La contribución de los misioneros de ultramar a la obra de la Iglesia Adventista en Sudamérica ha sido sumamente significativa desde sus mismos comienzos. La simiente sembrada y regada con esfuerzo, dedicación, abnegación y amplia visión evangélica germinó y floreció, de manera que en estos días muchos pastores sudamericanos colaboran en la evangelización de tierras extranjeras y concentran sus esfuerzos en las comunidades compuestas por inmigrantes.
Actualmente los adventistas de lengua portuguesa, por ejemplo, atienden en los Estados Unidos, Canadá y las Bermudas más de 35 iglesias y congregaciones, con aproximadamente tres mil miembros. Una de esas congregaciones, con sede en Florida, en el sur de los Estados Unidos, está bajo la dirección del pastor Edemilson Alves Cardoso, oriundo de San Carlos, Estado de San Pablo. Este pastor obtuvo su diploma de Teología en el Seminario del Instituto Adventista de Ensino, IAE, en 1987. Trabajó en la ciudad de Bauru, desde donde partió en dirección de los Estados Unidos a comienzos de la década iniciada en 1990, con el fin de estudiar en la Universidad Andrews. Pero el Señor tenía otros planes para él. Radicado en Miami, pasó por duras pruebas, experimentó pérdidas materiales y emocionales, hasta que recibió una invitación de la Asociación de Florida para trabajar en Fort Lauderdale como pastor de sostén propio.
La excelente obra que ha llevado a cabo, la formación de una congregación adventista en esa localidad y los planes que ha elaborado para la evangelización de los inmigrantes, indujeron a la Asociación a darle funciones pastorales efectivas a partir de 1994.
Casado con la Hna. Ruth Cardo- so, a quien describe como “una persona increíble, excelente colaboradora”, que “le ayuda a vivir mejor y de manera más equilibrada”, el pastor fue ordenado al ministerio en junio de 1997. En esta entrevista comparte sus experiencias, desafíos y proyectos con los lectores de Ministerio.
Ministerio: ¿Desde cuándo es pastor en los Estados Unidos, y qué lo indujo a trabajar en este país?
Pastor Cardoso: Sirvo en la Asociación de Florida desde noviembre de 1994, cuando recibí una invitación para ser pastor de medio tiempo. Mi intención al venir a los Estados Unidos era continuar mis estudios en la Universidad Andrews y regresar al Brasil. Pero durante una corta permanencia en Miami sufrí un accidente de tránsito que cambió todos mis planes. El vehículo era prestado. Como yo no tenía seguro —aquí en los Estados Unidos los seguros son personales y no del automóvil— tuve que hacer frente a todos los gastos, lo que me obligó a permanecer en el país por lo menos dos años. Fue una época de pruebas muy duras. No hablaba bien el idioma, no tenía un empleo fijo y todo era sumamente difícil. En medio de una intensa crisis emocional y muchas pérdidas personales, Dios se me reveló por medio de la invitación de un pastor para que lo ayudara con la dirección de la música en la campaña de evangelización que estaba llevando adelante en Miami. Ahí renació el ideal y la oportunidad de servir a Jesús.
M: Además de esa experiencia, ¿qué otros obstáculos tuvo que vencer para ocupar al fin un espacio entre los pastores de Florida?
PC: Fueron muchos, pero le pedí a Dios en oración que en el caso de que él tuviera un plan para mí aquí, no permitiera que quedara en la ilegalidad. Las dos barreras más grandes que enfrentan la mayoría de los inmigrantes son el idioma y el permiso legal para trabajar. Después del accidente trabajé como enfermero cuidando a un señor de edad, con cáncer. Él se responsabilizó de mí, y recibí una visa de estudiante. Después que él falleció, un matrimonio amigo de Miami me proporcionó ese apoyo legal. Con eso pude estudiar, mejorar mi inglés y vivir legalmente en el país. Cuando busqué un abogado para cambiar mi visa de estudiante por la de un residente legal, los requisitos exigidos por el Departamento de Inmigración eran los siguientes: tener formación académica para la actividad que pretendía desarrollar, haber ejercido esas funciones por lo menos dos años en el país de origen, recibir una invitación oficial de una empresa o una institución de los Estados Unidos para poder trabajar y recibir salario, haber llevado a cabo trabajo comunitario voluntario por dos años y estar legalizado para poder recibir la documentación sin salir del país. Al llegar a ese punto el Señor ya me había dado todo eso. Transformó las numerosas barreras y dificultades en bendiciones maravillosas.
M: ¿Cuáles son las características más notables de la iglesia, en líneas generales, en la región donde trabaja?
