La visitación en tiempos de pandemia

“Pastor, es muy triste lo que estamos viviendo”, me contaba una hermana de iglesia mientras enjugaba sus lágrimas e intentaba mantener la cámara del celular filmando su rostro. En pocos días, su vida había cambiado completamente. Ya no podía recibir la visita de sus nietos, participar de las actividades de la iglesia ni ver a su madre. Los mayores miedos que afrontan los que llegan a la tercera edad, incluso aquellos que pertenecen a una familia amorosa, se vuelven aún más intensos ante el aislamiento social y la posibilidad de la muerte.

 El mundo camina hacia una crisis de salud mental sin precedentes. Según investigadores, hay un crecimiento alarmante en el número de suicidios, crisis de ansiedad, depresión y otras enfermedades de la mente.[1] En este contexto, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) hace una recomendación contundente: cuida a tu comunidad.[2]

 Aunque ese encargo sea una novedad para la mayor parte de la población, las Escrituras dejan claro que ese cuidado es responsabilidad de todo ministro. Esto se evidencia en la manera en la que los líderes de iglesia atendían las necesidades de los miembros durante el período apostólico.

 Aparte de presbíteros, a los responsables de las congregaciones también los llamaban obispos. Este segundo término significa supervisor, pero el Nuevo Testamento utiliza esta palabra al referirse a quienes cuidan de las necesidades físicas y espirituales de la comunidad de fe.[3]

 Pero ¿de qué manera cuidaban de la iglesia? Probablemente por medio de la visitación. Una evidencia que apoya este argumento es que la palabra episkopos viene del término episkeptomai, expresión neotestamentaria para “visitar”.[4] También encontramos indicios de esto en 1 Timoteo 3:1 y 2, y en 1 Pedro 5:1 y 2. En estos textos se describe la obra del presbítero con las expresiones episkope y episkopeo, palabras del mismo grupo léxico de episkopous, que están asociadas a la visitación.[5]

 De este modo, vemos una fuerte vinculación entre episkopous y la práctica de la visitación. Es decir, el líder de la congregación es aquel al que el Espíritu Santo también elige para visitar y pastorear el rebaño a él confiado (Hech. 20:28). Por lo tanto, la visitación es más que solo un elemento importante del ministerio: prácticamente define qué es ser pastor.

 Dios mismo se comprometió con ese cuidado. En su primera carta, Pedro presentó a Cristo como el Episkopous de la iglesia (1 Ped. 1:25) y Lucas describió a Dios visitando a su pueblo para redimirlo (Luc. 1:68). El Antiguo Testamento habla del Señor visitando a su pueblo por diversas razones. Visitó al pueblo para oír sus clamores (Éxo. 3:16), para cumplir sus promesas (Gén. 21:1), para librar (Jer. 29:10), para atender sus necesidades (Sal. 65:9), para castigar (Isa. 26:20, 21) y también para salvar (Sal. 106:4).

 Por cierto, la Biblia muestra que visitar es un deber de todo cristiano. Santiago 1:27 afirma que esta práctica es lo que constituye la verdadera religión, y en Mateo 25:36 al 46 vemos que visitar a los enfermos y los prisioneros es uno de los criterios del Juicio escatológico. El verdadero discípulo sigue el ejemplo de Cristo y siempre está listo para cuidar del prójimo. Con esto en mente, surge la pregunta: si la Palabra de Dios nos dice que cuidar los unos de los otros es el papel de los verdaderos cristianos, ¿qué decir de un pastor que no visita?

 De acuerdo con Elena de White, la visitación es el trabajo más provechoso que el pastor puede hacer, siendo este intransferible e insustituible. También dice que quien descuida este trabajo es “infiel, y la reprobación divina lo alcanzará”, dado que “su obra no está hecha ni a medias”.[6] En otro texto, fue aún más incisiva al decir que el ministro que no visita no es apto para el ministerio, porque planta iglesias enfermas y lleva más personas a la perdición que a Cristo.[7]

Visitas remotas

 Pero, a fin de cuentas, ¿cómo visitar en tiempos de aislamiento social? A pesar de las restricciones legales y de los riesgos para la salud, el pastor todavía tiene el deber de cuidar de su rebaño. Esa fue la inquietud que llevó a dos pastores, uno de Brasilia y el otro de La Paz, en Bolivia, a comenzar a realizar visitas virtuales.

 Miguel Pinheiro es pastor en Brasilia. Como forma parte del grupo de riesgo, él necesitaba una forma de cuidar de su iglesia sin exponerse a una pandemia que ha diezmado muchas vidas. Se valió de su experiencia pastoral para atender al rebaño mediante llamadas de video.

 Al principio utilizó la estructura de comunicación que ya había en su iglesia para dividir a la congregación en grupos de oración. Cada líder local supervisa a un grupo, ayuda en las visitas remotas y deriva al pastor las necesidades más urgentes. Miguel también estableció un plan sistemático de visitación para alcanzar a todos los miembros. Él ya había registrado a las familias de la iglesia, y tan pronto como comenzó el aislamiento pusieron en marcha el esfuerzo para que todas fueran atendidas. De esta manera, él garantizaría que todos recibieran apoyo, dando prioridad a la atención de las emergencias.

