El matrimonio y la sexualidad en el Génesis

¿Continúa siendo relevante la Biblia para guiar la visión moral de la conducta sexual y el matrimonio en el siglo XXI? El asunto es importante porque la pregunta en sí ya evoca algo crítico acerca de las Escrituras. La gente no anda por ahí preguntando si la visión de Platón del amor es relevante, ni si las fábulas de Esopo son significativas hoy. Tales preguntas son irrelevantes porque no consideramos a Platón o Esopo como autoridad moral o espiritual. Son meros autores humanistas que podemos aceptar o no, sin consecuencias.

 La Palabra de Dios es diferente de Platón o Esopo. Aceptamos que los relatos bíblicos son revelación divina y, por lo tanto, autoridad moral y espiritual. Creemos que la Biblia es la palabra inspirada de Dios, la única autoridad para la fe y la práctica en la vida. Pero ¿cómo puede ser significativo un libro que afirmamos ser la suprema autoridad espiritual y moral incluso hoy, si fue escrito hace miles de años? ¿Sería la Biblia una guía moral, pero anticuada, adecuada solo para tiempos precientíficos, un libro que ha perdido su relevancia?

 Hay dos razones por las que creo que la Biblia continúa siendo relevante en nuestros días. La primera, porque creo que la naturaleza humana no ha cambiado desde que se escribieron las Escrituras. La tecnología, la sociedad, las ideologías políticas, las naciones y las religiones van y vienen, pero la naturaleza humana permanece esencialmente inalterada. Tenemos las mismas ambiciones, deseos y temores que las generaciones pasadas. Por lo tanto, las preguntas sobre el amor, el matrimonio y la sexualidad siempre serán relevantes.

 La segunda es porque creo que “toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16). La inspiración de las Escrituras significa un derecho atemporal a la autoridad moral y espiritual. Jesús y los apóstoles consideraban a las Escrituras normativas para el cristiano. La inspiración y la inmutabilidad divinas requieren que el seguidor de Cristo vea las Escrituras como la Palabra atemporal para la humanidad. La Biblia no es simplemente un producto de las comunidades religiosas judía y cristiana, y, por lo tanto, no inspirada. Es el mensaje autoritativo de Dios para todas las épocas.

 La resistencia a su autoridad proviene, en parte, de las tensiones entre las creencias, los deseos sociales y las reivindicaciones al respecto. Así como la visión bíblica de los orígenes contrasta con algunas creencias y teorías de la evolución materialista, las normas bíblicas para el comportamiento sexual y el matrimonio también contrastan fuertemente con los valores y las prácticas de la sociedad moderna. Este contraste es especialmente evidente cuando se cree que Dios ha instituido el matrimonio, y la expresión erótica que lo acompaña, solo para propósitos sagrados y específicos. Este choque entre los valores bíblicos y los contemporáneos ha llevado a la humanidad a concluir que la sabiduría inspirada de la antigüedad sobre las relaciones amorosas y conyugales ya no es relevante en la era científica.

 Considerando estos factores, puedo afirmar que la revelación y el enfoque bíblico sobre la relación y el comportamiento sexual son fundamentalmente relevantes. A continuación, examinaremos estas cuestiones a la luz del libro del Génesis.

Fundamentos

El libro del Génesis sirve como introducción teológica y filosófica a la Biblia. Los capítulos 1 al 4 presentan las definiciones filosóficas de Dios, el ser humano y la naturaleza de la realidad usada en el resto de las Escrituras. Además, personas y temas que juegan un papel vital en la teología bíblica también se encuentran a lo largo del libro. Por ejemplo, Pablo construye la doctrina de la justificación por la fe en Romanos y parte de Gálatas basándose en la historia de Abraham: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Gén. 15:6). Génesis, por lo tanto, provee la base primaria y fundamental para el argumento de Pablo. La descripción del apóstol del pecado como un poder dominante y esclavizante (Rom. 3:9; 5:12, etc.) parece estar arraigada en el primer uso bíblico del término “pecado” en Génesis 4. Aquí el pecado se agacha a la puerta como un depredador que persigue a Caín para apoderarse de él y dominarlo con poder depredador. Basándonos en estos ejemplos, podemos esperar que el libro del Génesis también proporcione una base moral y teológica para los asuntos que involucran relaciones amorosas y sexualidad.