PC: En nuestras iglesias (de lengua portuguesa) del sur de la Florida hay una presencia muy importante de jóvenes brasileños; eso es lo que sucede en mi iglesia de Fort Lauderdale. También hay hispanos y portugueses a quienes les gusta reunirse con nosotros. Todo eso enriquece culturalmente a la comunidad. En otras partes de los Estados Unidos, donde actualmente tenemos más de 35 iglesias de lengua portuguesa, hay comunidades de origen portugués, de gente de Cabo Verde y de Angola. Hay algunas notables diferencias en la manera de hacer las cosas, en el estilo del culto, en la amistad entre la gente. Sin embargo, las características generales de una iglesia adventista son las mismas en cualquier lugar. Las dificultades que implica tratar con inmigrantes también son parecidas. En el Nordeste de los Estados Unidos y en el Canadá hay más iglesias portuguesas y muchos inmigrantes de segunda y tercera generación. Nuestra iglesia está constituida en su mayor parte por inmigrantes de primera generación, que es dinámica, espiritual e innovadora. No hay mucho intercambio entre las iglesias de la zona por causa de las diferencias culturales e idiomáticas. Pero nuestra iglesia es muy fuerte en el cultivo de la amistad, en la programación de festividades y en la visión misionera.
M: Díganos algo acerca de su distrito pastoral.
PC: Tenemos dos iglesias: Fort Lauderdale (la ciudad más grande y sede del distrito) y Deerfield Beach, además de treinta ciudades que necesitan evangelización. Ése es nuestro distrito. Si sumamos la feligresía de las dos iglesias, tenemos 400 personas. La obra comenzó aquí en 1992, cuando una hermana me invitó a orar en favor de una señora que estaba muy enferma en un hospital de Miami. Era muy incrédula, pero en medio de su enfermedad pidió que un pastor fuera a orar por ella. Días después le dieron el alta, y me invitó a organizar en su casa un grupo de oración y de estudios bíblicos. Así surgió nuestra iglesia de Fort Lauderdale. Esa hermana fue la primera brasileña que bautizamos en la zona. Regresó al Brasil, y después falleció. El 12 de mayo de 1992 celebramos el primer culto experimental de evangelización, y el sermón estuvo a cargo del distinguido pastor Carlos Borda. El grupo se organizó el 8 de enero de 1994.
M: ¿Qué puede decirnos acerca de la evangelización y el crecimiento de la iglesia?
PC: Las iglesias compuestas por inmigrantes de primera generación participan mucho de la evangelización. Comenzamos con 15 personas en 1992, y hoy tenemos aproximadamente trescientos miembros bautizados. También ya logramos abrir una nueva congregación en una ciudad vecina. La administración del campo le brinda mucho apoyo al ministerio entre los grupos minoritarios. Disponemos de una partida presupuestaria para la obra evangélica en estas iglesias. Los bautismos concuerdan con la realidad local, que no da margen para la fijación de blancos muy elevados. Cada iglesia fija su blanco, y los miembros participan de la mejor manera posible. La mayor dificultad es la falta de tiempo de parte de ellos. Tuvimos el privilegio de bautizar cuarenta personas el año pasado.
M: ¿Cuáles considera usted que han sido los mayores logros de su trabajo al frente de esta congregación?
PC: He visto crecer la iglesia al toque de Jesús. Eso significa gente transformada, más coherente, fiel, unida, más interesada, más espiritual, más amorosa y más motivada. Ver gente que acepta el bautismo del Espíritu del Señor y que se transforma en líderes de la congregación es una de nuestras mayores realizaciones. Además, puedo mencionar que hemos adquirido un terreno para la construcción de un nuevo templo, además de la notable participación de los jóvenes en los proyectos y actividades de la iglesia.
M: ¿Qué estrategia utiliza usted para inducir a los miembros a participar en la actividad misionera?
PC: Si pensamos en la actividad misionera que se suele llevar a cabo en Sudamérica, con los miembros yendo de casa en casa, yo diría que aquí eso es inexistente. En algunos lugares esa actividad está prácticamente prohibida, sin hablar de la limitación idiomática que padecen algunos hermanos. Por eso estoy aprendiendo a iniciar el proceso de motivación por medio de la oración. Tenemos un gran ministerio de oración intercesora, y Dios está actuando y despierta misioneros. Algunos hermanos han establecido contacto con gente en el trabajo o en otros lugares, se han hecho amigos de ellos y los han encaminado hacia Cristo y la iglesia. También hemos dado algunos cursos y llevado a cabo seminarios. Pero lo más importante es la oración intercesora y el contacto personal. Creemos en la evangelización por medio de la amistad.
