El pastor Marcos De Benedicto proviene de una familia adventista tradicional del sur de Minas Gerais, Rep. del Brasil. Está casado con Luciene A. Vital De Benedicto, profesora con un título de posgrado en Psicopedagogía, que trabaja en el Colegio Adventista de Tatuí. Tienen dos hijos: Santiago y Larissa. Después de terminar su curso de Teología en el IAE en 1985, el pastor De Benedicto comenzó su ministerio en lo que en ese momento era la Misión Mineira del Sur.

En 1987, recibió un llamado para desempeñarse como redactor en la Casa Publicadora Brasileña (CPB), y ha trabajado en esa casa durante los últimos 17 años. Diplomado en Periodismo, también consiguió una maestría en Teología. En julio pasado defendió su tesis doctoral en Ministerio, en la Universidad Andrews, de los Estados Unidos. Su trabajo versó acerca del papel que desempeña el Espíritu Santo en la capacitación de los creyentes para el ministerio. Lo entrevistamos, precisamente, para referirnos a este tema tan importante.

Ministerio: ¿Por qué razón decidió elaborar una tesis acerca del Espíritu Santo?

Pastor De Benedicto: Hay dos motivos básicos. Primero, quería disponer de un conocimiento más profundo respecto del tema, desde el momento en que escribí una disertación acerca de los milagros, para conseguir mi maestría. Después, al darme cuenta de que la comprensión adventista acerca del tema se concentra mucho en el don de profecía, traté de ampliar ese concepto y demostrar que el Espíritu tiene, en realidad, una cantidad de funciones además de ésa, con muchos y diversos efectos sobre los individuos y la iglesia. Entre los adventistas, este tema ha caído profundamente bajo la influencia dominante de su perspectiva escatológica. Pero creo que sería más correcto que la escatología estuviera bajo la influencia del Espíritu, y no al revés; pues él es quien al fin y al cabo controla al cosmos y a la iglesia. Mi estudio se refiere al papel del Espíritu como Alguien que capacita. Aunque la tesis se explaya en la obra concreta del Espíritu, se refiere también a su personalidad y su divinidad. Me refiero a las diversas actividades del Espíritu, sus frutos, los dones espirituales, el hecho de que siga obrando milagros y su participación en la misión de la iglesia. En 470 páginas no es posible hacer justicia a la totalidad del tema del Espíritu. No obstante, creo que este trabajo es esclarecedor y puede ser útil. Espero lograr, en el futuro, descubrir la manera de divulgarlo más ampliamente en el Brasil.

Ministerio: ¿Qué piensa usted acerca de las dudas divulgadas últimamente en cuanto a la personalidad y la divinidad del Espíritu Santo?

Pastor De Benedicto: Esta crisis, aparentemente, no es sólo doctrinaria o teológica; es una combinación de conflictos administrativos, cambios de mentalidad, una vuelta al pensamiento de los pioneros y reflejos del contexto teológico actual. Lo trágico es que este debate no se esté desarrollando en el marco de un clima cordial. El estudio es elemental y puede ser refinado, pero se lo debe hacer con el espíritu del Espíritu. Es increíble la rapidez con que algunos quieren resolver un problema tan complejo, que ha confundido la mente incluso de los mejores teólogos de todos los siglos. Pero nuestra iglesia sostiene el principio de la defensa de la libertad individual y del concepto de la revelación progresiva, y no desanima la investigación sincera ni tampoco la sabia reflexión.

Ministerio: ¿Quién es el Espíritu Santo?

