“Con el Señor a nuestro lado, no hay montaña demasiado alta que no podamos alcanzar, mar tan ancho que no podamos cruzar, ni ejército que no podamos derrotar”.
Con apenas veinte años de edad, el pastor Carlos Alberto Hein inició sus actividades ministeriales como misionero en el Amazonas. Enseguida, pastoreó iglesias y lideró departamentos en su país, la Argentina, y en el Uruguay. Fue presidente de la Asociación Argentina del Sur y de la Misión Argentina del Noroeste. Después de pastorear, durante seis años, la iglesia de la Universidad Adventista del Plata y ejercer la función de vicerrector de Desarrollo Espiritual de aquella institución, fue nombrado secretario ministerial de la División Sudamericana, en noviembre del año pasado.
Con maestría y doctorado en Teología Pastoral, el pastor Hein es proveniente de una familia de pioneros adventistas en la Argentina y está casado con la profesora Graciela Noemí Hellvig, también descendiente de pioneros, habiendo sido miembro de la primera iglesia adventista en América del Sur. El matrimonio tiene tres hijos casados: Nancy, Bille y Erwin, también servidores de la iglesia en la Argentina.
A propósito del Día del Pastor y de las Vocaciones Ministeriales que tienen lugar en el mes de octubre, en esta entrevista el pastor Carlos Hein les habló a los pastores sudamericanos.
M: El último sábado de octubre está dedicado a las vocaciones ministeriales. ¿Qué es lo que se pretende en ese día?
Hein: El Día del Pastor y de las Vocaciones Ministeriales no tiene como objetivo exaltar o engrandecer a la persona del pastor. Pero existen, por lo menos, tres razones para que la iglesia dedique un sábado por año a las vocaciones ministeriales y al reconocimiento de la tarea pastoral. La primera es reconocer que Cristo tiene embajadores en el mundo, “por medio de quienes les habla a los hijos de los hombres y atiende sus necesidades”. La segunda es recordar que el llamado al ministerio hoy es tan divino como en los tiempos bíblicos. Jóvenes cristianos consagrados, que sienten preocupación por la salvación de las personas, deben ser incentivados para que busquen el conocimiento de la voluntad del Señor en su vida, y motivados a considerar el ministerio pastoral como el plan de Dios para ellos. La tercera razón es orar, como iglesia, para que el Señor envíe segadores para su cosecha.
M: Carrera pastoral y vocación pastoral. ¿Cuáles son las principales diferencias entre esos dos conceptos?
Hein: La invitación para servir en el ministerio evangélico es un llamado elevado y santo. En realidad, no es ni una carrera ni una vocación. Es un llamado, una convocación de parte de Dios. La Biblia dice que “nadie ocupa ese cargo por iniciativa propia; más bien, lo ocupa el que es llamado por Dios, como sucedió con Aarón” (Heb. 5:4). El apóstol Pablo dice que Dios lo consideró fiel y lo designó para el ministerio (1 Tim. 1:12), y agregó que se transformó en un ministro de acuerdo con la responsabilidad que le fue atribuida por Dios (Col. 1:25). Finalmente, como escribió Elena de White, los ministros son elegidos para actuar en nombre de Cristo.
M: ¿Cuándo y de qué manera usted sintió haber recibido ese llamado?
Hein: Nací en un hogar adventista y vivíamos en el interior. Soy el más pequeño de cinco hermanos, todos ellos en constante servicio a la iglesia. Desde la infancia, recibiendo y hospedando pastores en nuestra casa, aprendí a admirarlos y sentí el deseo de transformarme en un pastor. Mientras trabajaba en el campo, arando, plantando u ordeñando vacas, yo preparaba sermones y los predicaba en voz alta para oyentes imaginarios. El día de mi graduación en Teología, mi madre me contó que, por consejo médico, debería haberme abortado para que ella sobreviviera. Sin embargo, mi abuela, muy cristiana y misionera, le aconsejó: “Paulina, sigue con la gestación; va a nacer un muchachito que será un pastor y que ganará muchas almas para Jesús”. Jamás pude saber la razón por la que mi abuela hizo esa afirmación; ella no está viva. Sin embargo, frente a todo eso, de una cosa estoy seguro: Jesús me llamó para predicar el evangelio.
M: ¿Por medio de qué instrumentos es posible saber si un seminarista principiante es llamado o no para el ministerio, considerando que es una experiencia muy personal?