 El pastor Brandon Campos, de La Paz, adhirió a las visitas virtuales por otra razón. Su distrito fue fuertemente afectado por la COVID-19, llegando a tener iglesias con más del 10 % de los miembros infectados. De esta forma, el contacto remoto fue el medio seguro para garantizar que esas familias continuaran siendo pastoreadas.

 Además de garantizar que todos recibieran cuidado espiritual, también fue importante cerciorarse que nadie estuviera pasando por necesidades. Por eso, al inicio de cada mes, el pastor y el grupo de ancianos organizan un cronograma de visitación. De esta manera, cada anciano puede ayudar al pastor auxiliando a cinco familias.

 Según los pastores, recordar que Dios cuida a su pueblo en medio a las crisis tuvo un efecto poderoso. Aunque fuera remotamente, estas visitas han traído alivio y han ayudado a mantener el foco de las congregaciones.

Atención de las necesidades esenciales

 Entretanto, algunos miembros no tienen acceso a la tecnología para conectarse ni a ítems básicos de subsistencia. Esa fue la realidad que el pastor Altino Araújo tuvo que enfrentar en el Amazonas, una de las regiones más afectadas por la pandemia.

 A pesar de los cuidados, el pastor Altino se contagió de COVID-19. Su recuperación fue tranquila, pero pronto se dio cuenta de que sus congregaciones estaban en una situación más preocupante. Algunos hermanos contagiados no podían salir de su casa a comprar comida, otros no tenían recursos para mantenerse y los servicios esenciales estaban inaccesibles en algunos lugares del distrito. Era hora de actuar de un modo diferente. Por eso, comenzó a recaudar alimentos e ítems esenciales para llevar con su vehículo 4×4 a las regiones más alejadas.

Algo semejante ocurrió con el pastor peruano Daniel Gordillo, de Lima. Después de haberse recuperado de la COVID-19, se dedicó más intensamente a las necesidades esenciales del rebaño. Comenzó a recaudar alimentos y consiguió un camión para distribuirlos. Sin embargo, en algunas áreas estaba prohibido el tránsito de personas y vehículos. Para no dejar a los miembros desamparados en esas regiones, Daniel consiguió una autorización especial de las autoridades y llevó los alimentos personalmente.

 Ambos ministros saben que un nuevo contagio es improbable (aunque no haya sido descartado por los organismos de salud), y eso les da más libertad de acción. Por otro lado, también entienden que pueden ser transmisores del virus. Por eso, toman todas las medidas y los cuidados exigidos.

 El pastor Daniel sigue manteniendo su distanciamiento, asegurándose de que sus visitas transmitan solo las bendiciones de Dios. Por esta misma razón, parte de las visitas del pastor Altino tienen lugar junto a las puertas de los sitios. Allí, a la distancia, deja cestas y mensajes de esperanza.

Grupos especiales

Aunque a todos nos afectó la pandemia, a algunos les cambió la vida por completo y necesitan una atención diferenciada. Los pastores Paulo Alvarenga, de Mato Grosso do Sul, y Albert Azevedo, de Tocantins, en Brasil, se dedicaron de manera especial al cuidado de esos grupos.

 Tan pronto como se reanudaron las reuniones públicas en su ciudad, el pastor Paulo notó que los ancianos necesitaban un cuidado peculiar. Se resistían a la necesidad de aislamiento social y tenían menos acceso a los servicios virtuales. Así, se sintieron abandonados y olvidados cuando no pudieron volver a los servicios, porque pertenecían al grupo de riesgo.

 Al notar esta situación, el pastor reunió a los líderes y formuló una estrategia de visitación utilizando la estructura de la Escuela Sabática. Cada anciano es responsable de supervisar algunas clases. Auxilian al pastor en el cuidado y en la visitación de los miembros, teniendo por foco principal a los ancianos. Para evitar todo riesgo, oran y leen la Biblia a la distancia con esos miembros, en las puertas de sus casas.

 El pastor Albert realizó algo semejante con la orientadora educacional de la escuela en la que trabaja como capellán. Al momento de esa visita, el clima del equipo escolar era de miedo y tensión. Personas cercanas habían fallecido y otros estaban contagiados. Además, los docentes estaban estresados por el cambio drástico de rutina causado por el home office. Había que hacer algo para recordarles a todos que la vida continúa.

 Albert aprovechó el final de la cuarentena para retomar el hábito de celebrar los cumpleaños del mes. Respetando las reglas de distanciamiento exigidas, con máscaras, alcohol en gel, globos y carteles, él y algunos miembros del personal de la escuela cantaron el Feliz Cumpleaños y oraron en el portón de la residencia de la orientadora. Al ver la reacción positiva, el pastor Albert continuó haciendo visitas en las puertas, transmitiendo paz a quienes estaban pasando por tanto estrés.

