Las semanas de oración

El nombre del pastor y doctor Siegfried Hoffmann es ampliamente conocido en el Brasil. Su rostro siempre alegre y su palabra amena hacen de él una visita muy grata en cualquier reunión, especialmente si es de jóvenes.

 Durante años ha estado recibiendo invitaciones para dirigir semanas de oración en iglesias de dentro y fuera de su campo de trabajo. Esas reuniones han dejado siempre huellas imborrables. Nos acercamos al pastor Hoffmann con la intención de dialogar con él acerca de las experiencias vividas en esos largos años de actividad y gentilmente accede a nuestra solicitud.

 P. ¿Cuántas semanas de oración ha dirigido durante su ministerio?

 R. Más de treinta.

 P. ¿Cuál fue la que más satisfacciones le produjo y por qué?

 R. Estoy pensando en una que fue quizá la que más sobresalió, una que realicé en Salvador y en la que el pastor local supo hacer una preparación evangelística que dio como resultado más de 130 decisiones para el bautismo.

 P. ¿Cuáles son, en su opinión, las necesidades espirituales más comunes entre la juventud adventista?

 R. Vencer el pecado mediante un Jesús mucho más real en su vida, echando mano de la Biblia y de la oración en su experiencia individual.

 P. ¿Qué características debe tener una Semana de Oración para que resulte exitosa?

 R. Predicación poderosa de la Palabra y mucha oración particular y general.

 P. ¿Qué tipo de temas se debe presentar a los jóvenes que viven en 1972?

 R. Que Cristo es la solución de los problemas de la actualidad; la solución filosófica, social y psicológica.

 P. ¿Existe alguna diferencia entre una Semana de Oración realizada en un colegio y en una iglesia?

 R. Sí, por el problema del auditorio.

 En un colegio el público estudiantil es más intelectual y más crítico. La comunicación ha de organizarse con un criterio fuertemente intelectual, sin olvidar la parte afectiva. Gran parte de los concurrentes asisten por obligación escolar y no por decisión propia. También debe tenerse en cuenta el auditorio profesor-obrero, además del problema alumno-profesor por el problema profesor-alumno. De ahí que surja la pregunta. ¿Con cuánto apoyo y cuánta oración cuenta el pastor oficiante?

 En la iglesia la asistencia es voluntaria. El pastor que invita se integra antes y principalmente durante la semana en forma total al programa, obteniendo una cooperación sin retaceos. El auditorio adulto apoya completamente al pastor oficiante porque comprende el esfuerzo que está haciendo para salvar a sus hijos. Por éste y otros motivos siempre es algo más fácil dirigir una Semana de Oración en una iglesia.

 Pero siempre me gustaron las semanas de oración en nuestros colegios porque me otorgan la oportunidad, en la segunda reunión del día, de abordar asuntos más prácticos para los jóvenes, dejando los asuntos espirituales para la noche. Para una Semana de Oración en un colegio, quien deba dirigirla ha de prepararse con más amplitud.

 P. ¿Cuál es su opinión sobre los testimonios en tales reuniones y sobre los momentos dedicados a la oración?

 R. Le concedo mucha importancia a la oración en grupos después del sermón de la noche, y hallo sumamente útil una reunión de testimonios, para la que por lo general empleo la noche del viernes; el joven tiene así la oportunidad de tomar una posición, quizá por primera vez, y esto le hace bien.

 P. ¿Qué preparativos deben hacerse antes de las reuniones?

 R. Se ha de poner énfasis sobre el valor de la semana por medio de una propaganda destinada a resaltar lo espiritual, sin dejar de mencionar el apoyo que se espera durante la misma. Es de suma importancia la organización del programa y mucha Oración.

 P. En las consultas que hacen los jóvenes, ¿cuáles son las que más se repiten?

 R. El deseo de confesar pecados y obtener poder para librarse.

 P. Si tuviese que resumir sus recomendaciones a quien tenga la responsabilidad de dirigir una Semana de Oración, ¿qué le diría?

 R. 1) Haga una preparación intelectual y espiritual integral.

      2) Considere a todos los jóvenes —aun a los malos— como hijos suyos.

   3) Procure amarlos y comprenderlos.

   4) Trate de inspirarlos, y no de condenarlos, herirlos o disminuirlos.

   5) Nunca diga algo de lo cual no esté absolutamente convencido y que no haya experimentado.

  6) Tómese tiempo para atender a los jóvenes y en todos sus contactos, públicos o privados, sea muy bondadoso.

  7) Muéstrese digno de la confianza de los jóvenes y absolutamente íntegro y franco.

  8) Pídale a Dios la gracia de su Espíritu para cada instante, porque sólo así habrá crecimiento para lo que usted se propone sembrar y regar.