En este artículo final del tema que iniciamos en el número de mayo- junio de Ministerio sobre la apostasía, presentaremos algunas ideas que los departamentos de la iglesia pueden poner en práctica con el fin de proteger a los miembros de este inquietante problema.
Escuela sabática
Así como dijimos que el bautisterio es la puerta de entrada de una congregación, la escuela sabática es la habitación donde los miembros permanecen unidos y se alimentan, con la mira de crecer en la experiencia cristiana. Y si queremos realmente cerrar la puerta de atrás, es necesario que este departamento ponga en práctica algunos métodos.
Programas atrayentes. Una de las cosas que conspiran contra la integración de los nuevos miembros a la escuela sabática es la rutina. El programa siempre repetido, con las mismas cosas, se vuelve monótono. Y cuando no se respetan los horarios, peor aún. Si no hay esmero ni creatividad en la preparación anticipada de cada programa, la gente termina por perder el interés.
La lección de la escuela sabática. Es una herramienta indispensable para el estudio sistemático de la Biblia. Cada miembro de escuela sabática debería tener su folleto y estudiarlo cada día. Tal vez al principio sea necesario que un hermano experimentado estudie con el nuevo alumno, hasta que éste aprenda el método y forme el hábito de estudiar.
Inclusión en una unidad de acción. Todos los miembros de la iglesia deben ser miembros de la escuela sabática. El ideal es que la persona ya esté inscripta en una unidad de acción por lo menos un mes antes del bautismo.
Maestros capaces. El nuevo hermano debe ser incluido en una clase cuyo maestro se identifique con él. Las ilustraciones provenientes de la vida de ese maestro se aplicarán fácilmente a la experiencia del alumno, además del hecho de que así existen más posibilidades de que lleguen a ser buenos amigos. Un plan semestral para la formación y el perfeccionamiento de los maestros le permitirá a la escuela sabática satisfacer las necesidades de los nuevos miembros, y actualizará el arte de enseñar.
La confraternización. Los momentos de confraternización y testimonio, antes del estudio de la lección, facilitan la interacción entre los miembros de la unidad. Esa práctica también favorece la aplicación de las verdades bíblicas a la vida diaria de la gente. Además, la escuela sabática debe promover la realización de actividades sociales en cada unidad. Puede ser un almuerzo, una excursión, la celebración de un cumpleaños, etc.
Clases pequeñas. El método que consiste en trabajar con grupos pequeños, además de ser el mejor y el que produce mejores resultados, es bíblico y ampliamente recomendado en los escritos de Elena de White. Para poder satisfacer de forma adecuada las necesidades individuales, las unidades no deberían tener más de diez alumnos, lo que también facilitará la participación y el compañerismo.
Los alumnos ausentes. Cuando alguien falta a la escuela sabática, seguramente se debe a un problema; y eso requiere el apoyo inmediato del grupo. Se debe designar a alguien para que lo visite ese mismo día. Y se lo puede hacer inclusive en sábado. Puede tratarse de una dificultad que tal vez no sea posible solucionar. Prestarle ayuda inmediata a un alumno recién convertido ayuda a evitar que el problema se agrave, no importa de qué naturaleza sea, y así se contribuirá a que se sienta amado. Verá que la iglesia siempre está de su lado, interesada en su bienestar y dispuesta a apoyarlo en la solución de sus dificultades.
La actividad misionera
En el libro Servicio cristiano, página 8, leemos lo siguiente: “El plan de Dios consiste en que los que han recibido la luz la comuniquen a los que se encuentran en tinieblas”. Y en la página 9 dice que “todo verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero”. Eso nos lleva a la responsabilidad que tenemos de encaminar a los individuos hacia Cristo y prepararlos para que se vuelvan misioneros. A medida que alguien entiende el plan de salvación, debe compartirlo con sus familiares, amigos y vecinos.
Es un gran error dejar a un miembro recién bautizado al margen de las actividades misioneras. Necesita estar ocupado, y cuanto antes, en las cosas relacionadas con la predicación. Una forma positiva de evitar que se sienta solo, triste, aislado y desanimado, consiste en promover actividades que ocupen su tiempo, dándole alegría y satisfacción.
Pero al mismo tiempo es necesario enseñarle a hacer el trabajo, de acuerdo con los dones que posea. Cada individuo tiene su ambiente familiar y social donde vive y puede dar testimonio, y habilidades que se pueden usar para llevar a cabo esta tarea. Al principio debemos enseñarles a los nuevos miembros a hacer cosas sencillas, en cuyo desempeño se sientan útiles y realizados. Pero también se les debe enseñar a trabajar en conjunto, pues en este caso el temor y la ansiedad disminuyen sensiblemente. Además, pueden aprender con personas de más experiencia.
Por otra parte, el Señor consideró que el mejor método para hacer obra misionera era trabajar de dos en dos. “A ninguno se lo envió solo, sino al hermano en compañía del hermano, al amigo junto al amigo. Así se podrían auxiliar y animar mutuamente… La obra evangélica tendría mucho más éxito en nuestros días si este ejemplo se siguiera más estrictamente”, dice Elena de White en Servicio cristiano, páginas 127 y 128.
