Nadie debe pretender que tiene toda la luz que existe para el pueblo de Dios. El Señor no tolerará esta condición. Él ha dicho: “He aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar”.

¿Cómo escudriñaremos las Escrituras para entender lo que enseñan? Debemos abordar la investigación de la Palabra de Dios con un corazón contrito, con oración y con una disposición a ser enseñados. No hemos de pensar, como pensaron los judíos, que nuestras propias ideas y opiniones son infalibles; ni como los papistas, que piensan que ciertos individuos son los únicos guardianes de la verdad y el conocimiento, y que los hombres no tienen derecho a investigar las Escrituras por sí mismos, sino que deben aceptar las explicaciones dadas por los padres de la iglesia. No debemos estudiar la Biblia con el propósito de sostener nuestras opiniones preconcebidas, sino con el único objeto de aprender lo que Dios ha dicho (Testimonios para los ministros, p. 105).

No podemos sostener que ninguna posición, una vez adoptada, ninguna idea, una vez defendida, no habrá de ser abandonada en circunstancia alguna. Hay solamente Uno que es infalible: Aquél que es el camino, la verdad y la vida (Ibíd.).

La Biblia no debe ser interpretada para acomodarse a las ideas de los hombres, por mucho tiempo que ha yan sido tenidas estas ideas como verdad. No hemos de aceptar la opinión de comentadores como la voz de Dios; ellos eran seres mortales como nosotros. Dios nos ha dado facultades razonadoras a nosotros así como a ellos. Hemos de hacer que la Biblia sea su propio expositor (Ibíd., p. 106).

Todos deben ser cuidadosos en la presentación de nuevos puntos de vista sobre pasajes de la Biblia antes de haber dado a estos puntos un cabal estudio y estar plenamente preparados para sostenerlos con la Biblia. No introduzcáis nada que cause disensión, sino una clara evidencia de que en ello Dios está dando un mensaje especial para este tiempo.

Mas guardaos de rechazar aquello que es verdad. El gran peligro para nuestros hermanos ha sido el de depender de los hombres y hacer de la. carne su brazo. Los que no han tenido el hábito de escudriñar la Biblia por sí mismos, o pesar la evidencia, tienen confianza en los hombres dirigentes y aceptan las decisiones que ellos hacen; y así muchos rechazan los mismos mensajes que Dios envía a su pueblo si estos hermanos dirigentes no los aceptan.

Nadie debe pretender que tiene toda la luz que existe para el pueblo de Dios. El Señor no tolerará esta condición. Él ha dicho: “He aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar”. Aun cuando nuestros hombres dirigentes rechacen la luz y la verdad, esa puerta permanecerá aún abierta. El Señor suscitará a hombres que den al pueblo el mensaje para este tiempo (Ibíd., pp. 106-107)

Queridos hermanos, orad como nunca lo habéis hecho para que los rayos del Sol de Justicia brillen de la Palabra, para que podáis comprender su verdadero significado. Jesús rogó que sus discípulos fueran santificados por la verdad: la Palabra de Dios. ¡Cuán fervientemente, pues, debiéramos orar para que Aquél que “todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”! Aquél cuya misión es recordarle al pueblo de Dios todas las cosas, y guiarlo a toda verdad, esté con nosotros en la investigación de su santa Palabra. Dios nos pide que dependamos de él, y no del hombre. Desea que tengamos un nuevo corazón; quiere damos revelaciones de la luz del trono de Dios (Ibíd., p. 111).