En una sociedad cada vez más compleja como la que vivimos, plantar iglesias ha sido un emprendimiento cada vez más desafiante, especialmente en el contexto urbano. Sin embargo, los plantadores de iglesias sensibles a esa realidad han sido exitosos al desarrollar estrategias que movilizan a los miembros para que ellos sean el puente entre el evangelio y las personas que deben ser alcanzadas.
El pastor Jackson Paroschi Correa forma parte de un movimiento de plantación de iglesias que se está desarrollando en la región Sur de la Rep. del Brasil, y que ha obtenido resultados significativos. Nacido en la ciudad de Cianorte, Estado de Paraná, es bachiller y magíster en Teología por el Centro Universitario Adventista de San Pablo, ubicado en la localidad de Ingeniero Coelho. Inició su ministerio en 2004, como capellán y pastor asociado en Campo Morao, Estado de Paraná. Entre 2005 y 2007, fue pastor de distrito en Mamboré, ciudad del mismo Estado. En 2008 fue transferido a la ciudad de Campo Morao, donde trabajó hasta 2012. Desde 2013 es pastor del distrito de Neva, en la ciudad de Cascabel, en el mismo Estado brasileño de Paraná.
Casado con Vivian Correa, es padre de dos niñas: Julia, de nueve años, e Isabela, de seis años.
Ministerio: A lo largo de su ministerio usted implantó varias iglesias. ¿Qué fue lo que despertó su interés por esa actividad?
La plantación de nuevas iglesias es algo que ha estado acompañando mi ministerio, y ¡alabo el nombre de Dios por eso! Pero todo comenzó con un sueño en el corazón, después de estudiar en la facultad acerca del evangelismo, el crecimiento y la plantación de iglesias. Ese sueño era algo que inicialmente parecía inalcanzable y muy desafiante. Me sentí muy pequeño, para iniciar una nueva iglesia en un nuevo territorio. El día que supe que asumiría mi primer distrito, en la ciudad de Mamboré, conocí al hermano Ilson Gomes, un anciano de iglesia con mucha experiencia. Entre las muchas cosas de las que conversamos, él me presentó su deseo de abrir una nueva congregación en la ciudad. Ese era mi primer día como pastor de distrito y ya me habían presentado el desafío de plantar una iglesia. El hermano Gomes no solo me desafió, sino además proporcionó condiciones para que eso pudiera transformarse en una realidad. En el primer semestre de 2005 ya habíamos establecido la iglesia de Alto de la Gloria, después de haber realizado una campaña de evangelización pública. En 2008, cuando fui transferido a la ciudad de Campo Morao, conocí al hermano José Pires. Él tenía el sueño de mudarse a la ciudad de Bourbonia, un barrio de la ciudad de Barbosa Ferraz, a fin de disfrutar de su jubilación y plantar una congregación, en aquella área sin presencia adventista. Lo incentivé y le di mi apoyo para que pudiera nacer una iglesia más. El trabajo comenzó en aquel mismo año y, en 2009, después de realizar un esfuerzo evangelizador allí, establecimos la nueva iglesia. Cuando fui transferido a la ciudad de Cascabel, en 2013, percibí la necesidad de establecer más congregaciones en la ciudad. En un esfuerzo conjunto con la sede administrativa de la Iglesia Adventista para la región sur del Brasil, plantamos una comunidad en el barrio de Guarujá. En 2016, decidí fundar dos iglesias más: una en el Parque San Pablo, un barrio de clase media alta de la ciudad, y una comunidad étnica para atender a los haitianos; que se transformó en realidad en una asociación estratégica que realizamos con el pastor Marcos Freires. Entonces, hasta el momento, en mis trece años de ministerio, tuve la alegría de plantar cuatro iglesias y una comunidad étnica.
Ministerio: Usted está participando de un proyecto piloto de capacitación para plantadores de iglesias. ¿Qué es lo que ha llamado su atención, en ese nuevo concepto de plantación de iglesias?