M:¿Cómo reacciona la comunidad ante el abordaje evangélico?
PC: Una gran cantidad de los inmigrantes es de origen evangélico y tiene muchos prejuicios para visitar una iglesia adventista, a menos que uno de sus hijos haya estudiado en algunos de nuestros centros de enseñanza de Sudamérica. Ese hecho despierta su curiosidad, y desean conocer la iglesia de aquí. Como en esta región se trabaja todos los días del año, es difícil conseguir el sábado libre, lo que representa un fuerte obstáculo para la aceptación del mensaje. Las distancias en Florida son inmensas, lo que hace difícil poner en marcha un programa de visitas. Sólo hemos alcanzado a gente vecina o amiga de nuestros hermanos. Los inmigrantes recién llagados son más abiertos, porque necesitan relacionarse con otra gente, y en ese caso nos valemos de la asistencia social. Los programas musicales, el estudio de las profecías, las visitas a sudamericanos hospitalizados o la realización de casamientos y fiestas de cumpleaños entre personas no adventistas ha producido reacciones positivas. Como estamos participando en el programa “Evangelismo Joven”, de la División Norteamericana, y “Evangelismo América 2000”, de la Comisión Adventista de Lengua Portuguesa de la misma División, en este momento estamos contado con la colaboración de instructores bíblicos.
M: Entre los métodos de evangelización probados hasta ahora, ¿cuáles cree usted que son los más apropiados para la cultura local?
PC: Nuestra iglesia se formó gracias a la actividad de grupos pequeños. Creo en ese método bíblico. Pero también utilizamos otros métodos, con adaptaciones. Por ejemplo, la evangelización pública tradicional, que se extiende por muchas noches, aquí no funciona tan bien porque la gente trabaja y estudia de noche. Pero transformamos los cultos del sábado y la reunión del miércoles por la noche en reuniones de evangelización. Tenemos un excelente grupo musical que participa mucho en los programas. Encuentros de matrimonios, semanas de oración, koinonias de jóvenes los viernes por la noche son programas muy bien aceptados. Otro proyecto que ha resultado muy eficaz es Brazilian Gospel Music (Música evangélica brasileña), por medio del cual promovemos presentaciones de cantores brasileños. También tenemos en funcionamiento un plan para la distribución gratuita de casetes, discos compactos y cintas de vídeo. La gente recibe bien estas ofertas.
M: ¿Hay diferencias apreciables en la naturaleza de los problemas pastorales en una iglesia de inmigrantes? Si las hay, ¿cuáles son?
PC: Los inmigrantes padecen de carencias emocionales muy importantes: están distanciados de la familia, lejos de la patria, separados de los amigos; no oyen su idioma de forma permanente; tienen que reemplazar sus comidas favoritas por fast foods; tienen enfrentamientos culturales; se cuestionan sus creencias y valores. ¿Cómo se puede ayudar a alguien así? La iglesia y el pastor son una base sólida para los inmigrantes; son una ciudad de refugio. Las actividades del pastor y de la iglesia son vitales: oración, orientación, ayuda en diversos aspectos (desde dónde conseguir trabajo hasta la inscripción de un chico en la escuela pública). Por eso, la iglesia tiene que crear una cantidad de ministerios de apoyo. En todo esto incluimos la orientación espiritual. Mucha gente perdió todo en Sudamérica, y viene a empezar una nueva vida aquí. Otros dejaron una familia allá, y fundaron otra aquí, generando así situaciones sumamente complicadas, con divorcios y nuevos casamientos. Hay gente con muchos sueños frustrados, amargadas, alimentando ideales difíciles de alcanzar. La vida ministerial entre inmigrantes es un tremendo desafío.
Al: ¿Cómo funciona su plan de trabajo relativo a la atención de los miembros?
PC: Trato de dedicar dos noches por semana, y a veces los domingos, para visitas pastorales. Los hermanos aprecian mucho recibir la visita del pastor o de los dirigentes de la iglesia. Sólo se los puede encontrar, prácticamente, durante las noches, porque en la mayoría de las familias ambos padres trabajan afuera. Es un ritmo de vida bien intenso. Por un buen tiempo hice visitas y obra evangélica al mismo tiempo, celebrando cultos en empresas de hermanos durante la mañana o al medio día. Reunimos a los empleados, conversamos, oramos juntos y dedicamos algún tiempo al estudio de la Biblia una vez por semana. Actualmente tenemos algunas empresas de hermanos en las cuales se celebra un culto diariamente con los empleados. También acostumbro llevar gente a almorzar a casa los sábados y domingos, y hacemos el culto de la puesta del sol el viernes. Con los adolescentes desarrollamos algunas actividades específicas, siempre después de las clases, que terminan a las cuatro de la tarde.