 No es de sorprender que Jesús y Pablo usaran la historia de la creación para fundamentar los patrones morales para el matrimonio y el comportamiento sexual (Mat. 19; 1 Cor. 6; Efe. 5). Génesis 1 y 2 dicen que no era bueno que los seres humanos vivieran solos, así que Dios creó un compañero correspondiente, de un género diferente, para que en el matrimonio un hombre y una mujer se convirtieran en “una sola carne”. Moisés trata la creación de Eva como un ejemplo prototípico para la humanidad: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gén. 2:24). Curiosamente, Jesús y Pablo citan la versión de la Septuaginta (LXX)[1] de Génesis 2:24, “los dos serán una sola carne” (Mat. 19:5; Efe. 5:31)[2]. Al añadir la palabra “dos”, los traductores de la LXX especificaron el contexto del capítulo para describir más claramente el ideal de un hombre más una mujer, dos personas en total, que constituyen el matrimonio ideal. En la historia de la Caída en Génesis 3, el ideal del matrimonio comienza a degradarse cuando Adán y Eva pierden su unidad al caer en un juego de culpabilidad disfuncional. Ni Adán ni Eva querían tomar responsabilidad por sus acciones y contribuciones al desequilibrio que se desarrolló después de la Caída. La autoconservación y los deseos egoístas erosionan la unidad y santidad del vínculo, fragmentando la relación. Hoy, esta dinámica es increíblemente similar a la disfunción conyugal. Pero estas disfunciones edénicas causadas por la Caída fueron solo el comienzo del alejamiento del plan divino.

Poligamia

La historia rápidamente tomó una nueva dirección en Génesis 4. Lamec, uno de los descendientes de Caín, tomó dos esposas para sí (v. 19). Aquí tenemos la primera desviación registrada del ideal divino para la sexualidad y el matrimonio: la poligamia.[3] En el registro bíblico, la poligamia precede a la promiscuidad y otras desviaciones del plan original de Dios. Esto sugiere que los primeros pasos ocurrieron en un contexto de preservación aparente del ideal divino del matrimonio, pero redefiniéndolo para incluir a múltiples parejas. La poligamia parece haber sido el punto de inflexión que allanó el camino para desviaciones más audaces en el futuro.

 La poligamia es, sin duda, una cuestión relevante en la actualidad. Con el matrimonio radicalmente redefinido en la cultura occidentalizada, la poligamia está siendo reintroducida en las discusiones políticas y morales como una opción legítima para la aprobación legal y moral. Además, en muchas partes del mundo donde las culturas no están fuertemente influenciadas por la moralidad judeocristiana, la poligamia está permitida o fomentada. En las culturas polígamas, las esposas son vistas, hasta cierto punto, más como propiedad del hombre que como personas plenas e independientes, creadas a imagen de Dios.

 En Génesis 16 y 21 la poligamia entró de nuevo en escena con Agar. Lo que parecía ser la solución para que Abraham consiguiera su hijo prometido, se transformó en una pesadilla en la relación entre Sara y Agar. Sara exigió que Abraham abandonara a Agar y la echara junto a Ismael. La dinámica de la disfunción familiar, el rechazo, el divorcio y el abandono resuenan en muchos hogares de hoy. El drama continúa en Génesis 29, con los matrimonios plurales de Jacob con cuatro mujeres. La disfunción producida en la familia de Jacob y la consiguiente intriga, decepción, alienación, secuestro y esclavitud, no recomiendan a su clan como el ideal divino para la vida familiar; por el contrario, introduce un registro negativo de la poligamia y sus efectos.

Voyeurismo

 Habiendo comenzado la caída del ideal divino con la poligamia (Gén. 4), descendimos al voyeurismo, la violación de la privacidad, en Génesis 9. Aquí encontramos una historia extraña sobre Cam y Noé, su padre. El relato menciona que Cam vio la desnudez de su padre mientras Noé estaba borracho y durmiendo desnudo en sus aposentos. Poco después de dejar el arca, Dios había reiterado las bendiciones y las órdenes edénicas de que Noé y sus tres hijos fueran fructíferos, se multiplicaran y llenaran la tierra (Gén. 9:1, 18).

