El 20 de abril de 1846 uno de los primeros adventistas, llamado Otis Nichols, escribió una carta de seis páginas y media dirigida a Guillermo Miller en la que daba razones por las que consideraba que las visiones de Elena Gould Harmon, una jovencita de 18 años, eran genuinas.

Es significativo que estas razones, enunciadas apenas un año y medio después de la primera visión de Elena Harmon, son sorprendentemente similares a las que hoy sostienen los Adventistas del Séptimo Día. Los argumentos están firmemente arraigados en las Escrituras. La siguiente es una porción de la carta referente a Elena Harmon, quien luego fue Elena G. de White. -Los editores.

Incluyo una parte de la visión de E. G. H. [ Elena Gould Harmon J de Portland [ Maine]. Creo plenamente que proceden del cielo. La forma y las circunstancias que la acompañan son diferentes a cualquier otra que haya visto o leído desde los días de los apóstoles. Le pediría que dejase de lado el prejuicio y mantuviese su juicio en suspenso hasta que la haya leído y comparado con la escritura [y] la verdad presente. Y “si no dijeren conforme a esto (y la verdad presente), es porque no les ha amanecido” (Isa. 8: 20). “No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tes. 5: 20, 21). Las visiones o son del cielo (Hech. 10: 4-16) o son de Satanás (Deut. 13: 1-5). En este tiempo muchas de ellas son sin duda falsificaciones satánicas, por lo tanto, es evidente que existen las verdaderas. Debemos juzgarlas por sus frutos, de acuerdo a la Biblia y la verdad. Si proceden del cielo junto con la orden de hacerlas conocer a otros, Dios tendrá por responsable a todo aquel que las escuche. Se nos explica en Deuteronomio 18: 22 cómo podemos saber si proceden del Señor: “Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado”. Pero muchos ahora dicen que toda visión ha fallado. Bien, esto es el cumplimiento de Ezequiel 12: 22-28. Durante algún tiempo se había usado aquel proverbio en la tierra de Israel diciendo que los días se habían prolongado y que desaparecería toda visión. Pero Dios dice: “Haré cesar este refrán” con el “cumplimiento de toda visión”.

La primera visión de E. G. H. ocurrió en otoño de 1844 y nunca fue publicada al mundo. La visión se refería a la peregrinación del grupo adventista del séptimo mes de 1844, y en cuanto a su cumplimiento, ha sido tan perfecto como podía serlo, especialmente en la mayoría de los grupos adventistas e individuos que conocimos. El llamamiento de ella fue de lo más notable: tenía sólo 17 años, y estaba enferma de consunción hidrópica, confinada a su casa la mayor parte del tiempo durante cinco años y abandonada por los médicos para que muriera. En este estado Dios la llamó y le dijo que fuera y contase al rebaño lo que Él le había revelado -un ángel y a veces dos en momentos de necesidad la acompañaría durante todo este tiempo-, y que ningún poder impío de la tierra tendría dominio sobre ella si obedecía al Señor.

Cuando salió por primera vez para entregar su mensaje (enero de 1845) apenas era capaz de cruzar caminando su cuarto y tenía dificultad para hablar con voz audible. Pero tiene fe en Dios y es conducida en este estado unas pocas millas para que pueda entregar su mensaje. Cuando ella se levantó para hablar casi no tenía voz, pero Dios cumplió su palabra [y] le dio fuerzas a su cuerpo y voz potente, clara y audible para hablar durante casi dos horas con un poder tremendo y un efecto notable sobre las personas sin que tuviese fatiga corporal. Desde aquel tiempo [y] por muchas semanas continuó viajando día y noche, hablando casi todos los días hasta que hubo visitado la mayoría de los grupos adventistas del estado de Maine y del sector oriental de Nueva Hampshire.