M: ¿Cómo organiza usted su día pastoral?
PC: Andar con Dios es mi sueño y mi realización de cada día. Después de muchos intentos y de algunas equivocaciones, el Señor me ayudó a pasar varias horas por la mañana en su compañía, para desarrollar un ministerio personal de alabanza, oración y meditación por medio de la Biblia. No estoy hablando, por ejemplo, de dedicar horas al estudio y la preparación de mensajes. Antes me preocupaba demasiado por las personas; quería hacer todo lo posible por ellas. Salía muy temprano para ayudar a alguien a conseguir trabajo o a obtener su registro de conductor, aconsejar a la gente y otras actividades de ayuda inmediata. No fue fácil establecer un orden de prioridades. Hoy distribuyo varios proyectos a lo largo de los días de la semana, dedico una noche para organizar grupos pequeños y un día para la familia. Trato de tener una lista anual de sermones y un plan, también anual, para las actividades de la iglesia en su conjunto.
M: ¿Cuáles son las mayores necesidades de su distrito?
PC: Necesitamos construir con urgencia el templo de la Iglesia de Fort Lauderdale. Las construcciones en los Estados Unidos son sumamente caras, pero estamos avanzando por fe. Aquí, para construir un templo mediano, necesitamos por lo menos un millón de dólares. También necesitamos un nuevo local para la iglesia de Deerfield, porque el que tenemos ya no da para albergar a los que asisten, y es difícil alquilar un templo en esa zona. Otra necesidad, de carácter espiritual, consiste en convencer a la gente de que nuestra patria no está aquí. La tendencia del inmigrante es obsesionarse con el trabajo, después con el consumo y manifestar indiferencia hacia los que están llegando. Necesitamos ayudar a la gente a ver las cosas con los ojos de Jesús, y percibir que Dios tiene un propósito para ellos aquí en este mundo.
M: ¿Cuáles son las principales metas que se ha fijado en su trabajo de aquí en adelante?
PC: El blanco principal consiste en recibir a Jesús en ocasión de su segunda venida. Pero hasta que eso ocurra debemos estar ocupados en los negocios del Padre. Por eso, trabajaremos para abrir nuevas congregaciones en las ciudades vecinas. Queremos establecer presencia adventista en las treinta ciudades de la región de Broward y de West Palm Beach. Estamos haciendo planes para construir un templo, con una escuela y un centro cultural, con una biblioteca, un comedor y un lugar para practicar deportes. Nuestra iglesia deberá estar abierta los siete días de la semana, ofreciendo educación a padres e hijos, además de las actividades sociales y espirituales. Tenemos la intención de estar presentes en todos los medios de comunicación de la zona, organizando eventos importantes para la proclamación del evangelio. Aumentaremos la cantidad de grupos pequeños.
M: Cuéntenos algo notable que haya sucedido durante su ministerio.
PC: Dios me ha dado muchas experiencias notables. En un período de muchas dificultades, el Señor me extendió una invitación para trabajar voluntariamente en Fort Lauderdale. En ese tiempo tenía un auto que siempre estaba descompuesto. Trabajaba una semana para los gastos de la casa, y la otra para arreglar el auto. Cierto día estaba meditando en la vida de Moisés, un personaje bíblico que ha ejercido una gran influencia en mi vida. Al leer Éxodo 4, me detuve en el versículo 2, cuando Dios le pregunta a su siervo: “¿Qué es eso que tienes en la mano?” Y Moisés respondió: “Una vara”. Ese día acepté esa pregunta como si fuera para mí. Sólo tenía un auto viejo y un sueldo mensual inferior al mínimo (de los Estados Unidos). Puse mi vida y todo lo que tema en las manos de Dios, y acepté su llamado. Y él cumplió su parte, dándome el privilegio de ver gente convertida como consecuencia de mi trabajo. Entre ellos se encuentra al matrimonio compuesto por Enoc y Alejandra. Él ya conocía el mensaje adventista antes de trasladarse a Boston. Años después vino a Fort Lauderdale. Un sábado Alejandra vino a la iglesia y nos pusimos de acuerdo en celebrar un grupo de estudios bíblicos en su casa. Al principio ni a su esposo ni a sus amigos más allegados les gustó la idea. Después de algunas resistencias, el esposo decidió participar. Ambos se bautizaron y se convirtieron en baluartes de la iglesia. Son misioneros fieles y dedicados, que han traído a muchos amigos a los pies de Jesús.
Sobre el autor: Zinaldo A. Santos es editor asociado de la Revista Adventista, edición portuguesa.