El departamento de Ministerio Personal debe organizar constantemente cursos y seminarios de entrenamiento, para que los hermanos aprendan diferentes métodos de compartir su fe, y descubran sus talentos. Otro factor indispensable es la existencia de materiales variados y disponibles para la obra. Los nuevos miembros tienen mucho ánimo, están impulsados por el “primer amor”, y deben disponer de muchos folletos, revistas, libros, cintas de vídeo, Biblias y juegos de estudios bíblicos.
Algo de lo que no nos debemos olvidar, al preparar a los nuevos hermanos para la actividad misionera, es la naturaleza cristocéntrica del testimonio. Ésta es la forma más adecuada de compartir la fe: mostrar los beneficios que Cristo trajo a la vida personal, el conocimiento de lo que él puede hacer por cada persona y, finalmente, el estilo de vida nuevo y positivo que adopta quien lo acepta.
El departamento de jóvenes
La juventud es el tesoro más precioso del mundo en que vivimos y, por medio de ella, se están señalando los grandes intereses que dirigen la vida. Por todo lo que representan, Satanás manifiesta un interés especial en los jóvenes de la iglesia y de fuera de ella. Por eso debemos estar empeñados en salvarlos.
Según la Sociología, cada 30 años surge una nueva generación. Eso significa que los que tienen entre 0 y 30 años son la generación actual, entre los 30 y los 60 se encuentra la generación pasada. Y los que se encuentran entre los 60 y los 90 años son la generación de los jubilados. El presente de la iglesia son los jóvenes, y los que nos encontramos por encima de esa edad somos el fundamento y el apoyo que los debe sustentar. La artillería del enemigo está fuertemente establecida, y su claro objetivo consiste en apartar a la juventud del camino de Jesucristo. Por eso se debe actualizar y reforzar en grado sumo la metodología que se usa para defenderlos.
Las ideas que estoy compartiendo con relación al trabajo en favor de la juventud tal vez no sean las más tradicionales, pero están concentradas en las actividades que es necesario llevar a cabo con el fin de enfrentar la realidad que viven los jóvenes de hoy. Muchas veces los criticamos porque nos parece que hacen cosas anormales. Pero la crítica no es la solución del problema. Necesitamos desarrollar un proyecto dentro de la iglesia para impedir que vayan a buscar lo inapropiado fuera de ella. Cuando la iglesia satisface sus necesidades espirituales, sociales, intelectuales y físicas, los jóvenes serán más felices y la interacción con ellos y entre ellos será espontánea y natural.
Hay dos características de los jóvenes, entre muchas otras, que considero normales, y que los adultos deben tener en cuenta. Primera, los jóvenes son dinámicos: les gusta hacer cosas que escapan a la rutina. Segunda, también les gustan las emociones fuertes, la aventura y las cosas que tienen cierto grado de peligrosidad y que impliquen sacrificio.
Cuando pensamos en el encuentro joven del sábado por la tarde, la programación debe ser elaborada de acuerdo con la mentalidad de los jóvenes. Los temas y la dinámica deben ser actuales, sugeridos por los mismos jóvenes, y tanto como sea posible presentada por ellos también. Puede ser que de vez en cuando se invite a un adulto a presentar un tema especial, pero nunca se debe omitir la participación de los jóvenes. El encuentro joven tiene que ser dinámico, de modo que cautive la atención de sus destinatarios. Debe ser dirigido por jóvenes, o sea por gente que no pase de los treinta años. Algunos hermanos de más edad pueden actuar como consejeros.
“Tenemos hoy un ejército de jóvenes que pueden hacer mucho, si los dirigimos debidamente y los animamos” (Servicio cristiano, p. 30).
¿De qué manera podemos cumplir los principios de entrenamiento, integración y participación implícitos en esta declaración? Para mí, una de las maneras es el club de Conquistadores. Cuando se lo dirige y se lo orienta bien, con la mentalidad de la generación que constituye ese grupo, es un excelente factor para mantener a la juventud comprometida con Cristo y su iglesia. La instrucción, la disciplina, la aventura y las emociones fuertes, entre otras cosas, son la marca registrada del club de Conquistadores.
También podemos citar los retiros espirituales y educativos. En esas ocasiones debe haber actividades en las que todos participen. Los temas espirituales deben ser prácticos, con sugerencias útiles para la vida de todos los días. Los retiros y las excursiones se deben planificar con antelación, con el fin de que todos tengan oportunidad de hacer también con anticipación todos los ajustes necesarios.
Personalmente creo que las actividades recreativas del sábado por la noche constituyen la reunión de evangelización más importante de la iglesia. Su objetivo es mantener a los jóvenes en su condición de salvados. El sábado por la noche es una ocasión muy especial, que la iglesia debe encarar con mucho cariño e interés. Está en juego la salvación de nuestros jóvenes.