Pastor De Benedicto: Para esa pregunta, existe una respuesta corta y otra larga. La corta es: el Espíritu Santo es Dios. Donde está el Espíritu, allí está Dios, así como donde está Cristo está Dios. En el Nuevo Testamento, Dios, Cristo y el Espíritu manifiestan una equivalencia dinámica que no anula las diferencias que hay entre sus personas. La respuesta larga es tan larga, que todavía no se ha cerrado. El Espíritu es un misterio; su estudio está en pleno desarrollo. En el libro Los hechos de los apóstoles, página 43, Elena de White manifiesta que el Espíritu es un “misterio”, y que no es esencial tratar de definir con exactitud qué es. Si pudiéramos entender cabalmente a Dios, anularíamos su personalidad y, con el tiempo, dejaríamos de crecer. No estoy diciendo que sea imposible conocer a Dios; pero nadie, excepto Cristo, penetró lo suficientemente en su intimidad como para decir exactamente quién o cómo es. Cristo es la revelación final del carácter de Dios, pero es una revelación adaptada a la humanidad. Por eso, no debemos tratar de definir dogmáticamente a Dios. Tenemos que abordar el tema con absoluta humildad, oración exhaustiva, y con una actitud de adoración.

Ministerio: ¿De qué argumentos bíblicos disponemos para entender que el Espíritu Santo es una persona y que, además, es Dios?

Pastor De Benedicto: Hay varias líneas de argumentación que se pueden usar para demostrar la personalidad y la divinidad del Espíritu, como por ejemplo los nombres, los pronombres, los atributos, las relaciones y las tareas. Algunos intérpretes, que se basan en 1 Corintios 2:11, creen que el Espíritu es la mente de Dios. En este caso, el Espíritu mantendría con Dios la misma relación que la mente humana mantiene con el hombre; es decir, la mente es la persona propiamente dicha. Ese argumento, usado por los unitarios, aparentemente tiene sentido si nos atenemos al concepto integral adventista. Pero la Biblia presenta otros datos que también se deben tomar en cuenta. Por ejemplo, en Romanos 8:27, Pablo dice que Dios conoce la intención -es decir, la mente- del Espíritu. Si el Espíritu fuera la mente de Dios, ¿cómo podría ser que esa mente tuviera a su vez otra mente? Los autores bíblicos a veces emplean expresiones impersonales para referirse al Espíritu, como “bautizar con el Espíritu”, “derramar el Espíritu”, “llenar del Espíritu” y “ungir con el Espíritu”. Pero ese lenguaje metafórico no se debe considerar como evidencia concluyente de ausencia de personalidad, porque esos mismos autores usan expresiones semejantes para referirse a Moisés y a Cristo: los israelitas fueron “bautizados en Moisés”, y “bebieron” de la Roca, que es Cristo (1 Cor. 10:2, 4). Las palabras se pueden emplear en sentido figurado, y en ese caso adquieren más de un sentido connotado por el contexto conceptual. En resumen, podemos afirmar que el Espíritu es una Persona divina porque Dios es personal y es divino. Aunque la personalidad del Espíritu no apareciera con plena claridad en la Biblia, las expresiones referidas a su personalidad son omnipresentes en el Nuevo Testamento.

Ministerio: Defina, por favor, el papel del Espíritu en la vida del creyente y de la iglesia.

Pastor De Benedicto: El Espíritu imparte energía y anima al creyente y a la iglesia. Es el aire, el oxígeno, el soplo de vida. Sin él, todo se reduce a una estructura organizativa sin vida y una maquinaria inerte. Estrictamente hablando, no existe creyente ni iglesia sin el Espíritu. Sólo por él, que nos pone en armonía con Dios, tenemos conciencia de quién es Cristo; sin la iluminación y la eficacia del Espíritu, Jesús sólo sería una figura histórica y distante. La Biblia sería solamente un libro clásico y antiguo. El Espíritu es la fuente que permite que la vida sea ética y activa; él es quien nos motiva a “ser” y a “hacer”. Él reproduce la imagen de Cristo en el creyente y crea una comunidad unida por el amor de Dios. Por encima de todo, el Espíritu infunde, en cada individuo, la certidumbre del amor divino y permite al creyente que sea plenamente consciente de su condición de hijo de Dios.

