Teenie Finley, esposa de Mark Finley, quien es director del Instituto para la Ganancia de Almas de la Unión del Lago, Estados Unidos, cumple un papel de importancia en este ministerio de entrenamiento. Aunque es ama de casa y madre, una gran porción de su tiempo lo ocupa en ayudar a su esposo y a todo el equipo evangelizados Su esposo dice: “Veo la contribución de mi esposo como una parte vital y esencial para lograr el desarrollo suave y agresivo de nuestro programa”. Ciertas ideas reveladas en este artículo darán orientación y ánimo a otras esposas de ministros en la realización del ministerio de equipo de esposo y esposa.

– María Spangler.

“¿Por qué no sale hoy a hacer visitas con su esposo? Nosotros nos haremos cargo de sus niños”. Este ofrecimiento, ciertamente bienvenido, vino de parte de algunas de las señoritas del equipo evangelizador. Estábamos cerca del final de una fascinante serie de reuniones en las Filipinas, y había estado deseando visitar a algunas de estas personas en sus hogares. Ahora el camino estaba abierto.

Esa tarde visitamos a una dama que había estado asistiendo regularmente a las reuniones y que casi había aceptado el mensaje. Apelamos a ella para que diera totalmente su corazón al Señor y fuera bautizada, pero a través del traductor expresó sus temores. Tenía temor de los muchos sacrificios que tenía que hacer, y temor de que su familia la desconociera y nunca más pudiera llegar a ser parte de la misma. Oramos con ella y partimos.

Al siguiente sábado estaba en la iglesia. Al finalizar el sermón mi esposo, Mark, hizo un poderoso llamado. Mientras la congregación cantaba ‘Tal como soy”, muchos respondieron, pero ella vaciló. Yo estaba de pie en la parte de

atrás de la iglesia y noté que esta dama estaba luchando interiormente, de manera que me acerqué y puse mi brazo sobre sus hombros y le dije: “Sé que el Señor la ayudará a hacer la decisión correcta”. Me miró y sonrió.

Después que terminó el himno, noté que se había dirigido hacia la parte de atrás y se había acercado al bautisterio. La seguí para ver qué estaba haciendo. Contempló la situación y luego retrocedió y me dijo:

– ¿Están por volver pronto a los Estados Unidos?

Yo respondí:

-Sí, mañana.

-He hecho mi decisión. Voy a ser bautizada hoy mismo -dijo ella.

Fue emocionante para mí darme cuenta de que un pequeño acto de interés, el poner mi brazo sobre sus hombros y hacerle saber que comprendía, fue una de las cosas que la ayudó a hacer la decisión ese día.

En los últimos quince años he trabajado con mi esposo en el equipo ministerial. Mi mayor alegría en el ministerio proviene de trabajar con la gente. Hay muchos alrededor de nosotros que desean conocer acerca de Cristo, pero como tengo niños pequeños no siempre puedo dejarlos para dar estudios bíblicos. Sin embargo, me queda la oportunidad de trabajar estrechamente con esa gente en las reuniones públicas o en mi hogar. Me agrada poder atender las necesidades de otras personas.

Una de las formas en que ayudo aquí, en el Instituto para la Ganancia de Almas de la Unión del Lago, es con las clases de nutrición. Cuando comenzamos por primera vez este ministerio no creía que ése fuera mi campo. Mi entrenamiento y mi trasfondo se dirigían más bien hacia la educación elemental; las clases comunitarias de nutrición eran un campo de labor totalmente nuevo. Pero comencé compartiendo con otros lo que sabía en cuanto a nutrición y algunas de las cosas que habían tenido éxito en nuestro propio hogar. Actualmente hay un gran interés en la nutrición, y estas clases son un maravilloso puente entre los programas de salud y las reuniones evangelizadoras.

Todo aquel que ha dirigido clases de nutrición sabe que requieren mucho trabajo y mucha preparación. La preparación es tremenda, pues va desde el adquirir los alimentos hasta preparar las muestras y presentar los platos terminados. Puedo recordar haber pensado: “Me pregunto si esto es tan importante. ¿Vale la pena todo el tiempo y esfuerzo que hay que poner en ello?”

Cuando trabajábamos en el desarrollo de una nueva iglesia en Burbank, Illinois, más de cien personas asistieron a nuestra serie de nutrición. Una joven llamada Valerie Talbot asistió noche tras noche. Durante la última sesión de nutrición invitamos a los que asistían a participar de las reuniones evangelizadoras. Valerie y su esposo, Doug, asistieron a las conferencias sobre profecías todas las noches. Después de participar cada sábado de las reuniones de la iglesia por cerca de un año, Doug y Valerie fueron bautizados. ¿Valió la pena todo mi trabajo? ¡Por supuesto!

Me fascina estar involucrada activamente en la evangelización y, específicamente, en el trabajo del Instituto. ¿Cómo puedo hacer esto con tres niños? Siempre he dicho que hay dos cosas que no quiero sacrificar: mis hijos y mi esposo y su trabajo. Creo que todo puede ser combinado, pero antes deben satisfacerse ciertas condiciones. Por ejemplo, puede ser conveniente para mí estar cerca de nuestro trabajo a fin de trabajar con mi esposo, pero al mismo tiempo mis niños deben estar involucrados también. Llevamos nuestros hijos a la escuela de nutrición y a veces nos ayudan. Durante las reuniones evangelizadoras organizamos reuniones para los niños, tanto para los niños de la gente como para los míos propios. (Todo nuestro programa está planeado como una escuela bíblica de vacaciones.) Muchas veces nuestros niños han ayudado a ordenar y engrampar materiales, han trabajado con nosotros en encuestas y puerta por puerta en la recolección, y nos han ayudado en la producción de grabaciones. Es emocionante ver a los niños como parte del equipo ministerial. Pienso que es una de las cosas que ha mantenido unida a nuestra familia.