 El texto hebreo dice: “Noé estaba acostado desnudo en su tienda”. En este contexto, pareciera que Cam estaba jugando el papel de voyeur, transformando la situación en un Peep-Show en vivo. La fuerte reacción de Noé al voyeurismo de Cam, combinada con la extrema reverencia de los otros dos hermanos por no mirar, refuerza la sospecha de que el incidente de Cam fue algo más que ver a su padre sin ropa. La reacción de Noé apunta a algo muy serio. Ciertamente esta historia parece irrelevante en una era de pornografía y placer voyeurista, reforzando la santidad de la sexualidad y el plan de Dios de que sea un acto privado entre marido y mujer, y no un espectáculo público para el placer voyeurista.

 En este punto de la narrativa del Génesis, la trayectoria de desviación del ideal divino pasó de la poligamia al voyeurismo, que reforzó la separación entre la sexualidad y el matrimonio, transformándola meramente en un medio para lograr el placer personal. Con la historia de Lot y sus hijas en Sodoma (Gén. 19), descendemos aún más en tres nuevas formas de desviación.

Homoerotismo

 La primera nueva manifestación de desviación apareció cuando los hombres de Sodoma quisieron forzar a Lot a sacar a dos huéspedes que estaban en su casa para que los “conocieran”. La sexualidad en Sodoma parece haber cambiado del ideal edénico del matrimonio heterosexual a la promiscuidad entre personas del mismo sexo. Lot declaró que la acción homoerótica propuesta era perversa (Gén. 19:7). El hecho de que Lot ofreciera la virginidad de sus dos hijas como sustituto sugiere que él entendía la “violación” de sus hijas como un mal menor que las relaciones homosexuales.[4] Por supuesto, la reacción de Lot abominando la homosexualidad es relevante para la discusión de los derechos que los homosexuales y lesbianas quieren defender en la cultura contemporánea.

Violación

 Génesis 34 registra la historia de Dina. Tradicionalmente se entiende este relato como la historia de una violación, propuesta avalada por su similitud con la historia de la violación de Tamar por su medio hermano Amnón.[5] Muy probablemente, Dina fue violada. Por consiguiente, la reacción violenta de sus hermanos contra todos los hombres de Siquem, y no solo contra Siquem hijo de Hamor, indica que vieron su violación como un acto profano y humillante, justificando así la venganza mortal desatada por Leví y Simeón.

 Algunos podrían argumentar que la participación de Dina fue consensuada. Estaríamos entonces ante el tema del sexo prematrimonial. Sea cual sea la forma en que interpretemos esta historia, no podemos dejar de tratar el caso como un acto vil, que hace eco de conductas sexuales erróneas y contrarias al ideal edénico.

Prostitución

La narración sobre el asedio de José por parte de la esposa de Potifar aparece en Génesis 37. Después de que José fuera vendido a Potifar, el autor interrumpe el relato e inserta la historia de Judá con Tamar, su nuera (Gén. 38). Luego, regresa a la narración sobre José (Gén. 39:1). Si descartáramos Génesis 38, pocos sentirían la falta de ese episodio. Además, el hecho de que este capítulo se concentre en los sórdidos comportamientos sexuales de Judá y sus hijos hace que parezca que no tiene relación con la historia de José. Sin embargo, me imagino que el autor usó Génesis 38 para revelar aún más el carácter de Judá como un villano, y así enfatizar el contraste con el virtuoso José.

 Inicialmente, encontramos a Tamar como la viuda de su primer marido, el primogénito de Judá, que había sido llevado a la muerte por Dios, por un mal no especificado. Entonces Onán es convocado por su padre con la intención de dar a luz a un hijo para su hermano fallecido, y se casa con Tamar, su cuñada, como lo permite la ley Levítica. Sin embargo, se niega a procrear y practica el coito interrumpido para evitar que Tamar quede embarazada. Por eso, Onán también desagradó a Jehová y terminó muriendo, dejando a Tamar sin hijos.