Ministerio: ¿Qué es el bautismo del Espíritu Santo, y cuándo ocurre en la vida del creyente? ¿Hay diferencia entre “recibir” el Espíritu y “ser bautizado” (plenamente ungido) con el Espíritu?

Pastor De Benedicto: Eso depende de la perspectiva teológica que se adopte. En general, los católicos identifican esa experiencia con el bautismo sacramental con agua. Algunos calvinistas la relacionan exclusivamente con los acontecimientos del Pentecostés, y los pentecostales la consideran una experiencia única y definitiva que ocurre en la vida del creyente después de su conversión. En un sentido histórico, el bautismo del Espíritu significó el poderoso derramamiento que ocurrió en el día de Pentecostés, y que está disponible hasta hoy, aunque no necesariamente mediante los mismos fenómenos y las mismas señales exteriores. En el plano individual, es la apropiación diaria en la vida, por la fe, de la vida y el poder de Dios. La metáfora del bautismo pone énfasis en la plenitud y la profundidad de la experiencia, no en su duración. Desde la perspectiva adventista, esta experiencia es renovable. Si la metáfora de nacer del Espíritu es una manera de expresar que la transformación que ocurre en la vida del creyente implica fuerzas divinas y sobrenaturales, la metáfora del bautismo indica el control total del Espíritu, lo que. resulta en poder, osadía y amor, entre otras cualidades. Todo creyente posee el Espíritu. Como lo dice Pablo en Romanos 8:9, el Espíritu es la marca del cristiano; pero el nivel de esta “unción” puede variar de acuerdo con el deseo y la capacidad de recepción. Cristo tenía la plenitud del Espíritu.

Ministerio: La teología de la prosperidad y la capacidad de hacer milagros son factores que proclaman hoy varios grupos como evidencias de la presencia del Espíritu Santo entre ellos. ¿Qué hay de cierto (o no) en esto?

Pastor De Benedicto: El Espíritu se puede manifestar o no por medio de milagros. Pero los milagros no son en sí mismos evidencia de la presencia del Espíritu. No quiero juzgar superficialmente, pero diría que la forma en que se explota hoy la teología de la prosperidad en ciertos círculos revela la influencia de otros espíritus. La mayor evidencia de la presencia del Espíritu es el amor: ésa es la prueba definitiva.

Ministerio: Según Christian Schwarz, entre las características de una iglesia con calidad están “los ministerios que se fundan en los dones” Por favor, amplíenos este concepto.

Pastor De Benedicto: El estudio realizado por Schwarz revela que los dirigentes de una iglesia sana ayudan a los miembros a descubrir sus dones, y los integran en los ministerios que de ese modo les corresponden. La iglesia debe crear ministerios para canalizar y potenciar todos los dones, pensando en los miembros antiguos y los nuevos, en lo interno y en lo externo. La comisión de nombramientos no se debe limitar a cumplir su ritual de cubrir algunos cargos, sin considerar con oración y estudio los dones espirituales de los miembros de la iglesia. Para satisfacer la necesidad de alguna iglesia, alguien incluso puede hacer algo que no le agrade mucho; pero, como regla general, debería desempeñarse en aquello que lo apasione. El ministerio orientado por los dones es el arte de poner a la gente que corresponde en los lugares que les corresponden y por los motivos correctos. Así se consiguen los mejores resultados. Eso motiva a la gente y la hace más dependiente del Espíritu, lo que contribuye al crecimiento personal y colectivo de la iglesia.

Ministerio: La idea del crecimiento de la iglesia a veces implica estrategias que son similares a las del mundo de los negocios. ¿Es correcto recurrir a técnicas seculares para aplicarlas a las actividades de una entidad de corte espiritual?

