Seis pasos para plantar iglesias que se reproducen

 Al final de mi primer año de ministerio, el presidente de la Asociación en la que yo servía miró el vasto territorio que me había sido asignado y sugirió que yo “plantara una nueva iglesia en una de las ciudades no alcanzadas”.  Con el compromiso de los miembros de mis dos iglesias, planté otra. Cuarenta años después, habiendo plantado más de veinte iglesias y capacitado a centenas de equipos de plantación en todo el mundo, aprendí a seguir un proceso de seis etapas para establecer congregaciones que se multiplican. Ese método está basado en la Gran Comisión dada por Cristo (Mat. 28), en las parábolas del Reino (Mar. 4), en el modelo para equipar discípulos (Luc. 10), en la orientación para recibir el Espíritu Santo (Hech. 1), y en la humildad y el sacrificio de Cristo como modelo personal y para la iglesia (Fil. 2).

Cuando Jesús ordenó a los Doce que hicieran discípulos de todas las naciones (Mat. 28:18-20), no hablaba meramente de las naciones como las definimos actualmente, sino también de los múltiples flujos relacionales encontrados en cada sociedad. En nuestros días, existen diversos lazos de relaciones, incluyendo el trabajo y las redes sociales. Mientras que la parábola del sembrador afirma que el suelo bueno produce una cosecha abundante (Mar.4:8), la parábola de la semilla que germina sugiere un proceso de crecimiento (ver. 26-29).

 El campo vacío se siembra, este campo sembrado brota, el cultivo crece “por sí solo”, hasta que está listo para la cosecha. En el tiempo de la recolección, los agricultores de Oriente Medio recogían la mies para la alimentación y los negocios, pero mantenían las mejores semillas para sembrarlas en la siguiente siembra. En conexión con los principios enunciados en Lucas 10, versículo 1 al 24, la parábola de los campos sugiere un proceso de seis pasos para la plantación de nuevas iglesias que se multiplican.[1]

El proceso de seis pasos comienza con la comunidad, un nuevo barrio, una ciudad no alcanzada, miembros de la familia que no creen en Dios o amigos separados de la iglesia. En el contexto adventista, antes de iniciar el trabajo, es sabio que el plantador converse con el presidente de la Asociación local, delineando planes y buscando consejos.

Oración

El primer paso incluye aprender a orar regularmente, porque la oración abre nuestra percepción a las intenciones y las actividades de Dios en la labranza. Al buscar el derramamiento del Espíritu Santo, empeñados en la oración y escuchando a la comunidad (en las calles, en los centros comerciales y en los hogares), tomamos conciencia de la cosecha potencial y de la necesidad de más trabajadores. La lectura conjunta del libro de Hechos inspirará al equipo a trabajar por amigos no cristianos.

 Conexión

 El segundo paso involucra alguna preparación. ¿Cómo describirías el campo vacío al que Dios te llamó a trabajar? ¿Quiénes son las personas que deseas alcanzar? Los datos recogidos del censo demográfico, encuestas, visitaciones o entrevistas identificarán las necesidades de la comunidad y las personas clave receptivas al Espíritu Santo. Jesús las describió como hijos de la paz (Luc. 10:5-7), personas hospitalarias y receptivas con reputación (buena o mala) e influencia.

 Cristo nos dice que nos conectemos con esas personas. “En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios” (Luc.10:8-9). Cristo se conectó con las personas relacionándose con los deseos y las necesidades de cada una de ellas. Actualmente, eso puede hacerse evidente en cenas comunitarias, comidas con los que son marginados por la sociedad, abrigos para niños o para mujeres en situación de riesgo, actividades para niños, ferias de salud, clases de ejercicio físico, grupos de caminatas, programas de rehabilitación de drogodependencia o de alcoholismo y/o seminarios bíblicos.

