Para llevar a la gente a los pies de Cristo se necesita un delicado equilibrio entre el predicador, el mensaje, los métodos y las personas que se desea alcanzar.

Al entrar en el siglo XXI, nuestra iglesia enfrenta numero sos desafíos; uno de los más importantes es este: ¿Cómo podemos adaptarnos al mundo en el permanente cambio que estamos enfrentando, manteniéndonos fieles al mismo tiempo al mensaje que se nos encargó que le diéramos?

Enfrentemos el desafío

Para comenzar, en el proceso de poner al día los métodos que empleamos para nuestra proclamación -mientras conservamos intacta la esencia del mensaje adventista- tenemos que estar al tanto de los peligros potenciales que esto implica. Por ejemplo, podríamos sentirnos tentados a aceptar, sin mayor análisis, algunos métodos que han tenido éxito en algunas otras tradiciones religiosas, sin pensar en sus implicaciones más amplias. Por supuesto, debemos estar al tanto de una comunicación eficaz, pero no nos olvidemos de que solo podemos aceptar lo que está dentro del marco de los sanos principios bíblicos.

Una tarea delicada

Llevar gente a los pies de Cristo implica un delicado equilibrio entre el predicador, el mensaje, los métodos y las personas que se quiere alcanzar. Aun así, la principal razón del crecimiento de la iglesia siempre será el deseo de esa gente de saber cuál es el significado y el propósito de su vida; es la nostalgia del cielo que sienten esas personas; es el anhelo del pecador de hacer las paces con Dios, aunque no sea consciente de que está albergando esos pensamientos. Para los que no lo desean, no hay nada que podamos hacer. Aunque nos resulte doloroso, debemos recordar que el Maestro nos dijo que sacudiéramos el polvo de nuestros pies cuando la gente no quiere oír.

Un análisis del desarrollo de los principios implícitos en el crecimiento de la iglesia

Hoy se habla acerca del uso de los dones espirituales y la posible falta de ellos en las iglesias adventistas. Algunos insisten en que si tuviéramos más servicios de sanidad e introdujéramos el don de lenguas veríamos algún progreso.

Para comprender el énfasis que algunos grupos evangélicos hacen en la aplicación de algunos dones espirituales (basados en interpretaciones exageradas de ciertos pasajes bíblicos), la siguiente explicación podría ser de utilidad. Este resumen es incompleto, pero presenta algunas de las razones de las tendencias que se observan con respecto al tema del crecimiento de la iglesia.

  1. Históricamente, el énfasis original consistía en traer gente a los pies de Cristo. La iglesia tenía que crecer mediante la adición de más y más individuos. Este concepto acusaba la fuerte influencia del individualismo occidental, donde el yo y el yo mismo estaban en el centro. La voz de los así llamados campos misioneros reaccionaba negativamente porque en otras partes del mundo lo importante era la familia, el clan, la tribu y otros grupos similares. Las personas son parte no solo de una familia sino también de otros grupos más amplios. La Biblia nos dice que Noé y su familia entraron en el arca, y Josué dijo que él y su casa servirían a Jehová.
  2. Con este trasfondo, se puso de moda la expresión crecimiento de la iglesia. Este concepto de alguna manera se trasladó a la Iglesia Adventista. Aparecieron muchos libros y cursos relativos a los principios aplicables al crecimiento de la iglesia. Pero los resultados de este nuevo énfasis no cumplieron las expectativas. Es cierto, algunas iglesias crecieron, pero a menudo debido a que los miembros de otras iglesias pedían su carta de traslado a otra que estaba más cerca y que ofrecía un programa de actividades más atractivo. Y algunas de estas iglesias atractivas llegaron a tener tantos miembros, que los pastores no las podían atender como correspondía, mientras que las otras se tenían que cerrar definitivamente.
  3. En estas circunstancias apareció la idea de plantar (fundar, establecer) iglesias. Había que fundar nuevas iglesias especialmente en zonas geográficas donde no las había. De este modo se difundiría el mensaje cristiano. Algunos han interpretado erróneamente que plantar iglesia significaba que había que establecer “nuevas” iglesias, porque las “viejas” no eran capaces de concebir nuevas ideas ni estaban en condiciones de aceptar a cristianos nacidos de nuevo. Los campeones de este sistema de plantar iglesias usan algunas frases interesantes, como “es más fácil criar bebés que resucitar muertos”. Esto resulta curioso. Pero este así llamado método de plantar iglesias a menudo ha sido la división de iglesias antiguas como resultado de que los miembros más jóvenes y más activos se han trasladado a una nueva iglesia con lo que han debilitado a la antigua. De manera que, en este caso, no nació ningún bebé; en cambio, a los ancianos se los acercó a la tumba.
  4. La última tendencia en el tema del crecimiento de la iglesia es la promoción de los dones espirituales. Algunos de sus defensores alegan que cuando no han dado resultados ni el testimonio individual, ni el crecimiento de la iglesia ni la plantación de iglesias, eso se debe a que no se han usado los dones espirituales como se lo debería haber hecho. Enfatizan especialmente acerca del don de sanidad, los milagros y el don de lenguas.