Pastor De Benedicto: Las actividades de la iglesia deben estar conducidas por el Espíritu. Si eso no ocurre, se convierte en una mera actividad. Es posible que aun así se logren buenos resultados, pero eso implica desvirtuar el propósito y la misión de la iglesia. No conviene correr ese riesgo. Un líder puede ser impresionado por el Espíritu para usar, con sabiduría y buen criterio, algunas técnicas seculares. Pero si se olvida de la naturaleza espiritual de su obra, dejará de ser un instrumento del Espíritu.

Ministerio: El sacerdocio universal de los creyentes y los dones espirituales, ¿son conceptos relacionados entre sí?

Pastor De Benedicto: La idea del sacerdocio universal implica que todo creyente ha sido llamado para desarrollar algún ministerio y que el Espíritu, de hecho, lo capacita para llevarlo a cabo. Los sacerdotes eran ungidos para oficiar en el templo. Del mismo modo, al creyente se lo capacita para ministrar. Nadie recibe un don sólo para la satisfacción personal. El creyente no se debe quedar pensando si se lo ha llamado o no: todos los creyentes han sido llamados, aunque no sea para desempeñarse como pastores de tiempo completo. El creyente sólo debe descubrir cuál es, para él, la manera más eficaz de ministrar. La diferencia entre un clérigo y un laico es sólo de función.

Ministerio: ¿Qué es un don espiritual y qué es un talento? ¿Están relacionadas entre sí estas dos ideas? ¿Cómo pueden contribuir al cumplimiento de la misión de la iglesia?

Pastor De Benedicto: Algunos teólogos suponen que los dones y los talentos son conceptos opuestos. El talento sería una habilidad natural, mientras que el don sería una capacidad sobrenatural otorgada por el Cielo a algunos. Pero el apóstol Pablo, autor del mejor tratado acerca de este asunto, nunca puso en situación de oposición lo natural y lo sobrenatural. Coloca, por ejemplo, la compasión y los milagros en la misma categoría de dones. Todas las capacidades provienen de Dios por medio de Cristo, y están bajo la conducción del Espíritu. Además, Elena de White usa los dos términos como si fueran sinónimos. Para ella, cuando dedicamos al servicio de Dios nuestros talentos naturales y los adquiridos, el Espíritu los purifica, los ennoblece y los refina. Nos convertimos en canales de bendición. Por lo tanto, si un talento se usa para glorificar a Dios y para el progreso de su Reino, puede constituir un don. Toda capacidad que sirve de vehículo al Espíritu puede ser un don. Él no anula la personalidad del creyente; al contrario, la exalta hasta lo sumo.

Ministerio: Hay quienes consideran que algunos de los dones del Espíritu son más importantes que otros. ¿Es válido esta idea?

Pastor De Benedicto: Todos los dones son importantes; eso queda demostrado mediante la metáfora del cuerpo; aunque, sin duda, algunos son más “visibles” que otros. Parece que Pablo otorgaba una importancia especial a los dones que fortalecen espiritualmente a la comunidad de la fe, como, por ejemplo, el don de profecía. Las listas de dones que encontramos en el Nuevo Testamento son sólo ilustrativas. Para funcionar correctamente, la iglesia los necesita a todos.

Ministerio: ¿Podemos esperar que todos los creyentes posean todos los dones? ¿Es correcto que un creyente pida a Dios determinado don espiritual?

Pastor De Benedicto: Ningún creyente tiene todos los dones; ningún creyente carece absolutamente de dones tampoco; y no todos los creyentes tienen los mismos dones. Por esa razón, dependemos los unos de los otros. No hay problema en que alguien pida un determinado don, con tal que sea para la gloria de Dios y no para su propia exaltación. Pero el Espíritu es dueño de concederlo o no de acuerdo con su propósito. En general, los dones no se reciben de un momento para el otro; tenemos que desarrollarlos.

Ministerio: ¿De acuerdo con qué técnicos o prácticas puede descubrir el creyente qué dones posee, y cómo los puede desarrollar?