No se puede subestimar la influencia de una comida compartida. Compartir el alimento ayuda a desarrollar confianza, explora culturas variadas, crea nuevas relaciones y proporciona nuevas experiencias. Alrededor de una mesa, las tristezas más profundas son reveladas, dando oportunidad a la sanación por medio de escuchar, del toque y de la oración, usando un lenguaje que no sea necesariamente religioso, sino cotidiano. En ese contexto, eres capaz de comunicarte con los otros, tomando en consideración tu cosmovisión cristiana. Jesús dijo: “Sanen a los enfermos que encuentren allí y díganles: El reino de Dios ya está cerca de ustedes” (Luc. 10:9, NVI). En los días de Cristo, eso era un llamado al arrepentimiento.

La elección de la semilla y la manera de sembrar es fundamental en el proceso de la plantación de iglesias. De los cuatro versículos de la parábola de la semilla que germina, dos hablan de la manera en que crece: “Sin que este sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga” (Mar. 4:27-28, NVI).

¿Cómo puede ser sembrada la semilla sin interferir en el crecimiento espiritual de aquellos con quienes compartimos el evangelio? ¿Cómo podemos actuar para que las personas no se transformen en seres dependientes de nosotros? Los pasos que dará el equipo de plantación de iglesias en ese momento afectarán el tipo de cosecha, al igual que determinar si la nueva iglesia se multiplicará o se transformará en un fardo, exigiendo recursos de la denominación. Las próximas tres fases en la plantación se relacionan con el proceso de sembrado, cultivo y cosecha.

 Sembrado

 Si actuamos como especialistas, los alumnos podrán transformarse en dependientes. Algunos entienden que se necesita años de instrucción antes de poder compartir la fe. Sin embargo, si experimentan cómo estudiar la Palabra de Dios por ellos mismos bajo la instrucción del Espíritu Santo, estarán capacitados para compartir el evangelio en sus relaciones, incluso antes de comprometerse plenamente como seguidores de Cristo.

Construir relaciones con los hijos de la paz al punto de poder invitarlos a leer uno de los Evangelios, puede no demorar mucho. De hecho, la experiencia muestra que es mejor sembrar en el inicio de la relación. Comience haciendo lo siguiente: si los hijos de la paz saben quién es Jesucristo y están listos para explorar las creencias básicas de la fe cristiana, leer el Evangelio de Juan y presentar preguntas para la discusión es un excelente punto de partida. Sin embargo, actualmente muchas personas desconocen la vida de Jesús. En esos casos, se descubrió que el Evangelio de Marcos abre el camino para que aprendan de Cristo y compartan su historia en sus relaciones.

 Además de eso, puedes hacer lo siguiente: muéstrales dónde pueden adquirir una Biblia. Revélales el valor de la lectura junto con los amigos o con la familia. Lee una historia o un capítulo cada vez. Utiliza preguntas sencillas para la discusión.

 Este estudio en grupo debe llevar a las siguientes cuestiones: ¿Qué hay de nuevo para nosotros? ¿Qué nos gustó y qué no nos gustó? ¿Qué fue lo que no entendimos? ¿Qué vamos a aplicar en nuestra vida? ¿Con quién vamos a compartir nuestros descubrimientos; y qué es lo que vamos a compartir?

 Diles que estarás en contacto, para saber lo que están descubriendo y para presentarles otras historias sobre Jesús. Debes reconocer la importancia de no imponerte o de intentar controlarlos. La semilla es la historia de Cristo, y tú estás siguiendo un proceso por el que el Espíritu Santo puede cultivar el crecimiento “por sí mismo”, sin importar si estás despierto o dormido.

