El matrimonio fue instituido por Dios en el Jardín del Edén, el viernes de la semana de la Creación. Es una de las ceremonias más felices que se celebran en una iglesia. Los que se casan no firman un contrato social del que puedan liberarse convenientemente cuando lo deseen. Firman un pacto para toda la vida. Por eso, Jesús insistió en que la unión matrimonial es indisoluble (Mat. 19:6). La forma en que los pastores celebramos esta ceremonia debería dar testimonio de este vínculo eterno y sagrado.

La Biblia enseña que la unión entre un hombre y una mujer es un reflejo de la unidad entre Dios y su pueblo (Jer. 3:14; Eze. 16:8; Ose. 2:18-20), entre Cristo y su iglesia (Efe. 5:22; 2 Cor. 11:2). En la Iglesia Adventista, las ceremonias deben reflejar los principios bíblicos de adoración y pureza, así como mantener los conceptos teológicos legítimos de una liturgia centrada en Dios y no en los seres humanos. Por lo tanto, si una ceremonia nupcial se lleva a cabo con estos fines, sin duda glorificará a Dios.

La ceremonia nupcial debe seguir unos procedimientos fundamentales que estén en consonancia con las creencias de la iglesia.[1] Si los novios desean recibir las bendiciones divinas en la ceremonia, no solo deben observar los procedimientos, sino también obedecer las orientaciones de la Palabra de Dios. Basándome en estas orientaciones, nombraré aquí cuatro acciones pastorales que pueden ayudar a los novios a organizar una ceremonia nupcial en la que Dios ocupe el primer lugar.

Diálogo

Acércate a los novios para aconsejarlos y dialogar sobre algunos puntos relevantes. Recuerda que deben hacer un curso prematrimonial y que la Junta de la iglesia a la que pertenecen debe votar sobre el matrimonio. La Palabra de Dios dice que en la multitud de consejos está la seguridad (Prov. 11:14). El pastor, como representante del Señor, tiene el deber de guiar a los novios en los trámites de la ceremonia nupcial, y es esencial que aborde las siguientes cuestiones:

Casamiento civil. Asegúrate de que los novios han hecho los preparativos con antelación. En algunos países es posible realizar el casamiento civil durante la ceremonia religiosa. Generalmente, esto requiere avisar previamente la fecha, hora y lugar de la ceremonia al juez o funcionario público responsable de realizar el procedimiento. El costo de este tipo de casamiento puede variar de país en país. Aunque proceder de esta manera es algo que se está volviendo cada vez más popular, te sugiero que, si es posible, aconsejes a los novios que opten por el matrimonio civil tradicional. En mi opinión, esto garantiza que todos los requisitos necesarios para que se celebre la ceremonia religiosa estén cumplidos de antemano, aportando una mayor seguridad al pastor oficiante.

Vestimenta. Informar a los novios y a los participantes que el atuendo que se use en la ceremonia debe estar de acuerdo con la modestia cristiana y que esto también glorificará a Dios. Con prudencia, respeto y sinceridad, dile a los novios lo que la Biblia y el Espíritu de Profecía enseñan sobre esta virtud cristiana. “La ropa no es sólo un abrigo para preservar el cuerpo (física y moralmente); también muestra el gusto, el estado de ánimo y los valores. Independientemente de la moda, lo importante es que la ropa de un cristiano nunca dé la impresión de vanidad, ostentación o extravagancia. Estas obras de la carne no están a la altura del deseo de exaltar a Dios”.[2] El pastor tiene la prerrogativa de velar por la adecuación a los principios de la iglesia y, como oficiante de la boda, es responsable de mantener las normas espirituales de la ceremonia religiosa en el ámbito eclesiástico. Por lo tanto, es absolutamente legítimo discutir este asunto con los novios.