Pastor De Benedicto: Las fuentes de investigación e información con respecto a este asunto aumentan en cantidad y calidad con el transcurso del tiempo. Yo sugeriría los siguientes pasos: (1) Oración y apertura del corazón a la influencia del Espíritu Santo (“¿Qué quiere Dios de mí?”); (2) exploración del propio potencial por medio de cuestionarios, tests y otros procedimientos (“¿Qué dones puedo tener?”); (3)la observación de creyentes dotados con algún don (“¿Cómo actúan?”); (4) probar los dones (“¿Qué ministerio puedo desarrollar?”); (5) análisis de los sentimientos (“¿Me gusta esto?”); (6) evaluación de la eficiencia (“¿Cuáles fueron los resultados?”); (7) la confirmación de la iglesia (“¿Qué piensan los demás?”). Los cuestionarios y las evaluaciones son útiles, pero no son indispensables. Recordemos que el apóstol Pablo, uno de los creyentes mejor dotados de todos los tiempos, no necesitó de ellos. El desarrollo viene por medio del estudio, la práctica y la continua entrega del don o los dones a la conducción del Espíritu.

Ministerio: ¿En qué consiste el don del pastorado? Como dirigente espiritual, ¿necesita el pastor ser un superdotado?

Pastor De Benedicto: Al pastor se lo ha llamado para evangelizar, formar discípulos, capacitar, equipar, inspirar, motivar, proteger, amar, aconsejar y sanar a la gente. Una de sus principales tareas consiste en aumentar el número de “pastores” del rebaño en su congregación, sirviendo y demostrando cómo se practica la obra del pastor. Debe descubrir los talentos existentes en su medio, con el fin de encaminarlos hacia el ministerio. Necesita ser superdotado por el Espíritu, pero no de acuerdo con los conceptos humanos. Necesita disponer en mayor proporción de un alto coeficiente espiritual (CE) que de un alto coeficiente intelectual (CI). Un humilde vaso de barro puede ser más accesible al Espíritu y más útil que un costoso y resplandeciente vaso de oro.

Ministerio: Las expresiones “lluvia temprana” y “lluvia tardía” son muy conocidas entre los adventistas. ¿Cómo ve usted a la iglesia y al ministerio en relación con ellas?

Pastor De Benedicto: Muchos hablan hoy de reavivamiento y lluvia tardía, sin darse cuenta de que podemos obtener una experiencia con el Espíritu ahora mismo. Parecería que estuviéramos añorando épocas doradas del pasado y del futuro. El discurso acerca del Espíritu se reduce, entonces, a una estrategia retórica para justificar una interpretación profética. Ésa no es la enseñanza bíblica. Las Escrituras sugieren un “segundo derramamiento” del Espíritu en el futuro, con gran poder; pero también hablan de una venida escatológica que empezó a manifestarse en el mismo momento del Pentecostés, cuando con su manifestación confirió validez al sacrificio de Cristo y confirmó su entronización en el cielo. El Espíritu se recibe por medio de la fe; pero la plenitud de su manifestación en nuestra vida y en la iglesia depende de que nosotros le abramos el corazón. La idea de esperar una extraordinaria manifestación del Espíritu en el futuro y, al mismo tiempo, descuidar hoy la experiencia con él, puede ser peligrosa. No podemos manipular al Espíritu ni confundirlo con ciertas emociones, pero tampoco lo debemos considerar como algo frío y árido. En general, somos fuertes en una cierta teología cerebral, y somos débiles en la espiritualidad y en la experiencia profunda. Es necesario que haya un equilibrio entre ambas. El Espíritu ejerce sobre nosotros una influencia integral. Lo necesitamos ahora, y podemos tenerlo ahora; sólo si esto ocurre podremos saturar el mundo con el mensaje del regreso de Jesús.

Sobre el autor: Zinaldo A. Santos es director de Ministerio, edición de la CPB; y Marcos De Benedicto es Doctor en Ministerio y redactor de la CPB.