Hein: Un estudiante de Teología que siente que puede hacer otro curso, y servir a la iglesia en alguna función diferente de la del pastor, debe dejar los estudios teológicos y prepararse para ejercer otra actividad. Sin embargo, si es llamado por Dios, aunque muchas veces él quiera huir, no podrá dejar de ser pastor. Fue así con Moisés, con Isaías, con Pablo y con otros. Entonces, en mi opinión, si un joven siente verdadera pasión por la salvación de los perdidos y se estremecerse cuando ve a una persona rescatada del pecado, no hay dudas en relación con el llamado.
M: ¿Cómo evalúa usted los desafíos y las posibilidades de los pastores hoy, en comparación con la época en que usted comenzó su trabajo?
Hein: Desde el inicio de mi ministerio, hubo grandes cambios en las comunicaciones, en el estilo de vida, en la cultura, entre otros aspectos de la vida. Sin embargo, las luchas del ser humano permanecen siendo las mismas, el tentador es el mismo y, sobre todo, el Salvador está en el comando. Los planes de trabajo pueden cambiar a lo largo del tiempo, pero los principios son los mismos y la dependencia de Dios todavía es la mayor necesidad del pastor. Hoy tenemos acceso a una tecnología única; sin embargo, debemos continuar desconfiando de nuestra capacidad y humillarnos delante de Dios. Debemos mantener una estrecha comunión con él, crecer en relación íntima con la iglesia y cumplir la misión de proclamar el evangelio. Dios nos llamó para que seamos testigos de su gracia. El testimonio personal es mucho más poderoso que cualquier tecnología disponible.
M: ¿Cómo están los pastores en América del Sur?
Hein: Tenemos, en América del Sur, 3.628 valientes y esforzados pastores que aman a Jesús y desean ver concluida la tarea que les fue asignada. Hablando en forma general, creo que el mayor desafío que ellos enfrentan hoy es conquistar las grandes ciudades. Es en ellas donde vive el mayor porcentaje de habitantes del planeta, y donde la secularización y la autosuficiencia parecen acentuarse. Sin embargo, hay desafíos regionalizados, de acuerdo con la realidad de cada uno. No desafíos de falta de dinero, bienes materiales o recursos humanos. Repito: nuestro mayor desafío es desconfiar de nuestra capacidad. Por lo tanto, debemos colocarnos bajo la tutela del Espíritu Santo, para que él nos use en el cumplimiento de la misión. Teniendo al Señor a nuestro lado, no hay montaña demasiado alta que no podamos alcanzar, mar tan ancho que no podamos cruzar, ni ejército que no podamos derrotar.
M: ¿Cuál es el ideal que usted imagina para el pastor adventista sudamericano?
Hein: Que sea humilde, dependiente del Espíritu Santo, formador de discípulos, que lleve a la iglesia a una profunda experiencia de comunión y relación con Dios, que sea fiel a la misión, apasionado por Jesús, por la familia, por la iglesia y por la salvación de las personas.
M: Hablando de la familia, nunca es exagerado enfatizar el papel del pastor en este, que es su primer campo de trabajo.
Hein: Realmente. La tarea de los pastores comienza en casa. Cuando Jesús venga, cada pastor escuchará la siguiente pregunta: “¿Dónde está el rebaño que te fue confiado, el rebaño que era tu orgullo?” (Jer. 13:20). Entonces, debemos recordar que nuestro ministerio solamente tendrá éxito si nuestro rebaño menor está bien cuidado. Cito las palabras de Elena de White, en el libro El hogar cristiano: “Dios quiere que en su vida en el hogar el que enseña la Biblia ejemplifique las verdades que presenta. La clase de hombre que sea tendrá mayor influencia que lo que diga. La piedad en la vida diaria dará poder al testimonio público. Su paciencia, su carácter consecuente y el amor que ejerza impresionarán corazones que los sermones no alcanzarían. […] Lo que revela nuestro carácter verdadero no es tanto la religión del púlpito como la de la familia. La esposa del ministro, sus hijos y los que son empleados para ayudar en su familia son los mejor preparados para juzgar la piedad de él. Un hombre bueno será una bendición para su familia” (pp. 321, 322).
