No es raro que la esposa del pastor sienta que todos los ojos de la congregación están fijos en ella; como si su modo de ser y su manera de actuar estuvieran siendo permanentemente observados y evaluados por los miembros de la iglesia. Y tampoco es raro que se deje dominar por una sensación de incapacidad e insuficiencia como consecuencia de esa situación.

Satanás dispone de muchas armas psicológicas para atacarnos. Y la más eficaz es, sin duda, la baja estima propia.

El psicólogo y escritor James Dobson llevó a cabo una investigación entre un gran grupo de mujeres cristianas. Una gran cantidad de ellas era feliz, estaba casada, poseía una buena situación económica, gozaba de salud y disfrutaba del privilegio de la maternidad. En su estudio, el Dr. Dobson hizo una lista de diez fuentes de depresión, y solicitó a las señoras que las clasificaran en el orden en que a ellas estas cosas les afectaban la vida. El 50% destacó la baja estima propia como su principal problema, y el 80%o restante la puso en los tres primeros lugares.

¿Qué significa tener un nivel bajo de estima propia? Es no sentirse suficientemente bonita o atrayente. Es creer que no se posee el talento o la capacidad que otras personas tienen. Es la impresión de que “nadie gustaría de mí si me conocieran como realmente soy”. Es creer que se es un fracaso frente al esposo, los hijos y la iglesia.

Cada una de nosotras se debe preguntar a sí misma: ¿Me acepto totalmente? ¿Reacciono de forma afirmativa frente a mi matrimonio? ¿Soy positiva ante mis hijos, mis padres, mi situación económica, mi salud y mi apariencia?

En resumen: ¿me amo a mí misma?

Síntomas y consecuencias

Entre los síntomas de que tenemos un nivel bajo de estima propia se pueden incluir una sensibilidad exagerada, tendencia a la crítica, intolerancia ante el modo de ser y las ideas de los demás, frecuentes “explosiones” de ira, celos excesivos, la necesidad de disponer de cosas con las cuales impresionar al prójimo, dificultad para aceptar elogios, incapacidad de perdonar, perfeccionismo, miedos exagerados, frecuentes problemas de salud, una constante sensación de ansiedad, incapacidad o inferioridad.

La falta de estima propia afecta profundamente nuestra vida cristiana. Ante todo porque paraliza nuestro potencial. En segundo lugar porque la imagen negativa que tenemos de nosotras mismas destruye nuestra relación con Dios. Si siempre creemos que carecemos de valor o que somos inferiores, la conclusión natural es que Dios no nos puede amar ni cuidar. Y, finalmente, la baja estima propia paraliza nuestro potencial porque también daña nuestra relación con los demás.

No podemos dar lo que no tenemos. Sólo cuando nos aceptamos como personas podemos desprendernos verdaderamente de nosotras mismas. En efecto, toda persona que no se ama a sí misma es egoísta, porque siempre está tratando de encontrarse. De esto deducimos que para ser verdaderamente cristianas, y para que Dios nos pueda usar en su servicio, es vital que por lo menos nos aceptemos a nosotras mismas.

La salida

¿Qué pasos podemos dar para aprender a amarnos a nosotras mismas?

Cuando usted esté dispuesta a comenzar, acuérdese de que no existen curas mágicas ni soluciones simples para los problemas de una vida entera. Se necesitaron todos estos años para que usted llegara a ser la persona que ahora es. Se necesitará tiempo para que cambie su imagen propia. Pero puede trabajar sobre la base de las siguientes sugerencias:

❖ Acepte la idea de que un amor propio adecuado es correcto, y que eso es lo que Dios espera de usted. Jesús recomendó implícitamente el amor a uno mismo cuando enseñó que el más grande de los mandamientos consiste en amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo.

❖ No se condene más a sí misma. La crítica y la condenación de sí misma da como resultado que usted se va a odiar más todavía. Ya sea que se le haya derramado la leche o que haya incurrido en una falla moral, no se condene. Todos somos seres humanos y cometemos errores.

❖ Examine sus motivos. Vea si está haciendo algo pensando sólo en sí sisma, o si su motivo es la venganza o el intento de obtener algún provecho de los demás, etc. Examínese a sí misma. Si tiene dudas, consulte a un consejero, alguien de su confianza, que sea imparcial.

❖ Trate de llevar a cabo algunas cosas que contribuyan a que usted se guste más a sí misma. Brinde amor, simpatía, ayuda, comprensión, perdón.

❖ Aprenda a perdonarse a sí misma.

❖ Comience a elogiar sinceramente a los demás.

❖ Aprenda a aceptar amor y a darlo. Déjese amar por la gente. Acepte los gestos y las palabras de cariño que le dirigen. Sobre todo, déjese amar por Jesús. Él es el único que nos acepta tales como somos, completa e incondicionalmente, y posibilita que nos aceptemos a nosotras mismas y los unos a los otros. Cuando nos sentimos verdaderamente amadas por Cristo, el amor hacia los demás comenzará a fluir naturalmente de nuestro corazón. Como dice la Biblia: “Nosotros lo amamos, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

Sobre la autora: Graduada en Teología, es esposa de pastor. Reside en Guarapón, Espíritu Santo, Brasil.