Nos citan como ejemplo a los grupos carismáticos que han logrado reunir a más de 500 millones de cristianos distribuidos en unas 15.000 denominaciones pentecostales en todo el mundo. Algunos evangélicos y hasta católicos han experimentado la influencia de estos grupos. Este énfasis desequilibrado en los dones espirituales ha causado conflictos y divisiones, ya que muchos miembros han acusado el impacto de los movimientos pentecostales que han irrumpido en sus iglesias, en circunstancias en que ellos no sentían necesidad alguna de estas experiencias emocionales exageradas.

El movimiento de la celebración

Los adventistas también hemos sentido los vientos de cambio. Aparecieron las iglesias de la “celebración”, aunque duraron poco. No concordaban ni con la mentalidad ni con la tradición adventista. Con respecto al tema de los dones espirituales, los que verdaderamente producen crecimiento son el de hospitalidad combinado con el de enseñanza. Estos son los que tienen más que ver con el crecimiento de la iglesia.

La experiencia espiritual de la gente es diversa

Cuando hacemos planes para que las iglesias sean eficientes, tenemos que tomar en cuenta que el Señor alcanza a la gente de diferentes maneras. A unos pocos los inspiran la lectura o las profundas disertaciones teológicas, mientras que a otros los eleva el relato de biografías bíblicas, y a muchos se les ilumina el espíritu cuando estudian las profecías. Algunos reciben dirección divina por medios más emocionales, como los himnos y la música. Pero, de todos modos, cuando Dios alcanza a la gente, lo hace dentro de los límites señalados por la Palabra de Dios para nuestras creencias, prácticas y los propósitos del culto.

Los programas de la iglesia no deben dividir a los miembros

Se estudió una vez a una iglesia evangélica de California que tenía más de cuatro mil miembros, entre jóvenes y gente de más edad, de todos los niveles sociales, que representaban numerosas razas, idiomas y culturas. Cuando se reunían los domingos, se los separaba en numerosos grupos en varias salas y habitaciones diseminadas por todas partes en ese enorme edificio. Ahí compartían sus intereses específicos y expresaban su cristianismo de distintas maneras, de acuerdo con sus preferencias culturales, y a menudo en su propio idioma.

Pero el pastor principal insistía en que a la hora del servicio divino el domingo todos estuvieran juntos. Los niños, los jóvenes y los mayores de todos los trasfondos culturales se reunían en la capilla principal y cantaban los mismos himnos, escuchaban los mismos textos bíblicos y oían el mismo sermón. Ninguna otra actividad se permitía en la iglesia a esa hora. El proposito consistía en integrar a toda la iglesia de manera que todos, no importa cuáles fueran sus orígenes y sus intereses, estuvieran unidos como la familia de Dios. En esa hora eran, por así decirlo, una completa totalidad.