Repertorio musical. Toda la música debe ser apropiada para el lugar y la ocasión. Deben rechazarse los bailes y la música secular. Esto debe ser acordado previamente por el pastor. Los novios tienen derecho a elegir el repertorio, pero es responsabilidad del pastor mantener el criterio establecido por la iglesia de que estas canciones sean sagradas y formen parte del culto durante el evento. Nuestra iglesia también recomienda que los cantantes y músicos sean miembros en plena comunión. En una ceremonia nupcial eclesiástica, “se ha de dar siempre el primer lugar a la gloria de Dios”.[3]

Día, hora y puntualidad. Nunca me ha ocurrido que los novios hayan pedido casarse en sábado, pero si así fuera, les explicaría que los adventistas no celebran ceremonias nupciales en el día sagrado apartado para el culto a Dios (Gén. 2:1-3). Desde “la madrugada del domingo hasta el mediodía del viernes”,[4] los novios pueden celebrar su boda. Así que recomiéndales los mejores horarios según el día que hayan elegido y ten por escrito y firmado un plazo de puntualidad para la ceremonia. Esto podría evitar una situación similar a la de una boda a la que asistí, en la que la novia tardó dos horas y media en llegar al lugar de la ceremonia. En vista del enorme retraso, no pude predicar el sermón y las circunstancias me obligaron a pronunciar únicamente la oración de consagración (bendición) por la pareja. La ceremonia se vio considerablemente afectada por la falta de puntualidad.

Nuevas ideas

Evalúa si las innovaciones previstas comprometerán o no la solemnidad de la ceremonia. Servimos a un Dios que aprecia hacer cosas nuevas (Isa. 43:19; Apoc. 21:5), pero que también valora la sabiduría y el equilibrio (Prov. 3:21-24). Dar rienda suelta a la imaginación puede ser muy creativo para una boda, pero también bastante arriesgado. Una innovación extravagante o divertida puede causar una impresión negativa y causar problemas tanto al pastor oficiante como a la novia, el novio, la familia o los invitados. Con el auge de las redes sociales, las innovaciones en las ceremonias y celebraciones nupciales han ido en aumento y acaban atrayendo a muchas parejas. Personalmente, no veo ningún problema en la innovación, pero sugiero que el pastor evalúe primero y con cuidado la “creatividad” de los novios.

A veces, una idea nueva puede resultar interesante y añadir valor al programa, como en el ejemplo de los novios que, antes de intercambiar los anillos y hacer los votos matrimoniales, invitaron a sus padres al altar para darles las gracias y decirles que su ejemplo era un modelo que querían tener en su matrimonio. Este gesto creativo suscitó una gran emoción entre los participantes. Por otro lado, las innovaciones que restan solemnidad a la ceremonia pueden convertirse en un dolor de cabeza, como ocurrió con la novia que tuvo la desafortunada idea de decir en broma “no” cuando el juez le preguntó si aceptaba casarse con el novio “por su propia voluntad”. El celebrante de la ceremonia civil canceló su boda.[5] Actitudes como esta restan solemnidad a una boda eclesiástica. Elena de White consideraba “impropio que la ceremonia del matrimonio vaya asociada con mucha hilaridad, algazara y simulación”. Para ella, “es un rito ordenado por Dios que debe considerarse con la mayor solemnidad”.[6]

Mezcla de ceremonias

Para una iglesia sumida en la confusión y el desorden, como la iglesia de Corinto, Dios dio la siguiente orientación: “Hágase todo decentemente y con orden” (1 Cor. 14:40). Si se aplica este principio a las ceremonias nupciales, se rechazará la fusión de ritos. Los novios pueden incluso encontrar una buena razón para mezclar su boda con otra ceremonia, pero no es apropiado desde un punto de vista doctrinal y teológico. Últimamente, por ejemplo, se ha vuelto común insertar la ceremonia de la Comunión y/o el lavamiento de los pies en el programa de la boda. Pero ¿dónde encontramos apoyo para esta práctica en nuestra teología o en nuestro conjunto de doctrinas? No lo hay.

