendidos por la causa a fin de que en un día no muy lejano “podamos brillar -según la promesa- como las estrellas a perpetua eternidad”. Comencemos ya a disfrutar del contentamiento al cual tiene derecho el que vive la constante superación del mayordomo fiel que hace bien las cosas y en el menor tiempo posible.
Sugerencias para organizar el trabajo de una semana
1. Divida el territorio de su parroquia de acuerdo con los días que usted disponga para la visitación y los estudios bíblicos.
2. Supongamos que determina cinco días para estas tareas. Si así fuera, designe una zona por día, para lo cual sugiero el siguiente procedimiento:
2.1. Prepare una ficha para cada feligrés en un tamaño que le resulte cómodo para llevar en un portafolio o en el bolsillo.
2.2 Organícelas de acuerdo con las cinco zonas en que dividió su parroquia. Entonces tendrá cinco grupos de fichas.
2.3 Comunique a su congregación la distribución territorial que hizo para que cada feligrés pueda identificar a cuál de las zonas corresponde su domicilio.
2.4 Instruya a su feligresía para que sepa cómo está organizado su programa de visitación y el día cuando podría producirse su encuentro con ellos.
2.5 Hecha la visita, anote la fecha y el asunto que trató en la oportunidad. Esto además de servir como un control del programa de la visitación, será una certificación para los que afirman: “Mi pastor nunca me visita…”.
2.6 Su plan para los estudios bíblicos organícelo también siguiendo el mismo esquema. Combinando los estudios con las visitas, además de ahorrar mucho tiempo y de cuidar su presupuesto, le dará la oportunidad de hacer un aporte personal al ahorro de energía que la humanidad reclama. Lo más importante, sin embargo, será que usted estará balanceando con este sistema el trabajo pastoral con la evangelización de casa en casa.
2.7 Para los otros asuntos que debe atender cada día lleve una agenda, y al organizar su trabajo para la jornada, califique la urgencia de cada asunto con las letras A, B y C. La letra A para los compromisos que no admiten postergación, la B para aquellos que deben ser atendidos en lo posible ese día, y la C para lo que sea factible atender si el tiempo disponible lo permite.
2.8 El día lunes dedíquelo íntegramente a la familia y considere tanto esta inversión como cualquier otro tiempo de su programa. Piense que la viña del Señor, es decir la Iglesia de Cristo, comienza en la casa del pastor. Ojalá nunca necesite expresarse con las siguientes palabras: “Me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé”.[3]
Sugerencias para organizar el trabajo de cada mes.
1. Son tantas las ocupaciones que requieren la atención personal del pastor que éste fácilmente puede olvidar alguna de ellas. Se hace más evidente y se torna dramática su situación cuando descuida la evangelización pública y la capacitación de los instructores bíblicos indispensables para respaldar su trabajo desde el púlpito. También exigen su atención la escuela, el colportaje, la visitación, el envío de los informes, los funerales y ungimientos, entre otros menesteres propios de su investidura, además de la responsabilidad por el mantenimiento de la planta física de los edificios, y velar para que el pago de las cuentas de la luz, el agua y el teléfono sea hecho a tiempo.
2. Para montar un buen programa de trabajo que abarque todas las tareas que le son propias, tome por lo menos trece hojas en blanco y póngales a cada una de ellas el nombre de los meses del año eclesiástico, que en el caso de la División Sudamericana comienza en octubre.
3. En la hoja adicional anote todas las recomendaciones, sugerencias y planes de la organización, y luego adicione las suyas.
4. Con todos los puntos anotados en esa hoja, responda cuidadosamente en las páginas ya previstas, cada una de las siguientes preguntas:
4.1 ¿Qué debo hacer?
4.2 ¿Cuándo debo hacerlo?
4.3 ¿Cómo debo hacerlo?
4.4 ¿Dónde debo hacerlo?
4.5 ¿Con quién debo hacerlo?
Ejemplificación del procedimiento
a) ¿Qué debo hacer o se espera que yo haga?: Una campaña de evangelización en Semana Santa. Tome la hoja de abril y ponga: Evangelización en Semana Santa. Con ello está respondiendo también el cuándo.
b) Siendo que otra de las claves es el dónde, anote el lugar: Población Independencia.
c) Suponiendo que deba alquilar un salón, en la hoja correspondiente al mes de enero escriba: Buscar salón y firmar contrato.