Su mensaje siempre fue asistido con la presencia del Espíritu Santo, y doquiera que fue recibido como procedente del Señor quebrantó y enterneció los corazones como si fueran de niños pequeños. [Su mensaje] alimentó, consoló, fortaleció al débil, y animó a todos a continuar en la fe [y] al movimiento del séptimo mes -que nuestra obra había concluido para la iglesia nominal y el mundo, y que lo que faltaba era para la familia de la fe.[1]  Aquellos que rechazaron su mensaje muy pronto se deslizaron hacia el mundo y [a] una fe nominal. De los que recibieron su testimonio como procedente del Señor y luego lo negaron, llamándolo mesmerismo y cosa profana, son muchos los que cayeron en un fuerte engaño y, bajo la influencia de Satanás, son como un barco sin timón o ancla y empujados por el viento, dando un mal testimonio de la verdad. Ésta clase de personas son sus más grandes enemigos y han hecho todo lo que podían con calumnias y mentiras para destruir su influencia y carácter.

Pero Dios hasta ahora la ha protegido de una forma excepcional de todo daño [y] le ha levantado protectores por doquiera que va, a pesar de la malicia de espíritus malvados y adventistas que han caído por [cuya] influencia ha habido una cantidad de órdenes para arrestarla. Dios la ha protegido notablemente; en cierta ocasión un comisario y cierto número de hombres con él no tuvieron poder sobre su persona durante una hora y media en la que ejercieron todo su vigor corporal para moverla, mientras que [ni] ella ni ningún otro ofreció la menor resistencia.

De todo lo que estoy escribiendo tengo conocimiento personal y creo que puedo juzgar correctamente. La hermana Elena ha sido huésped de mi familia mucho tiempo en los últimos ocho meses. Nunca he visto el menor rastro de conducta indebida en ella desde la primera vez que la conocimos. Dios ha bendecido a nuestra familia abundantemente desde que hemos recibido a la hermana Elena en nuestra familia, tanto con cosas espirituales como temporales. El espíritu de Dios está con ella y lo ha estado en una forma notable al sanar a los enfermos mediante la respuesta a sus oraciones; algunos casos son tan fantásticos como los que están registrados en el Nuevo Testamento. Pero el prejuicio de personas incrédulas ha encontrado conveniente llamarlo mesmerismo y adjudicarlo al poder del demonio, así como lo hicieron antes los fariseos incrédulos (vea Mat. 10: 25; 12: 24). ¿No es acaso este un pecado contra el Espíritu Santo? (Vea Mar. 3: 22, 29, 30.)

El poder que se manifestó en ella es muy superior al poder del mesmerismo, así como fue el [poder] de Moisés comparado con el de los magos de Egipto. El diablo dispone de mucho poder para imitar y falsificar la obra de Dios como lo hizo en los tiempos de Moisés, y las personas pueden ser engañadas si lo desean. “Probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1). “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isa. 8: 20). “Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado” (Deut. 18:22).

En conclusión, la Biblia siempre ha sido una lámpara para mis pies y una luz para mi sendero, y continúa siéndolo. Y deseo que así sea hasta que Jesús venga por segunda vez para redimir la posesión adquirida de nuestros cuerpos viles, lo que creo que ocurrirá muy pronto. Siempre he procurado leer la Biblia con sentido común y sencillez, y puedo decir verdaderamente que estamos en aquellos tiempos peligrosos de los últimos días de 2 Timoteo 3, Judas, 2 Tesalonicenses 2: 9-12, [y] Mateo 24: 24. Las Escrituras deben cumplirse… [varios párrafos adicionales completan la carta].

Suyo aguardando el regreso de nuestro Señor de las bodas, Otis Nichols, Dorchester, Massachusetts, 20 de abril de 1846.[2]


Referencias

[1] Los Adventistas del Séptimo Día han creído que la parábola de las diez vírgenes tiene una aplicación profética en la experiencia del pueblo de Dios en 1844. El “clamor de medianoche” fue un símbolo del mensaje que ellos dieron en el verano de aquel año. Durante un tiempo, esta doctrina también fue vinculada con la ¡idea de que la “puerta estaba cerrada” para la “iglesia nominal y el mundo” como escribió Otis Nichols Gradualmente llegaron a entender que la misericordia de Dios estaba todavía a disposición de algunos a quienes ellos habían sentido que fueron rechazados.

[2] La carta original de Otis Nichols se encuentra actualmente en la Adventist Collection, en el Colegio Aurora.