 Tamar esperó a que Judá le diera otro hijo, pero cuando Judá no lo hizo, se disfrazó de prostituta, engañó a su suegro y tuvo relaciones sexuales con él. Tal acto resultó en su embarazo. Es importante notar cuán fácilmente Judá se involucró con una supuesta prostituta. Parece que casos como ese eran normales en ese entonces. La prostitución también es una cuestión relevante en nuestra sociedad. Hay personas que venden su cuerpo por dinero, y otros compran sexo por placer. Esta distorsión de la sexualidad no ha cambiado a lo largo de los siglos.

Adulterio

 Volviendo a la historia de Génesis 39, encontramos a la esposa de Potifar, que parecía ver en el sexo una expresión de poder sobre los demás, y se negó a respetar el “no” de José. ¿Cuántas violaciones ocurren en las relaciones matrimoniales porque uno de los cónyuges no respeta las negativas del otro? Ciertamente, las cuestiones involucradas en esta historia son temas que experimentamos en la sociedad actual.

 La actitud de José contrasta fuertemente con el comportamiento de su hermano y el de la esposa de Potifar. Lo que es aún más impresionante en este punto de la historia, es que José era soltero, pero reveló un discernimiento moral increíble. Primero, claramente esquivó las embestidas sensuales y actitudes inapropiadas de su patrona, al punto de salir corriendo de la habitación. Segundo, su lógica moral es impresionante. “Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Gén. 39:8, 9).

 El argumento de José se basó primero en el deber de no traicionar la confianza de Potifar en él. También apeló al sentido de lealtad de la esposa de su amo. Sus palabras tuvieron una simplicidad brillante y un poderoso llamado a la razón. Sin embargo, lo más importante era su convicción de que si cedía a la tentación estaría pecando contra Dios.

 El concepto moral principal estaba en la excepción. José le dijo: “En esta casa mando tanto como él; tú eres lo único que me está prohibido” (BLPH). José argumentó que en esa casa no había diferencia alguna en la representatividad entre Potifar y él, excepto la esposa de su señor. Es decir, su argumento indicaba que el único punto que los diferenciaba era que Potifar podía tenerla sexualmente, pero José no. En la concepción del joven José, socavar la exclusividad conyugal era una infidelidad no solo hacia Potifar, sino aún más en contra de Dios. Tal actitud violaría el designio divino establecido en el Edén.

 Los relatos de Génesis revelan que la meta principal de Dios para la expresión sexual no es el placer personal o tener un niño para sostener tu psiquis. El sexo no debe ser una herramienta para manipular a las personas ni un medio para ejercer poder sobre otros. Su objetivo es promover el sentido de singularidad y exclusividad entre marido y mujer dentro del matrimonio. El Génesis, por lo tanto, relata el drama de la disfunción que resulta de la remoción y el rechazo del ideal divino.

Conclusión

 La fidelidad a lo largo de la vida matrimonial entre un esposo y su esposa es el plan de Dios para las familias. Su unión debe promover y mantener el sentido de singularidad, exclusividad y peculiaridad. En un mundo en que la infidelidad y el divorcio acumulan números alarmantes, las Escrituras promueven la fidelidad de por vida entre los cónyuges. El libro del Génesis provee los principios divinos para esta dinámica relacional.

Sobre el autor: es profesor de Teología y Ética en la Universidad Adventista del Sur, Tennessee, Estados Unidos.


Referencias

[1] Septuaginta es la traducción de la Biblia Hebrea al griego.

[2] Pablo usa Efesios 5:31 para la unión matrimonial y la expresión “una sola carne” (1 Cor. 6:16) como eufemismo para las relaciones sexuales.

[3] La poligamia, del griego poly (muchas) y gynē (mujeres), significa tener múltiples esposas.

[4] John D. Barry, Faithlife Study Bible (Bellingham, WA: Logos Bible Software, 2012), Génesis 19:8.

[5] Ambas narrativas utilizan el verbo “forzar” (ʿānâ) en relación con humillar.