 Los resultados de esas visitas han sido notables. El pastor Paulo dijo que los ancianos se sienten abrazados y más motivados. El pastor Albert también notó que esos pequeños actos de afecto y cuidado han ayudado al equipo escolar a enfrentar los desafíos con más ánimo y tranquilidad.

Nuevas oportunidades

Un gran número de pastores ha estado preocupado por las restricciones provocadas por la pandemia. Sin embargo, los pastores Daniel Budal y Federico Silva se dieron cuenta de que, más allá de las restricciones, también hay oportunidades.

 El pastor Daniel Budal se preocupó cuando fueron prohibidas las reuniones públicas en el interior de Paraná, Brasil. En su primer año en el distrito, tenía la necesidad de encontrar un modo eficaz de guiar al rebaño.  Por eso, decidió que la visitación sería la prioridad. Como los cultos eran transmitidos por la Asociación, él concentró sus esfuerzos en la visitación de los miembros de su distrito de manera segura. Él iba a las casas utilizando siempre máscara y conversaba con los miembros en un ambiente externo durante unos veinte minutos.

 Todos los miembros fueron visitados tres meses antes de lo planificado en un principio, y el pastor Daniel notó un gran crecimiento espiritual. Además, esas visitas lo ayudaron al retomar las reuniones públicas. Ya en el primer culto, los templos del distrito alcanzaron la capacidad máxima permitida por las leyes municipales, algo que no era común en la región.

En Tucumán, Argentina, el pastor Frederico notó cómo Dios había tocado los corazones durante esta crisis que asola al mundo. Mientras atendía a algunos miembros, sintió la impresión de pasar por la casa de un hermano que no estaba asistiendo a la iglesia desde hacía algún tiempo. Al llegar, fue recibido con mucha alegría. Aquel hermano había visto un sermón grabado, y había decidido no solo volver a la iglesia sino también devolver a Dios sus diezmos atrasados. Según el pastor Frederico, el Señor ha utilizado toda esta situación para llamar a sus hijos de regreso.

Adaptaciones a una nueva realidad

 Aquí presentamos a pastores de diferentes regiones, funciones y perfiles que adaptaron la visitación a su realidad. Hicieron y continúan haciendo lo mejor dentro de lo que es seguro y permitido. A pesar de que los relatos son pocos, ellos nos ayudan a notar elementos para considerar en el contexto actual. Entre ellos, podemos destacar que es importante (1) tener una línea de comunicación eficiente para atender casos que exijan atención inmediata; (2) visitar más a los grupos con necesidades recurrentes; (3) movilizar al liderazgo para ayudar en el proceso de visitación y cuidado de los miembros; (4) tomar precauciones sanitarias para no convertirse en transmisor del virus; (5) seguir un plan sistemático de visitación a todos los miembros; (6) recordar que tú y tus colegas  de ministerio también necesitan cuidado.

 Con todo, lo más importante es lo que no cambió: el llamado del pastor a cuidar de su comunidad por medio de la visitación.

 Cristo nos llamó a ser pastores. Hoy estamos pasando por tiempos de pandemia. Millares vivieron su ministerio sin pasar por algo parecido, pero Dios nos escogió para cuidar de su iglesia en estos días de enfermedad y aflicción. Él nos llamó a visitar a los miembros durante esta crisis. Fuimos escogidos para actuar como episkopous en tiempos de aislamiento social. Aunque sea un gran desafío, el Espíritu Santo nos capacitará. Por lo tanto, cabe aquí recordar: Cuiden de su comunidad.

Sobre el autor: Pastor en Planaltina, DF, Brasil.


Referencias

[1] Castro de Araújo, Luís Fernando Silva y Daiane Borges Machado, “Impact of COVID-19 on mental health in a low and middle-income country”, Ciência & Saúde Coletiva (on-line), v. 25, suppl. 1, Jun. 2020, pp. 2.457 2.460; The Centre For Addiction and Mental Health (CAMH), COVID-19 National Survey Dashboard; William Wan, “The coronavirus pandemic is pushing America into a mental health crisis”, The Washington Post, 2020.

[2] Centers for Disease Control and Prevention, “Coping with Stress”.

[3] Johannes P. Louw y Eugene Albert Nida, Greek- English Lexicon of the New Testament: Based on

Semantic Domains, 2ª ed. electrónica (New York: NY, United Bible Societies, 1996), p. 541.

[4] Ibíd., p. 462; Gerhard Kittel, Geoffrey William Bromiley y Gerhard Friedrich, Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids: Mi, Eerdmans Publishings Co., 1964), sección επισοποσ.

[5] Ibíd., p. 724; Dicionário internacional de teologia do Novo Testamento, 2ª ed. (São Paulo: SP, Sociedade Religiosa Edições Vida Nova, 2000), pp. 295-297.

[6] Elena de White, El evangelismo (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 443.

[7] Elena de White, “Appeal and Suggestions to Conference Officers” (Silver Spring: MD, Ellen G. White Estate, Inc., 1893), pp. 17-19.