A comienzos de 2016 fui designado para participar de una residencia de plantadores de iglesias dirigida por el pastor Gerson Santos, secretario asociado de la sede mundial de la Iglesia Adventista, y coordinada por el pastor Alex Palmeira, director de Ministerio Personal y de Escuela Sabática para el sur de Brasil. El programa contiene cuatro módulos de estudio y capacitación. Cuando comencé el primero, estaba alquilando el auditorio en que plantaría la iglesia en el Parque San Pablo, y tenía listo mi plan de plantación. Fue entonces que me encontré con una propuesta totalmente diferente de lo que estaba acostumbrado a hacer. Frente a eso, fue inevitable que tuviera que alterar toda mi planificación.
En lugar de empezar con una proclamación pública, con un auto con altavoces que anunciara por el barrio la semana de conferencias sobre la familia, el curso de “Cinco días para dejar de fumar” y la predicación doctrinal, comenzaría trabajando con miembros que aceptaran el desafío de expandir el Reino de Dios, llevándolos a un proceso de discipulado. Esa es una forma más natural de plantar, en la que los miembros se transforman en discípulos, que portan en su ADN la necesidad de multiplicarse. De esa manera, ellos cumplen su misión, sacándole el peso de una responsabilidad exclusiva al pastor, a algunos obreros bíblicos y a unos pocos voluntarios. De eso se trata el ministerio de todos los creyentes, la oportunidad de ejercitar los dones recibidos, de ofrecer servicios a la comunidad como foco principal. Se trata de una iglesia que se transforma en un elemento relevante para la región en la que está plantada. Una congregación que se aproxima a autoridades y a personas influyentes del barrio (intendentes, legisladores elegidos por aquella comunidad, presidente de la asociación de habitantes de aquel barrio, líderes religiosos, directores de escuelas, etc.), para descubrir las prioridades locales. Además de estudiar la región, cada miembro inmerso en el proceso de discipulado pasa a tener una comprensión de sí mismo, de su perfil individual, y también de sus puntos fuertes y de sus debilidades. Cada uno es acompañado en su proceso de crecimiento, y de esa manera se forma un núcleo de cristianos con un plan relevante, que está listo para ser enviado para cumplir la misión.
Ministerio: ¿Cuáles son las principales dificultades enfrentadas en un proyecto de plantación de iglesias? ¿Cómo el nuevo concepto lo ha ayudado a superar esos desafíos?
En el modelo de plantación de iglesias que utiliza el evangelismo público, destaco seis dificultades principales: 1) El momento de la transición al final de la campaña pública, cuando normalmente se designa a un obrero o a un líder con experiencia para que cuide de los nuevos miembros. En ese caso, la responsabilidad de mantener la nueva iglesia recae sobre pocas personas. 2) Una gran pérdida de los nuevos miembros e interesados cuando se dan cuenta de que “terminó el programa”. El predicador y otros del equipo con quienes estaban acostumbrados se van. Se reduce la utilización de recursos audiovisuales, los programas sufren alteraciones, y la distribución de regalos e incentivos, si no acaban totalmente, disminuyen significativamente. 3) alto costo para la realización del programa evangelizador. 4) La dependencia de un lugar físico para que la iglesia exista, pues el inicio ocurre en un predio específico. 5) Las personas son solamente adoctrinadas, y no discipuladas. El eje central está en los elementos cognitivos, y no tanto en las cuestiones relacionales o misionales. 6) El nuevo miembro no consigue o no se siente apto para reproducir lo que recibió. No es capaz de predicar, de cantar, de presentarse en público, de realizar una programación como la que vio hacer durante la evangelización pública. Quizá por esa razón, evita asumir responsabilidades en la iglesia. Esos problemas son superados con este “nuevo concepto” de plantación de iglesias que, de hecho, puede ser visto en las páginas del Nuevo Testamento. 1) Una iglesia que surge del compromiso de los propios miembros no necesita pasar por un momento de transición, pues sus miembros ya conviven y se alimentan juntos, se conocen los unos a los otros y tienen sus necesidades suplidas en comunidad. Esos miembros difícilmente van a apostatar, pues viven como una familia cristiana que se cuida. 2) La responsabilidad por el mantenimiento de la iglesia no está sobre los hombros de solo algunas personas, sino sobre todos los miembros /discípulos. 3) Los costos para la plantación disminuyen, pues no hay necesidad de realizar grandes eventos ni programas. Además de esto, cada miembro participante expresa su fidelidad a Dios por medio de la entrega de las ofrendas, la devolución de los diezmos, y contribuyendo con el mantenimiento del trabajo. 4) Esa iglesia no depende exclusivamente de un predio para existir, pues su foco no es el templo ni la comodidad, sino el servicio a la comunidad. Puede existir en una plaza, en la casa de un miembro, en un salón alquilado o en cualquier otro lugar. 5) Los recién convertidos son discipulados en un ambiente relacional con el foco en la misión; por eso 6) se hace fácil para ellos reproducir lo que recibieron de sus amigos, familiares y vecinos.