Esta reunión social del sábado de noche debe ser muy variada, de manera que se satisfagan todas las preferencias, para lograr la participación de la mayor cantidad posible de jóvenes. Puesto que no a todos les gusta jugar voleibol o basquetbol, es necesario que haya diversas opciones en lo que a recreaciones se refiere. Además de los deportes, se pueden programas otras actividades como vídeos, juegos de mesa y de salón, presentaciones musicales y artísticas, bocadillos, el juego de los camaradas, diversos juegos, etc.
Pero antes y por encima de todo eso, los jóvenes necesitan que el pastor sea su amigo, que se identifique con ellos, que sea coherente, amante y fiel a los principios. Alguien que por precepto y ejemplo los conduzca a Cristo.
La asistencia social
El Servicio de Asistencia Social es una de las grandes bendiciones que posee la iglesia, no sólo para atender a los indigentes, sino por la oportunidad que les brinda a los que tienen vocación de servicio. En ese sentido, Jesús es nuestro gran Modelo. Su método de trabajo nos garantiza el éxito en esta tarea: “Los seguidores de Cristo deben trabajar como él. Debemos alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y consolar a los dolientes y afligidos… Todos sus dones se deben usar para bendecir a la humanidad, para aliviar a los sufrientes y necesitados” (Servicio cristiano, pp. 186, 187).
Cuando alguien acepta a Cristo se produce una transformación muy grande en su vida. Surgen cosas que estaban escondidas en su corazón; cambia su visión de la vida y de la gente que lo rodea; se despierta su interés por atender las necesidades de sus semejantes. Y aquí la asistencia social aparece como una opción, afirmando al nuevo creyente en su relación con Cristo y con la iglesia, por la participación en las tareas comunitarias que le gusta desempeñar, de acuerdo con los dones que posee.
Los nuevos conversos pueden participar en campañas de recaudación y distribución de alimentos, ropas y medicamentos; pueden brindarle compañía a los ancianos y a los enfermos. Al participar en estas actividades sociales, sienten que están haciendo lo que hacía Jesús, y que la predicación no es sólo una teoría, sino una experiencia palpable y emocionante que ellos pueden vivir. Por medio de eso los corazones se abren a la influencia de Jesús: “Primero es necesario atender sus necesidades materiales. Necesitan que se los alimente, se los limpie y se los vista decentemente. Al ver la prueba del amor desinteresado de ustedes, les resulta más fácil creer en el amor de Cristo” (Ibíd., p. 190).
Pero hay otras actividades sociales: los cursos de corte y confección, de arte culinario, de higiene y puericultura, de prevención contra las drogas, los planes de cinco días para dejar de fumar y los tratamientos para vencer el alcoholismo son algunos de los que promueven el bienestar de la gente y mejoran su estilo de vida, de su familia y de la sociedad.
Las publicaciones
La Iglesia Adventista es lo que es gracias a la visión que Dios le concedió a los pioneros acerca de la importancia de la obra de publicaciones. Por eso, una de las cosas que el nuevo converso necesita aprender bien pronto es el uso abundante de las publicaciones para su crecimiento personal y también para dar testimonio. No siempre estamos enterados de cuánto tiene que leer un adventista para mantenerse bien informado y alimentado espiritualmente. Pero sugerimos un segundo “menú”:
•Lectura mínima diaria: una porción de la Biblia, la lección de la escuela sabática y las Meditaciones matinales.
•Lectura mínima mensual: La Revista Adventista y Vida Feliz.
•Lectura del material producido por el departamento de Jóvenes Adventistas, el Ministerio de la Mujer, el Ministerio de la Infancia, la Asociación Ministerial (los ancianos de la iglesia), AFAM (las esposas de los pastores), la Escuela Sabática, Mayordomía Cristiana, Testimonio Personal, etc.
•Lectura de los libros de la Hna. Elena de White.
•Lectura de los libros producidos por las editoriales adventistas para consumo de los miembros de iglesia.
El hábito de leer es algo que la gente en general está perdiendo, pero que el departamento de Publicaciones puede revertir. Del libro Servicio cristiano, página 145, extraemos la siguiente declaración: “Las revistas y los libros son el medio del cual se sirve el Señor para mantener continuamente el mensaje para este tiempo delante de la gente. Al aclarar y afirmar los corazones en la verdad, las publicaciones harán una obra incomparablemente mayor de la que puede hacer sólo el ministerio de la palabra”.
Terminaremos recordando las palabras de Jesucristo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mat. 12:30). Se nos ha llamado con el fin de recoger gente para el reino de los cielos. Y eso no significa sólo traerlos al seno de la iglesia, sino afirmarlos en Cristo Jesús. Podemos hacer muchas cosas para que esta experiencia se vuelva real y compensadora. Podemos, además del conocimiento de las doctrinas, proporcionarles a los nuevos hermanos el ambiente amoroso y fraterno que necesitan para estar llenos de alegría y felicidad en Jesús.
Sobre el autor: En el momento de escribirse este artículo se desempeña como director asociado de Ministerio Personal y Escuela Sabática de la División Sudamericana.