 Cultivo

A menos que sea un país o un lugar en el que adquirir una Biblia sea extremadamente difícil, es importante que des a las personas la libertad y la responsabilidad de hacerlo por ellas mismas. Recuerda que los hijos de la paz, generalmente, toman la iniciativa y pueden ser la llave para alcanzar a otros y plantar una iglesia dentro de su flujo de relaciones. Orienta, e incentiva, a esas personas que son clave, incluso antes que lleguen a Jesús. Llámalos, visítalos, invierte tiempo en comidas y en el desarrollo de una buena amistad con ellos. Debes saber cómo están creciendo en le lectura de la Biblia, en sus descubrimientos espirituales y en la aplicación personal de esos descubrimientos. Pero no asumas la postura de un especialista, porque eso puede traer, como consecuencia, que ellos se transformen en dependientes de ti.

Este un abordaje eficaz: cuando hagas una visita, pregúntales cómo va la lectura del Evangelio de Marcos, qué fue lo que descubrieron, qué aplicaron en su vida y qué compartieron con otras personas.

También les puedes preguntar cómo están reaccionando sus amigos a esta empresa de descubrimientos espirituales. Lanza más semillas leyéndoles otra historia de Jesús. Explícales el concepto bíblico que señala que hay “principios elementales de la doctrina de Cristo” (Heb. 6:1-3): arrepentimiento, fe, bautismo, imposición de manos, resurrección y juicio; y que a ti te gustaría leer relatos que exploran esos temas. Por ejemplo, en tu primera visita, podrías leer la historia de Zaqueo (Luc. 19:1-10) o de la mujer samaritana (Juan 4:1-42) para hablar sobre el arrepentimiento, la primera enseñanza elemental.

Utiliza un abordaje relacional, en lugar de elegir un estudio académico. Invita a alguien a leer el relato o el capítulo elegido. Enseguida, pide a otra persona que lea nuevamente toda la historia, tal vez a partir de otra traducción de la Biblia, si fuera posible. Un participante puede volver a contar la narración en sus propias palabras y compartir lo que descubrió. Finalmente, haz la pregunta: ¿Qué te dice esta historia sobre el arrepentimiento? (La enseñanza elemental que se está explorando en esa visita). Casi no necesitas comentar nada, y la visita puede terminar con una simple oración, en un lenguaje cotidiano.

Semana tras semana, el grupo va a leer el Evangelio, y tú lo visitarás, para explorar los relatos de la vida de Jesús, de acuerdo con la manera en que ellos vayan reaccionando ante las enseñanzas bíblicas elementales que están aprendiendo. A medida que vayan madurando en la fe, puedes sugerir capítulos sobre la oración (Luc. 11:1-13); sobre el Espíritu Santo (Juan 14:1-23); la segunda venida de Jesús (Mat. 24); o la relación de Cristo con el sábado (Juan 5, 9, 10). Debes preocuparte por la relación de tus nuevos amigos con Jesús. Discute regularmente cómo las enseñanzas que aparecen en la Biblia están afectando la vida de cada uno de ellos y la de sus amigos. Puede no llevar mucho tiempo, para que el Espíritu Santo las convenza de que deben seguir a Jesús. Generalmente, en este nivel del proyecto, las personas piden el bautismo.

 Cuando estén listas para explorar las doctrinas bíblicas del adventismo, sugiéreles que lean el Evangelio de Juan, ya que abarca todos los fundamentos doctrinales. Las reuniones en Grupos pequeños o seminarios evangélicos ayudarán a los nuevos creyentes con respuestas a preguntas específicas, aclarando preocupaciones y alejando miedos. Con la precaución de que no terminen siendo dependientes, tales programas de enseñanza han ayudado a reunir a nuevos creyentes en nuevas iglesias.

Reunión

A medida que los discípulos crecen, ellos buscarán reunirse. Ese es el significado práctica de la palabra iglesia: reunión de discípulos. Involucra a todos (equipo de plantadores, hijos de la paz y amigos sin iglesia), para discutir cómo puede ser ese encuentro. Explora lo que Jesús dice en relación con entregar la “la llave del reino” a su iglesia (Mat. 16:15-19). Reflexiona sobre la comunidad de Jerusalén (Hech. 2:42-47, 4:32-37), los orígenes de la iglesia en Antioquía (Hech. 11:19-26) y la instrucción del apóstol Pablo sobre el culto participativo en la ciudad de Corinto (1 Cor. 14:26).