Ministerio: ¿Cuál es el papel de los miembros voluntarios en el proceso de plantación de iglesias?
¡Nadie planta una iglesia solo! La plantación no depende del pastor de distrito ni del evangelista, sino de todos los involucrados en ese proceso, que debe ser intencional. Cada miembro se transforma en un plantador de iglesias. El sueño, las ideas, la planificación, las acciones; todo necesita venir de ellos. De acuerdo con Juan 1:14: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Ese es el modelo encarnacional de la visión. Así como Cristo se transformó en uno con nosotros, los miembros se transformarán en uno con la visión, con el plan, y también con las acciones. He comprendido que las personas dejan de –simplemente- pertenecer a una iglesia, y pasan a ser o vivir la iglesia. Muchos tienen dificultades con la idea arraigada que marca que la iglesia es algo que pueda existir afuera de ellos mismos. Sin embargo, en el concepto bíblico, la iglesia está formada por personas que viven los principios del Reino de Dios. Cada uno deja de ser un miembro, o incluso un “perdido”, dentro de los templos, para ser iglesia, discípulo, alguien que utiliza sus dones espirituales y depende del Espíritu Santo para realizar el ministerio dejado por Dios para él, en la región en la que vive o desea plantar una nueva congregación.
Ministerio: ¿De qué manera los miembros son capacitados para involucrarse en el proceso de plantación?
La capacitación de los miembros es el elemento clave en este modelo, y ocurre en cuatro etapas. 1) Evaluación: cada miembro es evaluado en tres áreas: a) Carácter y espiritualidad. ¿Cuál es el nivel de dependencia y relación con Dios del plantador de iglesias? Su carácter ¿refleja los principios bíblicos (Gál. 5:22-23, 1 Tim. 3:1-7)? b) Paradigma vocacional: está basado en los cinco paradigmas personales dados en Efesios capítulo 4 (apóstol, profeta, evangelista, pastor, profesor). Hay una prueba gratuita llamada APEST (http://fivefoldsurvey.com/), que muestra cuál es la vocación primaria y secundaria del plantador. c) Estilo personal: se identifica el perfil de liderazgo de cada miembro. En la primera etapa, también se evalúa la región en la que se desea plantar la iglesia, para descubrir aspectos positivos que pueden ser explorados en el proceso, así como los aspectos negativos; es decir, las necesidades primarias que pueden ser atendidas por la iglesia, a fin que esta sea vista por la comunidad como un elemento relevante. 2) Acompañamiento: cada persona recibirá los resultados de las evaluaciones realizadas anteriormente y será acompañada periódicamente, para que crezca en los puntos en los que se destaca y, también, para que obtenga la comprensión de las dificultades que presenta. De esa manera, cada uno puede unirse a otros líderes que tengan habilidades que superen su carencia. 3) Entrenamiento: se organizan encuentros semanales con todo el grupo base de plantación de iglesias, a fin de que se discutan asuntos como misión, discipulado, estrategias, dones espirituales, actividades intencionales, liderazgo y espiritualidad. 4) Envío: los miembros serán enviados desde la iglesia “madre” a desempeñar su ministerio, ejecutando la planificación que establecieron para la plantación de la nueva iglesia. La iglesia “madre” no solo envía, sino también apoya financieramente el proyecto.