Por supuesto, también hay momentos cuando hacemos cosas que satisfacen sus propias necesidades: los llevamos a algún lugar que desean visitar, tenemos una excursión familiar o participamos en alguna actividad que ellos disfrutan. Deseamos estar seguros de que nuestros niños están participando con nosotros en todo lo que hacemos.

Creo que Dios me ha dado el don de la hospitalidad, y a través de nuestro ministerio nuestro hogar ha estado abierto siempre. En realidad, por once de los trece años en los que hemos estado casados tuvimos gente que vivió con nosotros, entrenándola para la evangelización. Pienso en Brad Thorp, quien vivió en nuestro hogar por tres años y ahora está en Columbia Británica con un equipo de unas treinta personas trabajando activamente en evangelización. Tony Moore y Helen Cooper, ahora marido y mujer, se conocieron en nuestro equipo. Ahora están trabajando activamente en evangelización y tienen un equipo en su hogar. Mike y Penny Sczekan vivieron en nuestro hogar, y ahora están llevando adelante un agresivo ministerio evangelizador en Chicago. Hay muchos desafíos en el hecho de tener a alguien viviendo en nuestro hogar, pero estos jóvenes que trabajan en evangelización contrapesan por lejos las dificultades.

Por supuesto, otras esposas de pastor no debieran tratar de hacer exactamente lo que yo hice: abrir mi hogar, tener a veces a ocho o diez personas viviendo con nosotros, participar en escuelas de nutrición, atender los negocios y finanzas de la campaña, y hacer trabajo de organización para mi esposo.

El Señor ha dado a cada persona una variedad de talentos y dones, y cada uno necesita descubrir específicamente cuáles son sus dones. Algunas personas pueden tener el don de la música. Pueden cantar maravillosamente o tocar el órgano o el piano y ser una ayuda real para el ministerio de su esposo en ese aspecto. (Este no ha llegado a ser mi don específico.) Otros tienen dones diferentes.

Todos pueden practicar la hospitalidad en alguna forma. Puede ser que usted no tenga gente viviendo en su casa por largos períodos, pero puede abrir su casa a las necesidades de los demás. Un plato de sopa caliente y la oportunidad de hablar en una cocina tibia puede ser precisamente lo que satisfará las necesidades de una persona solitaria.

El esfuerzo evangelizador de los Mil Días de Cosecha recién ha comenzado. No hay nada más satisfactorio que ser parte de la ganancia de almas. Su parte puede no ser dar estudios bíblicos. Puede ser en la música evangelizados, llevar registros, planear reuniones para los niños, organizar los envíos semanales por correo, pasar escritos a máquina, o una cantidad de otras formas. Creo que como esposas de ministros necesitamos ser ojos para nuestros esposos. Mientras la gente llega a las reuniones, podemos reconocer algunas de sus necesidades y tratar de satisfacerlas.

Recientemente tuvimos a cuatro misioneros mormones que participaron de nuestras reuniones evangelizadoras. Una noche me acerqué a ellos y les dije: “Me alegro de que estén con nosotros esta noche. He notado que asisten noche tras noche y me gustaría que pudiéramos conocernos un poco mejor”. Mientras conversábamos me enteré que estos muchachos estaban viviendo solos y se cocinaban cada día sus propias comidas. Les pregunté si no les gustaría venir a cenar. Tuvimos hermosos momentos con ellos, y volvieron a cenar con nosotros en varias ocasiones. Hasta pudimos tener algunos estudios bíblicos después de cenar. Este gozo del ministerio es difícil de reemplazar por cualquier otra cosa.

Durante las cruzadas de evangelizaron pública yo tengo dos responsabilidades específicas: una es la reunión de los niños, que ya he descripto. La otra es registrar los nombres de los interesados, lo que siento que es muy importante. Usted puede tener una buena reunión de evangelizaron con una tremenda predicación, pero también necesita saber quién está asistiendo a las reuniones, porque la dinámica de las decisiones tiene lugar en el hogar. De manera que pongo los nombres en una lista básica y la organizo para nuestro equipo de tal forma que ellos puedan visitar a esta gente. Esto es algo que puedo hacer en casa con los niños.

Esto hace que mi esposo se sienta un poco más seguro, sabiendo que yo soy la que organizo y superviso los nombres. Él sabe que no habrá allí falta de interés, no se tomarán livianamente esos nombres y la lista estará en orden.

¿Cómo puede usted, esposa de pastor, estar comprometida activamente en los Mil Días de Cosecha? En primer lugar, usted puede animar a su esposo para que esté activamente involucrado en la ganancia de almas. Antes que desear en voz alta que él esté más tiempo en casa, trabaje estrechamente con él, incluyendo a su familia en el equipo evangelizador.

En segundo lugar, usted tiene talentos y dones que son únicos. Cualesquiera que ellos sean, ya sea en la línea de la música, la hospitalidad, la salud o la organización, contribuya con sus talentos únicos a un programa más efectivo de ganancia de almas.

En tercer lugar, ore para que Dios la ayude a encontrar alguna persona con la que usted pueda compartir el mensaje en alguna forma: ya sea por su vida o abriendo su hogar a esa persona para permitirle que vea que usted se interesa realmente en ella. Los Mil Días de Cosecha no son simplemente un programa de la Asociación General o el programa de su esposo. Es el llamado de Cristo a su corazón. ¡Acepte el desafío, y disfrute de una aventura en el ministerio!