Todo en el Reino de Dios crece, se multiplica y ocupa el espacio que él ha designado. En la creación, el Señor dijo: “Fructifiquen y multiplíquense. Llenen la tierra” (Gén. 1:28); y en el libro del Éxodo, se registra el crecimiento de los israelitas en Egipto: “cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían” (Éxo. 1:12). Durante el reinado de Salomón, el reino de Israel también prosperó de manera singular (1 Crón. 29:23). A lo largo de la Biblia, vemos otras referencias significativas: Jesús mismo crecía “en sabiduría, en estatura y en gracia” (Luc. 2:52), la iglesia cristiana crecía en número (Hech. 16:5) los cristianos están llamados a crecer “en todo” (Efe. 4:15).
Dios está especializado en el crecimiento de las cosas, de las naciones, de las iglesias y de las personas. Desea realmente que todos sus hijos crezcan. La importancia de nuestro crecimiento personal está directamente relacionada con la calidad y la cantidad del servicio que prestamos. Tal vez no haya medio más poderoso de bendecir a la iglesia en el ministerio que nuestro crecimiento personal. Estas palabras son inspiradoras: “Nuestro primer deber con Dios y nuestros semejantes es el desarrollo de nosotros mismos. Cada facultad con la cual nos ha dotado Dios debería cultivarse hasta el grado más alto de perfección, con el fin de ser capaces de hacer la mayor cantidad de bien posible” (Elena de White, Conducción del niño [ACES, 2014], p. 152).
¿Qué elementos pueden contribuir a este desarrollo individual? Hay al menos cinco aspectos que pueden servir de pilares para el autodesarrollo. Aquí presentaré el primero, y continuaré en futuras ediciones.
Autorresponsabilidad. No delegues la responsabilidad principal de tu desarrollo a la Asociación/Misión o a cualquier rama de la iglesia o institución. Toma la iniciativa en tu desarrollo y considéralo una especie de “bendición extra”. Para John C. Maxwell, los verdaderos líderes “aceptan sus responsabilidades al 100 %” (Líder de 360º [Líder Latino, 2005], p. 109). En otras palabras, el principal responsable de tu crecimiento personal eres tú mismo. Elena de White dijo: “Dios nos tiene por responsables de todo lo que llegaríamos a ser por medio del uso debido de nuestros talentos” (Mensajes para los jóvenes [ACES, 2013], p. 305). Recuerda, por lo tanto, que todo esfuerzo que hagas en este sentido será coronado con las bendiciones de Dios.
En el mundo de los negocios, las personas necesitan compromiso para tener éxito. No puede ser diferente en la obra de Dios. Elena de White escribió: “El hombre que posee tacto, laboriosidad y entusiasmo, obtiene éxito en los negocios temporales, y las mismas cualidades consagradas a la obra de Dios, resultarán doblemente eficientes; porque el poder divino se combinará con el esfuerzo humano” (Servicio cristiano [ACES, 2014], p. 286). Dios siempre recompensará a aquellos que asuman su papel, que no se desvíen de sus deberes, que no tengan miedo de asumir la responsabilidad por sí mismos y confíen plenamente en las promesas para llegar a ser todo lo que él ha soñado.
Sobre el autor: Secretario ministerial para la Iglesia Adventista en Sudamérica