Ministerio: ¿Cuál es el secreto para hacer que las iglesias plantadas mantengan en su ADN el deseo de multiplicarse en nuevas iglesias?
Todos nosotros nacemos con el ADN formado. De la misma manera, también la nueva iglesia necesita nacer sabiendo que ella también se va a multiplicar. El avance del Reino de Dios no termina al alcanzar un territorio nuevo. Necesita ser expandido hacia nuevos lugares, hasta los confines de la Tierra (Hech. 1:8). Ese lugar puede ser un barrio vecino, una villa, o hasta otro municipio.
Otro secreto es mantener esta idea siempre delante del núcleo básico, en los encuentros semanales, en los sermones, y hasta en el ámbito particular, recordando a cada uno cuál es su misión.
Ministerio: Actualmente existe un fuerte énfasis en el desarrollo de ministerios de acuerdo con los dones. ¿Cómo esa tendencia, y si se adecua al proceso de plantación de iglesias?
El ministerio de acuerdo con los dones espirituales es totalmente coherente con la plantación de iglesias misionales. Ser misional no es solo estar contextualizado para atender a las necesidades locales, sino también es tener a cada uno actuando de acuerdo con la formación que Dios le concedió; es decir, sus dones, vocaciones y perfil. Como mencioné anteriormente, en la etapa de la evaluación cada persona descubre cuáles son sus dones, y en las etapas de acompañamiento y entrenamiento cada uno pasa a ser acompañado para desarrollar aquellas potencialidades. ¡Las personas que trabajan de acuerdo con su don hacen lo que les gusta! Cuando uno hace lo que le gusta, esto se traduce en mucha dedicación, lo que conduce al éxito. Cada don puede ser transformado en un ministerio en la nueva iglesia, siempre que esté siendo utilizado con intencionalidad y sea relevante para la comunidad.
Ministerio: ¿Cuál fue su proyecto de plantación más desafiante?
Sin duda alguna, el último. Fue necesario que volviera a aprender cómo plantar una iglesia. Durante la plantación en el Parque San Pablo, fui tentado a hacer aquello con lo que estaba acostumbrado. Sin embargo, ese modelo requiere una inversión mayor en personas, tanto en relaciones como en discipulado. No podemos quemar etapas, intentando apresurar el proceso. Cada detalle es importante para la maduración de los plantadores, y también de aquellos que anhelamos alcanzar. A pesar de todo, es muy gratificante ver el crecimiento de las personas en cada etapa, cómo se van contagiando con el sentido de misión, de servicio y amor al prójimo. Es maravilloso ver a discípulos modernos viviendo el cristianismo práctico en un proceso de expansión de las fronteras del Reino de Dios, multiplicando iglesias, multiplicándose a sí mismos en la formación de otros líderes, y enviando a los más adecuados para cada situación a las nuevas localidades.
Ministerio: ¿Qué mensaje le gustaría dejar a los pastores que no se sienten capacitados para el trabajo de plantación de iglesias?
Dios es quien llama y quien capacita a los que él escogió. Oren a Dios, búsquenlo, e intenten descubrir y desarrollar los dones que él concedió a cada uno de sus hijos. El miedo puede complicar el panorama, pero entreguen ese desafío a Aquel que dice: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (Isa. 41:10).
Si te sientes incapaz, recuerda también que “Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse” (1 Cor. 1:27-29). Por lo tanto, toda la gloria sea dada a Dios, por aquello que él sin duda alguna nos dará. Solamente a él sea la gloria, por lo que hemos relatado en estas líneas.