Lo interesante es que se hizo otro estudio en esa misma iglesia para de terminar si había llegado el momento de renovar y cambiar el orden establecido para el servicio divino. Muchas de las respuestas a los cuestionarios que se distribuyeron pusieron de manifiesto que los que asistían regularmente a la iglesia deseaban permanecer juntos como familia en el culto. No querían separarse. Querían saber semana tras semana cuál era el momento exacto de sentarse y levantarse a fin de cantar y leer salmos u otros textos de las Escrituras. La única sorpresa que querían en este sistema tan bien estructurado era el sermón. Dijeron que lo mejor de todo era un sermón lleno de vida, bien preparado, corto y atractivo.

La estructura de la iglesia se basa en el modelo de la familia

Solo se conseguirá un sano equilibrio en la iglesia cuando niños, jóvenes, padres y abuelos se brinden los unos a los otros y se perdonen mutuamente. De ninguna manera se debe separar a la iglesia en diversos grupos de acuerdo con su edad o por otros motivos. Todos deben sentir que forman parte de la familia de Dios.

Varios factores tuvieron que ver con la transición entre el modelo del Santuario del Antiguo Testamento y la iglesia del Nuevo Testamento. El culto de la sinagoga ejerció una gran influencia, ciertamente. Pero el modelo de la familia fue lo que les dio su estructura a las iglesias nacientes. En el Nuevo Testamento encontramos palabras como padre (Mat. 23:9), hermanos (1 Ped. 2:17), hijos (Rom. 8:17), casa (Heb. 3:2, 3), bodas (Apoc. 19:7), esposa y esposo (Juan 3:29), que se usan para referirse a la iglesia, sus actividades y su organización, y hasta a la experiencia cristiana de sus miembros. Todas estas expresiones provienen de relaciones y actividades familiares. Simbólicamente, en ellas se encuentran todas las funciones que la iglesia necesita. La familia es un refugio, y además protege, educa, disciplina, desarrolla, acepta, y da amor y cuidado, y hay en ella preocupación mutua; así debe funcionar la iglesia.

En el mundo moderno, en el que se insiste tanto en dividir a la gente por su edad, su educación, su sexo, sus aficiones, su nacionalidad, por el color de su piel, etc., la iglesia de Dios es el mejor lugar para integrar a todos.

Resumen

  1. La iglesia debe estar dispuesta a aceptar nuevas ideas para poder funcionar bien. Pero cualquier cambio que se quiera hacer debe estar dentro del marco de las enseñanzas bíblicas.
  2. La “plantación” o fundación de nuevas iglesias no se debe hacer dividiendo a las que ya existen.
  3. La experiencia de la historia bíblica y eclesiástica nos revela que el modelo ideal de iglesia se basa en la familia, donde los ancianos y los jóvenes trabajan juntos y en armonía.
  4. Los ancianos deben comprender que la edad impulsa a la gente a ser más conservadora y más rígida. Deben pedirle a Dios en oración que los ayude a ser más flexibles, y deben delegar responsabilidades para que las asuman los más jóvenes.
  5. Los miembros jóvenes -el futuro de la iglesia- son también la iglesia de hoy. Deben ser generosos y pacientes con los de más edad, que llevaron la carga “en el calor del día”.
  6. Los miembros de todas las edades deben seguir los principios establecidos por Pablo cuando dijo que el amor debe estar por encima del conocimiento (1 Cor. 8).

Se compara a la iglesia con un cuerpo compuesto de numerosas partes, y “los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más dignamente, y los que en nosotros sean menos decorosos, se tratan con más decoro” (1 Cor. 12:22, 23).

Sobre el autor: Doctor en Teología. Fue el primer director del Centro Adventista de Estudios Islámicos. Ahora vive en Biaeverskov, Dinamarca.