Una vez escuché a un novio argumentar que la ceremonia de la Comunión tiene una fuerte imagen del matrimonio entre Cristo y su iglesia. La comparación puede ser bonita, pero no es la interpretación correcta del significado de la Cena del Señor. La cuestión crucial aquí es la caracterización errónea de las ceremonias, cuyos propósitos son diferentes. La mezcla puede distorsionar sus significados reales. En el caso de la Comunión, el significado espiritual de los emblemas del cuerpo y la sangre de Cristo no coincide con los del matrimonio. El propósito de la Cena del Señor es celebrar “simbólicamente la vida, muerte y resurrección de Cristo, y también anticipar su venida en gloria” (Mat. 24:30).[7] En cuanto a esta ceremonia, “la Iglesia practica la Comunión abierta. Todos los que entregaron su vida al Salvador pueden participar”,[8] lo que no ocurre cuando se realiza junto con la ceremonia nupcial, ya que solo participan los novios. Además, la ceremonia del lavamiento de pies está vinculada a la Cena del Señor y sus emblemas (pan sin levadura y jugo de uva), y tiene un carácter de contrición, examen de conciencia, arrepentimiento y confesión, aspectos que no van unidos a una ceremonia nupcial. Así que esta mezcla no tiene sentido y no contribuye a un culto que glorifique a Dios.

Asignar valor

Es muy significativo que Cristo haya realizado su primer milagro en la celebración de una boda (Juan 2:1-11), haciendo de esta institución “un medio de bendecir y elevar a la humanidad”.[9] Lo que Dios ha instituido no puede devaluarse. Pero en nuestra cultura posmoderna, el matrimonio está siendo cuestionado en su forma original y sometido a diversos formatos. Muchos ya no lo consideran un pacto para toda la vida, monógamo y heterosexual. Existe un gran incentivo para que las partes se divorcien cuando el matrimonio atraviesa dificultades, y lo peor es que esta cultura ha sido asimilada por muchos creyentes que, teóricamente, conocen los principios bíblicos del matrimonio. Por eso, una ceremonia nupcial en la iglesia subraya el valor divino del matrimonio y la indescriptible felicidad que aporta al ser humano. Haz que los novios reflexionen sobre ello.

Cuando Adán despertó de su sueño, se sintió el hombre más feliz de la Tierra; y Eva, a su vez, tuvo la certeza de que era valorada como su esposa. El acto divino de unir al hombre y la mujer mediante el matrimonio legitimó la primera ceremonia matrimonial en la tierra y estableció su carácter sagrado (Gén. 2:18, 31-25). Los ángeles fueron testigos de aquella magnífica boda. Pureza, modestia y templanza rodearon a la primera pareja en el altar de Dios. Este es un modelo perfecto para las parejas que planean celebrar su ceremonia nupcial en la iglesia con el propósito de glorificar al Creador.

Sobre el autor: Pastor en Brasilia


Referencias

[1] Marcos Bomfim, “Você Vai se Casar?”, Blog Ministério da Família. Disponible en: adventistas. org/pt/familia/voce-vai-se-casar/; consultado el 18 de octubre de 2023.

[2] Fernando Dias, “A Última Moda”, Revista Adventista. Disponible en: link.cpb.com.br/55764a; consultado el 17 de agosto de 2023.

[3] Elena de White, El hogar cristiano (Florida: ACES, 2013), p. 82.

[4] Bomfim, “Você Vai se Casar?”, Blog Ministério da Família.

[5] Vittoria Alves, “Noiva Faz Brincadeira na Hora de Dizer ‘Sim’ no Casamento, e Juiz de Paz Cancela

Cerimônia”, O Globo. Disponible en: link.cpb.com.br/2a3939; consultado el 18 de octubre de 2023

[6] Elena de White, Consejos para la iglesia (Florida: ACES, 2013), p. 185.

[7] Miguel Luna, “Remember the Lord’s Supper”, Adventist Review (2012). Disponible en: link.cpb.

com.br/388a2f; consultado el 18 de agosto de 2023.

[8] Manual de la iglesia (Florida: ACES, 2022), p. 150.

[9] White, El hogar cristiano, p. 81.