Losmanuales de administración eclesiástica intentan analizar a la iglesia desde distintos puntos de vista. En esta oportunidad mencionaremos sólo dos de ellos:
1. La Iglesia es un grupo de cristianos. Eneste sentido, se trata de un organismo al que Jesucristo dio vida espiritual. Está centrada en Cristo, pero dirigida hacia las personas. La iglesia, como institución, no existe como un fin en sí mismo, sino para el bien de su pueblo. Cada doctrina no debe ser defendida sólo sobre la base de su veracidad, sino más bien teniendo en cuenta su contribución a que las personas sean cada día más semejantes a Jesús. La pureza de una doctrina es significativa para Dios sólo si ayuda al crecimiento espiritual de sus hijos.
2. La Iglesia es un lugar de terapia para las personas heridas. La sala de emergencias de un hospital tenía un cuadro en la pared que rezaba: “Aquí termina el dolor”.
¡Que bendición sería si toda congregación y toda institución pudiese sinceramente colocar un cartel que dijera: “Aquí termina el dolor”! Las personas se acercarían por millares a un lugar que les ayudase a enfrentar el sufrimiento espiritual, emocional y existencial. Puede oírse un eco alrededor de este mundo enfermo clamando por salud.
Existe una infinidad de seres sufriendo por la pérdida de un ser querido. Jóvenes perplejos ante la incertidumbre de los enigmas y desafíos que presenta la construcción de su propia personalidad. El mundo está enfermo debido a la ansiedad de los que se sienten solos. Hay mentes presionadas por la ansiedad y torturadas por la depresión. La familia está amenazada por los conflictos interpersonales. Ofensas y rupturas carentes de reconciliación. Corazones que necesitan la terapia del perdón.
Sin embargo, también hay que señalar que la inmensa mayoría está en busca de consejos que le muestren un rumbo certero. Éste es nuestro gran desafío. Existe en nuestro entorno una demanda exhaustiva de consejos. Pero nos encontramos ante la realidad de que no existen consejeros suficientemente capacitados como para asistir de manera eficaz esa demanda.
Aunque la esencia del drama de la humanidad sigue siendo la misma desde Edén (la lucha contra el pecado y sus efectos implacables), la vida se ha vuelto más compleja, saturada de tonos y matices, de estructuras sociales fragmentadas, de presiones y desafíos asfixiantes. Para poder luchar en este nuevo contexto se necesita un abordaje planeado, conocimientos acumulados y dominio de la psicología y de las nuevas dinámicas de las relaciones humanas. Estas disciplinas crecerán mucho con el correr del tiempo.
A esta altura, hacemos una reflexión justificada: “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos” (Sal. 1:1, BJ). Impío significa “sin Dios”. Son dichosos los que no andan según el consejo de quienes insisten en vivir sin Dios, para quienes él no tiene importancia. Su poder es ilusorio, la verdad y el error se relativizan. Por eso concluimos que una de las características indispensables del consejero cristiano es su relación con Dios, Aquél cuyos “consejos antiguos son verdad y firmeza” (Isa. 25:1).
La verdadera sabiduría que se necesita para aconsejar proviene de Dios. Se requiere preparación específica y una clara comprensión de la voluntad de Dios por parte del consejero verdadero y eficaz. Al escribir a los romanos, Pablo propone una útil reflexión para todos los que desean ser consejeros cristianos: “Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?” (Rom. 11:34); y él mismo responde: “Sin embargo, nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Cor. 2:16, DHH).
El consejero cristiano debe tener la mente de Cristo, una mente espiritual. También debe entender que él mismo carece de consejo, y debe recordar siempre la oración del salmista: “Me guiarás con tu consejo, y tras la gloria me llevarás” (Sal. 73:24, BJ).
Al describir las actividades del Salvador en el mundo, Isaías lo identifica, entre otros títulos, como “Admirable consejero” (Isa. 9:6). ¿Cuál es la escena que se repite constantemente en los Evangelios? La del Señor Jesús involucrado personalmente en sesiones de aconsejamiento personal, actividad que no podía separar de las principales metas de su ministerio, como un modelo a ser imitado por sus discípulos.
Por tanto, es un desafío, para quienes desean ser efectivos en su discipulado, aconsejar como él aconsejó.
Sobre el autor: Secretario ministerial asociado de la DSA.