Es necesario dedicar tiempo y esfuerzo en favor de la salvación de nuestra familia. Debemos realizar el culto familiar, dedicar tiempo para los hijos, incluso los sábados, evitando realizar excesivas reuniones durante ese día. Un consejo adicional: que cada pastor cuide de su salud y de la salud de su esposa. Juntos, realicen actividades físicas, tales como caminatas diarias y otros ejercicios, de acuerdo con las posibilidades y la orientación médica.
M: A propósito del Día del Pastor, ¿qué mensaje tiene para las esposas de los pastores?
Hein: Es necesario recordar que el pastor es el esposo. Muchos hermanos confunden las cosas y alegan que la esposa del pastor es la “pastora”. Evidentemente, es bonito ver a la esposa del pastor ayudando con la música en la iglesia, en los departamentos de los niños, en el Ministerio de la Mujer, entre otras actividades. Pero debemos tener en mente que ella no se debe sentir obligada a ejercer tales funciones, en caso de que no se sienta habilitada o que tenga impedimentos, como, por ejemplo, cuando está cuidando hijos pequeños. La principal tarea de la esposa del pastor es apoyarlo emocional, física y espiritualmente, manteniendo con Jesús una relación digna de ser imitada por los hermanos y las hermanas de la iglesia. “La esposa de un ministro del evangelio puede ser una gran auxiliadora y bendición para su esposo o un estorbo para él en su trabajo. Depende mucho de la esposa que el ministro se eleve día a día en su esfera de utilidad o que se hunda al nivel ordinario” (ibíd., p. 323).
M: Generalmente se dice que el pastor se siente solitario, al donarse a muchas personas y recibir de pocas. Como secretario ministerial, ¿qué planes tiene para asistirlo en sus necesidades?
Hein: El gran desafío de la Asociación Ministerial es ofrecerles apoyo social a los pastores, por parte de los colegas y de la propia Asociación Ministerial. Para eso, nada mejor que pequeños grupos de pastores. También se pretende ofrecer apoyo emocional. Otras tareas consisten en el mejoramiento del ambiente organizacional, eliminando o disminuyendo los agentes estresantes. Es nuestro objetivo crear programas de socialización avanzada, así como establecer sistemas de evaluación y feedback, que son prácticos y simples. En resumen, queremos facilitar la tarea del pastor, inspirándolo, motivándolo y capacitándolo para que él pueda dedicarse principalmente al cumplimiento de su llamado para pastorear y evangelizar, manteniendo la seguridad de la victoria, evitando el triunfalismo.
M: ¿Qué papeles están definidos para el pastor, en los próximos pasos del “Proyecto Esperanza”?
Hein: Básicamente, los pastores deben continuar con la distribución del libro La gran esperanza e incentivar a la hermandad para que lea diariamente un capítulo de la Biblia, dentro del proyecto “Reavivados por su Palabra”, cuya culminación será en ocasión del próximo Congreso de la Asociación General, en 2015. También deben continuar haciendo discípulos, motivando a cada miembro de la iglesia para que tenga su devoción personal en la primera hora de cada día, participando de Grupos pequeños y capacitándolos para el compromiso misionero. El evangelismo de las grandes ciudades es otro proyecto importante. Los que trabajan en ciudades grandes deben intensificar el trabajo y promover el crecimiento de la iglesia. Quien está en ciudades pequeñas puede participar a través de la oración o buscando medios para apoyar el proyecto. Asociado a ese programa está el de plantar iglesias en lugares sin presencia adventista.
M: ¿Cuál es su mensaje especial para el Día del Pastor y el de las Vocaciones Ministeriales?
Hein: El supremo Pastor pidió que cada pastor lo acompañe en la búsqueda de la oveja perdida. Entonces, querido colega, tú eres el ayudante del Buen Pastor. Eres pastor de los fieles, de los apóstatas, de aquellos que buscan la verdad, de aquellos que todavía no sienten la necesidad de la salvación. Eres pastor de los niños, de los jóvenes, de los adultos y de los ancianos, de los sanos y de los enfermos, de los ricos y de los pobres. Pastor de tu familia, pastor en los montes y en los valles, en las selvas de concreto y en las selvas literales. En cualquier lugar o condición en que se encuentre una oveja perdida, allí tú debes ir. Ese es el desafío para el que Dios te llamó. Independientemente de lo que encuentres en el camino para hacerlo realidad, si tú eres un pastor apasionado por la salvación de las personas, si brillan tus ojos al ver a una persona que es redimida del pecado, estarás entre aquellos de quienes habló el apóstol Pedro: “Cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria” (1 Ped. 5:4).