En la hoja de marzo anote:
Preparar salón:
4. Buscar pintores
11. Comprar pintura
18. Pintar salón
d) Con quién o quiénes es otra clave importante, entonces tome la hoja de diciembre y anote:
8. Comenzar a preparar los instructores bíblicos.
En la hoja de marzo anote:
1. Seleccionar a los jefes de ujieres, evangelización infantil, secretarias, encargados de los equipos de proyección y amplificación, etc., etc.
9. Instrucciones a los integrantes de los equipos.
e) ¿Cómo haré la campaña?
e.1. Necesita tener presupuesto. Anote en la hoja correspondiente a octubre: Presupuesto campaña de Semana Santa.
e.2. Necesita hacer propaganda. Tome entonces la hoja de febrero y anote:
5. Diseñar la propaganda y preparar otros materiales para la campaña.
8. Ponerme en contacto con la imprenta.
En la hoja correspondiente al mes de marzo anote:
2. Llevar la propaganda a la imprenta.
6. Iniciar la distribución sistemática de folletos.
28. Distribuir los volantes y enviar las invitaciones especiales.
En la hoja correspondiente al mes de abril anote:
5. Comienza la campaña.
18. Preparar propaganda para el bautismo y llevarla a radios y diarios.
19. Distribuir invitaciones para el bautismo. Bautismo demostrativo de la campaña. Tomar nombres.
26. Iniciar las clases bautismales con los interesados.
En la hoja correspondiente al mes de mayo anote:
1. Iniciar el programa de testificación con los nuevos conversos.
31. Bautismo primicias de la campaña.
Estas fechas y datos consignados son sólo ilustrativos. Cuanto más minuciosa sea la planificación tomará más tiempo en ello, pero los resultados se traducirán en tranquilidad para usted, confianza de la administración en su programa, y mayores frutos para su trabajo.
Un antídoto para la pereza
“Según lo que Dios me ha mostrado, es necesario que haya un castigo entre los predicadores a fin de eliminar a los perezosos, lerdos y egoístas para que quede una compañía pura, fiel y abnegada”,[4] por cuanto “nada es más desanimador para el adelanto de la verdad presente que una obra descuidada hecha por algunos de los ministros en las iglesias”.[5]
Si estas expresiones admonitorias estuvieran expresando el estado de alguien que hidalgamente reconoce su situación, cobre aliento. Piense en este antídoto expresado por Diderot:
“El hombre que se entrega de lleno a su menester, si es un genio se convertirá en un hombre prodigioso; si no lo es, la tenaz aplicación al trabajo lo elevará por encima de la medianía”. Además, cabe recordar que como en el sepulcro no hay obra ni industria ni ciencia ni sabiduría, todo lo que nos venga a la mano para hacer, vale la pena que aprovechemos la oportunidad para hacerlo con entusiasmo. El que así acomete su trabajo, la mitad ya tiene hecho. Hombres solícitos como éstos precisa hoy la iglesia, puesto que no pasará mucho tiempo hasta que tengamos que testificar aun ante los reyes y gobernantes del mundo.
Concluyamos
Nadie espera -incluyendo a los administradores- lo imposible de nosotros. Lo único cierto es que “el Señor desea que cada obrero haga lo mejor que pueda… Si vosotros tenéis un solo talento, usadlo sabiamente”.[6] “Cualquiera que sea el ramo de trabajo en el cual nos ocupemos, la Palabra de Dios nos enseña a ser en el cuidado no perezosos; ardientes en espíritu, sirviendo al Señor’ ”.[7]
Hacemos votos muy sinceros para que los pensamientos vertidos y sugerencias expresadas en este artículo, ayuden a todo el cuerpo de obreros de las Divisiones Sud e Interamericana a encontrar en el trabajo ministerial una fuente permanente de satisfacciones y felicidad.
Referencias
[1] Cesáreo Goicoechea, Diccionario de Citas, pág. 640.
[2] Testimonios para los Ministros, pág. 168.
[3] Cantares 1:6.
[4] Joyas de los Testimonios, t. 1, pág. 36.
[5] El Evangelismo, pág. 240.
[6] El Ministerio de la Bondad, pág. 124.
[7] Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 281.