 Juntos, determinen el lugar de la comida, la comunión, la participación, el diálogo, el ánimo, la lectura y la discusión de la Palabra de Dios, la oración, la alabanza, el cuidado, el testimonio y el crecimiento. Esos son los elementos clave para una comunidad que se multiplica. El lugar en que las personas se reúnen también impactará significativamente a quien está involucrado y alcanzará la capacidad de multiplicación del grupo. Discutan las ventajas y las desventajas de continuar reuniéndose en una de las casas en que el grupo se ha venido encontrando. ¿Y acerca de otras casas? ¿Existen otras instalaciones comunitarias convenientes, que podrían ser utilizadas para las reuniones del grupo con poco –o ningún- costo? Un restaurante ¿podría ser utilizado para encuentros de oración y de planificación?

Determinen en conjunto las estructuras funcionales que proporcionan más oportunidades para capacitar. ¿Cómo serán compartidas las responsabilidades? ¿Quién será el responsable por la tesorería de la iglesia? ¿Será el liderazgo conversacional adecuado en esta nueva fase?

 Naturalmente, ninguna trayectoria de plantación de iglesia ocurre aisladamente. Los dirigentes de la Asociación, el pastor o los líderes de la iglesia madre deben aprovechar las oportunidades para estar con el núcleo de la nueva iglesia, conectándose con los hijos de la paz y los otros interesados. Como dirigentes cristianos, deben estimular el crecimiento espiritual y animar el movimiento creciente de nuevas comunidades de fe. El núcleo de la nueva iglesia también invitará a sus amigos a los eventos organizados por la Asociación o la Unión local. Celebraciones, reuniones campestres, reuniones con plantadores de iglesias o capacitaciones proporcionarán ambientes particularmente dinámicos para conectarse con la “hermandad” de las iglesias adventistas.

 Multiplicación

 La cosecha debe llevar a plantar una vez más. Este no es un proceso aleatorio. Las iglesias saludables se multiplican intencionalmente. Identifican y promueven procesos simples, orgánicos y reproducibles. Los nuevos creyentes están conectados con nuevas relaciones en las que el evangelio puede ser sembrado.

 Las nuevas iglesias son tentadas a querer crecer, a fin de llegar a ser como otras iglesias. Sin embargo, el crecimiento cuantitativo no es sinónimo exacto de salud. Cuando la tentación aparece, es tiempo de volver a leer el libro de Hechos. La historia de la iglesia de Antioquía y de su disposición multiplicadora revela el deseo de Dios para todas las iglesias (Hech. 13:1-4). En ese contexto, discute cómo el apóstol Pablo plantó dos congregaciones en Filipos en un lapso de algunas semanas (Hech. 16:6-34), y varias iglesias en Corinto (Hech. 18:1-18, Rom. 16:1). Considera cómo el apóstol multiplicó dirigentes y comunidades de fe en toda la provincia romana de Asia a partir de la iglesia de Éfeso (Hech. 19:1-22), y aplica esos principios.

 Retrato de Dios

 La iglesia es el cuerpo de Cristo. La plantación de iglesias debe reflejar su corazón y su actitud. Jesús, “siendo en forma de Dios”, eligió un camino de humillación y muerte, porque consideraba los intereses de los demás por encima de los suyos, con la finalidad de que Dios fuese exaltado. Aquellos que están en Cristo y en comunión en el Espíritu compartirán esa misma actitud (ver Fil. 2:1-11). La encarnación ofrece el modelo de cómo las nuevas iglesias deben relacionarse, servir, organizarse, estructurarse, adorar, comulgar y ¡multiplicarse!

Sobre el autor: Pastor jubilado que se mantiene activo en la implantación de iglesias. Vive en Australia.


Referencias

[1] Nathan y Kari Shank, Reproducing Churches Using Simple Tools, 2007.